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Hanna Rosin: nuevos datos sobre el ascenso de las mujeres – Charla TEDWomen 2010

Charla «Hanna Rosin: nuevos datos sobre el ascenso de las mujeres» de TEDWomen 2010 en español.

Hanna Rosin repasa datos sorprendentes que muestran cómo las mujeres superan a los hombres en varias métricas importantes tales como la tasa de graduación universitaria. ¿Marcan estas tendencias, de Estados Unidos y del mundo, el «fin de los hombres»? Probablemente no pero señalan un cambio social importante que vale la pena discutir en profundidad.

  • Autor/a de la charla: Hanna Rosin
  • Fecha de grabación: 2010-12-07
  • Fecha de publicación: 2010-12-15
  • Duración de «Hanna Rosin: nuevos datos sobre el ascenso de las mujeres»: 972 segundos

 

Traducción de «Hanna Rosin: nuevos datos sobre el ascenso de las mujeres» en español.

Ahora estamos pasando por un momento increíble y sin precedentes en el que la dinámica de poder entre hombres y mujeres está cambiando muy rápidamente.

Y en muchos lugares donde este fenómeno se nota más las mujeres están tomando el control de todo.

Mi madre, en su época, no fue a la universidad.

No muchas mujeres iban.

Y hoy por cada 2 hombres que se gradúan en la universidad hay 3 mujeres que hacen lo mismo.

Las mujeres, por primera vez este año, son mayoría en la fuerza laboral de EE.UU.

Y están empezando a dominar muchas profesiones: medicina, abogacía, contabilidad, la banca.

Hoy en día, en el sector gerencial, hay más del 50% de mujeres.

Y en las 15 profesiones con proyección de mayor crecimiento de la próxima década todas menos 2 están dominadas por mujeres.

Así que la economía mundial se está volviendo un lugar de mujeres más exitosas que los hombres créase o no, y estos cambios económicos empiezan a afectar más rápidamente a la cultura: el aspecto de las comedias románticas, el de nuestros matrimonios, el de nuestras citas, y el de los nuevos superhéroes.

Durante mucho tiempo dominó esta imagen de virilidad estadounidense: duro y fuerte, con el control de su propio entorno.

Hace unos años, se retiró el hombre Marlboro y fue reemplazado por este ejemplar mucho menos impresionante, una parodia de la hombría estadounidense.

Y eso es lo que tenemos hoy en las publicidades.

La frase hijo primogénito está arraigada tan profundamente en nuestra mente que ya esta estadística sola me impactó: en las clínicas de fertilidad de EE.UU.

el 75% de las parejas piden niñas y no niños.

Y en lugares impensados como Corea del Sur, India y China, las sociedades patriarcales muy estrictas empiezan a resquebrajarse y las familias ya no prefieren tanto a los primogénitos.

Si piensan en esto, si abren los ojos a esta posibilidad y empiezan a atar cabos van a ver la evidencia en todos lados.

Puede verse en los patrones de graduación universitaria, en las proyecciones laborales, en las estadísticas maritales, puede verse en las elecciones islandesas, algo que van a oír luego, y en las encuestas de Corea del Sur sobre la preferencia de los hijos que está pasando algo sorprendente y sin precedentes con las mujeres.

Claro que no es la primera vez que progresan las mujeres.

También vienen a la mente los años 20 y 60.

Pero la diferencia radica en que entonces fue impulsado por un movimiento feminista muy apasionado que trataba de proyectar sus propios deseos mientras que ahora no se trata de pasión ni de cierto tipo de movimiento.

Se trata sencillamente de hechos de este momento económico en que vivimos.

Los 200.000 años de los hombres «manda-más» están llegando a su fin, créase o no, y por eso hablo del fin de los hombres.

Ahora, a los hombres les digo, este no es el momento de apagarse o de arrojar tomates, porque la idea es que esto nos sucede a todos.

Yo misma tengo un marido y un padre y dos hijos a quienes amo profundamente.

Es por eso quiero hablar de esto; porque si no lo reconocemos la transición va a ser bastante dolorosa.

Pero si lo tenemos en cuenta entonces creo que todo va a fluir mucho más.

Empecé a pensar en esto hará un año y medio.

Estaba leyendo titulares sobre la recesión, como cualquier persona, y empecé a notar un patrón distinto: que la recesión estaba afectando a los hombres mucho más profundamente que a las mujeres.

Y me acordé de que hace unos 10 años leí un libro de Susan Faludi, titulado «Stiffed: The Betrayal of the American Man», en el que ella describía lo dura que fue la recesión con los hombres.

Y empecé a pensar si habría sido peor esta vez con esta recesión.

Y me di cuenta que esta vez había 2 cosas diferentes.

La primera era que ya no eran impactos temporarios de la recesión para con los hombres; que esto estaba reflejando un desplazamiento subyacente más profundo en la economía mundial.

La segunda cosa era que la historia no era ya la crisis de los hombres sino que era también lo que le pasaba a las mujeres.

Ahora miren esta segunda tanda de diapositivas.

Estos son titulares de lo que ha estado pasando con las mujeres en los últimos años.

Son cosas que no podríamos haber imaginado hace unos años.

Las mujeres, mayoría de la fuerza de trabajo.

Y las estadísticas laborales: las mujeres ocupan más puestos de gestión.

Este segundo grupo de titulares: pueden ver que las familias y los matrimonios empiezan a cambiar.

Y miren el último titular: las jóvenes ganan más que los jóvenes.

Ese título en particular me llegó de una firma de investigación de mercado.

Uno de sus clientes le consultó quién iba a comprar casas en ese barrio en el futuro.

Y esperaban que fuesen las familias jóvenes o los hombres jóvenes como siempre ha sido.

Pero, de hecho, hallaron algo sorprendente.

Eran las mujeres jóvenes, solteras, las mayores compradoras de casas en el barrio.

Así que decidieron, debido a que el hallazgo les intrigaba, hacer una encuesta nacional.

Distribuyeron los datos del censo y hallaron, el tipo me lo describía como una sorpresa, que en 1997 en 2.000 comunidades las mujeres jóvenes ganaban más que los hombres jóvenes.

Aquí hay una generación de mujeres jóvenes que crecieron pensándose como asalariadas más poderosas que sus contrapartes masculinos.

Bueno, acabo de plantearles un panorama pero quiero explicarles por qué está sucediendo esto.

Dentro de un momento les voy a mostrar un gráfico y lo que van a ver en ese gráfico comienza en 1973 justo antes de que las mujeres empezaran a inundar la fuerza laboral y sigue hasta hoy.

Básicamente lo que van a ver es lo que los economistas llaman la polarización de la economía.

¿Qué quiere decir eso?

Quiere decir que la economía se divide en empleos especializados con sueldos altos y empleos genéricos con sueldos bajos y que los empleos medios, de instrucción media, los de medianos ingresos están empezando a abandonar la economía.

Esto ha continuado así durante 40 años.

Pero este proceso afecta a los hombres de manera muy diferente que a las mujeres.

Van a ver a las mujeres en rojo y a los hombres en azul.

Van a ver que ambos abandonan la clase media pero vean lo que pasa con las mujeres y lo que pasa con los hombres.

Ahí vamos.

Miren eso: ambos abandonan la clase media.

Miren lo que pasa con las mujeres.

Miren lo que pasa con los hombres.

Los hombres como que se estancan mientras que las mujeres toman los empleos especializados.

Entonces,

¿qué es eso?

Parece un aumento de potencia de las mujeres en un videojuego o que se coló un pócima secreta en las píldoras anticonceptivas que les permite escaparse.

Por supuesto que no se trata de eso.

Sucede que la economía a cambiado mucho.

Solíamos tener una economía de manufactura, que consistía en construir bienes y productos y ahora tenemos una economía de servicios una economía de la información, creativa.

Esas dos economías requieren habilidades muy diferentes.

Y, como suele suceder, las mujeres han adquirido mejor que los hombres las nuevas habilidades.

Solía pasar que si uno era un tipo que había ido a la secundaria que no tenía un título universitario pero sí contaba con habilidades específicas, con la ayuda de un sindicato uno podía granjearse una vida de clase media bastante buena.

Pero eso hoy no corre más.

Esta nueva economía es bastante indiferente al tamaño y la fuerza, algo que ayudó a los hombres todos estos años.

Hoy la economía requiere unas habilidades totalmente diferentes.

Básicamente se necesita inteligencia, capacidad de quedarse quieto y concentrarse, de comunicarse abiertamente, de ser capaz de escuchar a la gente y de moverse en un entorno laboral mucho más fluido de lo que solía ser.

Y esas son cosas que las mujeres hacen muy bien, como estamos viendo.

Si vemos lo que solía ser el líder ideal en la teoría de gestión, era alguien como el general Patton,

¿sí?

Alguien que impartiera órdenes desde arriba.

Alguien muy jerárquico, que le dijera a todo el mundo qué hacer.

Pero esa no es la idea de líder ideal hoy en día.

Si leen los libros de gestión de hoy un líder es alguien que fomenta la creatividad es el que logra que los empleados -vean, todavía digo «el»- que puede lograr que los empleados se comuniquen entre sí quien puede, básicamente, armar equipos y hacer que sean creativos.

Y todas esas son cosas que las mujeres hacen muy bien.

Y, por si fuera poco, eso crea una especie de efecto cascada.

Las mujeres entran a la cima del mercado laboral y luego en la clase obrera todos los puestos nuevos que se crean son el tipo de trabajo que las esposas hacen gratis en la casa: cuidar a los niños, cuidar ancianos, preparar la comida.

Son todos trabajos que están creciendo, y son trabajos que las mujeres tienden a hacer.

Puede llegar el día en que las madres contraten a un tipo retirado, de mediana edad, ex-siderúrgico para que le cuide a los hijos en casa y eso sería bueno para los hombres pero todavía no ha sucedido mucho.

Para ver lo que va a suceder no se puede mirar sólo la fuerza laboral actual hay que mirar la fuerza laboral futura.

Y aquí la historia es bastante simple.

Las mujeres reciben títulos universitarios a un ritmo más rápido que los hombres.

¿Por qué?

Esto es un misterio.

Se le ha preguntado a los hombres por qué no vuelven a la universidad a la de la comunidad, digamos, y capacitarse, adquirir nuevas habilidades.

Bueno, resulta que eso los pone muy incómodos.

Están acostumbrados a pensarse como proveedores y parece que no pueden construir las redes sociales que les permitan terminar la universidad.

Así que por alguna razón los hombres terminan no volviendo a la universidad.

Y, lo más preocupante, es lo que pasa con los muchachos jóvenes.

Hay casi una década de investigación acerca de lo que la gente llama la crisis de los niños.

Esta crisis sostiene que a los niños muy pequeños, por la razón que sea, les va peor en la escuela que a las niñas muy pequeñas.

Y hay teorías al respecto.

¿Se debe a que tenemos un plan de estudios muy verbal y las niñas pequeñas son mejores en eso que los niños pequeños?

¿O que les pedimos demasiado que se queden quietos y los niños al principio se sienten fracasados?

Algunas personas dicen que es porque en 9º grado los niños empiezan a abandonar la escuela.

Estoy escribiendo un libro sobre todo esto, todavía estoy analizando el tema, así que no tengo la respuesta.

Pero mientras tanto voy a llamar a una experta mundial en educación, mi hija Noah de 10 años, para que les cuente por qué los niños de su clase son peores.

(Video) Noah: Las niñas obviamente son más inteligentes.

Quiero decir, tienen mucho más vocabulario.

Aprenden mucho más rápido.

Son más controladas.

Hoy en al pizarra, para perder el recreo de mañana, solo se ven nombres de niños.

Hanna Rosin:

¿Y por qué pasa eso?

Noah:

¿Por qué?

No atienden en clase, mientras que las niñas lo hacen muy bien.

HR: Así que ahí tienen.

Toda esta teoría realmente vino a casa cuando fui a visitar una universidad en Kansas, una de clase trabajadora.

Ciertamente, cuando yo estaba en la universidad tenía ciertas expectativas: que mi marido y yo trabajaríamos y que criaríamos a los hijos.

Pero estas muchachas universitarias tenían una visión muy distinta de su futuro.

Básicamente lo que me dijeron es que trabajarían 18 horas al día, que sus maridos quizá tuvieran un empleo, pero que principalmente estarían en la casa cuidando de los gatos.

Y eso para mí fue una sorpresa.

Y esta es mi frase favorita de una de las muchachas: «Los hombres son la nueva atadura».


(Risas)
Ahora se ríen pero bien punzante que es esa frase,

¿no?

Y creo que la razón se debe a que miles de años de historia no se revierten sin antes mucho dolor.

Y por eso hablo de pasar por esto juntos.

La noche después de hablar con estas chicas universitarias, fui a hablar con un grupo de hombres de Kansas.

Eran todos exactamente del tipo de víctimas de la economía de manufactura que mencioné antes.

Eran hombres que habían sido contratistas, o que habían construido casas, y que habían perdido el empleo después del boom inmobiliario y estaban en este grupo porque no podían pagar la manutención de los hijos.

Y el instructor estaba allí en la clase explicándoles todas las maneras en las que habían perdido su identidad en esta nueva era.

Les estaba diciendo que ya no tenían autoridad moral, que ya nadie los necesitaba como apoyo emocional y que ya no eran realmente proveedores.

Entonces,

¿quiénes eran?

Y esto fue muy desalentador para ellos.

Lo que hizo fue escribir en la pizarra $85.000, y dijo: «Ese es salario de ella».

Y luego escribió $12.000.

«Ese es el salario de Uds.

«

¿Quién es el hombre ahora?

«, preguntó.

«

¿Quién es el maldito hombre?

» Ella es el hombre ahora».

Eso hizo estremecer a la sala.

Y en parte es por eso que me gustaba hablar de esto porque creo que puede ser bastante doloroso y que tenemos que trabajarlo.

Y otra razón por la que es medio urgente es porque no sólo pasa en EE.UU.

Está pasando en todo el mundo.

En India las mujeres pobres aprenden inglés más rápido que sus contrapartes masculinos para trabajar en los nuevos centros de atención que proliferan en el país.

En China se inauguran muchas empresas privadas porque las mujeres están abriendo negocios, pequeños negocios, más rápido que los hombres.

Y este es mi ejemplo favorito: el de Corea del Sur.

Durante muchas décadas Corea del Sur construyó una de las sociedades más patriarcales que conocemos.

Básicamente, consagraron el estatus de segunda clase de las mujeres en el código civil.

Y si no daban a luz varones básicamente eran tratadas como empleadas domésticas.

Y a veces la familia le rezaba a los espíritus para matar a una niña y así poder tener un varón.

Pero en los años 70 y 80 el gobierno sudcoreano decidió que quería industrializarse rápidamente y entonces lo que hicieron fue empezar a meter a las mujeres en el mercado laboral.

Y han hecho esta pregunta desde 1985: «

¿Hasta qué punto prefiere un primogénito varón?

» Y ahora miren el gráfico.

Esto va de 1985 a 2003.

¿Hasta qué punto prefiere un primogénito varón?

Así que pueden ver que estos cambios económicos realmente tienen un fuerte efecto en la cultura.

Dado que no hemos asimilado esta información, como que está regresando mediante la cultura pop de maneras extrañas y exageradas en las que puede verse que los estereotipos están cambiando.

Así, tenemos entre los hombres, lo que a una de mis colegas le gusta llamar el surgimiento de «machos omega» que son machos perdedores con dificultades de romanticismo que no encuentran empleo.

Y vienen en infinidad de formas diferentes.

Está el adolescente perpetuo.

Está el misántropo sin encanto.

Después está el tipo Bud Light que es un teleadicto feliz.

Y aquí hay una sorpresa: incluso el hombre vivo más sexy de EE.UU., el hombre vivo más sexy, hoy en día hace de romántico en una película.

Y entre las mujeres se tiene lo opuesto.

Están estas superhéroes locas.

Está Lady Gaga.

Tenemos a la nueva James Bond: Angelina Jolie.

Y no son sólo las jóvenes,

¿sí?

Hoy en día incluso Helen Mirren porta un arma.

Parece como que tuviésemos que pasar de este lugar, de estas imágenes ultra-exageradas, a algo que parezca más normal.

Durante mucho tiempo en la esfera económica vivimos con el término techo de cristal.

Nunca me gustó ese término.

Porque coloca a los hombres y a las mujeres en una relación mutuamente antagónica porque los hombres son estos timadores retorcidos que pusieron este techo de cristal.

Y las mujeres siempre estamos bajo el techo de cristal.

Y tenemos mucha habilidad y experiencia pero es una trampa así que cómo se supone que hay que prepararse para traspasar ese techo de cristal.

Y también, romper el techo de cristal es una frase terrible.

¿Qué persona trasnochada daría la cabeza contra un techo de cristal?

Por eso la imagen que me gusta pensar en vez de techo de cristal es la de puente elevado.

Es muy aterrador situarse al pie de un puente elevado pero es también bastante estimulante porque es hermoso allá arriba, y uno tiene una vista hermosa.

Y lo mejor es que no hay trampa, como con el techo de cristal.

No hay hombre o mujer que se interponga para cortar los cables.

No hay ningún hoyo en el medio en el que podamos caer.

Y lo genial es que uno puede llevar a quien quiera consigo.

Se puede llevar al marido.

Se puede llevar a los amigos, o a los colegas, o a quien cuida a los niños a caminar con uno.

Los maridos pueden arrastrar a sus mujeres si ellas no se sienten listas.

Pero la idea de los puentes elevados es que uno tiene que tener la confianza de saber que merece estar en ese puente; que uno tiene las capacidades y la experiencia necesaria para caminar por el puente elevado, pero hay que tomar la decisión, de dar el primer paso y hacerlo.

Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/hanna_rosin_new_data_on_the_rise_of_women/

 

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