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Ariel Garten: Conócete a ti mismo, con un escáner cerebral – Charla TEDxToronto 2011

Charla «Ariel Garten: Conócete a ti mismo, con un escáner cerebral» de TEDxToronto 2011 en español.

Imagina jugar a un videojuego controlado por la mente. Ahora imagina que el juego también te instruye sobre tus propios patrones de estrés, sobre tu relajación y concentración. En TEDxToronto, Ariel Garten muestra cómo inspeccionar nuestra propia actividad cerebral le da un nuevo significado al antiguo aforismo «conócete a ti mismo».

  • Autor/a de la charla: Ariel Garten
  • Fecha de grabación: 2011-09-23
  • Fecha de publicación: 2011-01-26
  • Duración de «Ariel Garten: Conócete a ti mismo, con un escáner cerebral»: 904 segundos

 

Traducción de «Ariel Garten: Conócete a ti mismo, con un escáner cerebral» en español.

La máxima «Conócete a ti mismo» viene de los antiguos griegos.

Algunos atribuyen este pensamiento de la era dorada a Platón, otros a Pitágoras.

Pero la verdad es que no importa realmente qué sabio lo dijo primero porque es un consejo sabio incluso hoy.

«Conócete a ti mismo».

Es conciso, casi al extremo de carecer de sentido, pero suena familiar y verdadero,

¿no?

«Conócete a ti mismo».

Entiendo este aforismo atemporal como una declaración sobre los problemas, o más exactamente, sobre las confusiones, de la conciencia.

Siempre me fascinó el conocimiento de uno mismo.

Esta fascinación me llevó a sumergirme en el arte, a estudiar neurociencia y más tarde a ser psicoterapeuta.

Hoy combino todas mis pasiones como DGE de InteraXon, una empresa de informática neurodirigida.

Mi objetivo, en esencia, es ayudar a las personas a estar más a tono con sí mismas.

Y lo tomo de este aforismo: «Conócete a ti mismo».

Si lo piensan este imperativo es una característica distintiva de nuestra especie

¿verdad?

Digo, es la autoconciencia la que separa al homo sapiens de otros eslabones de nuestra humanidad.

Hoy estamos demasiado ocupados con nuestros iPhones y iPods como para detenernos a auto-conocernos.

Con el aluvión de conversaciones minuto a minuto, los correos, el intercambio incesante de los canales de contenido, las claves, aplicaciones, recordatorios, los tweets y etiquetas perdemos de vista qué hay detrás de todo ese alboroto: nosotros.

Estamos paralizados gran parte del tiempo por las tantas maneras de reflejarnos en el mundo.

Y apenas si hallamos el tiempo para reflexionar sobre nuestro propio ser.

Nos enmascaramos tras todo esto.

Y sentimos que necesitamos irnos muy, muy lejos a un retiro aislado, y dejar todo atrás.

Y nos vamos bien lejos a la cumbre de una montaña suponiendo que si llegamos allí ilesos seguro que eso nos dará el respiro que necesitamos para ordenar el desorden, el caos cotidiano, y reencontrarnos nuevamente.

Pero en esa montaña en la que conseguimos esa hermosa paz mental

¿qué estamos logrando?

Sólo es un escape exitoso.

Piensen en la palabra que usamos: «retiro».

La «retirada» es el término que usa el ejército cuando pierde una batalla.

Significa que tenemos que irnos de aquí.

¿Sentimos de esa manera las presiones del mundo que, para adentrarnos en nosotros mismos, tenemos que correr a las montañas?

Y el problema de escaparse del día a día es que tarde o temprano tenemos que volver.

Así que, si lo pensamos, somos casi como turistas que nos visitamos a nosotros mismos.

Y a la larga las vacaciones se terminan.

Y mi pregunta es entonces:

¿hay maneras de auto-conocernos sin escapar?

¿Podemos redefinir nuestra relación con el mundo tecnologizado para tener ese sentimiento profundo de auto-conciencia que estamos buscando?

¿Podemos vivir el aquí y ahora interconectado y aún así seguir ese mandato ancestral «conócete a ti mismo»?

Y yo digo que la respuesta es sí.

Estoy aquí hoy para compartir una nueva forma de trabajar con la tecnología con este fin de familiarizarnos con nuestro yo interior como nunca antes; humanizando la tecnología, fomentando esa búsqueda secular del hombre por conocerse más a sí mismo.

Se llama informática neurodirigida.

Puede que hayan notado, o no, que tengo un pequeño electrodo en la frente.

En realidad un sensor de ondas cerebrales que lee la actividad eléctrica del cerebro conforme doy esta charla.

Estas ondas cerebrales se pueden analizar y ver en forma gráfica.

Se los mostraré.

Esa línea azul es la onda cerebral.

Es la señal directa registrada en mi cabeza graficada en tiempo real.

Las barras verdes y rojas muestran esa misma señal vista por frecuencia: las frecuencias más bajas aquí, y las más altas por aquí.

Están viendo dentro de mi cabeza mientras hablo.

Son gráficos atractivos, ondulantes, pero, desde una perspectiva humana, en realidad no son muy útiles.

Por eso hemos pasado mucho tiempo pensando la forma de dotarlo de sentido para los usuarios.

Por ejemplo:

¿qué tal si uso estos datos para ver mi estado de relajación actual?

¿Y si extraigo esa información y le doy forma orgánica en la pantalla?

La figura de la derecha se vuelve un indicador de lo que sucede en mi cabeza.

Cuanto más me relajo, menos energía pasará por ahí.

También puede interesarme saber mi estado de concentración; por eso puedo poner mi nivel de atención en el tablero, del otro lado.

Cuanto más concentrado esté mi cerebro, más energía aparecerá en el tablero.

Por lo general no tenemos forma de saber cuán concentrados o relajados estamos de manera tangible.

Como sabemos, nuestra percepción de cómo nos sentimos es muy poco confiable.

Es ese aumento paulatino de estrés que ni siquiera notamos hasta que surte efecto en alguien que no se lo merecía y ahí nos damos cuenta que quizá deberíamos habernos controlado un poco antes.

Esta nueva conciencia brinda un abanico enorme de aplicaciones para ayudarnos a mejorar nuestras vidas y a nosotros mismos.

Tratamos de crear tecnologías que usen esas ideas para hacer más eficiente nuestro trabajo, más relajado el descanso más profundas nuestras conexiones, y más gratificantes que nunca.

Compartiré algunos proyectos con Uds.

en un momento pero primero quiero que veamos cómo llegamos hasta aquí.

Por cierto, siéntanse libres de mirar mi actividad cerebral.


(Risas)
Mi equipo de InteraXon y yo hace casi 10 años que hacemos aplicaciones neurodirigidas.

En la primera fase del desarrollo nos entusiasmaban todas las cosas que se pueden controlar con la mente.

Hacíamos que las cosas se activen, enciendan y funcionen con sólo pensar.

Estábamos trascendiendo el espacio entre la mente y el dispositivo.

Pergeñamos muchos prototipos y productos dirigidos por la actividad neuronal como los electrodomésticos neurodirigidos, carreras de autos, videojuegos, o sillas que levitaban.

Creamos tecnologías y aplicaciones que cautivaron la imaginación de las personas y fue muy emocionante.

Luego nos pidieron hacer algo muy importante para los JJ.OO.

Nos convocaron para crear una instalación gigante en los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010.

Desde Vancouver se controlaban las luces de la Torre C.N.

el edificio del Parlamento de Canadá y las Cataratas del Niágara atravesando todo el país con sus mentes.

En los JJ.OO., en 17 días los 7000 visitantes de todo el mundo realmente controlaron la iluminación de la Torre C.N., del Parlamento y de Niágara en tiempo real usando sus mentes a través del país a 3000 km.

Así que controlar cosas con la mente es genial.

Pero a nosotros siempre nos interesa la interacción humana multicapa.

Por eso empezamos a investigar las aplicaciones neurodirigidas en un marco más complejo que sólo el control.

Tenía que ver con la receptividad.

Nos dimos cuenta de que teníamos un sistema con una tecnología que conocía algo sobre nosotros.

Que podía entablar una relación con nosotros.

Creamos una sala receptiva en la que la música, las luces y las persianas responden a nuestro estado.

Acompañan esos pequeños cambios de la actividad mental.

A medida que uno se va relajando al final de un día ajetreado, en el sofá o en la oficina, la música se va atenuando con uno.

Cuando uno lee, la lámpara del escritorio se pone brillante.

Si uno dormita, el sistema lo advierte, y atenúa las luces al mismo tiempo.

Después nos dimos cuenta de que si la tecnología sabe algo de nosotros y lo usa para ayudarnos se le puede dar una aplicación más útil que esa.

Podríamos conocer algo de nosotros mismos.

Podríamos conocer lados de nosotros mismos que eran casi invisibles y llegar a ver cosas que antes estaban ocultas.

Ahora les mostraré a qué me refiero, con un ejemplo.

Esta es una aplicación que hice para el iPad.

El objetivo del primer juego Zen Bound es envolver una pieza de madera con una cuerda.

Esta versión con un dispositivo en la cabeza se conecta de forma inalámbrica al iPad o al teléfono.

En el dispositivo hay sensores en el tejido sobre la frente y encima de la oreja.

En el primer juego Zen Bound uno interactuaba con los dedos sobre la superficie.

En nuestro juego, por supuesto, uno controla la pieza de madera que aparece en pantalla con la mente.

Si nos concentramos en la pieza de madera, ésta rota.

Cuanto más nos concentramos, más rápido rota.

Esto es de verdad.

No es un truco.

Pero lo que más me interesa es que al final del juego nos da estadísticas y retorno de lo que hicimos.

Nos da gráficos y tablas que nos muestran el desempeño del cerebro y no sólo cuánta cuerda usamos o cuántos puntos hicimos sino qué sucedió dentro de nuestra mente.

Es información de retorno valiosa que podemos usar para entender qué sucede en nuestro interior.

Me gusta llamarlo «intraactivo».

Por lo general pensamos la tecnología como interactiva.

Esta tecnología es intraactiva.

Comprende lo que ocurre en nuestro interior y entabla una especie de relación receptiva entre nosotros y nuestra tecnología de modo que podamos usarla para progresar nosotros.

Podemos usar esta información para comprendernos en un ciclo de respuesta.

En InteraXon, la tecnología intraactiva es una de nuestras ideas fuerza.

Se trata de comprender el mundo interior y reflejarlo hacia el exterior con este ciclo estrecho.

Por ejemplo, la informática neurodirigida puede enseñarle a los niños con TDAH a concentrar su atención.

Al concentrase en algo, los niños con TDAH registran baja proporción de ondas beta y altas proporciones de estados theta.

Pueden crearse aplicaciones que premien los estados de concentración.

Así, imaginemos niños que manejan videojuegos con sus ondas cerebrales y, al hacerlo, van mejorando los síntomas del TDAH.

Puede ser tan efectivo como el Ritalin.

Y tal vez más importante aún, la informática neurodirigida puede darle datos a los niños con ADAH sobre la fluctuación de sus propios estados mentales para que puedan conocerse mejor a sí mismos y conocer mejor sus necesidades de aprendizaje.

La forma en que estos niños puedan usar este conocimiento para mejorarse pondrá fin a muchos estigmas sociales, tan nocivos y generalizados, que enfrentan las personas diagnosticadas como diferentes.

Podemos observar el interior de nuestras cabezas e interactuar con eso que antes nos estaba vedado, que alguna vez nos desconcertaba y separaba.

La tecnología cerebral puede comprendernos, anticipar nuestras emociones y encontrar las mejores soluciones a nuestras necesidades.

Imaginen toda este conocimiento de la persona procesado y proyectado a lo largo de toda la vida.

Imaginen las ideas que pueden sacar de esta suerte de segunda mirada.

Será como conectarnos a nuestro propio Google.

Y, ya que menciono a Google, hoy es posible buscar y etiquetar imágenes en función de lo uno pensaba y sentía en el momento de mirarlas.

Pueden etiquetar con «feliz» las imágenes de cachorros, o el nombre que los cachorros les inspiren, y después pueden buscar en esa base de datos y navegarla según sus sentimientos en vez de poner claves que sólo insinúan cosas.

O pueden etiquetar fotos de Facebook con las emociones que les despertaron esos recuerdos y luego priorizar de inmediato los flujos que captan nuestra atención como éste.

La tecnología humanizante consiste en tomar lo que ya es natural de la experiencia humano-tecnología y crear tecnología que se ajuste a eso perfectamente.

Y que alineada con nuestro comportamiento humano nos permita darle más sentido a lo que hacemos y entender por qué lo hacemos brindando un panorama general a partir de los detallitos importantes que hacen de nosotros quienes somos.

La tecnología humanizada permite controlar la calidad de los ciclos del sueño.

Cuando nuestra productividad empieza a mermar podemos volver a los datos y ver cómo establecer un equilibrio más efectivo entre trabajo y juego.

¿Saben qué cosas les producen fatiga, o qué cosa les consumen ese yo energético, qué desencadena ese estado de depresión, o qué cosas divertidas los sacarán de esa mieditis?

Imaginen si tuvieran acceso a esos datos y pudieran calificar en una escala de felicidad general qué personas les han hecho más felices en la vida o qué actividades les producen alegría.

¿Les dedicarían más tiempo a esas personas?

¿Tendrían más prioridad?

¿Se divorciarían?

La informática neurodirigida puede permitirnos crear imágenes, coloridas y estratificadas, de nuestras vidas.

Con esto podemos obtener la información interna de nuestra felicidad psíquica y armar una historia de los comportamientos en el tiempo.

Podemos empezar a ver las narrativas subyacentes que nos motivan y nos dicen qué está ocurriendo.

A partir de esto podemos aprender a cambiar la trama, el resultado y el carácter de nuestras historias personales.

Hace dos mil años esos griegos tuvieron ideas potentes.

Ellos sabían una pieza fundamental encaja en su sitio si uno empieza a experimentar esa pequeña frase y entra en contacto con uno mismo.

Ellos comprendían el poder de la narrativa humana y el valor del ser humano como agente de cambio, evolución y crecimiento.

Pero ellos comprendían algo más fundamental; la alegría diáfana del descubrimiento, el placer y la fascinación que nos provoca el mundo y nuestra presencia en él, cuánto nos enriquece ver, sentir y conocer la vida que nos constituye.

Mamá es artista y yo de niña a menudo solía verla darle vida a las cosas con unas pinceladas.

En un momento todo estaba en blanco, era mera posibilidad.

Al siguiente, cobraba vida con sus ideas y expresiones coloridas.

Sentada al lado del caballete, observándola transformar lienzo tras lienzo, aprendí que uno puede crear su propio mundo.

Aprendí que nuestros mundos interiores -ideas, emociones, imaginaciones- no están confinados al cerebro o al cuerpo.

Si podemos pensarlo, si podemos descubrirlo, podemos darle vida.

Par mí, la informática neurodirigida es tan simple y poderosa como un pincel.

Es otra herramienta para desbloquear y dar vida a nuestros mundos interiores.

Espero con ansias el día en que pueda sentarme a ver sus caballetes a mirar el mundo que podemos crear con estas nuevas herramientas y ver los descubrimientos que podemos hacer sobre nosotros mismos.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/ariel_garten_know_thyself_with_a_brain_scanner/

 

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