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Inge Missmahl trae paz a las mentes de Afganistán – Charla TEDGlobal 2010

Charla «Inge Missmahl trae paz a las mentes de Afganistán» de TEDGlobal 2010 en español.

Cuando la psicoanalista junguiana Inge Missmahl visitó Afganistán vio las heridas ocultas de la guerra: la desesperación generalizada, el trauma y la depresión. Y, sin embargo, en este país de 30 millones de personas había sólo dos docenas de psiquiatras. Missmahl habla de su trabajo ayudando a construir el sistema de orientación psicosocial del país, que promueve tanto la curación individual como, quizá, la nacional.

  • Autor/a de la charla: Inge Missmahl
  • Fecha de grabación: 2010-07-15
  • Fecha de publicación: 2010-09-29
  • Duración de «Inge Missmahl trae paz a las mentes de Afganistán»: 641 segundos

 

Traducción de «Inge Missmahl trae paz a las mentes de Afganistán» en español.

Quiero contarles una historia, una historia alentadora, de cómo abordar la depresión y la desesperación en Afganistán y lo que aprendimos de eso y de la manera de ayudar a la gente a superar experiencias traumáticas, y ayudarles a recuperar la confianza para el futuro, para participar nuevamente en la vida cotidiana.

Soy una psicoanalista junguiana y fui a Afganistán en enero de 2004 por casualidad en una misión de Medica Mondiale.

Jung en Afganistán…

ahí tienen la imagen.

Afganistán es uno de los países más pobres del mundo, y el 70% de la población es analfabeta.

La guerra y la desnutrición matan a la gente y a las esperanzas.

Pueden enterarse esto en los medios.

Pero lo que quizá no sepan es que la edad media de los afganos es de 17 años lo que significa que crecen en un entorno de y repito para mí, 30 años de guerra.

Esto se traduce en violencia diaria, intereses extranjeros, soborno, drogas, conflictos étnicos, mala salud, vergüenza, miedo, y experiencias traumáticas acumuladas.

Las fuerzas armadas locales y extranjeras se supone que construían la paz junto a los donantes y a las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.

Y las personas tenían esperanza, sí, hasta que se dieron cuenta que su situación empeoraba cada día a causa de los asesinatos o porque, de alguna forma, son más pobres que hace ocho años.

Una cifra en ese sentido: 54% de los niños menores de 5 años padecen malnutrición.

Sin embargo hay esperanza.

Un día un hombre me dijo: «Mi futuro no se ve brillante, pero quiero un futuro brillante para mi hijo».

Esta es una foto que saqué en 2005 caminando un viernes por las colinas de Kabul.

Y para mí es una foto simbólica de un futuro abierto a una generación joven.

Los médicos recetan medicamentos.

Y los donantes se supone que traen paz construyendo escuelas y caminos.

Los militares juntan armas y la depresión sigue intacta.

¿Por qué? Porque la gente no tiene herramientas para hacerle frente, para superarlo.

Poco después de mi llegada confirmé algo que ya sabía: que mis instrumentos provienen del corazón de la Europa moderna, sí.

Sin embargo, lo que puede herirnos, y nuestra reacción a las heridas, son universales.

Y el gran reto fue comprender el significado del síntoma en este contexto cultural específico.

Después de una sesión de orientación una mujer me dijo: «Gracias a que me sentiste, yo puedo volver a sentirme, y quiero participar nuevamente en mi vida familiar».

Esto fue muy importante porque la familia es central en el sistema social afgano.

Nadie puede sobrevivir solo.

Y si las personas se sienten usadas, sin valor y con vergüenza, porque les ha sucedido algo horrible, entonces se retiran y caen en el aislamiento social y no se atreven a contar este mal a otras personas o a sus seres queridos, porque no desean ser una carga para ellos.

Y muy a menudo la violencia es una forma de enfrentarlo.

Las personas traumatizadas pierden fácilmente el control, los síntomas son hiper-excitación y retrospectivas de la memoria, las personas viven en temor constante de que esos sentimientos horribles de ese evento traumático vuelvan de forma inesperada, de repente, y no pueden controlarlo.

Para compensar esta pérdida de control interno tratan de controlar lo externo, comprensiblemente, generalmente a la familia; por desgracia, esto encaja muy bien con el lado tradicional el lado regresivo, represivo, el lado restrictivo del contexto cultural.

Así, los esposos empiezan a golpear a las mujeres, las madres y padres a sus hijos, y después se sienten fatal.

No querían hacer esto.

Simplemente sucedió.

Pierden el control.

Intentan desesperadamente restaurar el orden y la normalidad y si no logramos cortar este círculo de violencia se transferira a la siguiente generación, sin lugar a dudas.

Y en parte esto ya está sucediendo.

Todos necesitan un sentido para el futuro.

Y el sentido afgano del futuro está hecho añicos.

Pero permítanme repetir las palabras de la mujer: «Gracias a que me sentiste, puedo volver a sentirme».

La clave aquí es la empatía.

Alguien tiene que ser testigo de lo que te sucedió.

Alguien tiene que sentir lo que sentiste.

Y alguien tiene que verte y escucharte.

Todo el mundo tiene que saber que lo que sufriste fue real.

Y esto sólo pasa con otra persona.

Así, todo el mundo debe poder decir: «me sucedió eso y me provocó esto, pero puedo vivir con esto, hacerle frente, y aprender de eso.

Y quiero comprometerme con el futuro brillante de mis hijos y de los hijos de mis hijos y no voy a casar a mi hija de 13 años», algo que sucede a menudo en Afganistán.

Algo se puede hacer incluso en entornos tan extremos como Afganistán.

Y empecé a pensar en un programa de orientación.

Pero, claro, necesitaba ayuda y financiación.

Y una tarde estaba sentada junto a un caballero muy agradable en Kabul y me preguntó que pensaba yo que sería bueno para Afganistán.

Le expliqué rápidamente que me gustaría capacitar a asesores psicosociales, que abriría centros, y le expliqué por qué lo haría.

Este hombre me dio su información de contacto al final de la tarde y me dijo: «si quieres hacerlo, llámame».

En ese momento era la responsable de Caritas Alemania.

Pude lanzar un proyecto de tres años con Caritas Alemania entrenamos a 30 mujeres y hombres afganos y abrimos 15 centros de asesoramiento en Kabul.

Este era nuestro cartel; pintado a mano.

Teníamos 45 por todo Kabul.

Vinieron 11.000 personas…

o más.

Y el 70% recuperó su vida.

Fue un momento muy emocionante el desarrollar esto con mi maravilloso equipo afgano.

Y están trabajando conmigo hasta hoy.

Desarrollamos un enfoque de orientación psicosocial con sensibilidad cultural.

Así, a partir de 2008 hasta hoy, se ha venido dando un cambio sustancial y un paso adelante.

La delegación de la Unión Europea en Kabul vino y me contrató para trabajar en el Ministerio de Salud Pública para impulsar este enfoque.

Tuvimos éxito.

Revisamos el componente de salud mental de los servicios de atención primaria de salud sumando atención psicosocial y consejeros psicosociales al sistema.

Esto significa volver a entrenar a todo el personal de salud.

Pero para eso ya tenemos los manuales de formación aprobados por el Ministerio, y por otra parte, este enfoque ahora es parte de la estrategia afgana de salud mental.

Ya lo hemos implementado en algunas clínicas seleccionadas en tres provincias, y Uds son los primeros en ver los resultados.

Queríamos saber si lo que se hace es efectivo.

Y aquí pueden ver que todos los pacientes tenían síntomas de depresión, moderada o severa.

Como de costumbre, la línea roja es el tratamiento, el medicamento con un médico.

Y todos los síntomas se mantuvieron igual o incluso empeoraron.

Y la línea verde es un tratamiento con asesoramiento psicosocial solamente, sin medicación.

Y puede verse que los síntomas casi desaparecieron por completo y el estrés psicosocial se ha reducido significativamente, algo explicable porque no se puede quitar el estrés psicosocial pero se puede aprender a sobrellevarlo.

Esto nos alegra mucho porque ahora tenemos evidencia de que funciona.

Aquí ven este es un centro de salud en el norte de Afganistán, y cada mañana se ve así por todas partes.

Los médicos tienen entre 3 y 6 minutos por paciente.

Pero ahora esto va a cambiar.

Ellos van a las clínicas porque quieren curar sus síntomas inmediatos y van a encontrar a alguien con quien hablar y discutir estos temas y hablar de sus pesares y encontrar soluciones, desarrollar sus recursos, buscar herramientas para resolver conflictos familiares y recobrar algo de confianza en el futuro.

Y me gustaría compartir una historia corta.

Un hazara le dijo a su consejero pastún: «Si nos hubiéramos conocido hace unos años nos hubiéramos matado mutuamente.

Y ahora me estás ayudando a recobrar confianza en el futuro».

Y otro consejero me dijo después de la capacitación: «Sabes, nunca supe por qué sobreviví a las matanzas de mi aldea pero ahora sé que es porque soy parte del núcleo de una sociedad pacífica en Afganistán».

Creo que esto me mantiene en marcha.

Y esto es una contribución realmente emancipadora y política a la paz y a la reconciliación.

Y creo además que sin terapia psicosocial y sin tener en cuenta esto en todos los proyectos humanitarios no podemos construir las sociedades civiles.

Pensé que era una idea que vale la pena difundir, y creo que debe serlo, puede ser, podría ser replicada en otros lugares.

Les agradezco su atención.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/inge_missmahl_bringing_peace_to_the_minds_of_afghanistan/

 

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