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Krista Tippett: volver a conectar con la compasión – Charla TEDPrize@UN

Charla «Krista Tippett: volver a conectar con la compasión» de TEDPrize@UN en español.

El término «compasión» -normalmente reservado para lo santo o lo cursi- se ha alejando del contacto con la realidad. En un especial de TEDPrize@UN la periodista Krista Tippett deconstruye el significado de la compasión a través de varias historias conmovedoras y propone una nueva definición más tangible para esta palabra.

  • Autor/a de la charla: Krista Tippett
  • Fecha de grabación: 2010-11-18
  • Fecha de publicación: 2011-02-14
  • Duración de «Krista Tippett: volver a conectar con la compasión»: 953 segundos

 

Traducción de «Krista Tippett: volver a conectar con la compasión» en español.

Estamos aquí para celebrar la compasión.

Pero la compasión, desde mi punto de vista, tiene un problema.

Así de esencial como es en nuestras tradiciones, tan real como muchos de nosotros sabemos que es en la vida personal la palabra «compasión» en nuestra cultura está vacía y en mi campo, el periodismo, es sospechosa.

Se la ve como algo blando «kumbaya».

O como algo potencialmente deprimente.

Karen Armstrong relató, creo, una historia emblemática de un discurso en Holanda en el que la palabra «compasión» se tradujo como «lástima».

Ahora bien, cuando la compasión entra en las noticias muy a menudo lo hace en forma de artículos sobre bienestar personal o de barras laterales de gente heroica a las que nunca podremos parecernos o de finales felices o de ejemplos de auto-sacrificio que parecen demasiado buenos para ser verdad la mayor parte del tiempo.

Nuestro imaginario cultural sobre la compasión ha sido atenuado por imágenes idealizadas.

Por eso esta mañana quiero durante los minutos siguientes realizar una resurrección lingüística.

Y espero que me acompañen en mi premisa básica de que las palabras importan, de que modelan la manera en que nos entendemos, la manera en que interpretamos el mundo y la manera en que tratamos a los otros.

Cuando este país encontró por primera vez la diversidad real en los años 60 adoptamos la tolerancia como virtud cívica central con la que enfocar eso.

Hoy la palabra «tolerancia» si se fijan en el diccionario connota permitir, consentir y soportar.

En el contexto médico del cual proviene significa probar los límites del crecimiento en un medio desfavorable.

La tolerancia no es una virtud vivida; es más un ascenso cerebral.

Y es demasiado cerebral hacer de tripas corazón y darse ánimos cuando las cosas se ponen difíciles.

Y el camino ahora mismo es bastante duro.

Creo que tal vez, sin ser capaces de darle un nombre, estamos experimentando colectivamente que hemos llegado tan lejos como nos fue posible con la tolerancia como única virtud guía.

La compasión es un digno sucesor.

Es orgánica y atraviesa tradiciones religiosas, espirituales y éticas e incluso las trasciende.

La compasión es un vocablo que puede cambiarnos si realmente le damos cabida en las normas con las que nos regimos y regimos a otros tanto en nuestro fuero íntimo como en el espacio público.

¿Qué es en el día a día? ¿De qué está compuesta? ¿Qué hay en su universo de virtudes relacionadas? Para empezar, simplemente quiero decir que la compasión es amable.

Y la amabilidad puede sonar muy apacible y propensa a sus tantos clichés.

Pero es un subproducto cotidiano de todas las grandes virtudes.

Y es una forma más edificante de gratificación instantánea.

La compasión también es curiosa.

La compasión cultiva y practica la curiosidad.

Me encanta una frase de dos mujeres jóvenes, innovadoras interreligiosas de Los Ángeles, Aziza Hasan y Malka Fenyvesi.

Están trabajando en la creación de un nuevo imaginario sobre la vida compartida entre jóvenes judíos y musulmanes.

Y mientras lo hacen cultivan lo que denominan «curiosidad sin supuestos».

Bueno, eso va a ser un caldo de cultivo para la compasión.

La compasión puede ser sinónimo de empatía.

Se la puede asociar con el trabajo más arduo del perdón y la reconciliación pero también puede expresarse con un simple acto de presencia.

Está vinculada a virtudes prácticas como la generosidad y la hospitalidad y a sólo estar allí, a sólo aparecer.

Pienso que a la compasión se la vincula a menudo con la belleza -con esto quiero decir la voluntad de ver la belleza en el otro- y no sólo con el tema en cuestión, como la necesidad de ayuda.

Me encanta que mis compañeros de conversación musulmanes a menudo hablen de la belleza como valor moral básico.

Y en ese sentido, para los religiosos, la compasión también nos lleva al terreno del misterio: nos anima a ver no sólo la belleza sino quizá también a mirar la cara de Dios en el momento del sufrimiento, en la cara de un extraño, de cara al vibrante otro religioso.

No estoy segura de poder mostrarles el aspecto de la tolerancia pero puedo mostrarles el aspecto de la compasión porque es algo visible.

La reconocemos cuando la vemos y cambia la forma de pensar lo factible, lo posible.

Es muy importante cuando estamos comunicando grandes ideas -pero sobre todo una gran idea espiritual como la compasión- cómo la presentamos a los demás para que quede -en espacio y tiempo, en carne y hueso- el color y la complejidad de la vida.

Y la compasión tiene por objeto lo físico.

Empecé a aprender esto más claramente de Matthew Sanford.

Y no creo que se den cuenta al mirar esta fotografía pero él es parapléjico.

Tiene una parálisis desde la cintura para abajo desde los 13 años producto de un accidente de coche que mató a su padre y hermana.

Las piernas de Matthew no responden y no va a volver a caminar y -él lo vive como un ‘y’ en vez de un ‘pero’- y él mismo lo vive como una sanación.

Y como maestro de yoga transmite esa experiencia a los otros en el espectro de la capacidad y la discapacidad la salud, la enfermedad y el envejecimiento.

Él dice que es sólo una de las puntas del espectro en el que estamos todos.

Actualmente está haciendo un gran trabajo con veteranos que regresan de Irak y Afganistán.

Y Matthew ha hecho esta observación notable que voy a ofrecerles y luego dejar decantar.

No puedo explicarlo por completo y él tampoco.

Pero dice que todavía tiene que experimentar el volverse más consciente de su cuerpo en toda su fragilidad y su gracia sin, al mismo tiempo, volverse más compasivo hacia toda la vida.

La compasión tiene también este aspecto.

Este es Jean Vanier.

Jean Vanier ayudó a fundar las comunidades L’Arche que ahora podemos encontrar en todo el mundo; comunidades en torno a la vida con personas con discapacidad mental -sobre todo síndrome de Down.

Las comunidades que fundó Jean Vanier, como el propio Jean Vanier, destilan ternura.

«Ternura» es otra palabra que me encantaría dedicar un momento a resucitarla.

Pasamos tanto tiempo en esta cultura siendo impulsivos y agresivos pasamos un montón de tiempo actuando de ese modo.

La compasión puede tener también esas cualidades.

Pero una y otra vez, la compasión vivida nos lleva de nuevo a la sabiduría de la ternura.

Jean Vanier dice que su trabajo -y el de otra gente como su querida gran amiga y difunta Madre Teresa- nunca se trata en primera instancia de salvar al mundo; en primera instancia se trata de salvarnos a nosotros mismos.

Dice que lo que hacen con L’Arche no es una solución sino un signo.

La compasión rara vez es una solución pero siempre es un signo de una realidad más profunda de posibilidades humanas más profundas.

Y la compasión se desata en círculos cada vez más amplios mediante signos e historias nunca por estadísticas y estrategias.

Necesitamos de eso también pero también estamos chocando contra sus límites.

Y al mismo tiempo que lo estamos haciendo creo que estamos redescubriendo el poder de la historia -que como seres humanos necesitamos historias para sobrevivir, florecer, para cambiar.

Siempre ha estado presente en las tradiciones y es por eso que siempre han cultivado las historias en el corazón y las conservaron en el tiempo para nosotros.

Por supuesto que hay una historia detrás del anhelo moral clave y de los mandamientos del judaísmo para reparar el mundo -tikkun olam.

Y nunca voy a olvidar la historia de la Dra.

Rachel Naomi Remen, que me la contó tal como su abuelo se la contó a ella: que ocurrió algo en el comienzo de la Creación y que la luz original del Universo se rompió en mil pedazos.

Se la presenta en fragmentos dentro de cada aspecto de la Creación.

Y que la mayor vocación humana es buscar esta luz, apuntar a ella cuando la vemos, recolectarla y al hacerlo, reparar el mundo.

Esto puede sonar como un cuento de fantasía.

Algunos de mis colegas periodistas podrían interpretarlo de ese modo.

Rachel Naomi Remen dice que esta es una historia importante que da poder para nuestro tiempo porque esta historia insiste en que todos y cada uno de nosotros, frágiles e imperfectos como somos, incapaces como podemos sentirnos, tiene exactamente lo que necesita para ayudar a reparar la parte del mundo que podemos ver y tocar.

Historias como esta, signos como este, son herramientas prácticas en un mundo que anhela la compasión para tantas imágenes de sufrimiento que de otro modo pueden abrumarnos.

Rachel Naomi Remen está devolviendo la compasión de nuevo a su justo lugar junto a la ciencia, en su campo de la medicina, entrenando a nuevos médicos.

Y esta tendencia, el trabajo que hace Rachel Naomi Remen -de encontrar un lugar para este tipo de virtudes en el vocabulario médico- el trabajo que hace Fred Luskin -creo que este es uno de los desarrollo más fascinantes del siglo XXI- que la ciencia, de hecho, esté poniendo una virtud como la compasión definitivamente fuera del ámbito del idealismo.

Creo que esto va a cambiar a la ciencia y va a cambiar a la religión.

Pero he aquí una cara de la ciencia del siglo XX que puede sorprender en una discusión sobre compasión.

Todos sabemos que Albert Einstein llegó a la fórmula E = mc2.

Pero no se escucha tanto que Einstein invitó a la cantante de ópera afro-estadounidense Marian Anderson a quedarse en su casa cuando fue a cantar a Princeton dado que el mejor hotel del lugar segregaba y no podía alojarla.

No se sabe del Einstein que usó su fama para abogar por los presos políticos europeos o por los chicos de Scottsboro del Sur de EE.UU.

Einstein creía profundamente que la ciencia debería trascender las fronteras nacionales y éticas.

Pero vio cómo físicos y químicos se volvieron proveedores de armas de destrucción masiva a principios del siglo XX.

Una vez dijo que la ciencia en su generación se había vuelto como una navaja en las manos de un niño de 3 años.

Y Einstein predijo que a medida que nos modernizamos y avanza la tecnología necesitamos más -no menos- las virtudes legadas con el tiempo por nuestras tradiciones.

Le gustaba hablar de los genios espirituales ancestrales.

Algunos de sus favoritos eran Moisés Jesús, Buda, San Francisco de Asís, Gandhi -adoraba a su contemporáneo de Gandhi.

Y Einstein dijo -creo que es una cita, de nuevo, que no se ha transmitido con su legado- que «este tipo de personas son genios en el arte de vivir más necesarios para la dignidad, la seguridad y el gozo de la Humanidad que los descubridores del conocimiento objetivo».

Pero invocar a Einstein no parece la mejor manera de bajar la compasión a tierra y hacer que parezca al alcance de todos nosotros, pero lo es.

Quiero mostrarles el resto de esta fotografía porque en ella sucede lo mismo que hacemos con la palabra «compasión» en nuestra cultura: la vaciamos, disminuimos su profundidad y su relación con la vida; algo complicado.

Por eso en esta foto se ve una mente que mira por la ventana algo que podría ser una catedral -no lo es.

Esta es la foto completa y se ve un hombre de mediana edad con una chaqueta de cuero, fumando un cigarrillo.

Y a juzgar por esa panza no ha estado haciendo mucho yoga.

Pusimos estas 2 fotografías lado a lado en nuestro sitio web, y alguien dijo: «Cuando miro la primera foto me pregunto qué estaba pensando y cuando miro la segunda me pregunto qué tipo de persona era.

¿Qué clase de hombre es este?» Bueno, fue alguien complicado.

Fue increíblemente compasivo en alguna de sus relaciones y despiadado en otras.

A menudo es mucho más difícil ser compasivo con la gente más cercana que es otra cualidad del universo de la compasión, de su lado oscuro, que merece nuestra atención e iluminación.

Gandhi también fue un ser humano imperfecto.

Y también lo fue Martin Luther King Jr.

y Dorothy Day.

Lo fue la Madre Teresa.

Lo somos todos.

Y quiero decir que es algo liberador darse cuenta que eso no es obstáculo para la compasión -siguiendo lo que dice Fred Luskin- que estos errores simplemente nos hacen humanos.

Nuestra cultura está obsesionada con la perfección y con ocultar los problemas.

Pero qué liberador es darse cuenta que nuestros problemas, de hecho, sean quizá la fuente más rica para cultivar esta virtud máxima que es la compasión, para llevar la compasión hacia el sufrimiento y el gozo de los otros.

Rachel Naomi Remen es mejor médica debido a su batalla de toda la vida con la enfermedad de Crohn.

Einstein luchó por la justicia social no como parte de su conocimiento exquisito del espacio, el tiempo y la materia sino por ser judío en una Alemania que se tornaba fascista.

Y Karen Armstrong, creo que también diría que fue una de las experiencias hirientes en una vida religiosa con un zig-zag que tuvo lugar en el Charter for Compassion.

La compasión no puede reducirse a la santidad ni puede reducirse a la piedad.

Y quiero proponer una definición final de compasión -es Einstein con Paul Robeson por cierto- y para nosotros sería llamarla «tecnología espiritual».

Nuestras tradiciones contienen una enorme sabiduría al respecto y necesitamos recurrir a eso ahora.

Pero la compasión resulta familiar tanto en lo laico como en lo religioso.

Así que voy a cerrar parafraseando a Einstein y decir que la Humanidad, el futuro de la Humanidad, necesita esta tecnología tanto como necesita a las otras que ahora nos conectan y nos brindan la posibilidad terrible y maravillosa de convertirnos en una sola raza humana.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/krista_tippett_reconnecting_with_compassion/

 

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