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FUTURISMO: Arte Futurista

Introducción al Arte Futurista

El Futurismo fue un movimiento artístico que tuvo lugar en Italia de 1909 a 1916. Con gran repercusión social, sus principios fueron el punto de partida de la modernización de la cultura italiana.

El 20 de febrero de 1909, el periódico parisino Le Figaro publicó el primer manifiesto futurista, firmado por el poeta italiano Filippo Tomaso Marinetti. Sus cimientos eran totalmente revolucionarios, y fue el primer grito que exigía un arte contemporáneo.

El poeta propuso la destrucción de un mundo representado por el gobierno, las academias de arte y el Vaticano, para hacer que la sociedad italiana despierte a la naciente modernidad.

Su programa político abordó el divorcio, la distribución de la riqueza y la igualdad entre hombres y mujeres.

Además, abogó por la guerra como único medio para cambiar un mundo antiguo y decadente y por el militarismo como revalorización del sentido de la patria.

Futurismo

Para poner estas ideas en práctica, no fue difícil para Marinetti contar con el apoyo incondicional de los pintores más jóvenes de Italia a principios de siglo: Balla, Boccioni, Carrà, Russolo y Severini.

También ellos, llenos de entusiasmo revolucionario, elaboraron sus propios manifiestos, sobre los que se sentaron las bases de lo que se convertiría en el arte futurista: la máquina como única expresión de dinamismo y la velocidad como nuevo signo de los tiempos.

 

El arquitecto Sant’Elia también se unió a esta nueva corriente, teorizando sobre una arquitectura fugaz y transitoria que no sobreviviría al hombre. El verdadero desafío para los futuristas era encontrar un estilo que no tuviera nada en común con las formas de arte tradicionales.

Así surgieron sus pinturas de planos fragmentados y colores expandidos, en las que las formas se repetían, apilándose unas sobre otras, para transmitir una sensación de movimiento continuo.

 

PINTURA FUTURISTA

En términos generales, los futuristas han tratado de moldear en sus pinturas la idea de dinamismo, entendido como la deformación y desmaterialización por la que pasan los objetos y el espacio cuando se produce la acción.

Puede parecer algo muy simple, pero no lo es. De hecho, los futuristas, que sabían expresar tan bien sus teorías en los manifiestos, tuvieron mucho trabajo para materializarlas sin caer en las antiguas representaciones artísticas que tanto aborrecían.

Una de sus propuestas fue la división del color.

Es más que conocido que cualquier objeto en movimiento, un coche por ejemplo, es visto por el observador como una sucesión de fugaces líneas de color. Esta teoría puede parecer familiar cuando uno piensa en los esfuerzos que los impresionistas hicieron para capturar la luz o el color en un momento dado. Pero ahí es exactamente donde radica la diferencia en la propuesta de los futuristas…

… es que los futuristas aspiran a capturar un instante preciso en la pantalla, sin la suma de momentos que juntos construyen la acción. Además, como un objeto en movimiento también pierde su forma original, es necesario fragmentar los volúmenes y las líneas. Por si esto no fuera suficiente, los futuristas se atrevieron aún más.

Repitieron estas fragmentaciones hasta saturar el plan, con lo que consiguieron uno de sus mayores objetivos: la simultaneidad.

Frente a las obras futuristas, el espectador, estático, sólo puede dejarse envolver por estas pantallas rápidas y móviles, que, más que un placer visual, transmiten la sensación de vértigo de los nuevos tiempos.

El pintor Boccioni, uno de los máximos exponentes del movimiento, incursionó en la escultura, profundizando en la búsqueda del dinamismo, aunque sin duda se puede afirmar que, en las artes plásticas, el futurismo era un arte eminentemente pictórico.

 

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