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Karen Tse: Cómo acabar con la tortura – Charla TEDGlobal 2011

Charla «Karen Tse: Cómo acabar con la tortura» de TEDGlobal 2011 en español.

Los presos políticos no son los únicos torturados. La mayoría de las torturas como procedimiento judicial suceden en casos ordinarios, incluso en sistemas jurídicos coherentes. La activista social Karen Tse nos muestra cómo podemos y cómo debemos alzar la voz para acabar con la tortura como práctica habitual.

  • Autor/a de la charla: Karen Tse
  • Fecha de grabación: 2011-07-13
  • Fecha de publicación: 2011-12-22
  • Duración de «Karen Tse: Cómo acabar con la tortura»: 763 segundos

 

Traducción de «Karen Tse: Cómo acabar con la tortura» en español.

En 1994, visitando una prisión en Camboya, conocí a un niño de doce años que había sido torturado y al cual se le negó acceso a un abogado.

Al mirarlo a los ojos me di cuenta que, dentro las cientos de cartas que había escrito a presos políticos, nunca pensé en escribirle una a él porque era apenas un niño de doce años que no había hecho nada grave.

No era un prisionero político.

Era un chico de doce años que había robado una bicicleta.

En ese momento también me di cuenta que esto no solo sucedía en Camboya.

De los 113 países en vía de desarrollo que usan la tortura, 93 han aprobado leyes que conceden el derecho a un abogado y un derecho a no ser torturado.

Me di cuenta de la increíble oportunidad que hubiéramos podido aprovechar como comunidad mundial para unirnos y acabar con la tortura como medio de investigación.

A menudo vemos la tortura en términos políticos o reservada solo para lo peor.

En cambio, el 95% de la tortura hoy en día no se practica en presos políticos.

Se aplica en aquellos que viven en sistemas jurídicos fallidos, y, lamentablemente, porque es la forma más barata de investigación; cuesta menos que un sistema legal, menos que tener un abogado y un acceso inmediato a la asistencia, que es lo que pasa la mayoría de las veces.

Creo que para nosotros como comunidad mundial es posible hoy, si tomamos una decisión, unirnos para acabar con la tortura como medio investigativo en nuestras vidas.

Pero esto requerirá tres cosas.

La primera es la formación, el empoderamiento, y la conexión entre los defensores de todo el mundo.

La segunda es asegurarse que haya un acceso sistemático e inmediato a un abogado.

Y la tercera es el compromiso.

En el año 2000 empecé a preguntarme, ¿y si unimos las fuerzas? ¿Podemos hacer algo por estos 93 países? Y entonces fundé la International Bridges to Justice cuya misión específica es acabar con la tortura como medio investigativo y aplicar las debidas garantías procesales en estos 93 países, mandando abogados capacitados a las comisarías y a los tribunales desde una fase inicial.

Sin embargo, mis primeras experiencias tuvieron lugar en Camboya en 1994, y recuerdo -era la primera vez que iba a Camboya- que todavía había menos de 10 abogados en el país porque los Jemeres Rojos habían asesinado a todos.

E incluso 20 años después, había solamente 10 abogados en el país.

Por consiguiente, al entrar en una prisión, no solo encontrabas niños de 12 años, sino también mujeres a las que preguntabas: ¿Por qué están aquí? Y la respuesta era: «Bueno, estoy aquí desde hace 10 años porque mi esposo cometió un crimen y no lo han podido encontrar».

Es un lugar donde no hay Estado de Derecho.

El primer grupo de defensores se reunió y todavía recuerdo que durante la capacitación pregunté: «Bien, ¿cómo hacen Uds.

una investigación?» La asamblea se quedó en silencio, y, finalmente, una mujer se levantó y dijo: «Khrew», que significa «maestro».

Dijo: «Yo he defendido a más de cien personas y nunca he tenido que hacer ninguna investigación, porque todos vienen con las confesiones».

Y luego discutimos el hecho de que, en primer lugar, las confesiones podrían ser poco fiables, y en segundo lugar, no queríamos alentar a la policía a seguir actuando de esa manera, especialmente porque ahora es ilegal.

A estos defensores les tomó mucho coraje decidir que comenzarían a hacerse oír y apoyarse mutuamente en hacer aplicar esas leyes.

Aún recuerdo los primeros casos cuando se presentaron los 25 juntos, ella de pie y ellos estaban en la parte de atrás apoyándola y los jueces seguían diciendo: «No, no, no, no, haremos las cosas exactamente del mismo modo que hemos estado haciendo».

Pero un día se dio el caso ideal.

Fue una mujer que vendía verduras, sentada fuera de una casa.

Dijo que había visto salir corriendo a la persona que pensaba que había robado las joyas en cuestión, pero la policía llegó, la arrestó sin encontrarle el botín.

Estaba embarazada.

Presentaba quemaduras de cigarrillo en el cuerpo.

Había abortado.

Y cuando su caso se llevó ante el juez, éste por primera vez se paró y dijo: «Sí, no hay evidencia, excepto por su confesión bajo tortura, así que será puesta en libertad».

Y los defensores comenzaron a recoger los casos una y otra vez y verán que paso a paso comenzaron a cambiar el curso de la historia de Camboya.

Pero Camboya no es el único país.

Pensaba, ¿ocurre solo en Camboya o también en otros países? Pero es así en muchos países.

En Burundi entré en una prisión y no fue un niño de doce años sino uno de ocho por robar un teléfono móvil.

O una mujer: tomé a su bebé, una bebé hermosa: «Es muy bonita», dije.

No era un bebé, tenía tres años.

Y ella respondió: «Sí, pero por ella estoy aquí».

Había sido acusada de robar dos pañales y una plancha para su bebé y todavía estaba presa.

Y cuando me acerqué al director de la prisión le dije, «Tiene que dejarla salir».

Un juez la dejaría salir».

Y me respondió: «Bueno, podemos hablar de eso, pero mire mi prisión.

El 80% de los dos mil presos que están aquí no tiene un abogado.

¿Qué podemos hacer?» Los abogados comenzaron a unirse con valentía para organizar un sistema donde pudieran llevar los casos.

Pero nos dimos cuenta que no es solo la formación de los abogados que marca la diferencia sino el vínculo que se crea entre ellos.

Por ejemplo, en Camboya tuvo éxito porque [nombre inaudible] no se presentó sola sino con 24 abogados a su lado que la apoyaban.

De manera similar en China donde me dicen siempre: «Es como viento fresco en el desierto cuando podemos estar unidos».

O en Zimbabwe, donde recuerdo a Innocent después de salir de una prisión donde cada quien se levantaba y decía: «Llevo un año aquí, ocho años, doce años sin un abogado», vino y nos formamos juntos.

Dijo: «he oído decir», porque había escuchado gente murmurar y quejarse, «He oído decir que no podemos ayudar a crear justicia porque no tenemos los recursos».

Y luego añadió: «Pero quiero que sepas que la falta de recursos nunca podrá justificar la injusticia».

Y dicho eso, organizó con éxito 68 abogados que sistemáticamente están llevando los casos.

Sin embargo, para nosotros la clave está en la formación y la intervención inmediata.

Hace poco estuve en Egipto y quise reunirme con otro grupo de abogados que me contaron lo que dijeron: «Mira, ahora no tenemos policías en las calles.

La policía es una de las razones principales por las que tuvimos la revolución.

Torturaban a la gente todo el tiempo».

Y yo dije: «Pero decenas de millones de dólares se han destinado recientemente para la creación de un sistema legal en Egipto.

¿Qué pasa?» Hablé con una de las agencias de desarrollo donde formaban fiscales y jueces, que es la tendencia normal, a diferencia de la defensa.

Y me mostraron un manual realmente muy bien hecho.

«Lo voy a copiar», dije.

Contenía todo.

Los abogados pueden ir a la estación de policía.

Era perfecto.

Los fiscales eran capacitados a la perfección.

Pero les dije: «solo tengo una pregunta.

Antes de que todos se reunieran en la oficina del fiscal, ¿qué les había ocurrido?» Y tras una pausa, respondieron: «Habían sido torturados».

Por lo tanto, no se trata solo de capacitar a los abogados sino de encontrar un modo de aplicar sistemáticamente un acceso inmediato a la defensa, que, en el sistema, proteja a aquellos que han sido torturados.

Mientras les digo esto, también sé que puede sonar como si estuviera diciendo: «Bien, me parece totalmente factible, pero ¿lo es realmente?» Porque parece una enorme tarea.

Hay muchas razones por las que creo que es posible.

La primera de ellas es la gente en el campo que encuentra la forma de crear milagros gracias a su compromiso.

No solo se trata de Innocent, del que les hablé antes, en Zimbabwe, sino de defensores de todo el mundo que desean contribuir.

Con nuestro programa JusticeMakers, nos dimos cuenta que existe gente valiente y con ganas de ayudar, pero ¿cómo podemos apoyarlos? Hay un concurso en línea que ofrece 5.000 dólares a quien encuentre una forma innovadora para mejorar la justicia.

Y hay 30 JusticeMakers en todo el mundo, desde Sri Lanka a Suazilandia, al Congo, que con 5.000 dólares hacen cosas maravillosas mediante programas SMS, mediante programas paralegales, y mediante todo aquello que puedan hacer.

Y no solo están estos JusticeMakers, sino gente que con valentía trata de hallar los contactos adecuados y cómo se puede avanzar.

Por ejemplo, en China, se han promulgado leyes importantes que dicen que la policía no puede torturar a la gente o será castigada.

Y sentada al lado de uno de nuestros valientes abogados dije: «¿Cómo podemos sacarlo a la luz? ¿Cómo podemos asegurarnos de que se lleve a cabo? Esto es fantástico».

Y su respuesta fue: «Bien, ¿tienen Uds.

fondos?» «No», dije.

Y él respondió: «No importa, aún podemos pensar en algo».

Y el 4 de diciembre, organizó a 3.000 miembros de la Unión de Jóvenes Comunistas de las 14 mejores facultades de derecho, que se organizaron realizando carteles con las nuevas leyes y llevándolos a las comisarías de policía, dando así inicio a una revolución legal no violenta para proteger los derechos de los ciudadanos.

Así que he hablado del hecho que es necesario formar y apoyar a los defensores implementando sistemáticamente un acceso inmediato a la defensa.

Pero lo tercero, más importante que lo demás es comprometernos con la causa.

La gente a menudo me dice: «Sabes, es fantástico pero demasiado idealista.

Nunca sucederá».

Y la razón por la cual creo que esas palabras son interesantes es porque fueron las mismas palabras dirigidas a las personas que decidieron poner fin a la esclavitud o la segregación racial.

Todo comenzó con un pequeño grupo de personas decidido a comprometerse.

Uno de nuestros poemas favoritos de los defensores y que ellos comparten entre sí dice así: «Toma valor amigo, el viaje suele ser largo, el camino nunca es claro, y los riesgos son muy altos, pero en el fondo no estás solo».

Estoy convencida de que si nos unimos como comunidad mundial para apoyar no solo a los defensores, sino a cada miembro del sistema que se ocupa de eso, podremos poner fin a la tortura como medio de investigación.

Termino, porque estoy segura que la pregunta es, y me encantaría conversar con Uds.

en algún momento, «Pero, ¿qué puedo hacer realmente?» Bueno, en primer lugar les diría que Uds.

saben lo que pueden hacer.

En segundo lugar, les dejaré con la historia de Vishna, que en realidad fue mi inspiración para fundar la International Bridges to Justice.

Vishna tenía cuatro años cuando lo conocí.

Había nacido en una cárcel de Camboya en la Provincia de Kandal.

Pero debido a que había nacido allí, todos lo adoraban, incluidos los guardias.

Así que era el único que tenía permitido entrar y salir a través de las rejas.

Ya saben, hay rejas…

Y a medida que Vishna fue creciendo, la cabeza fue adquiriendo mayor tamaño.

Él llegaba a la primera reja, a la segunda y luego a la tercera, y después movía lentamente la cabeza para pasar en medio y luego regresar, tercera, segunda, primera.

Después me agarraba del meñique, porque lo que quería hacer diariamente era hacer visitas.

Y aunque su intención era ver a todos cada día, nunca lograba visitar a todos los 156 presos.

Yo lo levantaba y él metía los dedos entre los barrotes.

O si las celdas eran oscuras, como de hierro corrugado, metía los dedos en el medio.

Casi todos los reclusos decían que él era su mayor alegría, su rayo de sol, y que lo esperaban con ansia.

Y yo pensaba: aquí está Vishna, un niño de 4 años que nació en una cárcel sin casi nada.

Ningún bien material, pero un fuerte sentido de su propio viaje heroico, con el que creo que todos nacemos.

Él dijo: «Probablemente no puedo hacer todo».

Pero yo soy uno.

Puedo hacer algo.

Y haré lo único que puedo hacer».

Les agradezco por tener la visión profética de imaginar la creación de un mundo nuevo a nuestro lado, y los invito a viajar con nosotros.

Gracias.

(Aplausos) Gracias.

(Aplausos) Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/karen_tse_how_to_stop_torture/

 

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