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La oscura historia de las pruebas de coeficiente intelectual – Stefan C. Dombrowski – Charla TED-Ed

Charla «La oscura historia de las pruebas de coeficiente intelectual – Stefan C. Dombrowski» de TED-Ed en español.

Ver la lección completa en https://ed.ted.com/lessons/the-dark-history-of-iq-tests-stefan-c-dombrowski

En 1905, los psicólogos Alfred Binet y Théodore Simon diseñaron una prueba para niños con dificultades de aprendizaje en escuelas de Francia. Pensada para identificar a los que requerían atención especial, este método sentó las bases de la prueba moderna del coeficiente intelectual, o CI. Pero ¿cómo funcionan los tests de CI, y reflejan la inteligencia de manera fidedigna? Stefan C. Dombrowski analiza el uso de estas pruebas a través de la historia.

Lección de Stefan C. Dombrowski; dirección de Kozmonot Animation Studios.

  • Autor/a de la charla: Stefan C Dombrowski
  • Fecha de grabación: 2020-04-27
  • Fecha de publicación: 2020-04-27
  • Duración de «La oscura historia de las pruebas de coeficiente intelectual – Stefan C. Dombrowski»: 346 segundos

 

Traducción de «La oscura historia de las pruebas de coeficiente intelectual – Stefan C. Dombrowski» en español.

En 1905, los psicólogos Alfred Binet y Théodore Simon diseñaron una prueba para niños franceses con dificultades de aprendizaje.

Pensado para identificar a los que necesitaban atención especial, ese método sentó las bases del test de coeficiente intelectual.

A fines del siglo XIX, los investigadores plantearon una hipótesis: ciertas habilidades cognitivas, como el razonamiento verbal, la memoria de trabajo y la percepción visual-espacial, expresaban el nivel de inteligencia general, llamado «factor g».

Simon y Benet diseñaron una serie de pruebas para medir cada una de estas habilidades y reunir los resultados en un solo puntaje.

Las preguntas variaban según el grupo etario, y la puntuación de un niño reflejaba su desempeño con respecto a otros de su edad.

Si se dividía el puntaje de una persona entre su edad y se multiplicaba el resultado por 100, se obtenía el coeficiente intelectual, o CI.

Actualmente, un puntaje de 100 representa la media en una población de muestra, donde el 68 % de la población se ubica entre los 85 y 115 puntos.

Simon y Benet creyeron que las habilidades evaluadas en ese test eran indicadores de la inteligencia general.

Pero ni en aquel momento ni ahora hay un consenso único sobre la definición de inteligencia general.

Esa imprecisión dejó la puerta abierta para que muchos usaran esta prueba al servicio de sus propios preconceptos sobre qué es la inteligencia.

Lo que en un comienzo se utilizó para quienes necesitaban ayuda escolar pronto se aprovechó para seleccionar personas con otros fines, generalmente al servicio de ideologías intrínsecamente equivocadas.

Una de las primeras aplicaciones a gran escala se dio en EE.

UU.

en la Primera Guerra, cuando los militares usaron el test de CI para seleccionar reclutas y capacitarlos como oficiales.

En esa época, muchos creían en la eugenesia, o la idea de que los rasgos genéticos deseables e indeseables pueden y deben ser controlados en los seres humanos mediante la reproducción selectiva.

Este concepto era sumamente debatible, pues postulaba que la inteligencia no solo era inalterable y heredada, sino que además estaba ligada a la raza.

Regidos por la eugenesia, los científicos usaron los resultados de la iniciativa militar para llegar a la conclusión errónea de que ciertos grupos raciales eran intelectualmente superiores a otros.

Sin tener en cuenta que muchos de los reclutados para la prueba eran inmigrantes recién llegados a EE.

UU., sin educación formal ni conocimientos de inglés, esos científicos crearon una jerarquía cognitiva errónea para los grupos étnicos.

La intersección entre la eugenesia y el test de CI influyó no solo en la ciencia, sino también en la política.

En 1924, el estado de Virginia aprobó una ley que permitía la esterilización forzada de personas con bajo índice de inteligencia, decisión apoyada por la Suprema Corte de EE.

UU.

En la Alemania nazi, el gobierno autorizó la matanza de niños con bajo coeficiente intelectual.

Luego del Holocausto y el Movimiento por los derechos civiles, el uso discriminatorio de los tests de inteligencia empezó a ser cuestionado desde una perspectiva moral y científica.

Los investigadores empezaron a reunir pruebas sobre la incidencia del entorno en el CI.

Por ejemplo, con las periódicas adaptaciones de las pruebas de CI durante el siglo XX, las nuevas generaciones obtuvieron puntajes más altos en antiguos tests que las generaciones precedentes.

Este fenómeno, conocido como «el efecto Flynn», tuvo una evolución demasiado rápida para atribuirla a rasgos heredados.

En realidad, es más probable que la causa radique en el entorno: mejor educación, mejor atención sanitaria y mejor nutrición.

A mediados del siglo XX, los psicólogos también probaron los tests de inteligencia para evaluar otros aspectos y no solo la inteligencia general, en especial la esquizofrenia, la depresión y demás trastornos psiquiátricos.

Estos diagnósticos se basaban, en parte, en evaluaciones clínicas y se valían de un subgrupo de las pruebas usadas para determinar el CI, una práctica que, según se comprobó más tarde, no arrojaba información clínica útil.

Actualmente, los tests de CI emplean muchos elementos de diseño y preguntas similares a las de las primeras pruebas.

Aunque existen mejores técnicas para identificar potenciales sesgos, esas pruebas ya no se utilizan para diagnosticar trastornos psiquiátricos.

Pero aún se usa una práctica similar con puntuaciones de subpruebas para diagnosticar problemas de aprendizaje, aunque es desaconsejada por numerosos expertos.

En todo el mundo, los psicólogos aún usan los tests de CI para identificar deficiencias intelectuales, y sus resultados pueden ayudar a tomar mejores decisiones en cuanto a apoyo educativo, capacitación laboral y asistencia social.

Los resultados de las pruebas de CI se han usado para justificar medidas atroces e ideologías sin fundamento científico.

Esto no significa que la prueba carezca de utilidad.

Por el contrario, ayuda a medir la capacidad de razonar y de resolver los problemas que plantea.

Pero eso no es lo mismo que medir el potencial de una persona.

Si bien las pruebas de CI están sujetas a complejos cuestionamientos de índole política, histórica, científica y cultural, son cada vez más los investigadores que coinciden en este punto y rechazan la idea de que los individuos pueden ser clasificados por un puntaje numérico único.

https://www.ted.com/talks/stefan_c_dombrowski_the_dark_history_of_iq_tests/

 

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