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Samantha Power habla sobre un héroe complicado – Charla TED2008

Charla «Samantha Power habla sobre un héroe complicado» de TED2008 en español.

Samantha Power narra la historia de un héroe complicado, Sérgio Vieira de Mello. Este diplomático de las Naciones Unidas caminó sobre una delgada línea de moral, negociando con los peores dictadores del mundo para ayudar a sus pueblos a superar crisis. Es una historia impactante narrada con ferviente pasión.

  • Autor/a de la charla: Samantha Power
  • Fecha de grabación: 2008-02-02
  • Fecha de publicación: 2008-11-11
  • Duración de «Samantha Power habla sobre un héroe complicado»: 1389 segundos

 

Traducción de «Samantha Power habla sobre un héroe complicado» en español.

Pasé la mejor parte de una década contemplando las respuestas estadounidenses a las atrocidades en masa y genocidio.

Y me gustaría empezar compartiendo con ustedes un momento que para mí resume lo que hay que saber sobre las respuestas estadounidenses y democráticas hacia las atrocidades en masa.

Ese momento ocurrió el 21 de abril de 1994.

Osea hace casi 14 años, en pleno genocidio de Ruanda, en el cual 800.000 personas serían sistemáticamente exterminadas por el Gobierno ruandés y algunas milicias extremistas.

El 21 de abril, en el New York Times, el periódico anunció que entre 200 y 300.000 personas ya habían sido asesinadas en el genocidio.

Estaba en el periódico — no en la página principal.

Fue muy similar a la cobertura del Holocausto, fue enterrada en el periódico.

Ruanda misma no fue vista como digna de ser noticia, e increíblemente, el genocidio mismo tampoco fue visto como digno de ser noticia.

Pero el 21 de abril, un momento maravillosamente honesto ocurrió, Y fue que una congresista estadounidense llamada Patricia Schroeder de Colorado se reunió con un grupo de periodistas Y unos de los pediodistas le preguntó ¿Qué pasa? ¿Qué está pasando en el Gobierno estadounidense? De 200 a 300.000 personas ya han sido exterminadas en el último par de semanas en Ruanda.

Habían pasado dos semanas desde el inicio del genocidio, pero por supuesto que en ese momento no se sabía cuanto más duraría.

Y el periodista pregunto, ¿por qué hay tan poca respuesta de Washington? ¿Por qué no hay audiencias, denuncias, ni gente arrestada frente a la Embajada de Ruanda o enfrente de la Casa Blanca? ¿De qué se trata?» Y ella respondió, con suma honestidad, diciendo: «Es una gran pregunta.

Lo único que puedo decir es que tanto en mi oficina de Congreso en Colorado como en mi oficina en Washington están recibiendo cientos y cientos de llamadas por la población de gorilas y otros simios en peligro de extinción en Ruanda, pero nadie está llamando por la gente.

Los teléfonos simplemente no están sonando por la gente.» La razón por la cual comparto este momento es porque hay una profunda verdad en él.

Y la verdad es, o fue, en el siglo XX, que mientras estamos empezando a crear movimientos para especies en peligro de extinción, no teníamos un movimiento para gentes en peligro de extinción.

Tuvimos educación sobre el Holocausto en las escuelas.

La mayoría de nosotros fuimos preparados no sólo con imagenes sobre catástrofe nuclear, sino también con imagenes y conocimiento del Holocausto.

Hay un museo, por supuesto, en el National Mall en Washington, justo junto a Lincoln y Jefferson Me refiero a que nos hemos apoderado de la cultura del «Nunca Más», interesantemente, nos hemos apoderado de ésta.

Y, sin embargo, la politización del «Nunca Más», la implementación del «Nunca Más», nunca ocurrió en el siglo XX.

Y eso es lo que creo que ese momento con Patricia Schoreder muestra, que si estamos cerca de terminar con las peores atrocidades del mundo, así debemos de actuar.

Tiene que existir un rol — tiene que haber la creación de ruido político y coste político en respuesta a los crímenes en masa contra la humanidad y así sucesivamente.

Entonces así fue el siglo XX.

Hoy en día, aquí —y esto les será de alivio a estas horas de la tarde— tenemos buenas noticias, noticias increíbles, en el siglo XXI.

Y éstas son que, casi de la nada, ha nacido un movimiento anti-genocidio, una circunscripción electoral anti-genocidio, una que parece destinada, de hecho, a ser permanente.

Creció como respuesta a las atrocidades en Darfur.

Es constituida por estudiantes.

Hay unas 300 representaciones anti-genocidio en universidades de todo el país.

Es más grande que el movimiento anti-apartheid.

Hay aproximadamente 500 representaciones en escuelas de bachillerato dedicadas a terminar con el genocidio en Darfur.

Evangélicos se han unido, judíos se han unido.

quiénes ven Hotel Rwanda se han integrado.

Es un movimiento antisonante para llamarlo movimiento, como todos los movimientos, quizá, es un poco engañoso.

Es diverso, tiene muchos puntos de vista.

Tiene todos los altibajos de un movimiento, pero ha tenido mucho éxito en una cosa, en que se ha convertido, se ha consolidado en el movimiento de las personas en peligro de extinción que hizo falta en el siglo XX.

Se ve a sí mismo como lo que es, como aquello que creará la impresión de que habrá un coste político.

de que habrá un precio político a pagarse, por permitir el genocidio, por no tener una imaginación heroica, por no ser actores, y por ser, de hecho, espectadores.

Ahora porque es conducido por estudiantes, se han hecho algunas cosas magníficas.

Se ha establecido una campaña de desinversión que ya ha convencido, pienso, unas 55 universidades en 22 estados de retirar sus acciones en la bolsa con relación con compañias que hacen negocios en Sudan.

Tienen un número 1(800)GENOCIDE.

Esto sonará muy ostentoso, pero aquellos que puedan no ser, o más bien, puedan ser apolíticos, pero interesados en hacer algo con respecto al genocidio, pueden marcar 1(800)GENOCIDE y marcar el código postal, y ni siquiera necesitan saber que congresista les pertenece.

Los transferirá directamente al congresista o al senador de los Estados Unidos que les corresponde; o al gobernador donde la legislación de desinversión está pendiente.

Ellos han bajado el coste para frenar el genocidio.

Creo que lo más innovador que han presentado recientemente es el uso de calificaciones de genocidio.

Y son los estudiantes los que presentan estas calificaciones.

Así que lo que ahora tienen cuando un congreso está en sesión es que los miembros del congreso están llamando a estos estudiantes de 19 a 24 años de edad para decirles que han recibido una D menos en genocidio y preguntando, «¿cómo puedo recibir una C? Sólo quiero una C, ayudenme».

Y los estudiantes y otros que forman parte de esta base increíblemente llena de energía están allí para responder, y siempre hay algo que hacer.

Ahora, lo que este movimiento ha hecho es que ha extraído de la administración de Bush de los Estados Unidos, en tiempos de gran carencia —militar, financiera, diplomática— una serie de compromisos con Darfur que ningún otro país en el mundo está haciendo.

Por ejemplo, la referencia de crímenes en Darfur a la Corte Penal Internacional, lo cual no es de agrado para la administración de Bush.

El gasto de 3 mil millones de dolares en campos de refugiados para tratar de mantener, básicamente, las personas que han sido desplasadas de sus hogares por el Gobierno sudanés, por el así llamado «janjaweed», la milicia, para mantener a estas personas vivas hasta que algo más duradero pudiera ser alcanzado.

Y recientemente, o no tan reciente ahora, hace aproximadamente seis meses, la autorización de 26,000 soldados para el mantenimiento de la paz.

Todo esto, bajo el liderazgo de la administración de Bush y todo esto es por la presión desde abajo hacia arriba, y el hecho de que los teléfonos no han dejado de sonar desde el principio de la crisis.

Las malas noticias, sin embargo, sobre la pregunta de si el mal triunfará, es que el mal sigue.

La gente en esos campos está rodeada por todos lados por los tan llamados «Janjaweed», estos hombres montados a caballo con lanzas y armas Kalashnikovs.

Las mujeres que van a recoger madera para el fuego para calentar los víveres para poder alimentar a sus familias —ayuda humanitaria— el sucio secreto de esto es que ha sido calentada, de verdad, para que sea comestible…

Son sujetas a violaciones sexuales, acto usado como herramienta de genocidio.

Y los pacificadores ya mencionados —la fuerza a sido autorizada—, pero practicamente no hay país sobre la tierra que haya hecho algo desde la autorización para de verdad poner las tropas o policía en contra de estos atentados, De manera que hemos logrados mucho en relación al siglo XX, pero muy poco en relación a la gravedad del crimen que se está desencadenando mientras estamos aquí sentados, mientras hablamos.

¿Por qué las limitaciones de este movimiento? ¿Qué es lo que se ha logrado, o bien, lo qué ha hecho este movimiento que ha sido necesario pero insuficiente para el crimen? Pienso que hay un par —hay muchas razones— pero un par de razones para enfocarnos rápidamente.

La primera es que un movimiento, tal y como éste, cesa en las fronteras estadounidenses, no es un movimiento global.

No tiene suficientes compatriotas en el extranjero que estén reclamando a sus gobiernos hacer más para acabar con el genocidio.

Y la cultura del holocausto que tenemos en este país hace que los estadounidenses, más o menos, estén más predispuestos, pienso, a querer traer el «Nunca Más» a la vida.

La culpa que la administración de Clinton expresó, que Bill Clinton expresó sobre Ruanda, creó un espacio en nuestra sociedad para el consenso de que lo ocurrió en Ruanda fue un catástrofe inaceptable.

Y que deseamos haber hecho más y que es algo de lo que el movimiento ha tomado ventaja.

Los gobiernos europeos, en su mayoría, no han reconocido responsabilidad, y no hay de qué serlo, más o menos es un tira y afloje.

Así que este movimiento, si es que va ser duradero y global, tendrá que cruzar fronteras y tendrá que ver a otros ciudadanos en democracias, no simplemente descansando sobre sus asunciones de que el gobierno de ellos hará algo para enfrentar el genocidio, sino haciendolo así.

Los gobiernos nunca ejercerán fuerzas contra crímenes de esta magnitud de forma natural y comprometida.

Como hemos visto, ni siquiera han tratado de proteger nuestros puertos o tomar control de armas nucleares sin supervisión.

¿Por qué esperaríamos que a una burocracia le interese el sufrimiento ajeno? Pues una razón es que aún no se haya globalizado La segunda razón, por supuesto, es que en este momento, especialmente en la historia de los EEUU, tenemos un problema de credibilidad, un problema de legitimidad en las instituciones internacionales.

Es estructuralmente muy, pero muy, difícil de hacer, tal y como la administración de Bush lo hace, lo cuál es denunciar el genocidio un lunes para luego defender la tortuna del submarino como obligatoria un martes y regresar un miercoles para revisar el compromiso de las tropas.

Hoy en día, otros países tienen sus propias razones para no intervenir.

Permitanme ser clara.

De alguna forma, ellos están usando la administración de Bush como una cuartada.

Sin embargo, es esencial para nosotros, que seamos lideres en esta esfera, por supuesto, para restablecer nuestro lugar y liderazgo en el mundo.

La recuperación tomará un tiempo.

Tenemos que preguntarnos, ¿y ahora qué? Qué haremos para avanzar como país y como ciudadanos en relación con los peores lugares del mundo, el peor sufrimiento, asesinos y tipos de asesinos que podrían pasar por nuestros hogares en un futuro.

Para tratar de resolver este problema me volqué hacia un hombre del que muchos de ustedes tal vez no hayan escuchado, un brasileño llamado Sergio Vieira de Mello el cual, como dijo Chris, fue «volado» en Irak el el 2003.

Él fue la victima de la primera bomba-suicida en Irak.

Es difícil recordar, pero hubo un momento, en el verano de 2003, incluso después de la invasión de EEUU, en el que sin contar los saqueos, los civiles estaban relativamente seguros en Irak.

Ahora, ¿quién fue Sergio? Sergio Vieira de Mello era su nombre.

Aparte de ser brasileño, me hablaron de él antes de que lo conocierá en 1994 como alguien que era una mezcla de James Bond por un lado y Bobby Kennedy por el otro.

Y en la ONU no se encuentran muchas personas con estas cualidades.

Era como James Bond en el sentido que era ingenioso.

Le atraía el fuego, lo asechaba, de manera irresistible le gustaba.

Un adicto a la adrenalina.

Tenía éxito con las mujeres.

Era como Bobby Kennedy porque de alguna forma uno nunca podía saber si era un realista enmascarado de idealista o un idealista enmascarado de realista, tal cual la gente siempre se preguntó sobre Bobby Kennedy y John Kennedy.

Lo que sí fue es un decatleta en la construcción de naciones, en la resolución de problemas en los peores lugares del mundo y en los lugares más corrompidos de este mundo.

En Estados decadentes, Estados genocidas, Estados mal gobernados; precisamente aquellos lugares que amenazan la existencia de este país en el horizonte, y precisamente aquellos lugares donde la mayor parte del sufrimiento humano tiende a estar concentrado.

Estos son los lugares que a él le atraían.

Se movía con los titulares de periódicos.

Estuvo en la ONU por 34 años e ingresó a los 21 años de edad.

Empezó por causa de las guerras de los años ’70 fueron guerras de independencia y descolonización.

Estuvo allí en Bangladés lidiando con la emigración de millones de refugiados, la más grande ola migratoria en la historia hasta ese momento.

Estuvo en Sudán cuando ahí estalló la guerra civil.

Estuvo en Chipre justo después de la invasión turca.

Estuvo en Mozambique durante la guerra de independencia.

Estuvo en Líbano, increíblemente, estuvo en Líbano, la base de la ONU fue usada, los palestinos prepararon ataques desde atrás de la base de la ONU.

Entonces Israel invadió y arrasó con la base de la ONU.

Sérgio estaba en Beirut cuando la Embajada estadounidense fue atacada por el primer ataque suicida contra los Estados Unidos en la historia.

La gente data el inicio de esta nueva era a partir de 11/9, pero seguramente 1983, con el ataque a la Embajada estadounidense y los cuarteles de la Marina —de los cuales Sérgio fue testigo— son de hecho, de alguna manera, el amanecer de la era en la cual hoy nos encontramos.

Sérgio fue desde el Líbano hasta Bosnia en los ’90.

Los problemas eran, por supuesto, violencia sectaria étnica.

Él fue la primera persona en negociar con el Khmer Rouge.

Hablando del predominio del mal.

Es decir, aquí él estuvo en la misma habitación con la encarnación viva del mal en Camboya.

Negoció con los serbios.

En realidad, fue tan lejos en el campo de la negociación con el mal y tratando de convencer al mal que no necesitaba prevalecer.

Se ganó el sobrenombre de Serbio en lugar de Sergio mientras vivía en los Balcanes y dirigía este tipo de negociaciones.

Después de esto se fue a Ruanda y al Congo tras el genocidio, fue él quien tenía que decidir: «¡Ah! El genocidio ha acabado».

800.000 personas han sido asesinadas y los responsables están escapando a países vecinos, al Congo, Tanzania.

Soy Sergio, soy humanitario y quiero alimentar a aquéllos — no a los asesinos— pero quiero alimentar a dos millones de personas que están con ellos, así que iremos, Haremos campamentos y proporcionaremos ayuda humanitaria.

Pero los asesinos están dentro de los campamentos.

Bueno, me gustaría separar a las ovejas de los lobos.

permitanme ir de puerta en puerta en la comunidad internacional y ver si la alguien me da apoyo policíaco o tropas para la separación.

Su respuesta, por supuesto, no fue más que la que deseábamos para frenar el genocidio y poner nuestras tropas en peligro, tampoco queremos interponernos en el camino y arrancer a los genocidas de los campos.

Así que se tiene que tomar una decisión.

¿Retiras la ayuda, el grifo internacional que mantiene la vida y arriesgas a dos millones de vidas civiles? ¿O sigues alimentando a los civiles, sabiendo que los genocidas están en los campamentos, literalmente afilando sus cuchillos para la próxima batalla? ¿Qué harían? Es el terreno del «mal menor» en estos lugares corrompidos.

Al final de la década de los 90, la construcción de la nación fue la causa del día.

Él fue el hombre asignado al cargo.

Él es el Paul Bremer o el Jerry Bremer de Kosovo primero y luego de Timor Oriental.

Él gobierna estos lugares.

Él es el virrey, tiene que decidir sobre las tasas de impuestos, divisas, patrullas fronterizas, vigilancia.

Tiene que hacer todos estos juicios.

Es un brasileño en estos lugares, habla siete idiomas.

Ha estado así en 14 zonas de guerra, así que tal vez, está mejor preparado para tomas mejores decisiones que la gente que nunca ha hecho ese trabajo.

Pero de cualquier forma, él es un avanzado de nuestra experimentación, haciendo el bien con muy pocos recursos de apoyo, de nuevo, en los peores lugares del mundo.

Y después de Timor, sucede lo del 11/9.

En la ONU, fue nombrado Alto Comisionado de Derechos Humanos.

Tiene que equilibrar libertad y seguridad y arreglárselas, ¿qué haces cuando la nación más poderosa de la ONU no respeta la Convenio de Ginebra ni las leyes internacionales? ¿Lo denuncias? Bueno, si lo denuncias, probablemente no regreses a esa sala.

Tal vez te quedes reticente, tal vez trates de usar tu encanto con George Bush.

Y eso fue lo que el hizo, fue así como se ganó su desafortunada asignación y trágico final en Irak, resultando en su muerte.

Una observación con respecto a su muerte, la cual es devastadora, es que a pesar de predicar la guerra en Irak, en base a la conexión entre Saddam Hussein y el terrorismo del 11/9, aunque no lo crean, la administración de Bush o de los invasores no elaboró ningún tipo de plan para responder al terrorismo.

Así que Sergio, este receptáculo de conocimiento de como lidiar con el mal y como lidiar con corrupción, estuvo bajo los escombros por tres horas y media sin rescate.

Sin Estado, el hombre que trató de ayudar a las personas sin Estado durante toda su carrera.

Como un refugiado, porque representaba a la ONU.

Si representas a todos, de alguna forma, no representas a nadie.

No tienes afiliación.

Y lo que los estadounidenses —el ejército más poderoso en la historia de la humanidad— fueron capaces de hacer por su rescate, aunque no lo crean, fueron literalmente, dos heroicos soldados estadounidenses que entraron por un hueco mientras la construcción temblaba.

Uno de ellos había estado en el ataque del 11/9 y había perdido a sus amigos, sin embargo, entró y arriesgó su vida por salvar a Sergio.

Pero todo lo que tenían fue un bolso de mano femenino, literalmente, una de esas bolsas de canasta.

La ataron a unas cuerdas de cortina de una de las oficinas de la ONU y crearon un sistema de poleas dentro de este hueco del edificio aún tembloroso intentando rescatar a esta persona, la persona a quien más necesitamos hoy en día, este pastor, en momentos en los que tantos de nosotros sentimos la falta orientación.

Y esto fue el sistema de poleas, fue esto lo que logramos hacer por Sergio.

La buena noticia, dentro de lo que cabe, es que después del asesinato de Sergio y otras 21 personas, en ese ataque a la ONU, el ejército creó una unidad de búsqueda y rescate la cual cuenta con equipo de tecnología de punta: maderas para encofrados, grúas, el equipo que habrían necesitado para el rescate.

Pero fue muy tarde para Sergio.

Quiero terminar, pero quiero cerrar con lo que yo considero como las cuatro lecciones de la vida de Sergio sobre la pregunta, ¿cómo hacer para prevenir que el mal prevalesca? Así es como formularía la pregunta.

Aquí tenemos a este joven con una mente de 34 años pensando sobre las preguntas que como país estamos asechando.

Que nosotros, como ciudadanos, estamos asechando ahora.

¿Qué aprendemos? Primero, pienso, es su relación con el mal, siendo esto algo de lo que de verdad se aprende.

Él en el transcurso de su carrera, cambió mucho.

Tenía muchos defectos, pero se adaptaba fácilmente.

Pienso que esa era su mayor cualidad.

Empezó como alguien que denunciaba a quien hiciera daño, señalaba a la gente que violaba las leyes internacionales, y diría, estás violando la ley, esta es la Carta de las Naciones Unidas.

¿No te das cuenta que es inanceptable lo que estás haciendo? Y se reían de él porque no tenía el poder del Estado.

el poder del ejército o la policía.

él sólo tenía la reglas, tenía las normas y trató de usarlas.

Y en el Líbano, en el Sur de Líbano en 1982, se dijo a sí mismo y a todos los demás, no usaré la palabra «inaceptable» de nuevo.

Nunca la usaré de nuevo.

Haré lo posible para que así sea, pero no usaré esa palabra de nuevo.

Sin embargo, se embarcó en la dirección opuesta.

Empezó, tal como dije, por entrar en la habitación con el mal, por no denunciar, y se volvió casi cortés, cuando se ganó el sobrenombre de «Serbio», por ejemplo, e incluso cuando negoció con el Khmer Rouge habría ocultado lo que ocurrió antes de que entrará a la sala.

Pero al final de su vida creo que alcanzó un equilibrio del cual nosotros como país podemos aprender.

Preséntate en la sala, no tengas miedo de hablar con tus adversarios, pero no quites importancia a lo que pasó antes de entrar a la reunión.

No ocultes la historia, no dejes tus principios en la entrada.

Y pienso que eso es algo que nosotros debemos de ser en la sala.

Sea que fuera Nixon quien va a China, o Khrushchev y Kennedy o Reagan y Gorbachev.

Todo el gran progreso de este país en relación con nuestros adversarios ha ocurrido por ir a la sala.

Y no tiene que ser un acto de debilidad.

Se puede hacer mucho más para formar una coalición internacional contra un agresor o quien haga el mal, estando en esa sala, y mostrando al resto del mundo que esa persona, ese régimen, es el problema y que tú, lo Estados Unidos, no eres el problema.

La segunda enseñanza de la vida de Sergio, rápidamente, lo que me ha quedado, y que es de alguna manera la más importante.

Él expuso y exhibió una reverencia por la dignidad que era realmente muy inusual.

A un micronivel, los individuos alrededor de él eran visibles.

Él los miraba.

En un macronivel, pensó, sabes qué, hablamos de la promoción de la democracia, pero lo hacemos de tal forma que es una ofensa para la dignidad de las personas.

Ponemos gente en ayuda humanitaria y presumimos de esto porque gastamos tres mil millones.

Es realmente importante, esas personas no estarían vivas si los Estados Unidos, por ejemplo, no hubiera gastado ese dinero en Darfur, pero esa no es vida.

Si pensamos en la dignidad de nuestra conducta como ciudadanos y como individuos en relación con la gente a nuestro alrededor, y como país, si aún podemos inyectar el respeto por la dignidad en nuestras negociaciones con otros países, sería como una revolución.

Tercer punto, muy rápido, él hablo mucho sobre la liberación del miedo.

Y reconozco que hay muchas cosas a las que temer.

Hay muchas amenazas reales en el mundo.

Pero a lo que Sérgio se refería es, ajustemos nuestra relación con la amenaza.

No exageremos la amenaza, veámosla claramente.

Tenemos razón de temer por los pantanos de hielo que se derriten.

Tenemos razón en tener miedo por no haber protegido el material nuclear de la antigua Unión Soviética.

Enfoquémosnos en los retos y amenazas legítimas, pero no lleguemos a malas deciciones debido al pánico, al miedo.

En tiempos de miedo, por ejemplo, una de las cosas que Sergio solía decir es que «el miedo es un mal consejero».

Nos vamos a los extremos cuando no estamos operando o intentándolo, de nuevo, calibrar nuestra relación con el mundo a nuestro alrededor.

Cuarto, y último, punto.

Él de alguna forma, porque estaba trabajando en los peores lugares del mundo y en lo del «mal menor», tenía humildad, por supuesto, y conciencia de la complejidad del mundo a su alrededor.

Quiero decir, una conciencia clara de lo duro que era.

Una tarea tan difícil como la de Sísifo, y, sin embargo, conciente de esa complejidad, le produjo humildad, no fue paralizado por esta.

Y nosotros como ciudadanos, mientras vayamos viviendo esta experiencia, especie de crisis de confidencialidad, de competencia, de legitimidad, pienso que hay una tentación por retirarnos del mundo y decir, ¡Ah, Katrina, Irak! No sabemos lo que estamos haciendo.

No podemos darnos el lujo de alejarnos del mundo.

la cuestión es cómo estar en el mundo.

y la lección, creo, del movimiento anti-genocidio que he mencionado, que es un éxito parcial, pero que de ninguna forma ha alcazado lo que se propuso alcanzar, probablemente, pasaran muchas décadas antes de que eso ocurra.

Pero si queremos ver el cambio, nosotros tenemos que trasformarnos en ese cambio.

No podemos confiar en que nuestras instituciones hagan el trabajo de necesariamente hablar con adversarios por cuenta propia sin que nosotros construyamos el espacio para que eso ocurra, por tener respeto a la dignidad y por traer esa combinación de humildad y una especie de sentido audaz de la responsabilidad a la negociación con el resto del mundo.

Entonces, ¿triunfará el mal? ¿Es esa la pregunta? Pienso que la respuesta corta es: no, no al menos que lo permitamos.

Gracias.

Aplausos

https://www.ted.com/talks/samantha_power_a_complicated_hero_in_the_war_on_dictatorship/

 

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