Las pinturas rupestres de Altamira, como las de Lascaux, pertenecen a un mismo período. El propósito de unas y otras no es mágico en absoluto ni pretende ser objeto de adoración alguna. Se trata de unas figuras realistas en extremo, pintadas en profundas cavidades oscuras, poco accesibles.
Su pretensión es la de prefigurar el momento dela caza.