Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » Ken Goldberg: 4 lecciones de los robots sobre ser humanos – Charla TEDxBerkeley

Ken Goldberg: 4 lecciones de los robots sobre ser humanos – Charla TEDxBerkeley

Charla «Ken Goldberg: 4 lecciones de los robots sobre ser humanos» de TEDxBerkeley en español.

Cuanto más se arraigan los robots en nuestras vidas diarias, más forzados estamos a examinarnos como personas. En TEDxBerkeley, Ken Goldberg comparte 4 lecciones bien humanas que ha aprendido trabajando con robots. (Filmado en TEDxBerkeley)

  • Autor/a de la charla: Ken Goldberg
  • Fecha de grabación: 2012-02-04
  • Fecha de publicación: 2012-05-27
  • Duración de «Ken Goldberg: 4 lecciones de los robots sobre ser humanos»: 1029 segundos

 

Traducción de «Ken Goldberg: 4 lecciones de los robots sobre ser humanos» en español.

Sé que esto sonará extraño, pero pienso que los robots nos pueden inspirar a ser mejores humanos.

Miren, yo crecí en Bethlehem, Pennsylvania, el hogar de Bethlehem Steel.

Mi padre fue un ingeniero, y cuando yo crecía, él me enseñaba cómo funcionaban las cosas.

Juntos construíamos proyectos, como cohetes de modelismo y coches para pista de carrera.

Aquí está el «go-kart» construido por nosotros.

Ese soy yo detrás del volante, con mi hermana y mi mejor amigo en aquel tiempo, y un día, él vino a casa, cuando yo tenía cerca de 10 años, y en la mesa del comedor, él anunció que para nuestro siguiente proyecto, construiríamos un robot.

Un robot.

Entonces, estaba muy entusiasmado por esto, porque en la escuela, había un abusivo llamado Kevin, que me molestaba porque yo era el único niño judío de la clase.

Por tanto, no veía la hora de empezar a trabajar en esto para mostrarle a Kevin mi robot.


(Risas)
(Ruidos de robot) Pero esa no era la clase de robot que mi papá tenía en mente.

Vean, él era propietario de una compañía para cromado.

y ellos tenían que mover partes pesadas de acero entre tinas de químicos, y por tanto necesitaba un robot industrial como este para acarrear la carga pesada.

Pero mi papá tampoco consiguió la clase de robot que quería.

Junto a él trabajamos en éste por varios años, pero fue en los años 70, y la tecnología disponible a los aficionados no existía aún.

Así que mi papá continuó haciendo este tipo de trabajo a mano, y algunos años después, él fue diagnosticado con cáncer.

Verán, lo que el robot que tratábamos de construir le decía no tenía que ver con acarrear la carga pesada.

Era una advertencia sobre la exposición de mi papá a los químicos tóxicos.

Él no reconoció esto en ese tiempo, y contrajo leucemia, y murió a los 45 años de edad.

Yo estaba devastado por esto, y nunca olvido el robot que tratamos de construir.

Cuando ingresé a la universidad, decidí estudiar ingeniería, como él.

Fui a Carnegie Mellon y obtuve mi doctorado en robótica.

He estado estudiando robots desde entonces.

Así, lo que quisiera contarles son cuatro proyectos con robots y cómo ellos me han inspirado a ser un mejor ser humano.

Para 1993, yo era un joven profesor en la Universidad del Sur de California, y precisamente construía mi propio laboratorio de robótica, y este fue el año en que llegó la Red Informática Mundial (WWW).

Recuerdo a mis estudiantes que me contaron de esta red, y estábamos…

estábamos tan sorprendidos.

Comenzamos jugando con esto y aquella tarde, nos dimos cuenta cómo podríamos usar esta interfaz nueva y universal para permitir a cualquiera en el mundo operar el robot en nuestro laboratorio.

Así, en vez de tenerlo para pelear o hacer trabajo industrial, decidimos hacer un plantador, pusimos el robot en el centro, y lo llamamos el Tele-jardín.

Y tuvimos que poner una cámara en el sujetador de la mano del robot y escribimos algunas secuencias de comandos especiales y software para que cualquiera en el mundo pudiese entrar y haciendo clic en la pantalla pudiese activar el robot y visitar el jardín.

Además, también permitimos configurar otro software que les permitía participar y ayudarnos a regar el jardín remotamente y si Uds.

regaban el jardín algunas veces, les dábamos sus propias semillas para plantar.

Ahora, esto fue un proyecto, un proyecto de ingeniería, y publicamos algunos artículos sobre el diseño, el diseño del sistema, pero también lo pensamos como instalación de arte.

Fue invitado, después del primer año, por el Museo Ars Electrónica en Austria para tenerlo instalado en su vestíbulo, y estoy feliz de decir que permaneció ahí en línea 24 horas al día, durante casi 9 años.

Este robot fue operado por más gente que cualquier otro robot en la historia.

Y así, un día, recibí una llamada inesperada de un estudiante, quien hizo una muy simple pero profunda pregunta.

Él dijo, «

¿Es el robot real?

» Bueno, todos los demás hubieran supuesto que sí, y sabíamos que lo era porque estábamos trabajando con él.

Pero supe qué quiso decir, porque sería posible tomar un montón de fotos de flores en el jardín y entonces, básicamente, ordenarlas en un sistema informático tal que pareciera que había un robot real cuando no lo había.

Y cuanto más pensaba en esto no se me ocurría en una buena respuesta para que él pudiese distinguir la diferencia.

Fue justo cuando me ofrecieron una posición aquí en Berkeley; cuando llegué, busqué a Hubert Dreyfus, profesor de filosofía de renombre mundial, y hablé con él de esto, y me dijo: «Este es uno de los problemas más antiguos y más fundamentales de la filosofía.

Nos remonta a los escépticos, y de ahí a Descartes.

Es un problema epistemológico, el estudio de como sabemos cuando algo es verdad.

Así, comenzamos a trabajar juntos y acuñamos un nuevo término: ‘telepistemología’, el estudio del conocimiento a la distancia.

Invitamos a artistas, ingenieros y filósofos destacados para escribir ensayos sobre esto y los resultados, los resultados están compilados en este libro de la MIT Press.

Entonces, gracias a este estudiante que cuestionó aquello que los demás supusieron que era verdad, este proyecto me enseñó una lección importante sobre la vida, y es que siempre hay que cuestionar las suposiciones.

Ahora, les contaré del segundo proyecto surgido del Tele-jardín.

Conforme operaba, con mis alumnos estuvimos muy interesados en la interacción de la gente entre sí y en lo que estaban haciendo con el jardín.

Así comenzamos a pensar:

¿Y si el robot pudiera dejar el jardín e ir a algún otro ambiente interesante?

Como, por ejemplo,

¿Y si pudiera ir a una cena a la Casa Blanca?


(Risas)
Por esta razón nos estábamos interesando más en el diseño de sistemas y en la interfaz del usuario que en el hardware, decidimos en vez de tener un robot para remplazar al humano para ir a la cena, tendríamos un humano para remplazar al robot.

Lo llamamos el Tele-actor.

Conseguimos un humano, alguien que fuera muy cordial y sociable, equipada con un casco con varios equipos, cámaras y micrófonos, y luego una mochila con una conexión a Internet inalámbrica, y la idea fue que ella podía ir a un ambiente remoto interesante y entonces, a través de la Internet, la gente podía vivir lo experimentado por ella y ver lo visto por ella, pero entonces, incluso más importante, podían participar, interactuando el uno con el otro; llegando a ideas sobre lo siguiente que ella debía hacer; a dónde debería ir; y transmitírselo al Tele-actor.

Tuvimos la oportunidad de llevar el Tele-actor a la premiación de los «Webby Awards» en San Francisco.

Ese año el anfitrión fue Sam Donaldson.

Justamente antes de levantarse la cortina, tuve alrededor de 30 segundos para explicarle al Sr.

Donaldson qué haríamos.

Le dije: «El Tele-actor lo va a acompañar a Ud.

en el escenario; esto es un nuevo proyecto experimental; la gente en sus pantallas la estará observando; ella está equipada con cámaras, micrófonos y un audífono en su oído; y la gente desde la red le da recomendaciones sobre lo siguiente a hacer».

Y él dijo: «Espera un segundo, eso es lo que yo hago».


(Risas)
Por tanto, le encantó el concepto.

Cuando el Tele-actor entró al escenario, ella caminó directo a él y le dio un gran beso justo en los labios.


(Risas)
Estábamos totalmente sorprendidos.

No teníamos idea de lo que sucedería.

Él estuvo genial.

Sólo le dio a ella un gran abrazo en retorno y funcionó muy bien.

Pero esa noche, mientras empacábamos, pregunté a la tele-actriz cómo decidieron los Tele-directores que le diera un beso a Sam Donaldson.

Ella dijo: no lo decidieron.

Ella cuenta que cuando caminaba sobre el escenario, los Tele-directores estaban aún tratando de llegar a un acuerdo sobre qué hacer, entonces ella sólo se dirigió al escenario e hizo lo que sintió más natural.


(Risas)
Así, el éxito del Tele-actor aquella noche fue debido al hecho que ella fue una maravillosa actriz Ella supo cuando confiar en sus instintos, y por tanto el proyecto me enseñó otra lección sobre la vida, que es, ante la duda, improvisa.


(Risas)
Bueno, el tercer proyecto surgió de mi experiencia cuando mi padre estuvo en el hospital, sometiéndose a un tratamiento de quimioterapia, relacionado con otro tratamiento llamado braquiterapia, en el que se colocan «semillas» pequeñas, radioactivas en el cuerpo para tratar tumores cancerosos.

Y la forma de hacerlo, como pueden ver aquí…

los cirujanos insertan agujas en el cuerpo para liberar las semillas, todas estas semillas en paralelo, así es muy común penetrar órganos sensibles a las agujas y, como resultado, las agujas causan daño a estos órganos, y este daño produce traumas y efectos secundarios.

Así mis estudiantes y yo nos preguntamos,

¿qué tal si pudiéramos modificar el sistema para que las agujas pudieran llegar en diferentes ángulos?

Simulamos esto y desarrollamos algunos algoritmos de optimización; lo simulamos y pudimos demostrar que seríamos capaces de evitar los órganos delicados y aún así lograr la cobertura de los tumores con radiación.

Y ahora, estamos trabajando con médicos de la Universidad de California en San Francisco e ingenieros de John Hopkins y construimos un robot que tiene un número de, es un diseño especializado con diferentes articulaciones que permiten que las agujas se acerquen en una variedad infinita de ángulos y, como pueden ver aquí, pueden evitar órganos delicados y aún así alcanzar los objetivos pretendidos por ellas.

Entonces, al cuestionar la suposición de que todas las agujas tienen que ser paralelas, este proyecto me enseñó una lección importante: Cuando tu camino está bloqueado, pivota.

Y el último proyecto tiene relación con la cirugía robótica.

Y esto es algo que nació a partir del sistema llamado robot quirúrgico Da Vinci; es un dispositivo que está disponible comercialmente.

Lo usan unos 2000 hospitales en el mundo, y la idea es permitirle a los cirujanos operar cómodamente en su propio marco de coordenadas y muchas de las tareas menores en cirugía son muy rutinarias y tediosas, como suturar, y actualmente, todas éstas son realizadas bajo el específico e inmediato control del cirujano, causando fatiga al cirujano con el tiempo.

Y nos habíamos preguntado:

¿Y si pudiéramos programar al robot para realizar algunas de estas tareas menores, y de este modo liberar a los cirujanos para que se concentren en las partes más complicadas de la cirugía y también reducir el tiempo que lleva la cirugía?

¿Y si pudiéramos conseguir que el robot las haga un poco más rápido?

Bueno, es difícil programar un robot para hacer actividades delicadas como ésta, pero resulta que mi colega, Pieter Abbeel, que ha desarrollado aquí en Berkeley unas nuevas técnicas para enseñar a los robots con ejemplos.

De esta forma, ha conseguido robots que vuelan helicópteros, que hacen acrobacias increíbles, interesantes y bellas con sólo observar cómo pilotean expertos humanos.

Así, conseguimos uno de esos robots.

Comenzamos a trabajar con Pieter y sus estudiantes y le pedimos a un cirujano que realice una tarea, y al robot le pedimos al robot…

el cirujano realiza la tarea, y nosotros registramos los movimientos del robot.

Aquí tenemos un ejemplo.

Usaré un ocho como figura, rastrearemos la figura de ocho como ejemplo.

Aquí está cómo se ve cuando el robot…

así se ven las trayectorias del robot, esos tres ejemplos.

Bueno, son mucho mejores que los que un novato como yo podría hacer pero aún son erráticos e imprecisos.

Así registramos todos estos ejemplos, los datos, y luego seguimos una secuencia de pasos.

Primero, usamos un técnica llamada deformación temporal dinámica del reconocimiento de voz y esto nos permitió alinear temporalmente todos los ejemplos, y entonces aplicamos un filtro de Kalman, una técnica de teoría de control, que nos permite analizar estadísticamente todos los ruidos y extraer la trayectoria deseada subyacente.

Lo que hicimos fue tomar estos ejemplos humanos, ruidosas e imperfectas; de ellas extrajimos una trayectoria inferida de la tarea; y la secuencia de control para el robot.

Luego ejecutamos esto en el robot, observamos qué ocurre, ajustamos los controles usando una secuencia de técnicas llamada aprendizaje iterativo.

Incrementamos la velocidad un poco.

Observamos los resultados, ajustamos los controles de nuevo, y observamos lo ocurrido.

Y hacemos esto en varias rondas.

Y este es el resultado.

Esta es la trayectoria inferida de la tarea, y aquí tenemos al robot moviéndose a la velocidad del humano.

Aquí es cuatro veces la velocidad del humano.

Aquí es siete veces.

Y aquí está el robot operando a 10 veces la velocidad del humano.

Así, pudimos lograr que un robot realice tareas delicadas, como un tarea quirúrgica menor, a 10 veces la velocidad de un humano.

Así este proyecto también, gracias a la práctica y el aprendizaje que conllevó, hacer algo una y otra vez, este proyecto también deja una lección y es que si quieren hacer algo bien, no hay sustituto a la práctica, práctica, práctica.

Estas son las cuatro lecciones que he aprendido de los robots a través de los años, y la robótica, el campo de la robótica ha mejorado mucho con el tiempo.

Hoy en día, los alumnos de secundaria pueden construir robots como el robot industrial que mi papá y yo tratamos de construir.

Y ahora, tengo una hija, llamada Odessa.

Tiene ocho años de edad.

y también le gustan los robots.

Quizá lo llevamos en la sangre.


(Risas)
¡Cómo deseo que hubiese podido conocer a papá! Y ahora yo debo enseñarle cómo funcionan las cosas.

Construimos proyectos juntos, y me pregunto:

¿qué clase de lecciones aprenderá de ellos?

Los robots son las más humanas de nuestras máquinas.

Ellos no pueden resolver todos los problemas del mundo, pero pienso que tienen algo importante para enseñarnos.

Los invito a pensar en las innovaciones que les interesen, en las máquinas que desean, y piensen en qué podrían decirles, porque tengo la corazonada de que muchas de nuestras innovaciones tecnológicas, los instrumentos soñados por nosotros, pueden inspirarnos a ser mejores humanos.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/ken_goldberg_4_lessons_from_robots_about_being_human/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *