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Mark Forsyth: ¿Qué es un «snollygoster»? Una breve lección de discurso político. – Charla TEDxHousesOfParliament

Charla «Mark Forsyth: ¿Qué es un «snollygoster»? Una breve lección de discurso político.» de TEDxHousesOfParliament en español.

La mayoría de políticos eligen cuidadosamente sus palabras, para dar forma a la realidad que esperan crear. Pero, ¿funciona? El etimólogo Mark Forsyth comparte con nosotros algunos divertidos relatos de la historia británica y estadounidense con respecto al origen de ciertas palabras (por ejemplo, ¿alguna vez se ha preguntado cómo se convirtió George Washington en «presidente»?) y extrae una sorprendente conclusión. (Del TEDxHousesofParliament en Londres)

  • Autor/a de la charla: Mark Forsyth
  • Fecha de grabación: 2012-06-22
  • Fecha de publicación: 2012-08-12
  • Duración de «Mark Forsyth: ¿Qué es un «snollygoster»? Una breve lección de discurso político.»: 424 segundos

 

Traducción de «Mark Forsyth: ¿Qué es un «snollygoster»? Una breve lección de discurso político.» en español.

Una de mis palabras favoritas de todo el Diccionario de Inglés Oxford es «snollygoster».

Simplemente porque suena muy bien.

Y «snollygoster» significa «político deshonesto».

Aunque hubo un editor periodístico del siglo XIX que la definió mucho mejor cuando dijo: «Un ‘snollygoster’ es aquél que busca un cargo público sin importar partido, plataforma o principio, y que, cuando gana, lo consigue por el mero uso de una monumental verborrea retosófica».


(Risas)
No tengo ni idea de lo que significa «retosófica».

Algo que ver con las palabras, supongo.

Es muy importante que las palabras sean la base en política, y que todos los políticos sepan que tienen que intentar dominar el idioma.

No fue hasta, por ejemplo, 1771 que el Parlamento Británico permitió a los periódicos citar las palabras exactas que se decían en la cámara parlamentaria.

Y todo esto fue gracias a la valentía de un tipo con el insólito nombre de Brass Crosby, quien se enfrentó al Parlamento.

Le metieron en la Torre de Londres y le encarcelaron, pero tuvo la suficiente valentía de enfrentarse a ellos, y al final tuvo tal apoyo popular en Londres que ganó.

Y sólo unos años más tarde tuvimos el primer uso registrado de la frase «as bold as brass» (fuerte como el metal) La mayoría piensa que es literal.

No lo es.

Es por un defensor de la libertad de expresión.

Pero para mostrarles realmente cómo las palabras y la política interactúan, quiero que regresen a EE.UU., justo después de la independencia.

Entonces, tuvieron que abordar la cuestión de cómo llamar a George Washington, su líder.

No lo sabían.

¿Cómo llamas al líder de un país republicano? Esto se debatió en el Congreso durante mucho tiempo.

Se presentaron todo tipo de sugerencias que podrían haber fructificado.

Algunos quisieron llamarlo «Jefe de Estado Washington», y otros, «Su Alteza George Washington», y otros «Defensor de las Libertades del Pueblo de EE.UU.

Washington».

No muy atrayente.

Algunos simplemente quisieron llamarlo «Rey».

Pensaban que era de probada calidad.

Y ni siquiera con ello eran monárquicos, tenían la idea de que uno podía ser elegido Rey por un plazo determinado.

Y podría haber servido.

Todo el mundo se cansó inmensamente, porque este debate se prolongó durante 3 semanas.

Leí el diario de un pobre senador, y siempre escribía: «todavía con este tema».

Lo que causó el retraso y el hastío fue que la Cámara de Representantes estuviera en contra del Senado.

La Cámara de Representantes no quería que Washington se emborrachara de poder.

No quisieron llamarlo Rey por si acaso le daba a él o a su sucesor ideas.

Así pues, quisieron darle el título más modesto, más insignificante y más lamentable que se les ocurrió.

Y ese título fue «Presidente».

Presidente.

No inventaron el título.

Ya existía antes, pero solo significaba «alguien que preside una reunión».

Era como el presidente de un jurado.

Y no tenía mucha más grandiosidad que el término «capataz» o «supervisor».

Hubo presidentes eventuales de pequeños ayuntamientos coloniales y fracciones de gobierno, pero realmente era un título insignificante.

Y por eso el Senado se opuso.

Decían: «es ridículo, no podemos llamarle Presidente».

«Este tipo tiene que firmar tratados y reunirse con dignatarios extranjeros».

«¿Y quién le tomará en serio con un título tan ridículo e insignificante como Presidente de EE.UU.?» Y finalmente, después de 3 semanas de debate, el Senado no cedió.

Pero accedieron a usar el título de «Presidente» momentáneamente, aunque también querían que quedara por escrito que no estaban de acuerdo «desde el digno respeto por las opiniones y costumbres de las naciones civilizadas, ya sea bajo formas de gobierno republicanas o monárquicas, cuya tradición es otorgar al cargo de Jefe de Estado títulos de respetabilidad ─ no el de maldito «Presidente» ─ y que en el trato con naciones extranjeras, la majestuosidad del pueblo de los Estados Unidos no pueda peligrar por una apariencia de singularidad.» esto es, «no queremos parecer malditos bichos raros.» Podemos aprender 3 cosas interesantes de todo esto.

Primero de todo, ─y ésta es mi favorita─ hasta donde he podido averiguar, el Senado nunca ha refrendado formalmente el título de Presidente.

El Presidente Barack Obama tiene suerte de seguir ahí, esperando a que el Senado entre en acción.

Lo segundo que podemos aprender es que cuando un gobierno dice que una medida es temporal…


(Risas)
…es posible que sigamos esperando 223 años más.

Pero lo tercero que podemos aprender, y esto es lo más importante, y con esto les quiero dejar, es que el título de Presidente de EE.UU.

no suena en absoluto tan modesto hoy en día, ¿verdad? Sobre todo si se tienen más de 5000 cabezas nucleares a disposición, la mayor economía del mundo y una flota de vehículos aéreos no tripulados y demás.

La realidad y la historia han dotado al título de grandiosidad .

De modo que al final ganó el Senado.

Consiguieron su título de respetabilidad.

Y también la otra preocupación del Senado, la apariencia de singularidad; bueno, era una singularidad por entonces.

Pero, ¿saben cuántas naciones tienen ahora presidente? 147 Y todo porque quieren sonar como el tipo que tiene las 5000 cabezas nucleares, etc.

Entonces, al final el Senado ganó y la Cámara de Representantes perdió, porque ya nadie se va a sentir humilde cuando les digan que ahora son el Presidente de EE.UU..

Y creo que esa es la gran lección que podemos aprender, y con la que me gustaría dejarles.

Los políticos intentan elegir y usar las palabras para dar forma y controlar la realidad, pero en verdad, la realidad modifica mucho más las palabras que lo que éstas podrían cambiar la realidad.

Muchas gracias.

https://www.ted.com/talks/mark_forsyth_what_s_a_snollygoster_a_short_lesson_in_political_speak/

 

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