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Lo que falta en la narrativa de los inmigrantes estadounidenses – Charla TED@WellsFargo

Charla «Lo que falta en la narrativa de los inmigrantes estadounidenses» de TED@WellsFargo en español.

Al contar su historia de encontrar oportunidades y estabilidad en EE.UU., Elizabeth Camarillo Gutiérrez examina las fallas en las narrativas que simplifican e idealizan la experiencia de los inmigrantes, y comparte lo que aprendió con esfuerzo sobre la mejor manera de ayudar a quienes nos rodean. «Nuestro mundo prospera cuando se unen muchas voces diferentes», sostiene.

  • Autor/a de la charla: Elizabeth Camarillo Gutierrez
  • Fecha de grabación: 2020-02-05
  • Fecha de publicación: 2020-04-21
  • Duración de «Lo que falta en la narrativa de los inmigrantes estadounidenses»: 653 segundos

 

Traducción de «Lo que falta en la narrativa de los inmigrantes estadounidenses» en español.

Hola a todos, me llamo Elizabeth y trabajo en la bolsa.

Pero es algo bastante reciente para mí.

Terminé la universidad hace un año y medio y, para ser honesta, todavía me estoy recuperando del proceso de selección al que tuve que someterme.


(Risas)
Ahora, yo no sé Uds., pero esto es lo más ridículo que todavía recuerdo de todo el proceso: preguntarle a estudiantes universitarios, aún inseguros, cuál era su mayor pasión.

«

¿Esperas una respuesta?

«, pensaba yo.


(Risas)
Por supuesto que respondí.

Y, honestamente, lo que realmente les demostró cuánto me apasionaba el tema fue que les hablé de mi interés por la economía global, lo que, convenientemente, había surgido de conversaciones que les había escuchado a mis padres inmigrantes cuando hablaban de la fluctuación del valor del peso mexicano.

Les encanta escuchar una buena historia personal.

Pero

¿saben qué?

Les mentí.


(Risas)
Y no porque lo que les dije fuera mentira, mis padres realmente hablaban de esas cosas.

Pero esa no fue la razón por la que decidí meterme en finanzas.

Solo quería poder pagar el alquiler.


(Risas)
Y el tema es este: la realidad de tener que pagar el alquiler y hacer cosas realmente adultas es algo que raramente queremos a admitir frente a un empleador, otras personas, e incluso ante nosotros mismos.

Yo sabía que no iba a decirles que estaba ahí por el dinero.

Porque, por lo general, queremos vernos como idealistas, gente que hace aquello en lo que cree y se dedica a las cosas que más los entusiasman.

Pero, la realidad, es que muy pocos tenemos realmente el privilegio de poder hacer eso.

No puedo hablar por todo el mundo, pero esto es especialmente cierto cuando se trata de profesionales jóvenes e inmigrantes como yo.

Y la razón por la cual es cierto tiene algo que ver con las narrativas que la sociedad nos ha presentado siempre en el noticiero, en el trabajo, e incluso con nuestras voces interiores, tan irritantemente autocríticas.

¿A qué narrativas me refiero?

Bueno, se me ocurren dos cuando se trata de inmigrantes.

La primera es la idea del inmigrante trabajador.

Ya saben, gente que viene a EE.UU.

a buscar trabajo como obreros, trabajadores agrícolas, lavaplatos.

Ya saben, trabajos que a nosotros tal vez nos parecen mal pagos pero, para los inmigrantes, es una buena oportunidad.

Las noticias han hecho de esto algo bastante complejo.

Podría decirse que ha complicado la relación entre los inmigrantes y EE.UU.

Y, como habría dicho el experto en inmigración George Borjas, es como que EE.UU.

quería trabajadores, pero luego se confundió cuando recibió personas.


(Risas)
A ver, es normal que uno quiera luchar para tener un techo y vivir una vida normal,

¿no?

Entonces, por razones obvias, esta narrativa siempre me ha exasperado.

Pero no es la única.

La otra narrativa de la que voy a hablar es la idea del superinmigrante.

En EE.UU.

nos encanta idolatrar a los superinmigrantes como símbolos del éxito estadounidense.

Yo crecí admirando a los superinmigrantes, porque su existencia fomentaba mis sueños y me daba esperanza.

El problema de esta narrativa es que desmerece a los que no triunfan o que no llegan tan alto, como si fueran menos.

Y, durante años, me dejé llevar por esta idea que parecía celebrar un tipo de inmigrante y descalificar a los otros.

A ver,

¿no eran suficientes los sacrificios que hacían mis padres?

El hecho de que mi padre llegara a casa de la metalúrgica cubierto en polvo corrosivo,

¿eso no era súper?

No me malinterpreten, en cierto modo internalicé estas dos narrativas y, de muchas maneras, ver triunfar a mis héroes me ha empujado a hacer lo mismo.

Pero estas narrativas fallan porque deshumanizan a las personas si no encajan en un cierto molde, o si no triunfan de cierta manera.

Y esto realmente afectó la imagen que yo tenía de mí misma porque empecé a cuestionar estas ideas con respecto a mis padres y a mí misma y empecé a preguntarme: «Estoy haciendo lo suficiente para proteger a mi familia y mi comunidad de las injusticias que vivimos a diario?

«.

Entonces,

¿por qué decidí «venderme» mientras estas tragedias ocurrían delante de mis narices?

Me llevó mucho tiempo aceptar las decisiones que tomé.

Y realmente debo agradecerle a la gente que gestiona el HSF, el «Hispanic Scholarship Fund», por validar este proceso desde el principio.

El HSF, una organización que ayuda a estudiantes a acceder a una educación superior a través de mentorías y becas, me ayudó a calmar mi ansiedad, diciéndome algo que era superfamiliar.

Algo que todos Uds.

probablemente hayan oído durante los primeros minutos después de abordar un avión.

En caso de emergencia, póngase la propia máscara de oxígeno antes de ayudar a otros.

Entiendo que esto significa algo distinto para cada persona, pero para mí significaba que los inmigrantes no podíamos y nunca lograríamos encajar en ninguna de estas narrativas, porque, en realidad, la mayoría de nosotros estamos de alguna manera tratando de sobrevivir.

Y aunque haya quienes están más adelante en sus vidas, con la máscara de oxígeno puesta, inevitablemente habrá otros que todavía están tratando de ponérsela, para recién después poder ayudar a otros.

Esta lección realmente me tocó de cerca porque mis padres querían que nosotros aprovecháramos las oportunidades que no habríamos tenido en otro lado.

Después de todo, ¡estábamos en EE.UU.! Entonces, de niña, esto me hizo tener sueños locamente ambiciosos sobre lo que mi futuro podría llegar a ser.

Pero el mundo ve a los inmigrantes de un modo que no solo afecta las historias que ellos viven.

También influye cómo las leyes y sistemas pueden afectar a las comunidades, familias e individuos.

Yo esto lo sé de primera mano, porque estas leyes y sistemas destrozaron mi familia e hicieron que mis padres se volvieran a México.

Y, a los 15 años, con mi hermano de ocho nos quedamos solos y sin la dirección que mis padres siempre nos habían proporcionado.

A pesar de ser ciudadanos estadounidenses, los dos nos sentimos derrotados por el país que siempre habíamos visto como una tierra de oportunidades.

Poco después de que mis padres volvieran a México, cuando era evidente que no podrían volver, vi como sacaban del colegio a mi hermano de ocho años para mandarlo a vivir con su familia.

Y, durante el mismo período, me preguntaba si volver sería una forma de validar los sacrificios de mis padres.

Y de alguna forma conseguí convencer a mis padres de que me dejaran quedar, sin poder garantizarles que encontraría dónde vivir y que me encontraría bien.

Pero nunca olvidaré lo duro que fue tener que decir adiós.

Y nunca olvidaré lo duro que fue ver a mi hermano pequeño desmoronarse en sus brazos mientras yo les decía adiós con la mano del otro lado de la reja metálica.

Sería ingenuo decir que fue solo mi determinación lo que me hizo aprovechar tantas oportunidades desde aquel día.

La verdad es que tuve mucha suerte.

Debo decirlo porque, estadísticamente hablando, los estudiantes sin hogar y que viven en condiciones inestables, bueno, raramente terminan la secundaria.

Pero yo creo que fue porque mis padres tuvieron la confianza de dejarme ir que de alguna manera encontré el coraje y la fuerza para aprovechar oportunidades aun cuando me sentía insegura y no calificada.

Ahora bien, no voy a negar que vivir el sueño americano tiene un costo.

No hace falta ser inmigrante ni hijo de inmigrante para saberlo.

Pero sé que hoy estoy viviendo algo que se acerca a lo que mis padres veían como el sueño americano.

Porque, apenas terminé la universidad, me traje a mi hermano pequeño a vivir conmigo en EE.UU, para que él también pudiera continuar su educación.

Pero sabía que sería difícil traer a mi hermanito.

Sabía que sería difícil balancear las exigencias y el profesionalismo que requiere un primer trabajo y a la vez ser responsable de un niño con sus propios sueños y ambiciones.

Pero ya se imaginan lo divertido que es tener 24 años, el pico de tu juventud, y vivir en Nueva York con un adolescente que no quiere lavar los platos.


(Risas)
Lo peor.


(Risas)
Pero, cuando veo a mi hermano aprendiendo a defenderse, y cuando lo veo entusiasmado con sus clases y la escuela, no dudo de nada.

Porque sé que esta vida extraña, hermosa y privilegiada que vivo ahora, es la verdadera razón por la que decidí seguir una carrera que me ayudaría a mí y a mi familia a encontrar estabilidad económica.

En aquel momento no lo sabía, pero durante esos ocho años que viví sin mi familia, tenía la máscara de oxígeno puesta y me enfocaba en sobrevivir.

Y, durante esos mismos ocho años, tuve que ver, con impotencia, el dolor que le causaba a mi familia estar separados.

Lo que las aerolíneas no te dicen es que, ponerte la máscara primero mientras otros sufren a tu alrededor, requiere mucho coraje.

Pero ser capaces de tener ese autocontrol a veces es la única manera de ayudar a los que nos rodean.

Ahora, yo tengo mucha suerte de estar en posición de ayudar a mi hermanito para que se sienta afianzado y preparado para afrontar lo que sea que elija hacer.

Pero también sé que por estar en esta posición privilegiada, también tengo la responsabilidad de asegurarme de que mi comunidad tenga espacios donde encuentre orientación, acceso y apoyo.

No sé exactamente dónde está cada uno de Uds.

en su trayectoria de vida, pero sé que nuestro mundo prospera cuando se unen muchas voces diferentes.

Espero que encuentren el coraje de ponerse la máscara de oxígeno cuando la necesiten, y que encuentren la fuerza para ayudar a otros cuando puedan hacerlo.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/elizabeth_camarillo_gutierrez_what_s_missing_from_the_american_immigrant_narrative/

 

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