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Brian Cox: Por qué los exploradores son necesarios – Charla TEDSalon London 2010

Charla «Brian Cox: Por qué los exploradores son necesarios» de TEDSalon London 2010 en español.

En tiempos económicos adversos los programas de exploración científica -desde sondas espaciales al Gran Colisionador de Hadrones- son lo primero que sufre cortes presupuestarios. Brian Cox explica que la ciencia motivada por la curiosidad misma se autofinancia, convirtiéndose en motor de innovación y generador de una profunda apreciación por nuestra existencia.

  • Autor/a de la charla: Brian Cox
  • Fecha de grabación: 2010-04-19
  • Fecha de publicación: 2010-06-03
  • Duración de «Brian Cox: Por qué los exploradores son necesarios»: 989 segundos

 

Traducción de «Brian Cox: Por qué los exploradores son necesarios» en español.

Hoy nos enfrentamos a una realidad económica adversa.

Y una de las primeras víctimas de una economía en apuros es cualquier tipo de inversión pública, creo yo.

Sin duda lo que más está en peligro ahora es la inversión pública en ciencia, sobre todo en la ciencia motivada por la curiosidad y la exploración.

Así que quiero convencerlos en unos 15 minutos de lo ridículo y lo absurdo que es eso.

Pero para contextualizar quiero mostrarles ésta, tal vez la peor infografía en la historia de TED, un poco caótica, no era mi intención.


(Risas)
No es culpa mía, es del diario «The Guardian».

Y es en realidad, una impecable demostración de lo que cuesta la ciencia.

Porque si estoy bregando por que se financien la ciencia y la exploración por curiosidad, es mi deber explicarles cuánto cuesta.

El juego se llama «

¿Dónde está el presupuesto científico?

«.

Este es el gasto público del Reino Unido.

Como se ve, es de unos 620 mil millones anuales.

El presupuesto científico es en realidad — a la izquierda hay unos globos violetas y otros amarillos.

Es uno de los globos amarillos junto al globo amarillo más grande.

Es de unos 3.300 millones de libras al año de esos 620 mil millones.

Ese dinero lo financia todo en el Reino Unido: investigación médica, exploración espacial, mi trabajo en el CERN en Ginebra, la física de partículas, la ingeniería, incluso las humanidades y artes, se financian con el presupuesto científico, que son esos 3.300 millones, el globito amarillo alrededor del globo anaranjado arriba a la izquierda.

Así que de eso se trata.

Ese porcentaje, por cierto, es más o menos el mismo en EE.UU., Alemania y Francia.

En la economía, la Investigación y Desarrollo con financiación pública equivale más o menos al 0,6 por ciento del PIB.

Así que de eso se trata.

Lo primero que quiero decir, sacado directamente de «Maravillas del Sistema Solar», es que la exploración del sistema solar y el universo nos ha mostrado su indescriptible belleza.

Esta foto fue enviada por la sonda espacial Cassini desde Saturno, después de terminar de rodar «Maravillas del Sistema Solar».

Así que no aparece en la serie.

Es de la luna Encelado.

Esta impresionante esfera blanca de la esquina es Saturno, que en realidad está al fondo de la imagen.

Y la luna creciente que se ve es la luna Encelado, que tiene el tamaño de las islas británicas.

Unos 500 Km de diámetro.

Una luna diminuta.

Pero lo que es fascinante y hermoso…

es una foto sin editar, debo aclarar.

En blanco y negro, enviada desde la órbita de Saturno.

Lo que es hermoso, podrán verlo en este borde de aquí son esta especie de tenues volutas casi como de humo emanando de ese borde.

Así lo recreamos para «Maravillas del Sistema Solar».

Es una animación de gran belleza.

Esas volutas eran, como luego descubrimos, manantiales de hielo emanando de la superficie de esta luna diminuta.

Es algo fascinante y hermoso por sí solo, pero creemos que el mecanismo que genera esos manantiales requiere que haya masas de agua líquida bajo la superficie de esta luna.

Y lo importante de esto es que en nuestro planeta, la Tierra, donde hay agua líquida, hay vida.

Así que encontrar pruebas fiables de la presencia de líquido bajo la superficie de un satélite natural a 1.200 millones de kilómetros de la Tierra es realmente algo asombroso.

Lo que esto significa, esencialmente, es que quizá sea un lugar apto para la vida en el Sistema Solar.

Eso era sólo una animación.

Ahora quiero mostrarles esta foto, que también es de Encelado.

De cuando Cassini voló bajo Enceladus.

Hizo una pasada a muy baja altura, a unos pocos cientos de kilómetros sobre la superficie.

Esta ya es una imagen real del hielo elevándose hacia el espacio, absolutamente bellísimo.

Pero no es la principal candidata para albergar vida en el Sistema Solar.

Probablemente sea esta otra, Europa, una luna de Júpiter.

Y de nuevo, debimos volar al sistema joviano para darnos cuenta de que no era una luna como otras, no era un mero pedazo de roca inerte.

En realidad es una luna de hielo.

Lo que están viendo es la superficie de la luna Europa, una gruesa capa de hielo, posiblemente de cien kilómetros de espesor.

Pero analizando la manera en que Europa interactúa con el campo magnético de Júpiter, y observando cómo se mueven las grietas en el hielo que se ven esta animación, hemos deducido con certeza que existe un océano de líquido alrededor de toda la superficie de Europa.

Así que debajo del hielo hay un océano de líquido en toda la luna.

que creemos que puede tener cientos de kilómetros de profundidad.

Pensamos que es agua salada, lo que indicaría que hay más agua en esa luna de Júpiter que en todos los océanos de la Tierra juntos.

Así que esa pequeña luna que orbita Júpiter, es probablemente la principal candidata para encontrar vida en una luna u otro cuerpo celeste conocido, fuera de la Tierra.

Un descubrimiento impresionante y hermoso.

Nuestra exploración del Sistema Solar nos ha enseñado su belleza.

Puede que también nos ayude a resolver uno de los más profundos interrogantes jamás planteados: «

¿Estamos solos en el universo?

»

¿La exploración y la ciencia sirven para algo más que para maravillarnos?

Pues sí.

Esta es una foto muy famosa tomada, en realidad, durante mi primera Nochebuena, el 24 de diciembre de 1968, cuando yo tenía unos ocho meses.

La tomó el Apolo 8 al salir de la cara oculta de la Luna.

La Tierra naciente, vista desde el Apolo 8.

Es una foto famosa; muchos han dicho que es la foto que salvó al año 1968, un año turbulento: las revueltas estudiantiles en París, el punto álgido de la Guerra de Vietnam.

La razón por la que muchos piensa así sobre esta foto, y Al Gore lo ha dicho muchas veces, aquí mismo en el escenario de TED, es que esta foto podría decirse que señala el comienzo del movimiento ecologista.

Porque, por primera vez, vimos a nuestro mundo no ya como un lugar sólido, inmóvil e indestructible, sino como un mundo pequeño y de aspecto frágil suspendido en la oscuridad del espacio.

De lo que no se suele hablar sobre la exploración espacial y el Programa Apolo es la contribución económica que supusieron.

Quiero decir, si bien se puede plantear que fue asombroso y un logro enorme y que nos dio imágenes como ésta, costó mucho dinero

¿verdad?

Bueno, en realidad se han realizado muchos estudios acerca de la eficiencia económica, el impacto económico del Programa Apolo.

El más importante lo hizo Chase Econometrics en 1975.

Y demostró que por cada dólar invertido la economía de EE.UU.

recibió 14.

De modo que el Programa Apolo se autofinanció en inspiración, en ingeniería, en logros y diría que en motivación para jóvenes científicos e ingenieros al menos 14 veces lo que costó.

Así que la exploración se puede autofinanciar.

¿Y los descubrimientos científicos y la innovación fruto de la investigación?

Bien, esta foto parece no mostrar nada, pero es una imagen del espectro del hidrógeno.

Resulta que en las décadas de 1880 – 1890 muchos científicos y estudiosos analizaron la luz que irradiaban los átomos, y vieron imágenes extrañas como ésta.

Cuando se ve esta luz a través de un prisma, la luz de hidrógeno incandescente, no brilla como una luz blanca, sino que emite luces de determinados colores, una luz roja, una azul, algunas azul oscuro.

Esto nos llevó a comprender la estructura atómica porque la explicación para ese fenómeno es que los átomos están compuestos de un núcleo con electrones alrededor.

Estos electrones sólo pueden ocupar ciertos lugares y cuando saltan a su siguiente posición y luego regresan a la posición incial producen luces de ciertos colores.

Y el hecho de que un átomo al calentarse emita una luz de un color específico fue uno de los principales impulsores del desarrollo de la teoría cuántica, la teoría de la estructura atómica.

Quería enseñarles esta imagen porque es digna de atención: es una imagen del espectro del Sol.

Y ésta es una de átomos en la atmósfera del Sol absorbiendo luz.

Igual que antes, sólo absorben luz de ciertos colores cuando los electrones saltan a otra posición y vuelven a caer.

Pero observen la cantidad de líneas negras en ese espectro.

Y el elemento químico helio fue descubierto al observar la luz solar porque se descubrió que algunas de esas líneas negras no correspondían a ningún elemento conocido.

Por eso el helio se llama así, de «Helios», el nombre griego del Sol.

Parece difícil de entender,

¿verdad?

Es que de hecho fue una actividad difícil de entender, pero la teoría cuántica pronto llevó a comprender el comportamiento de los electrones en materiales como el silicio, por ejemplo.

El modo en que el silicio se comporta, el hecho de que se puedan fabricar transistores, es un fenómeno puramente cuántico.

Por eso, sin la curiosidad que nos ha llevado a entender la estructura de los átomos, y que condujo a la mecánica cuántica, esta teoría casi inabarcable, no tendríamos transistores, ni chips de silicio, casi no tendríamos la base de nuestra economía moderna.

Esta historia tiene otro giro maravilloso, diría yo.

En «Maravillas del Sistema Solar», repetíamos que las leyes de la física son universales.

Uno de los aspectos más increíbles de la física y del entendimiento de la naturaleza que hemos aprendido en la Tierra, es que se puede extrapolar, no sólo a los planetas, sino a las estrellas y las galaxias más lejanas.

Y una de las más asombrosas predicciones de la mecánica cuántica, con sólo observar la estructura atómica — la misma teoría que describe los transistores — es que no puede existir una estrella en el universo que haya alcanzado el fin de su vida y que sea mayor que, concretamente, 1,4 veces la masa del Sol.

Ese es un límite impuesto a la masa de las estrellas.

Se puede deducir sobre el papel en el laboratorio, se apunta un telescopio al cielo y se ve que no existe ninguna estrella muerta mayor de 1,4 veces la masa del Sol.

Es una predicción bastante increíble.

¿Y si un estrella tuviera una masa apenas por debajo de ese valor?

Bien, aquí se ve una.

Esta foto muestra una galaxia común y corriente con unos 100 mil millones de estrellas como nuestro Sol.

Es sólo una de miles de millones de galaxias en el universo.

Hay mil millones de estrellas en el centro galáctico, por eso brilla tanto.

Esta está a unos 50 millones de años luz, es decir, es una galaxia vecina.

Pero esa estrella brillante que se ve en realidad pertenece a esta galaxia.

Por lo cual también está a 50 millones de años luz.

Pertenece a esa galaxia, y brilla tan intensamente como el centro de la galaxia, que contiene mil millones de soles.

Es una explosión de supernova de tipo 1a.

Es un fenómeno increíble, porque es una estrella de un tamaño — se llama enana de oxígeno-carbono — de un tamaño de aproximadamente 1,3 veces la masa del Sol.

Y tiene una compañera binaria que orbita a su alrededor, así que es una gran estrella, una gran bola de gas.

Y lo que hace es robarle gas a su estrella compañera, hasta alcanzar ese tamaño límite, el límite de Chandrasekhar, tras lo cual explota.

Y al explotar produce tanta luminosidad como mil millones de soles durante unas dos semanas, y no sólo libera energía al universo, sino también gran cantidad de elementos químicos.

De hecho, esa es una enana de oxígeno y carbono.

Pero en la época del Big Bang no había carbono ni oxígeno en el universo.

Ni tampoco los había durante la primera generación de estrellas.

Fueron producidos en estrellas como ésa, Carbono y oxígeno atrapados y luego liberados al universo en explosiones como ésta, que acabarán formando planetas, estrellas, nuevos sistemas solares y desde luego a nosotros mismos.

Creo que es una extraordinaria prueba del poder y la belleza y la universalidad de las leyes de la física; que comprendamos ese proceso, porque comprendemos la estructura de los átomos aquí en la Tierra.

He encontrado una cita preciosa de Alexander Fleming acerca de los descubrimientos fortuitos: «Al despertar ese amanecer del 28 de septiembre de 1928, desde luego no tenía pensado revolucionar la medicina con el descubrimiento del primer antibiótico».

Pues bien, los exploradores del mundo del átomo no tenían pensado inventar el transistor.

Y desde luego tampoco, pretendían describir la mecánica de las explosiones de supernovas, descubrimientos que acabaron por desvelar en qué lugar del universo se originaron los componentes de la vida.

Por eso creo que la ciencia puede ser — los descubrimientos fortuitos son importantes — puede ser bella, puede desvelar cosas asombrosas.

Y creo que también puede desvelarnos por fin las más profundas ideas sobre nuestro lugar en el universo y el valor de nuestro planeta.

Esta es una foto espectacular de nuestro planeta.

No parece nuestro planeta, parece Saturno porque, por supuesto, es Saturno.

La tomó la sonda espacial Cassini.

Pero es una foto famosa, no ya por la belleza y majestuosidad de los anillos de Saturno, sino por una minúscula mancha apenas visible suspendida bajo uno de los anillos.

Ampliándolo pueden ver que parece una luna pero en realidad es la Tierra.

La Tierra capturada en esa imagen de Saturno.

Es nuestro planeta visto desde 1.200 millones de kilómetros.

Creo que la Tierra tiene la extraña cualidad de que cuanto más nos alejamos de ella, más hermosa nos parece.

Pero no es la más distante o más famosa foto de la Tierra.

La tomó este objeto, la nave espacial Voyager.

Ese soy para apreciar la escala de la nave.

El Voyager es una máquina diminuta.

Ahora se encuentra a 16.000 millones de kilómetros de la Tierra, y transmite con esa parabólica, con una potencia de 20 vatios, y aún estamos en contacto con ella.

Ha visitado Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Y después de visitar esos cuatro planetas, Carl Sagan, uno de mis mayores héroes, tuvo la maravillosa idea de hacer girar a la Voyager para obtener una foto de cada planeta que había visitado.

Y tomó esta foto de la Tierra.

La Tierra apenas se ve, la imagen se llama «El Punto Azul Pálido», pero la Tierra está suspendida en ese rayo de luz.

Es la Tierra vista a 6.400 millones de kilómetros de distancia.

Y, para terminar, quisiera leerles lo que Sagan escribió acerca de ella, porque yo no puedo expresar palabras más bellas para describir lo que él vió en aquella foto que tomó.

Sagan dijo: «Echemos otro vistazo a ese puntito.

Ahí está.

Es nuestro hogar.

Somos nosotros.

Sobre él ha transcurrido y transcurre la vida de todo aquel que conoces, que has amado o de quien has oído hablar; en definitiva, de todo aquel que ha existido.

En él conviven nuestra alegría y sufrimiento; miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada pareja de jóvenes enamorados, cada madre y padre, cada niño prometedor, inventores y exploradores, cada profesor de ética, cada político corrupto, cada superestrella, cada líder supremo, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, ha vivido ahí, sobre una mota de polvo suspendida en un haz de luz solar.

Se ha dicho que la astronomía es una experiencia que provoca humildad e imprime carácter.

Quizás no haya mejor demostración de lo absurdo de la vanidad humana que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo.

Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros y de preservar y amar nuestro punto azul pálido, el único hogar que hemos conocido».

Hermosas palabras sobre el poder de la ciencia y la exploración.

Siempre se ha argumentado y se seguirá argumentando que ya sabemos suficiente sobre el universo Se podría haber argumentado en los años 20, no tendríamos la penicilina.

Se podría haber argumentado en 1890, y no tendríamos el transistor.

Y se sigue argumentando hoy, en una situación económica difícil.

Claro, ya sabemos lo suficiente.

No necesitamos descubrir nada más sobre nuestro universo.

Mis últimas palabras serán las de alguien que está convirtiéndose en uno de mis héroes.

Humphrey Davy, que practicó la ciencia a comienzos del siglo XIX.

Davy fue perseguido constantemente.

Sabemos lo suficiente a comienzos del siglo XIX.

Exploten ese saber; construyan cosas.

Dijo lo siguiente: «No hay nada tan nefasto para el progreso de la mente humana que suponer que nuestra perspectiva de la ciencia es definitiva, que nuestros triunfos han sido completados, que la naturaleza no guarda misterios, y que no hay nuevos mundos que conquistar».

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/brian_cox_why_we_need_the_explorers/

 

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