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Dimitar Sasselov: Cómo encontramos cientos de planetas similares a la Tierra – Charla TEDGlobal 2010

Charla «Dimitar Sasselov: Cómo encontramos cientos de planetas similares a la Tierra» de TEDGlobal 2010 en español.

El astrónomo Dimitar Sasselov y sus colegas buscan planetas similares a la Tierra que puedan, algún día, ayudarnos a responder a preguntas centenarias sobre el origen y la existencia de vida biológica en otros lugares (y en la Tierra). ¿Cuántos planetas así han encontrado ya? Varios centenares.

  • Autor/a de la charla: Dimitar Sasselov
  • Fecha de grabación: 2010-07-15
  • Fecha de publicación: 2010-07-21
  • Duración de «Dimitar Sasselov: Cómo encontramos cientos de planetas similares a la Tierra»: 1110 segundos

 

Traducción de «Dimitar Sasselov: Cómo encontramos cientos de planetas similares a la Tierra» en español.

Sin duda tengo mucha, mucha suerte.

Mi charla esencialmente la escribieron tres acontecimientos históricos que ocurrieron en un intervalo de unos días en los útlimos dos meses…

aparentemente sin relación, pero como verán, tenían mucho que ver con la historia que quiero contarles hoy.

La primera fue un funeral…

para ser más precisos, un segundo funeral.

El 22 de mayo hubo un segundo funeral de un héroe en Frombork, Polonia del astrónomo del s.

XVI que cambió el mundo.

Lo hizo, literalmente, sustituyendo la Tierra por el Sol en el centro del Sistema Solar.

Y con este simple acto de observación, puso en marcha una revolución científica y tecnológica que muchos llaman la Revolución Copernicana.

Así fue como, irónica y muy apropiadamente, encontramos su sepultura.

Como era costumbre por aquel entonces, Copérnico fue enterrado en una fosa común junto con 14 personas más en esa catedral.

A través del análisis del ADN, uno de los sellos distintivos de la revolución científica de los últimos 400 años que él inició, fue como encontramos qué conjunto de huesos pertenecía a la persona que leía esos libros de astronomía que contenían restos de cabello que era de Copérnico…

obviamente no mucha más gente se preocupó por leer esos libros después.

Esa coincidencia era inequívoca.

El ADN coincidía.

Sabemos que se trataba sin duda de Nicolás Copérnico.

La conexión entre la biología y el ADN y la vida es muy tentadora a la hora de hablar de Copérnico porque, incluso entonces, sus seguidores rápidamente dieron el paso lógico y preguntaron: si la Tierra es un planeta, ¿qué ocurre con los planetas alrededor de otras estrellas? ¿Y la idea de la pluralidad de los mundos, de la vida en otros planetas? De hecho, lo estoy tomando de uno de los libros más populares de la época.

Y en aquella época, la gente respondía a la pregunta con un «sí».

Pero no había evidencia.

Aquí comienzan los 400 años de frustración, sueños sin cumplir…

los sueños de Galileo, Giordano Bruno, muchos otros, que nunca llevaron a la respuesta de esas preguntas tan básicas que la humanidad se ha hecho desde siempre.

¿Qué es la vida? ¿Cuál es el origen de la vida? ¿Estamos solos? Ha ocurrido sobre todo en los últimos 10 años, a finales del siglo XX, cuando los hermosos desarrollos gracias a la biología molecular, la comprensión del código de la vida, el ADN, todo eso parecía situarnos, no más cerca, sino más lejos de responder esas preguntas básicas.

Ahora, las buenas noticias.

Han ocurrido muchas cosas en los últimos años.

Comencemos con los planetas.

Comencemos con la antigua pregunta copernicana: ¿Existen tierras alrededor de otras estrellas? Como ya sabemos, hay un forma en la que intentamos poder responder a esa pregunta.

Es con un nuevo telescopio.

Nuestro equipo, pienso que apropiadamente, le puso el nombre de uno de esos soñadores de la época copernicana, Johannes Kepler.

El único objetivo de ese telescopio es salir, encontrar los planetas que orbitan alrededor de otras estrellas en nuestra galaxia, y decirnos con qué frecuencia se da la existencia de planetas como la Tierra.

El telescopio está construido de manera similar al, que ustedes conocen bien, Telescopio Espacial Hubble, excepto que posee una lente adicional…

una lente gran angular, como la llamaría un fotógrafo.

Si, en los próximos meses, salen a dar un paseo al anochecer y miran hacia arriba y colocan la palma de la mano así, estará contemplando el campo del cielo donde este telescopio busca planetas día y noche, sin interrupción, durante los próximos cuatro años.

Lo hacemos con un método que llamamos el método de tránsito.

Son mini eclipses que ocurren cuando un planeta pasa delante de su estrella.

No todos los planetas estarán orientados con tanta fortuna como para que podamos hacer eso, pero si se tiene un millón de estrellas, se encontrarán suficientes planetas.

Como ven en esta animación, lo que Kepler va a detectar es el oscurecimiento de la luz de la estrella.

No vamos a ver la imagen de la estrella y el planeta así.

Todas las estrellas son sólo puntos de luz para Kepler.

Aprendemos muchas cosas, no sólo sobre la existencia de un planeta, sino de su tamaño también.

La cantidad de luz que se oscurece depende del tamaño del planeta.

Aprendemos sobre su órbita, el periodo de su órbita y demás.

Bien, ¿qué hemos aprendido? Permítanme guiarles por lo que vemos para que comprendan la noticia por la que estoy hoy aquí.

Lo que Kepler hace es descubrir muchos candidatos, a los que hacemos seguimiento y valoración, y confirmamos como planetas.

Básicamente nos dice que ésta es la distribución de planetas por tamaño.

Existen planetas pequeños, más grandes y grandes, de acuerdo.

Contamos muchos, muchos planetas así, y son de distintos tamaños.

Hacemos eso en nuestro sistema solar.

De hecho, en la Antigüedad el Sistema Solar en ese sentido aparecía en un diagrama así.

Estarán los planetas más pequeños y los planetas grandes, incluso en la época de Epicuro y después con Copérnico y sus seguidores.

Hasta hace poco, ése era el Sistema Solar…

cuatro planetas de radio pequeño similares a la Tierra, unas dos veces más pequeño que el tamaño de la Tierra.

Y ése era por supuesto Mercurio, Venus, Marte, y por supuesto la Tierra, y después los dos planetas gigantes.

La Revolución Copernicana introdujo los telescopios.

Por supuesto se descubrieron tres planetas más.

El número total de planetas en nuestro sistema solar era nueve.

Los pequeños planetas dominaban, y existía una cierta armonía en ello que a Copérnico le alegró observar, y a Kepler eregirse en defensor.

Tenemos a Plutón que se une al número de planetas pequeños.

Pero hasta hace, exactamente, 15 años, esto era lo único que sabíamos sobre los planetas.

Ahí estaba la frustración.

El sueño copernicano no se había cumplido.

Finalmente, hace 15 años, la tecnología llegó al punto en el que podíamos descubrir un planeta alrededor de otra estrella, y lo hicimos bastante bien.

En los próximos 15 años, se descubrieron casi 500 planetas que orbitaban alrededor de otras estrellas, con diferentes métodos.

Desgraciadamente, como ven, la imagen era muy diferente.

Había por supuesto una explicación.

Sólo vemos los planetas grandes.

Por eso la mayoría de ellos están en la categoría de «similar a Júpiter».

Pero ven, no hemos llegado muy lejos.

Todavía nos encontrábamos donde estaba Copérnico.

No teníamos ninguna evidencia sobre la existencia de planetas similares a la Tierra.

Sí que nos preocupan los planetas similares a la Tierra porque hasta ahora entendíamos que la vida como sistema químico necesita un planeta menor con agua y rocas y con mucha complejidad química para originar, emerger y sobrevivivr.

Y no teníamos esa evidencia.

Así que hoy estoy aquí para ofrecerles una primera pincelada de lo que el nuevo telescopio, Kepler, ha podido contarnos en las últimas semanas.

¡Y quién lo iba a decir!, volvemos a la armonía y a cumplir los sueños de Copérnico.

Aquí pueden ver, los planetas pequeños dominan la imagen.

Los planetas marcados con «similar a la Tierra», sin duda son más que cualquier otro planeta que veamos.

Por primera vez podemos decirlo.

Tenemos mucho trabajo por hacer con esto.

La mayoría de ellos son candidatos.

En los próximos años los confirmaremos.

Pero el resultado estadístico es alto y claro.

El resultado estadístico es que los planetas similares a la Tierra existen.

Nuestra Vía Láctea es rica en esta clase de planetas.

La pregunta es: ¿qué hacemos ahora? Lo primero, podemos estudiarlos ahora que sabemos dónde están.

Podemos encontrar aquellos que llamaríamos habitables, es decir, que poseen condiciones similares a aquellas que experimentamos aquí en la Tierra y en donde tiene lugar mucha complejidad química.

Podemos incluso numerar cuántos de esos planetas suponemos que alberga nuestra galaxia de la Vía Láctea.

Y el número, como supondrán, es bastante asombroso.

Alrededor de 100 millones de planetas.

Una gran noticia.

¿Por qué? Porque con nuestro pequeño telescopio en los próximos años, podremos identificar al menos 60 de ellos.

Es fantástico porque así podemos estudiarlos…

desde lejos, por supuesto…

con todas las técnicas que ya hemos probado en los últimos cinco años.

Podemos averiguar de qué están hechos, si sus atmósferas tendrían agua, dióxido de carbono, metano.

Sabemos y confiamos en que veremos eso.

Es fantástico pero no es la única noticia.

No es por eso por lo que estoy aquí.

Estoy aquí para decirles que el próximo paso es la parte emocionante.

La que este paso nos permite hacer viene a continuación.

Y aquí entra la biología…

la biología, con su pregunta básica, que permanece sin responder, que esencialmente es: «Si hay vida en otros planetas, ¿esperamos que sea como la vida de la Tierra?» Déjenme decirles ahora mismo que, cuando digo vida, no me refiero a «la dolce vita», la buena vida, la vida humana.

Me refiero a la vida en la Tierra, pasado y presente, desde los microbios hasta nosotros los humanos en su rica diversidad molecular la forma en que entendemos la vida en la Tierra como la existencia de un conjunto de moléculas y reacciones químicas…

lo llamamos, en conjunto, bioquímica, la vida como un proceso químico, como un fenómeno químico.

La pregunta es: ¿es ese fenómeno químico universal, o es algo que depende del planeta? ¿Es como la gravedad, que es igual en todas las partes del universo, o habría todo tipo de bioquímicas diferentes allá donde las encontremos? Tenemos que saber qué estamos buscando cuando intentamos hacer eso.

Es una pregunta muy básica a la que no sabemos responder, pero que podemos intentar…

y lo estamos haciendo…

responder en el laboratorio.

No tenemos que ir al espacio para responder a esa pregunta.

Es lo que estamos intentando hacer.

Y lo que mucha gente ahora está intentando hacer.

Muchas de las buenas noticias proceden de esa parte del puente que estamos intentando construir también.

Éste es un ejemplo que deseo mostrarles.

Cuando pensamos en lo que se necesita para el fenómeno que llamamos vida, pensamos en la compartimentación, el mantenimiento de las moléculas importantes para la vida en una membrana, aislada del resto del entorno, pero al mismo tiempo, en un entorno en el que puedan originarse juntas.

En uno de nuestros laboratorios, los laboratorios de Jack Szostak, hubo una serie de experimentos en los últimos cuatro años que mostraron que los entornos…

que son muy comunes en los planetas, en ciertos tipos de planetas similares a la Tierra, en los que hay algo de agua líquida y arcilla, se llega a dar con moléculas disponibles de forma natural que espontáneamente forman burbujas.

Pero esas burbujas tienen membranas muy parecidas a las de cualquier célula de cualquie ser vivo de la Tierra.

Como ésta.

Ayudan a que las moléculas, como los ácidos nucleicos, el ARN y el ADN, permanezcan dentro, se desarrollen, cambien, se dividan y realicen algunos de los procesos que llamamos vida.

Es sólo un ejemplo para contarles el camino por el que intentamos responder a esa gran pregunta sobre la universalidad del fenómeno.

En cierto sentido, pueden pensar en ese trabajo que la gente está empezando a hacer ahora en todo el mundo como la construcción de un puente, construir un puente desde las dos orillas del río.

Por un lado, en la margen izquierda del río, están las personas que como yo estudian esos planetas e intentan definir los entornos.

No queremos volvernos ciegos porque hay demasiadas posibilidades, y no demasiados laboratorios, ni demasiado tiempo humano para llevar a cabo todos los experimentos.

Eso es lo que estamos construyendo desde la orilla izquierda.

En la margen derecha del río están los experimentos en el laboratorio que les he mostrado, en donde lo hemos intentado, y se evalúa en ambas direcciones, y esperamos encontranos en el medio algún día.

¿Por qué iba a preocuparles todo esto? ¿Por qué estoy intentando venderles un puente a medio construir? ¿Soy tan encantador? Existen muchas razones, y han oído algunas de ellas en esta breve charla de hoy.

Esta percepción de la química puede ayudarnos en nuestras vidas cotidianas.

Pero hay algo más hondo, algo más profundo.

Ese punto más profundo y esencial es que la ciencia está en el proceso de redifinir la vida tal y como la conocemos.

Eso va a cambiar nuestra cosmovisión de una manera intensa…

no diferente a como hace 400 años, lo hizo Copérnico, al cambiar la forma en que percibimos el espacio y el tiempo.

Ahora se trata de otra cosa pero igualmente profundo.

La mitad del tiempo, lo que ha ocurrido es que está relacionado esta especie de sentido de la insignificancia con la humanidad, con la Tierra, en un espacio mayor.

Cuanto más aprendemos, más se refuerza.

Todos han aprendido eso en la escuela…

lo pequeña que es la Tierra comparada con el universo inmenso.

Y cuanto más grande sea el telescopio, más grande se hará el universo.

Observen esta imagen de un punto azul y diminuto.

Este pixel es la Tierra.

La Tierra como la conocemos.

Vista desde, en este caso, desde fuera de la órbita de Saturno.

Pero es diminuta.

Lo sabemos.

Pensemos en la vida como en ese planeta entero porque, en cierto sentido, lo es.

La biosfera es del tamaño de la Tierra.

La vida en la Tierra es del tamaño de la Tierra.

Comparémoslo con el resto del mundo en términos espaciales.

¿Qué ocurriría si la insignificancia copernicana en realidad fuera un error? ¿Nos haría eso más responsables de lo que ocurre hoy? Intentémoslo de verdad.

En el espacio, la Tierra es muy pequeña.

¿Pueden imaginarse lo pequeña que es? Déjenme intentarlo.

De acuerdo, digamos que éste es el tamaño del universo observable, con todas la galaxias, con todas las estrellas, de acuerdo, desde aquí a aquí.

¿Saben cuál será el tamaño de la vida en esta corbata? Será del tamaño de un único y pequeño átomo.

No se puede imaginar lo pequeño que es.

No podemos.

Es decir, pueden ver la corbata, pero ni siquiera pueden imaginarse el tamaño de un átomo pequeñito.

Pero no es la historia completa.

El universo y la vida están tanto en el espacio como en el tiempo.

Si fuera la era del universo, ésta es la era de la vida en la Tierra.

Piensen en las formas más antiguas de vida en la Tierra, pero en una proporción cósmica.

No es insignificante.

Es muy significativo.

La vida podría ser insignificante en cuanto al tamaño, pero no insignificante respecto al tiempo.

La vida y el universo comparados como si fueran hijo y padre, padres y descendencia.

¿Qué nos dice esto? Nos dice que el paradigma de la insignificancia que de alguna forma aprendimos del principio copernicano, es un error.

Existe un inmenso y poderoso potencial de vida en este universo…

sobre todo ahora que sabemos que son comunes los lugares como la Tierra.

Y ese potencial, ese poderoso potencial, es también nuestro, de ustedes y mio.

Si vamos a administrar nuestro planeta Tierra y su biosfera, es mejor que comprendamos el significado cósmico y que hagamos algo al respecto.

La buena noticia es que podemos de verdad hacerlo.

Hagámoslo.

Comencemos esta nueva revolución desde el final de la antigua, con la biología sintética como la forma de transformar tanto nuestro medio ambiente como nuestro futuro.

Esperemos que podamos construir ese puente entre todos y encontrarnos en el medio.

Muchísimas gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/dimitar_sasselov_how_we_found_hundreds_of_potential_earth_like_planets/

 

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