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John Hodgman: Una breve digresión sobre asuntos del tiempo perdido – Charla TED2008

Charla «John Hodgman: Una breve digresión sobre asuntos del tiempo perdido» de TED2008 en español.

El humorista John Hodgman divaga a través de una nueva historia sobre alienígenas, el tiempo, el espacio y la manera cómo todo esto de alguna manera contribuye a un dulce y perfecto recuerdo de amor.

  • Autor/a de la charla: John Hodgman
  • Fecha de grabación: 2008-02-02
  • Fecha de publicación: 2008-10-21
  • Duración de «John Hodgman: Una breve digresión sobre asuntos del tiempo perdido»: 1000 segundos

 

Traducción de «John Hodgman: Una breve digresión sobre asuntos del tiempo perdido» en español.

Todos ustedes conocen esta historia.

En el verano de 1950, Enrico Fermi, físico italo-americano y constructor de pilas atómicas, fue a almorzar a Los Alamos National Laboratory junto a algunos colegas, y les hizo esta pregunta: «

¿dónde está todo el mundo?

» Esto desconcertó a sus colegas, obviamente, pues estaban sentados allí junto a él.

Entonces tuvo que aclarar que no estaba hablando de ellos.

Estaba hablando de alienígenas del espacio.

Verán, esto fue pocos años después del supuesto accidente del plato volador en Roswell, New Mexico.

Y a pesar de que resultó no ser nada, nada en absoluto —
(Risas)
simplemente un globo meteorológico derribado pilotado por hombrecitos calvos con ranuras en vez de bocas.

Aún así, Los Estados Unidos se volvieron locos por los platos, incluso famosos científicos que tomaban el almuerzo.

El razonamiento de Fermi, si puedo parafrasear mal, es que el universo es tan vasto que no hay razón para que no haya vida inteligente en algún otro lugar.

Y el universo es tan antiguo que a menos a menos que fuésemos la primera civilización en evolucionar, deberíamos tener ya alguna evidencia de su existencia.

Y sin embargo, por lo que mejor sabemos, estamos solos.

«

¿Dónde está todo el mundo?

» se preguntaba Fermi, y sus colegas no tenían respuestas.

Fermi siguio con esta misma lógica contundente refutando hadas, Pies grandes, Dios, la posibilidad de amar — de ahí en adelante, como sabrán, Enrico Fermi comería solo.


(Risas)
Ahora, no soy científico.

Nunca he construido una pila atómica.

Aunque, podría arguir que, técnicamente, toda pila es atómica.


(Risas)
Sin embargo, respetuosamente, podría indicar 2 posibilidades que tal vez Enrico Fermi no consideró.

Una es que los alienígenas podrían estar muy lejos.

Hasta, me atrevería a decir, incluso en otros planetas.

La otra posibilidad —
(Risas)
es, tal vez, que el mismo Enrico Fermi fuera un alienígena.


(Risas)
Piénselo.

¿No es, al menos, conveniente que en medio de la Guerra Mundial, de la nada, de repente un científico italiano sale con una asombrosa nueva tecnología que podría transformar todo en el mundo y oscurecer nuestra historia humana para siempre?

¿Y no es un poco extraño que no pidiera ningún pago a cambio?

¿Que pidiera solo una cosa: dos cachalotes sanos como regalo?

Eso — eso no es cierto.

Pero es extraño.


(Risas)
Y si Enrico Fermi fuese de hecho un alienígena,

¿no sería el primero en tratar de convencer a sus colegas científicos de que los alienígenas no están aquí aún?

Es algo dado en cierta UFO-ología o círculos UFOlógicos, que los alienígenas ya están aquí y lo han estado por milenios.

Que caminan entre nosotros camuflados, observándonos, guiando nuestra evolución de mono a hombre — si creen en ese tipo de cosas.

Y ocasionalmente nos raptan en sus platos voladores y llevándonos para tener sexo con nosotros en pirámides.


(Risas)
Es difícil descartar esta teoría, creo que estarán de acuerdo.


(Risas)
Incluso en mi propia vida, tengo recuerdos difíciles de explicar — ocurrencias tan peculiares e inexplicablemente raras, que es difícil imaginar que no fueron resultado del prolongado y frecuente contacto con alinígenas a lo largo de mi vida.

Sino,

¿cómo podrían explicar los asombrosos y absolutamente ciertos encuentros cercanos que tuve y que paso a decribirles ahora?

Primer encuentro: Ocen City, New Jersey, 1980.

Era el verano en que se estrenó la edición especial de «Close Encounters of the Third Kind».

Fui de vacaciones con mis padres a la costa de Jersey.

En solo 12 horas, el sol me quemó horriblemente, igualito que Richard Dreyfuss en la película.


(Risas)
Y pasé la mayor parte del resto de las vacaciones sentado por las noches afuera de nuestra casita alquilada, la vereda aún tibia por el sol, buscando OVNIs en los cielos.

¿Qué vi?

Estrellas, satélites, aviones parpadeántes — típica basura del cielo.

Ocasionalmente, algunos niños venían y se me unían en la búsqueda, pero pronto el cuello les dolía, y se iban por el malecón a jugar vídeo juegos y mezclarse con humanos.

Yo era bueno con los vídeo juegos.

No era tan bueno con lo otro, así que me quedaba a solas con el cosmos.

Y entonces pasó.

Una pareja mayor venía caminando por la calle.

diría que tenían más de setenta, y diría que estaban en una cita, porque él llevaba un traje muy bien cuidado de corbata amarilla, traje marrón.

Y ella vestía un cárdigan, pues ya era de noche, y el frío soplaba desde el mar.

Recuerdo, por alguna razón, que eran exactamente de la misma estatura.

Entonces se detuvieron, y el hombre me miró y dijo: «

¿qué buscas, platos voladores?

»
(Risas)
Admítanlo, es demasiado trabajo detectivesco para un anciano en una cita.

Pero lo más extraño fue — hasta yo me di cuenta entonces, siendo un niño de nueve años — fue que se detuvieran.

Que este anciano interrumpiera el paseo nocturno con su enamorada con el preciso objeto de burlarse de un niño.

«¡Oh!», dijo, «¡Hombrecitos verdes!».

Y su novia también secundó.

«No existen los hombres del espacio», dijo.

«¡No existen!».

Y ambos se rieron.

«Ja, ja, ja».

Mire alrededor.

La calles estaba completamente vacía.

Había dejado de oír el sonido del océano.

Fue como si el tiempo se hubiera detenido.

No sabía porqué se burlaban de mí.

MIré sus rostros extrañamente agestados, y recuerdo haber pensado:

¿llevan máscaras de goma?


(Risas)

¿Y qué habrá detrás de esas máscaras, si las llevaban?

¿Ojos gigantes en forma de almendra que no parpadean?

¿Ranuras en vez de bocas?

El anciano enroscó los dedos como si empuñara un arma, y luego hizo sonidos de láser.

quiu, quiu, quiu — «¡Cuidado!».

Se volvieron al mismo tiempo y se fueron.

El anciano alargó su huesuda garra hacia la mano de ella, la encontró, y me dejaron solo.

Ahora.

Podrían describir esto como un simple malentendido — un extraño encuentro entre humanos.

Tal vez fue un «gas de pantano», pero —
(Risas)
Estoy seguro de lo que vi.

Segundo encuentro cercano: Brookline, Massachusetts, 1984.

Fui a ver la película «Dune».

y una chica me habló.

Ahora.

«En su cara» —
(Risas)
es imposible un «en su cara», soy consciente — pero es absolutamente cierto.

Era la noche del estreno, naturalmente.

Fui con mi amigo Tim McGonigal, que se sentó a mi izquierda.

A mi derecha estaba la chica en cuestión.

Tenía el cabello negro largo y ondulado, una chaqueta vaquera.

Recuerdo que tenía algún tipo de herida en la rodilla, un vendaje y tenía muletas.

Era muy alta, tendría que decir.

Yo recién empezaba la secundaria.

Diría que ella estaba en 2º año, pero nunca la había visto antes.

No iba a mi escuela.

Yo no sabía su nombre, y nunca lo sabré.

Estaba sentada con alguien que presumo era su madre, y estaban hablando sobre la novela «Dune».

Ambas eran grandes aficionadas, madre e hija — muy inusual.

Comentaban que sus personajes favoritos eran los enormes gusanos de arena.

De pronto se puso más extraño.

Fue cuando se volteó hacia mí y dijo: «

¿Esperabas la película?

»
(Risas)
En primer lugar, estaba avergonzado ya que no había leído todavía la novela «Dune».

Era entonces un mero conocedor de películas de planetas desiertos, y lo sigo siendo.


(Risas)
Pero también fue el tono con el que preguntó: a razón de nada, como si ni siquiera le importara la respuesta, como si solo quisiera conversar.

Yo no sabía que decir.

DIje: «sí», sin siquiera mover la cabeza.

Empezó la película.

No necesito recordarles que era la versión de «Dune» de David Lynch, donde todos los personajes son sexis y deformes a la vez.


(Risas)
Había un personaje llamado the Third-Stage Guild Navigator, que era una especie de feto flotante gigante que vivía en un tanque gigante con este halo naranja de especias psicodélicas arremolinándose a su alrededor, que le permitían manejar el espacio y el tiempo.

No podía salir del tanque ni interactuar con el mundo exterior.

Se había puesto, en su aislamiento, tan deforme y tan sexi, que para hablar con el mundo exterior necesitaba una especie de radio antigua, y nunca podía tocarlos.

Quiero decir, me gustaba mucho más que los gusanos.

Los gusanos estaban bien,

¿pero tu personaje favorito?

¡Por favor! Cuando acabó la película, todo el mundo parecía feliz de levantarse y salir de la sala tan rápido como fuera posible.

A excepción de la chica.

Mientras yo salía, su andar era lento.

Tal vez eran las muletas, pero parecía —
(Risas)
parecía como si quisiera hablarme de nuevo.

Cuando lo digo en voz alta, suena ridículo, pero solo puedo concluir que era lo que en la comunidad de abducidos por alienígenas llaman «memoria pantalla».

Un falso y ridículo recuerdo diseñado por sus cerebros para cubrir el trauma — digamos, de ser raptados y llevados a una pirámide sexual.


(Risas)
Por lo tanto, estoy seguro que hice bien en no detenerme para hablarle.

Estoy seguro que hice bien en no verla de nuevo.

Tercer encuentro cercano: Philadelphia, Pennsylvania, 1989.

A mediados — casi finales de los ochenta, el novelista Whitley Striber escribió un libro titulado «Communion», en el que describe sus propias experiencias al ser abducido por alienígenas.

También describe el fenómeno conocido por esta comunidad como «tiempo perdido», donde Whitley Strieber de repente se da cuenta que no podía recordar los últimos diez minutos, o las últimas diez horas, o los últimos diez días.

Y llegará a la conclusión que fue entonces que los alienígenas lo tomaron y le hicieron un examen rectal.


(Risas)
Este libro se convirtió, naturalmente, en un enorme éxito de ventas.

Esta imagen hecha por Ted Joseph es de ese libro, y fue como su «boceto policíaco» de cómo se veía la criatura que Whitley Strieber le describió.

Y fue tan exitoso que fue llevado al cine.

Y en 1989, de la manera en que lo recuerdo, Estaba yo en Philadelphia con — visitando a mi novia, y decidimos, sin ninguna razón, ir a ver esta película.

Y de la manera en que lo recuerdo, la película contenía estos detalles.

Uno: Whitley Strieber fue interpretado por Christopher Walken.

Dos: El alienígena fue interpretado por un muñeco de goma.


(Risas)
Tres: Había una secuencia sorprendentemente larga en la pelíclua donde el muñeco de goma le hace a Christopher Walken un examen rectal.

Cuatro: Fue exhibida en una sala de cine normal en el centro de Philadelphia.

Cinco: Todo esto para decir, que hicieron una película del libro «Communion», protagonizada por Christopher Walken.

¿No ven algo extraño en todo esto?

¿Algo insólito?

¿Algo fuera de lugar?

¿Algo mal en esta imagen?

Piénsenlo.

Sí.

La respuesta es: Tenía novia.

¿¡Qué!?


(Risas)

¿Cómo pasó?

¿Cuándo pasó?

Recuerdo salir del cine y percatarme de pronto de este hecho, mientras caminábamos de la mano, reflexionando sobres estas mismas cuestiones.

Y hasta el día de hoy, no tengo una respuesta.

Cuarto Encuentro Cercano: El Algarve, Portugal, 1991.

Algunas años después, esta mujer y yo — llamémosla «Catherine Fletcher» —
(Risas)
fuimos de viaje juntos por el sur de Portugal.

Visitamos viejas ciudades amuralladas derrumbadas, hospedándonos en pequeños hotelillos, trepándonos a los techos para beber Vinho Verde y ver la puesta del sol y jugar damas.

¿Qué?

¿Eso hicimos?

¿En serio?

¿Alguien hace eso?

Fuimos a playas nudistas.

¿Por favor?

No, nunca en la vida.

Por lo que vale, fuimos a Sagres, que era considerado, en algún momento, el fin del mundo.

Y allí estaba yo perseguido por una jauría de perros en el muelles, y el perro cabecilla me mordió el trasero, necesité ir a una extraña clínica portugesa y recibir una inyección en el trasero.

Hagan con ello lo que quieran.


(Risas)
Nuestro último día en Portugal, estábamos en Faro, la capital de la región, y Catherine decidió que quería ir a la playa por última vez.

Ahora, Faro es una pequeña y bulliciosa ciudad, y para llegar a la playa, explicaba ella, tendríamos que tomar un bus y luego un bote, y preguntó: «

¿quieres ir?

» Pero estaba exhausto y mordido por un perro, entonces dije: «no».

Recuerdo como se veía antes de irse.

Sus pecas habían crecido y multiplicado en su rostro y hombros, agrupándose en una especie de bronceado.

Bronceado, ambos estábamos bronceados.

¿Es cierto?

Sus ojos estaban muy brillosos y muy azules, como consecuencia.

Estaba sonriendo.

Era una mujer soltera a punto de ir sola a un país, sin ni siquiera hablar el idioma, a punto de viajar sola en bus y bote para ir a una playa que no conocía, ni había visto nunca.

La amé, y luego se fue hacia esa extraña y exótica tierra.

Me tomó tiempo caer en la cuenta.

Tuve mi propia experiencia de «tiempo perdido», en la que me desperté y de pronto me di cuenta que era ya tarde, casi la hora de la cena, y no había vuelto.

Nervioso, salí a la calle a buscarla.

Ahora.

No hablaba portugués.

No sabía dónde estaba la playa.

No podía llamarla al celular pues era 1991, y los alienígenas aún no nos habían dado esa tecnología.


(Risas)
Me di cuenta que el día sólo tendría dos posibles finales: o Catherine volvía al hotel o no volvía nunca al hotel.

Entonces me senté a esperar.

No mire los cielos, sino el final de la calle donde los buses y carros y peatones y pequeñas motocicletas circulaban.

Y vi esas constelaciones cambiar, esperando que se dividieran y pudiera ver su rostro.

Fue en ese momento, en ese pueblito de 30 mil personas más o menos, que verdaderamente valoré la vastedad del universo y la búsqueda que podríamos hacer en él.

Y fue entonces que llegaron los liberianos.

5 jóvenes — todos ellos riendo, felices, de viaje juntos, de regreso al hotel en que se hospedaban.

Uno se llamaba Joseph, y me preguntó que estaba haciendo, y le expliqué.

Y dijo: «no te preocupes».

Estaba seguro que Catherine estaría bien.

Pero no se veía demasiado seguro, porque sentó a esperar conmigo.

Y por las siguientes 2 horas, todos ellos esperaron conmigo: por turnos, yendo a sus habitaciones, regresando, haciendo bromas, distrayéndome.

2 horas.

Me dieron un mensaje: no estamos solos.

Entonces, en medio de una frase, cuando nacía el ocaso, volteé y miré hacia la calle.

Las estrellas se alinearon, y ella estaba de regreso.

Estaba sonriendo.

No entendía porqué yo estaba tan preocupado.

Tampoco los liberianos, aunque había mucho de alivio en sus risas mientras nos palmeaban el hombro, y regresaban a sus habitaciones y nos dejaban solos en la calle, tomados de la mano.

Un acontecimiento como este deja cicatrices en la memoria, como una pieza de tecnología alienígena que ha sido introducido en tus posaderas por un «doctor portugués».


(Risas)
Incluso ahora, década y media después, incluso ahora que estamos casados, la buscó cada vez que no está en la misma habitación.

Y aunque creo que estarán de acuerdo, es posible que durante el tiempo que se fue, fuera raptada y reemplazada por un clon alienígena, la amo y todavía la espero.

Gracias por su amable atención.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/john_hodgman_aliens_love_where_are_they/

 

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