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John Hockenberry: Todos somos diseñadores – Charla TED2012

Charla «John Hockenberry: Todos somos diseñadores» de TED2012 en español.

El periodista John Hockenberry cuenta una historia personal, inspirada en un par de ruedas llamativas de un catálogo de sillas de ruedas, y cómo esto le enseñó el valor de diseñar una vida llena de intención. (De la sesión Estudio de Diseño de TED2012, con los comisarios invitados Chee Pearlman y David Rockwell).

  • Autor/a de la charla: John Hockenberry
  • Fecha de grabación: 2012-03-01
  • Fecha de publicación: 2012-06-11
  • Duración de «John Hockenberry: Todos somos diseñadores»: 1317 segundos

 

Traducción de «John Hockenberry: Todos somos diseñadores» en español.

No soy diseñador, no, para nada.

Mi papá sí lo era, o sea que tuve una infancia interesante.

Tuve que descubrir qué hacía papá y por qué era importante.

Papá hablaba mucho del mal diseño cuando éramos pequeños; «John, hay mal diseño porque la gente no piensa», solía decir si algún niño se dañaba con una cortadora de césped o si se enredaba la cinta de una máquina de escribir o si la batidora de huevos se atascaba en la cocina.

Ya saben, «el mal diseño es injustificable».

Es dejar que las cosas ocurran sin prestarles atención.

Cada objeto debería ser para algo, John.

Debería imaginarse a un usuario.

Debería proyectarse al usuario como protagonista de una historia con el objeto.

«El buen diseño», decía papá, «denota intención».

Eso decía.

Papá ayudó a diseñar los paneles de control de la IBM 360.

Fue algo grande, algo importante.

Trabajó un tiempo en Kodak; eso fue importante.

Diseñó sillas, escritorios y otros muebles de oficina para Steelcase; eso fue importante.

Sabía que el diseño era importante en mi casa porque, santo cielo, suponía el pan,

¿no?

En todo lo que hacía papá había diseño.

Él tenía una banda de jazz tipo Dixieland cuando éramos pequeños y solía interpretar canciones de Louis Armstrong.

Y cada tanto yo solía preguntarle: «Papá,

¿quieres que suene como el disco?

» Teníamos muchos discos de jazz por toda la casa.

Y dijo: «No, nunca John, nunca.

La canción es algo dado, tienes que verlo de ese modo.

Pero tienes que hacer la tuya propia.

Tienes que diseñarla.

Muestra a todos tu propósito», es lo que dijo.

«Hacerlo, actuar por diseño, es algo que todos deberíamos hacer.

Es nuestra señal de identidad».

¿Todos?

¿Los diseñadores?

Oh, oh, papá.

Oh, papá.

La canción es algo dado.

Lo que importa es tu interpretación.

Bueno, quedémonos con ese pensamiento un minuto.

Es como esta silla de ruedas,

¿cierto?

¿La canción original?

Da un poco de miedo.

«Ooh,

¿qué le pasó a ese tipo?

No puede caminar.

¿Alguien sabe la historia?

¿Alguien?

» No me gusta mucho hablar de este tema, pero hoy les contaré la historia.

Bien, esta semana se cumplen exactamente 36 años; iba en un auto mal diseñado que chocó contra una valla mal diseñada por un camino mal diseñado de Pensilvania, caí por un terraplén de 60 metros y murieron dos personas del auto.

Desde entonces, la silla de ruedas ha sido una constante en mi vida.

Mi vida quedó a merced del buen y el mal diseño.

Piénsenlo.

Ahora, en materia de diseño, la silla de ruedas es un objeto muy difícil.

Sobre todo proyecta tragedia, miedo y desgracia; proyecta tan fuertemente ese mensaje, esa historia, que casi eclipsa cualquier otra cosa.

Me muevo rápidamente en un aeropuerto,

¿cierto?

Las madres quitan del camino a sus hijos y dicen: «¡No mires!» El pobre niño, ya saben, con esa mirada de terror en su rostro, sabe Dios lo que piensa.

Durante décadas me preguntaba:

¿Por qué pasa esto?

¿Qué puedo hacer al respecto?

¿Cómo cambiarlo?

Debía haber una forma.

¿Pasar desapercibido, sin mirar a los ojos, frunciendo el ceño?

¿Vestirme con mucha elegancia o algo así?

¿Mirando a los ojos a todo el mundo?

No, eso sería pavoroso; no funcionaría en absoluto.


(Risas)

¿Saben?

Lo intenté.

No me duché durante una semana; no funcionó.

Nada funcionó en absoluto hasta hace unos años, mis hijas de seis años viendo el catálogo de sillas de rueda dijeron: «¡Papá, papá! Tienes que comprarte estas ruedas que brillan, ¡tienes que comprarlas!» Les dije: «Niñas, papá es un periodista muy importante, no sería apropiado».

A lo que, claro, concluyeron de inmediato: «¡Oh, qué fastidio, papá! Los periodistas no pueden tener ruedas destelleantes.

Entonces,

¿cómo de importante puedes ser?

«, dijeron.

Dije: «Esperen un minuto, está bien, correcto.

Compraré las ruedas».

A modo de protesta, compré las ruedas llamativas y las instalé, miren esto.

¿Me pueden poner la luz especial, por favor?


(Risas)
¡Vean! Ahora…

miren, ¡miren esto! Lo que están viendo ha cambiado mi vida por completo y digo: por completo.

En vez de miradas vacías e incomodidad, ¡ahora la gente señala y sonríe! Dice: «¡Qué ruedas tan fabulosas, amigo! ¡Son impresionantes! ¡Quiero una de esas ruedas!» Dicen los niños pequeños.

«

¿Me das una vuelta?

»
(Risas)
Y no falta esa persona, generalmente un varón, de mediana edad, que dice: «¡Qué ruedas tan geniales! Son por seguridad,

¿no?

»
(Risas)
¡No! No son por seguridad.

No, no, no, no, no.

¿Cuál es la diferencia entre la silla de ruedas sin luces y la silla de ruedas con luces?

La diferencia es la intención.

Correcto, correcto; ya no soy víctima.

Elegí cambiar la situación: soy el comandante de la Silla Galáctica con ruedas delanteras sincronizadas.

La intención cambia el panorama por completo.

Elegí aumentar la experiencia rodante con un simple elemento de diseño.

Actuar con intención.

Transmite personalidad.

Sugiere que hay alguien que conduce.

Es tranquilizador; atrae a la gente.

Alguien que se apropia de la experiencia, que interpreta la canción trágica con un toque diferente, algo radicalmente diferente.

La gente responde ante eso.

Parece simple pero en realidad creo que en nuestra sociedad y cultura en general tenemos un gran problema con la intención.

Síganme.

Miren a este tipo.

¿Saben quién es?

Es Anders Breivik.

Tenía intención de matar en Oslo, Noruega, el año pasado, decenas y decenas de jóvenes; como tenía intención de hacerlo es un criminal feroz.

Lo castigamos.

Cadena perpetua.

Pena de muerte en EE.UU., no tanto en Noruega.

Pero, si actuó dominado por una fantasía delirante, si alguna enfermedad mental le llevó a eso, entra en una categoría totalmente diferente.

Podemos segregarlo de por vida, pero lo tratamos clínicamente.

Es un dominio completamente diferente.

Como asesino con premeditación Anders Breivik es un malvado.

Pero como disfuncional, es un asesino psicótico disfuncional, es un tema más complejo.

Es el vestigio de un caos ancestral primitivo.

Es el estado aleatorio de la naturaleza del que emergimos.

Él es alguien muy, muy diferente.

Es como si la intención fuera un componente esencial para la humanidad.

Es lo que, de algún modo, se supone tenemos que hacer.

Se supone que tenemos que actuar con intención.

Se supone que tenemos que hacer cosas por diseño.

La intención es un marcador de civilización.

Este es un ejemplo un poco más doméstico: mi familia gira en torno a la intención.

Probablemente descubran que hay dos pares de gemelos, producto de la FIV, fertilización in vitro, debido a algunas limitaciones físicas que no detallaré.

Como sea, la fertilización in vitro es tan premeditada como la agricultura.

Se lo contaré, alguno quizá ya tuvo la experiencia.

De hecho, la tecnología de extracción de esperma para lesionados de médula espinal es invento de un veterinario.

Lo conocí.

Es un gran tipo.

Llevaba un bolso de cuero grande lleno de probetas de esperma para todos los animales con los que trabajaba, para los distintos animales.

Probetas que él diseñó de las que, de hecho, estaba muy orgulloso.

Me decía: «Estás entre el caballo y la ardilla, John».


(Risas)
Como sea, cuando mi esposa y yo decidimos mejorar nuestra madurez, después de todo, -teníamos cuatro hijos- con una tecnología un poco diferente que no explicaré en detalle aquí, mi urólogo me aseguró que no tenía nada de qué preocuparme.

«Doctor,

¿está seguro de que no necesito algún método anticonceptivo?

» «John, John, al mirar tu ficha, del examen de esperma podemos decir con confianza que tú eres un método anticonceptivo en sí».

¡Bien!
(Risas)
¡Qué pensamiento liberador! ¡Sí! Tras un par de fines de semana muy liberadores mi esposa y yo, con tecnología eréctil de vanguardia que bien merece una TEDTalk pero que no detallaré ahora, observamos síntomas familiares, aunque inesperados: yo no era exactamente un método anticonceptivo.

Miren esas letras.

Mi esposa estaba muy enojada.

Digo,

¿fue pensado por un diseñador?

No, no creo que un diseñador haya pensado eso.

De hecho, quizá ese sea el problema.

Así, nació el pequeño Ajax.

Él es como nuestros otros hijos pero la experiencia fue totalmente diferente.

Fue como un accidente mío,

¿verdad?

Vino de la nada.

Todos teníamos que cambiar, no sólo reaccionar a lo ocurrido; nos sometemos a esta nueva experiencia con intención.

Ahora somos cinco.

Cinco.

Enfrentar lo dado intencionadamente.

Hacer las cosas por diseño.

Oye, el nombre Ajax, no puede ser más intencionado,

¿verdad?

Esperamos que nos lo agradezca algún día.


(Risas)
Pero nunca me hice diseñador.

No, no, no, no.

Nunca lo quise.

Ni por asomo.

Conforme crecía, me encantaban algunos diseños: la calculadora HP 35S; Dios, me encantaba.

Dios mío, deseaba tener una.

Hombre, me encantaba.

Pude comprarme una.

No pude comprar otros diseños como la 911 Targa de 1974.

En la escuela no estudié nada relacionado al diseño ni a la ingeniería; estudié cosas inútiles como los clásicos, pero incluso allí aprendí lecciones; este tipo, Platón, resultó ser diseñador.

Diseñó un Estado en «La República», un diseño nunca implementado.

Escuchen una de las características de diseño del Gobierno 4.0 de Platón: «El Estado en el que los gobernantes son los más reacios a gobernar siempre es el mejor y el gobernado más discretamente, y el Estado más ansioso, el peor».

Bien, no entendimos esta parte,

¿no?

Pero miren la afirmación; es todo intención.

Eso es lo que me encanta.

Piensen en lo que hace Platón aquí.

¿Qué hace?

Es una gran idea de diseño, una enorme idea de diseño, común a todas las religiones y filosofías surgidas en el Período Clásico.

¿Qué ocurría en aquel entonces?

Trataban de responderse la pregunta:

¿Qué debe hacer el ser humano ahora que no trata simplemente de sobrevivir?

Mientras la raza humana emergía del caos prehistórico, de una confrontación con la naturaleza aleatoria y brutal, de repente tuvieron un momento para pensar.

Había mucho para pensar.

De repente, la existencia humana necesitaba una intención.

La vida humana necesitaba una razón.

La realidad misma necesitaba un diseñador.

Lo impuesto fue reemplazado por varios aspectos de la intención, por varios diseños, por varias divinidades.

Divinidades por las que todavía hoy nos peleamos.

Hoy no confrontamos el caos de la naturaleza.

Hoy confrontamos el caos del impacto de la humanidad sobre la Tierra misma.

Esta joven disciplina llamada diseño, pienso, en realidad es la ética emergente que primero formula y luego responde una pregunta muy nueva:

¿Qué debemos hacer ahora de cara al caos que hemos creado?

¿Qué debemos hacer?

¿Cómo debemos marcar la intención en todos los objetos que creamos, en todas las circunstancias que creamos, en todos los lugares que cambiamos?

En las consecuencias de un planeta de 7000 millones de personas, en aumento.

Esa es la canción que entonamos hoy todos.

Y no podemos imitar el pasado.

No.

No funcionará.

No funcionará en absoluto.

Mi momento de diseño favorito: Ciudad de Kinshasa, Zaire, años 90; estaba trabajando para ABC News en un reportaje sobre la caída de Mobutu Sese Seko, el cruel dictador de Zaire, que violentó y saqueó a ese país.

Había disturbios en el centro de Kinshasa.

El lugar se caía a pedazos; era horrible, un lugar horrible y yo tenía que ir a explorar el centro de Kinshasa para informar de los disturbios y saqueos.

La gente se llevaba vehículos, partes de edificios.

Había soldados en las calles disparando a los saqueadores y arrestándolos en masa.

En medio de ese caos, llego yo en mi silla de ruedas y era totalmente invisible.

Completamente.

Yo iba en silla de ruedas; no parecía un saqueador.

Yo iba en silla de ruedas; no parecía un periodista, al menos desde su punto de vista.

Y no parecía un soldado, eso seguro.

Era parte de esta especie de ruido de fondo de la miseria de Zaire, totalmente invisible.

Y, de repente, en una esquina aparece un joven, con parálisis como yo, en una silla-triciclo de metal, madera y cuero y pedalea hacia mí lo más rápido que puede.

Me dice: «¡Oiga, señor! ¡Señor!» Lo miré…

él no sabía decir nada más en inglés, pero no hacía falta; no, no, no, no, no.

Nos sentamos allí a comparar ruedas, neumáticos, radios y tubos.

Yo miraba su loco mecanismo de pedales; él estaba orgulloso de su diseño.

Ojalá pudiera mostrarles ese artefacto.

Su sonrisa, nuestras sensaciones conforme hablábamos un lenguaje universal de diseño, invisible para el caos circundante.

Su máquina: casera, atornillada, oxidada, cómica.

Mi máquina: estadounidense, segura, elegante.

Él estaba particularmente orgulloso del confort de su asiento hecho por él para su carro y de la bella tela de los bordes.

¡Cómo me habría gustado mostrarle estas ruedas destelleantes! ¡Le habrían encantado! Seguramente.

Lo habría entendido; un carro de pura intención, piénsenlo, en una ciudad fuera de control.

El diseño tiró todo por la borda por un momento.

Hablamos unos minutos y luego cada uno se desvaneció en el caos.

Regresó a las calles de Kinshasa; yo volví a mi hotel.

Y pienso en él ahora, ahora…

Y planteo esta cuestión.

Un objeto impregnado de intención tiene su poder, es un tesoro, nos atrae.

Un objeto sin intención es aleatorio, es imitación, nos repele.

Es como un correo basura para eliminar.

Eso es lo que debemos exigir de nuestras vidas, de nuestros objetos, de nuestras cosas y circunstancias: vivir con intención.

Y tengo que decir que en ese sentido, tengo una ventaja muy injusta sobre todos Uds.

Y quiero explicárselo ahora, porque este es un día muy especial.

Hace 36 años, más o menos en este momento, un joven de 19 años despertó de un coma y le preguntó a una enfermera, que tenía la respuesta preparada: «Tuviste un accidente terrible, jovencito.

Te fracturaste la espina dorsal.

No volverás a caminar».

Dije: «Ya lo sé;

¿qué día es?

» Ya ven, sabía que el auto había pasado la valla de contención el 28 de febrero, y sabía que 1976 era un año bisiesto.

«¡Enfermera!

¿Es 28 o 29 de febrero?

» Me miró y me dijo: «Es 1 de marzo».

Y yo dije: «¡Dios mío.

Tengo que recuperar el tiempo perdido!» Y desde ese momento supe que lo que había era ese accidente; no tenía más remedio que inventar esta nueva vida sin caminar.

Intención -una vida con intención- vivida por diseño, interpretar el original algo mejor.

Es algo que hoy todos tenemos que hacer o encontrar la manera de hacerlo.

Para volver a hacerlo, para volver a diseñar, como mi papi sugirió hace muchísimo tiempo: «Canta tu propia canción, John.

Muéstrale al mundo tu intención».

Papi, te la dedico.

(Música) ♫ Jo Jo era un hombre que pensaba que era solitario ♫ ♫ pero era otro hombre.

♫ ♫ Jo Jo salió de su casa de Tucson, Arizona, para ir a una fiesta en California.

♫ ♫ Regresa, regresa, ♫ ♫ regresa adonde perteneces.

♫ ♫ Regresa, regresa, ♫ ♫ regresa adonde perteneces.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/john_hockenberry_we_are_all_designers/

 

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