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Marc Pachter: El Arte de la Entrevista – Charla EG 2008

Charla «Marc Pachter: El Arte de la Entrevista» de EG 2008 en español.

Marc Pachter ha conducido entrevistas en vivo con algunos de los más fascinantes personajes de la historia reciente de los Estados Unidos como parte de una notable serie creada para la Galería Nacional de Retratos del [Instituto] Smithsonian. Él revela el secreto de una gran entrevista y comparte extraordinarias historias de hablar con Steve Martin, Clare Booth Luce y otros.

  • Autor/a de la charla: Marc Pachter
  • Fecha de grabación: 2008-01-09
  • Fecha de publicación: 2009-12-09
  • Duración de «Marc Pachter: El Arte de la Entrevista»: 1254 segundos

 

Traducción de «Marc Pachter: El Arte de la Entrevista» en español.

La Galería Nacional de Retratos es el lugar dedicado a presenta grandes vidas estadounidenses, gente asombrosa.

Y de eso se trata.

Usamos los retratos como una forma de mostrar esas vidas, pero eso es todo.

Y no voy a hablar del retrato pintado hoy.

Voy a hablar respecto a un programa que empecé allí, el cual, desde mi punto de vista, es lo que más me enorgullece.

Comencé a preocuparme por el hecho que mucha gente ya no hace pintar su retrato, y son gente asombrosa, y queremos mostrarlos a las generaciones futuras.

Entonces, ¿cómo hacerlo? Y así tuve la idea de la serie de autoretratos vivos.

Y la serie de autoretratos vivos era la idea básicamente de ser yo un pincel en la mano de gente asombrosa quienes vendrían y yo entrevistaría.

Y lo que voy a hacer es, no tanto darles los grandes éxitos del programa, como darles una idea completa de cómo encuentras a la gente en esa clase de situación qué tratas de saber de ellos, y cuando la gente responde y cuando no lo hacen y por qué.

Ahora, puse dos condiciones Una era que fueran estadounidenses.

Esto es solo porque, esa es la naturaleza de la Galería Nacional de Retratos, fue creada para mostrar las vidas de estadounidenses.

Eso fue fácil, pero entonces tomé la decisión, quizá arbitraria, que debían ser gente de cierta edad, la cual en ese punto, cuando concebí el programa, parecía ser una edad avanzada.

Sesentas, setentas, ochentas y noventas.

Por razones obvias, no me parece una edad tan avanzada ahora.

¿Y por qué lo hice? Bueno, por una parte, somos una cultura obsesionada con la juventud.

Y pensé que realmente necesitamos un programa de ancianos para sentarse a los pies de gente asombrosa y oírlos hablar.

Pero la segunda parte – y entre más viejo más convencido estoy que es verdad.

Es asombroso lo que la gente dice cuando saben cómo terminó la historia.

Es una ventaja que tiene la gente mayor.

Bueno, tienen otras, pequeñas ventajas, pero también tienen desventajas, pero la cosa que ellos o nosotros tenemos es que hemos llegado al punto de la vida en el cual sabemos como terminó la historia.

Así, podemos mirar atrás en nuestras vidas, si tenemos un entrevistador que entiende eso, y comenzar a reflexionar cómo llegamos allí.

Todos esos accidentes que terminaron creando la narrativa vital que heredamos.

Así que pensé, bien, ahora, ¿qué se necesita para que esto funcione? Hay muchas clases de entrevistas.

Las conocemos.

Están las entrevistas de reportero, que son el interrogatorio que es de esperarse.

Esto es de alguna forma contra la resistencia y cautela por parte del entrevistado.

Luego está la entrevista de celebridad, donde es más importante quién hace las preguntas que quién responde.

Está Barbara Walters y otros como ella, y nos gustan.

Está Frost-Nixon, donde Frost parece ser tan importante como Nixon en el proceso.

Eso está bien.

Pero yo quería entrevistas que eran diferentes.

Yo quería ser, como después lo definí, empático, lo cual quiere decir, sentir lo que ellos querían decir y ser un agente de su auto-revelación.

Por cierto, esto se hizo siempre en público.

Esto no era un programa de historia oral.

Había unas 300 personas sentadas a los pies de este individuo, y me tenían a mí como el pincel de su propio auto-retrato.

Ahora, resulta que era bastante bueno para ello.

Yo no lo sabía al principio.

Y la única razón por la que realmente lo sé es debido a una entrevista que hice con el Senador William Fullbright, y eso fue seis meses después de que él tuviera una embolia.

Y él nunca había aparecido en público desde ese momento.

No fue una embolia devastadora, pero sí afectó su habla y cosas así.

Y yo pensé que merecía intentarse, el pensó que valía la pena intentarlo, y así nos subimos al escenario, y tuvimos una conversación de una hora sobre su vida, y después de eso una mujer corrió hacia mí, esencialmente eso hizo, y me dijo, «¿Dónde se educó usted como médico?» Y yo le dije, «No tengo educación como médico.

Nunca dije eso.» Y ella dijo, «Bueno, algo muy raro estaba pasando.

cuando él empezaba una frase, particularmente al principio de la entrevista, y pausaba, usted le daba la palabra, el puente para que llegara al final de la frase, y para el final de la entrevista, él estaba diciendo frases completas por sí mismo.» Yo no sabía qué estaba pasando, pero yo era parte del proceso de sacarlo a la luz.

Así que pensé, bien, tengo empatía, o empatía, de cualquier forma, es lo que es crítico en esta clase de entrevista.

Pero entonces empecé a pensar en otras cosas.

¿Quién hace una gran entrevista en este contexto? No tiene que ver con su intelecto, la calidad de su intelecto.

Algunos de ellos eran brillantes, algunos eran, ya saben, gente ordinaria que nunca dirían que son intelectuales, pero nunca tuvo que ver con eso.

Tenía que ver con su energía.

Es la energía lo que crea entrevistas extraordinarias y vidas extraordinarias.

Estoy convencido de ello.

Y no tenía que ver con la energía de ser joven.

Estas eran gentes de noventa años.

De hecho, la primer persona que entrevisté fue George Abbott, quien tenía 97, y Abbott estaba lleno de la fuerza de vida – creo que es la forma en que pienso en ello – está lleno de ella.

Y así que inundó el ambiente, y tuvimos una extraordinaria conversación.

Se suponía que él era la entrevista más difícil que cualquiera pudiera hacer porque era famoso por ser callado, por nunca decir nada, excepto quizá una palabra o dos.

y, de hecho, terminó abriéndose – por cierto, su energía se manifestaba en otras maneras.

Subsecuentemente él se casó otra vez a los 102, así que él, saben, estaba lleno de la fuerza de vida.

Pero después de la entrevista, recibí una llamada, una voz brusca, de una mujer, Yo no sabía quién era ella, y ella me dijo, «¿Conseguiste hacer hablar a George Abbott?» y yo dije, «Sí, parece ser que lo hice.» Y ella dijo, «Soy su antigua novia, Maureen Stapleton, y nunca lo conseguí.» Y entonces ella me hizo ir con la grabación de la entrevista y probarle que George Abbott podía de hecho hablar.

Así, ya saben, quieren energía, quieren la fuerza de vida, pero realmente quieren a alguien quien también piense que tiene una historia digna de compartir.

Las peores entrevistas que pueden tener son con gente que es modesta.

Nunca suban a un escenario con alguien modesto porque toda esa gente se ha reunido para escucharlos, y todo lo que tienen que decir es, «Naa, fue un accidente.» No hay algo que justifique el que la gente tome buenas horas de su día para estar con ellos.

La peor entrevista que alguna vez hice: William L.

Shirer.

El periodista que publicó «Auge y Caída del Tercer Reich.» Este tipo había conocido a Hitler y a Gandhi en seis meses y cada vez que le preguntaba al respecto, él decía, «Ah, simplemente sucedió que yo estaba ahí.

No tiene importancia.» Lo que sea.

Horrible.

Yo nunca aceptaría entrevistar a una persona modesta.

Tienen que pensar que hicieron algo y que quieren compartirlo contigo.

Pero al final, lo que cuenta, es cómo pasar todas las barreras que tenemos.

Todos nosotros somos entes públicos y privados, y si todo lo que vas a obtener del entrevistado es su imagen pública, no tiene sentido.

Está pre-programada.

Es un infomercial, y todos tenemos infomerciales respecto a nuestras vidas.

Sabemos las grandes frases, sabemos los grandes momentos, sabemos lo que no compartiremos, y el punto de esto no era avergonzar a alguien.

Esto no era – algunos de ustedes recordarán las viejas entrevistas de Mike Wallace – duras, agresivas y así por el estilo.

Esas tienen su lugar.

Yo estaba tratando de hacer que ellos dijeran lo que probablemente querían decir, romper su envoltura de su persona pública, y entre más públicos habían sido, más arraigada estaba esa persona, esa persona exterior.

Y déjenme decirles de una vez el peor y el mejor momento que se dieron en la serie de entrevistas.

Tiene que ver con la coraza que la mayoría de nosotros tenemos, y particularmente algunas personas.

Hay una extraordinaria mujer llamada Clare Boothe Luce.

Será su determinante generacional si es que el nombre significa algo para ustedes.

Ella hizo tanto.

Era una dramaturga.

Hizo una obra teatral extraordinaria llamada «La Mujer.» Fue diputada del congreso nacional cuando no había muchas diputadas.

Fue editora de [la revista] Vanity Fair, una de las fenomenales mujeres de su día.

E, incidentalmente, yo la llamo la Eleanor Roosevelt de la Derecha.

Ella era adorada de alguna forma por la Derecha, de la manera en que Eleanor Roosevelt lo era en la Izquierda.

Y, de hecho, cuando hice la entrevista, el auto-retrato vivo con ella, había tres ex-directores de la CIA básicamente sentados a sus pies, simplemente disfrutando su presencia.

Y pensé, esto va a ser pan comido, porque siempre tengo charlas preliminares con esa gente, apenas unos 10 o 15 minutos.

Nunca hablamos antes de eso porque si hablas antes, entonces no lo obtienes en el escenario.

Así que ella y yo tuvimos una deliciosa conservación.

Estábamos en el escenario y entonces – por cierto, espectacular.

Todo era parte de la imagen de Clare Boothe Luce.

Vestía un traje de noche sensacional.

Ella tenía 80 [años], casi cumplidos el día de la entrevista, y allí estaba ella y allí estaba yo, y comencé con las preguntas.

Y ella no me respondía.

Era increíble.

Cualquier cosa que preguntara, ella lo daba vuelta, descartaba, y yo estaba básicamente ahí arriba – cualquiera de ustedes parcial o totalmente dentro del mundo del entretenimiento saben lo que es morir en el escenario.

Y yo estaba muriendo.

Ella no me daba absolutamente nada.

Y comencé a preguntarme qué estaba pasando, y piensas mientras hablas, y básicamente, pensé, lo tengo.

Cuando estábamos a solas, yo era su audiencia.

Ahora yo era un competidor por la audiencia.

Ese era el problema aquí, y ella luchaba contra mi por ello, así que cuando le hice una pregunta – Yo no sabía cómo saldría de ello – Le pregunté respecto a sus días como dramaturga, y otra vez, característicamente, en lugar de decir, «Sí claro, yo fui dramaturga, y bla, bla, bla,» ella dijo, «Oh, dramaturga.

Todos saben que fui una dramaturga.

La mayoría de la gente cree que fui una actriz.

Nunca fui actriz.» Pero yo no había preguntado eso, y ella se lanzó a hablar, y ella dijo, «Oh, bueno, hubo una ocasión en que fuí actriz.

Fue para una caridad en Connecticut cuando era diputada, y me subí ,» y ella seguía y seguía, «Y me subí al escenario.» Y entonces volteó hacia mi y me dijo, «¿Y sabes que hicieron esos jóvenes actores? Me eclipsaron.» Y me dijo, «¿Sabes lo que es eso?» simplemente furiosa en su desprecio.

Y yo dije, «Estoy aprendiendo.»
(Risas)
Y me miró, y fue como una exitosa toma de lucha, y entonces, después de eso, dio un extraordinario recuento de cómo su vida fue realmente.

Tengo que terminar con esa.

Este es mi tributo a Clare Boothe Luce.

Otra vez, una persona destacable.

No me atrae políticamente, pero a través de su fuerza de vida, me siento atraído por ella.

Y la forma en que murió – hacia el final tuvo un tumor de cerebro.

Esa es probablemente una forma tan terrible de morir como puedan imaginar, y algunos pocos fuimos invitados a una cena.

Y ella padecía terribles dolores.

Todos lo sabíamos.

Ella permaneció en su habitación.

Todos llegaron.

El mayordomo repartió canapés.

La cosa usual.

Entonces, en cierto momento, la puerta se abrió y ella salió perfectamente vestida, totalmente serena.

El yo público, la belleza, el intelecto, y caminó alrededor y habló con cada persona allí presente y después regresó a su habitación y nunca más fue vista.

Ella quería el control de su momento final, y lo hizo asombrosamente.

Ahora, hay otras formas de conseguir que alguien se abra, y esta es sólo una referencia breve.

No era pulsear.

pero era algo sorprendente considerando a la persona involucrada.

Entrevisté a Steve Martin.

No hace mucho tiempo.

y estábamos sentados y casi al principio de la entrevista, volteé hacia él y dije, «Steve,» o «Sr.

Martin, se dice que todos los comediantes tienen una niñez infeliz.

¿Fue la suya infeliz?» Y él me miró, ya saben, como para decir, «¿Así vas a empezar esto, desde el principio?» Y entonces él se volteó hacia mí, no estúpidamente, y me dijo, «¿Como fue su infancia?» Y yo dije – estas son todas pulseadas, pero son afectuosas – y yo dije, «Mi padre era amoroso y alentador, por eso no soy gracioso.»
(Risas)
Y me miró, y entonces oímos la gran historia triste.

Su padre era un maldito HDP, y, de hecho, él fue otro comediante con una niñez infeliz, pero entonces ya estábamos bien encarrilados.

Así que la pregunta es: ¿Cuál es la llave que permitirá seguir adelante? Ahora, hay preguntas que son como pulsear, pero quiero decirles de preguntas más relacionadas con la empatía y que son realmente, con frecuencia, las preguntas que la gente ha esperado toda la vida que les hagan.

Y les daré sólo dos ejemplos de esto debido a los límites de tiempo.

Una fue una entrevista que hice con uno de los grandes biógrafos estadounidenses.

Otra vez, algunos lo conocerán, la mayoría no, Dumas Malone.

El hizo una biografía en cinco volúmenes de Thomas Jefferson, pasó virtualmente su vida entera con Thomas Jefferson, y por cierto, en un punto le pregunté, «¿Le gustaría haberlo conocido?» Y él dijo, «Bueno, desde luego, pero de hecho, lo conozco mejor que cualquiera que haya tratado con él, porque yo pude leer todas sus cartas.» Así, estaba muy satisfecho con la clase de relación que habían tenido durante más de 50 años Y le hice una pregunta.

Dije, «¿Alguna vez Jefferson lo decepcionó?» Y aquí estaba el hombre que había dedicado su vida a descubrir a Jefferson y a conectar con él, y me dijo, «Bueno…» – Voy a hacer una mala imitación de un acento sureño.

Dumas Malone era originalmente de Mississippi.

Pero él dijo, «Bueno,», dijo, «Me temo que sí.» El dijo, «Sabe, he leído todo, y algunas veces el Sr.

Jefferson allanaba la verdad un poco.» Y él básicamente estaba diciendo que este era un hombre que mentía más de lo que a él le hubiera gustado, porque él leyó las cartas.

El dijo, «Pero lo entiendo.» Dijo, «Lo entiendo.» El dijo, «A nosotros los sureños nos gustan las superficies llanas, así que había momentos en los que no quería una confrontación.» Y él dijo, «Ahora, John Adams era demasiado honesto.» Y entonces empezó a hablar de ello, y tiempo después me invitó a su casa, y conocí a su mujer, quien era de Massachusetts, y él y ella tenían exactamente el tipo de relación de Thomas Jefferson y John Adams.

Ella era de Nueva Inglaterra y abrasiva, y él era este tipo cortesano.

Pero realmente la pregunta más importante que alguna vez hice y la mayoría de la veces cuando hablo de ello, la gente inhala ante mi audacia, o crueldad, pero, les prometo, era la pregunta correcta.

Esta la hice a Agnes de Mille.

Agnes de Mille es una de las grandes coreógrafas de nuestra historia.

Ella básicamente creó los bailes en [el musical] «Oklahoma,» transformando el teatro estadounidense.

Una mujer asombrosa.

En el tiempo en el que le propuse que – por cierto, que le habría propuesto [matrimonio], ella era extraordinaria – pero le propuse que viniera [a la entrevista.] Ella dijo, «Venga a mi departamento.» Ella vivía en Nueva York.

«Venga a mi departamento y hablaremos esos 15 minutos, y entonces decidiremos si proseguimos.» Y llegué a este oscuro, laberíntico, departamento en Nueva York, y ella me llamó, ella estaba en cama.

Yo sabía que había tenido una embolia, y eso le había pasado unos 10 años antes.

Así que ella pasaba la mayor parte de su vida en cama, pero – hablo de la fuerza de vida – su cabello estaba ladeado.

No iba a arreglarse para esta ocasión.

Y estaba sentada rodeada de libros, y su más interesante posesión ella sentía en ese momento era su testamento, el cual tenía a su lado.

No estaba infeliz al respecto.

Estaba resignada.

Ella dijo, «Lo mantengo en mi cama, memento mori, y lo cambio todo el tiempo simplemente porque quiero.» Y ella estaba disfrutando la perspectiva de la muerte tanto como había disfrutado la vida.

Pensé, esta es alguien a quien tengo que tener en la serie.

Ella estuvo de acuerdo.

Ella llegó.

Desde luego, subieron en silla de ruedas.

La mitad de su cuerpo estaba afectado, la otra mitad no.

Ella estaba, desde luego, arreglada para la ocasión, pero era una mujer en gran dolor físico.

Y tuvimos una conversación, y entonces le hice la pregunta impensable.

Le dije, «¿Fue alguna vez problema para usted que no fuera bonita?» Y la audiencia simplemente – ya saben, siempre está de parte del entrevistado, y sintieron que esto era una forma de agresión, pero esta era la pregunta que ella había esperado que alguien le hiciera toda su vida.

Y entonces empezó a hablar de su niñez, cuando ella era bonita, y literalmente se volteó – aquí estaba, en su cuerpo maltrecho – y se volteó hacia la audiencia y se describió a sí misma como la bella damisela con su rojo cabello y su andar ligero y así por el estilo, y luego ella dijo, «Y entonces me golpeó la pubertad.» Y comenzó a hablar de las cosas que le pasaron a su cuerpo y a su cara, y como ya no podía contar con su belleza, y su familia la trataba como la hermana fea de la bonita para quien se daban las clases de ballet.

Y ella tenía que ir con su hermana simplemente por compañía, y en ese proceso, ella tomó un número de decisiones.

Antes que nada, que el baile, aun cuando no se le había ofrecido, era su vida.

Y en segundo lugar, que ella debía ser, aunque fue bailarina por un tiempo, una coreógrafa porque para eso no importaba su belleza.

Pero ella estaba encantada de sacarlo como un hecho real, real de su vida.

Fue un privilegio asombroso hacer esa serie.

Hubo otros momentos como ésos, muy pocos momentos de silencio.

El punto clave fue la empatía porque todos en sus vidas están realmente esperando que les preguntemos, para que puedan ser veraces respecto de quiénes son y cómo se convirtieron en lo que son, y les recomiendo esto, aun si no están haciendo entrevistas.

Sean de esa manera con sus amigos y particularmente con los miembros mayores de su familia.

Muchas gracias.

https://www.ted.com/talks/marc_pachter_the_art_of_the_interview/

 

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