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ROMANCES SOBRE EL EVANGELIO de San Juan de la Cruz

ROMANCES SOBRE EL EVANGELIO de San Juan de la Cruz

 

I

En el principio morava
el Verbo y en Dios vivía
en quien su felicidad
infinita posseýa.
El mismo Verbo Dios era
que el principio se dezía
él morava en el principio
y principio no tenía.
Él era el mismo principio
por eso dél carecía
el Verbo se llama Hijo
que del principio nacía.
Ale siempre concevido
y siempre le concevía
dale siempre su sustancia
y siempre se la tenía.
Y assí la gloria del Hijo
es la que en el Padre avía
y toda su gloria el Padre
en el Hijo posseýa.
Como amado en el amante
uno en otro residía
y aquese amor que los une
en lo mismo convenía.
Con el uno y con el otro
en ygualdad y valía
tres personas y un Amado
entre todos tres avía,
Y un amor en todas ellas
un amante los hazía
y el amante es el amado
en que cada qual vivía.
Que el ser que los tres posseen
cada cual le posseýa
y cada qual de ellos ama
a la que este ser tenía.
Este ser es cada una
y éste solo las unía
en un inefable nudo
que dezirse no savía.
Por lo qual era infinito
el amor que los unía
porque un solo amor tres tienen
que su esencia se dezía
qu’el amor, quanto más une
tanto más amor hazía.

De la comunicación de las tres Personas.

II

En aquel amor inmenso
que de los dos procedía
palabras de gran regalo
el Padre al Hijo dezía
de tan profundo deleite
que nadie las entendía
sólo el Hijo lo gozaba
que es a quien pertenecía.
Pero aquello que se entiende
desta manera dezía
—Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta
en ti mismo lo quería
el que a ti más se parece
a mi más satisfazía.
Y el quen nada te semeja
en mí nada hallaría
en ti solo me e agradado
¡o vida de vida mía!.
Eres lumbre de mi lumbre
eres mi sabiduría
figura de mi substancia
en quien bien me complazía.
Al que a ti te amare Hijo
a mí mismo le daría
y el amor que yo te tengo
ésse mismo en él pondría
en razón de aver amado
a quien yo tanto quería.

De la creación

III

—Una esposa que te ame
mi Hijo darte quería
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa
del mismo que yo comía
porque conozca los bienes
que en tal Hijo yo tenía
y se congracie conmigo
de tu gracia y loçanía.
—Mucho lo agradezco Padre,
—el Hijo le respondía—
a la esposa que me dieres
yo mi claridad daría
para que por ella vea
quánto mi Padre valía
y cómo el ser que posseo
de su ser lo recevía.
Reclinarla e yo en mi braço
y en tu amor se abrasaría
y con eterno deleite
tu bondad sublimaría.

Prosigue

IV

—Hágase pues —dixo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dixo
el mundo criado avía.
Palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría
el qual en dos aposentos
alto y baxo dividía.
El baxo de differencias
infinitas componía
mas el alto hermoseava
de admirable pedrería.
Porque conozca la esposa
el Esposo que tenía
en el alto colocava
la angélica jerarchía
pero la natura humana
en el baxo la ponía
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
desta suerte los ponía
pero todos son un cuerpo
de la esposa que dezía:
Que el amor de un mismo Esposo
una esposa los hazía.
Los de arriva posseýan
al Esposo en alegría
los de abaxo en esperança
de fee que les infundía
diziéndoles que algún tiempo
él los engrandecería
y que aquella su baxeza
él se la levantaría
de manera que ninguno
ya la vituperaría
porque en todo semejante
él a ellos se haría
y se vendría con ellos
y con ellos moraría
y que Dios sería hombre
y que el hombre Dios sería
y trataría con ellos
comería y bebería
y que con ellos contino
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría
quando se gozaran juntos
en eterna melodía
porque él era la cabeça
de la esposa que tenía
a la qual todos los miembros
de los justos juntaría
que son cuerpo de la esposa,
a la qual él tomaría
en sus braços tiernamente
y allí su amor le daría
y que assí juntos en uno
al Padre la llevaría
donde del mismo deleite
que Dios goza gozaría
que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro
assí la esposa sería
que dentro de Dios absorta
vida de Dios viviría.

Prosigue

V

Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!

Prosigue

VI

En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.

Prosigue la Encarnación.

VII

Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.

Prosigue

VIII

Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.

Del Nacimiento

IX

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.

 

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