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Martin Jacques: entendiendo el ascenso de China – Charla TEDSalon London 2010

Charla «Martin Jacques: entendiendo el ascenso de China» de TEDSalon London 2010 en español.

Desde el TED Salon, en Londres, el economista Jacques Martin se pregunta: ¿cómo hacernos una idea de China y de su ascenso fenomenal desde Occidente? El autor de «Cuando China gobierne el mundo», analiza por qué Occidente a menudo se intriga por el poder creciente de la economía china, y ofrece tres pilares para entender lo que China es y será.

  • Autor/a de la charla: Martin Jacques
  • Fecha de grabación: 2010-10-10
  • Fecha de publicación: 2011-01-24
  • Duración de «Martin Jacques: entendiendo el ascenso de China»: 1290 segundos

 

Traducción de «Martin Jacques: entendiendo el ascenso de China» en español.

El mundo está cambiando a una velocidad realmente notable.

Si miran el gráfico de arriba van a ver que en 2025 estas proyecciones de Goldman Sachs sugieren que la economía china va a ser casi tan grande como la de EE.UU.

Y si miran el gráfico en 2050 se calcula que la economía china va a tener el doble del tamaño de la de EE.UU., y la economía india va a tener casi el mismo tamaño que la de EE.UU.

Y aquí hay que tener en cuenta que estas proyecciones se realizaron antes de la crisis financiera occidental.

Hace un par de semanas, estaba mirando en la última proyección del BNP Paribas cuándo China va a tener una economía más grande que Estados Unidos.

Goldman Sachs previó que será en 2027.

La estimación ajustada por la crisis da 2020.

Estamos apenas a una década.

China va a cambiar al mundo en dos aspectos fundamentales.

En primer lugar, se trata de un país gigante en desarrollo con una población de 1.300 millones, que ha estado creciendo durante más de 30 años en torno al 10% anual.

Y en una década va a tener la economía más grande del mundo.

Nunca antes en la era moderna la economía más grande del mundo ha sido la de un país en desarrollo, en vez de la de un país desarrollado.

En segundo lugar, por primera vez en la era moderna, el país que va a dominar el mundo -que es lo que creo que China será- no será de Occidente y tendrá raíces de civilización muy, muy diferentes.

Sé que hay una creencia muy arraigada en Occidente, que a medida que los países se modernizan, también se occidentalizan.

Esto es una ilusión.

Es una creencia de que la modernidad es un simple producto de la competencia, los mercados y la tecnología.

No lo es; también se forma igualmente por la historia y la cultura.

China no es como Occidente y no se va a parecer a Occidente.

Seguirá siendo en aspectos muy fundamentales muy diferente.

Ahora la gran pregunta aquí es, obviamente,

¿cómo hacernos una idea de China?

¿Cómo hacemos para entender qué es China?

Y el problema que tenemos ahora en Occidente en general es que al enfoque convencional lo planteamos realmente en términos occidentales, con ideas occidentales.

No podemos.

Ahora quiero ofrecerles tres pilares para tratar de entender qué es China como para empezar.

El primero es éste, que China no es realmente un estado-nación.

Bueno, se ha autodenominado estado-nación durante los últimos cien años.

Pero cualquiera que conozca algo de China sabe que tiene mucha más historia que eso.

Así se veía China con la victoria de la Dinastía Qin en el 221 A.C.

al final del período de guerra; el nacimiento de la China moderna.

Y ahí pueden verlo contra los límites de la China moderna.

O inmediatamente después, la Dinastía Han, aún, hace 2.000 años.

Y pueden vers que ya ocupa la mayor parte de lo que se conoce hoy como China Oriental, lugar donde vivía entonces la gran mayoría de los chinos y donde viven hoy.

Y lo extraordinario de esto es que lo que le da a China su razón de ser, lo que le da a los chinos el sentido de lo que significa ser chino, no viene de los últimos cien años, no viene del período estado-nación, que es lo que sucedió en Occidente, sino del período, si se quiere, del «estado-civilización».

Estoy pensando, por ejemplo, en costumbres como la «adoración de ancestros», de una noción muy particular de estado, asimismo, una noción muy particular de familia, relaciones sociales como el guanxi, los valores confucianos, etc.

Todas estas cosas vienen del período del estado-civilización.

O sea, China a diferencia de Occidente y de la mayoría de los países del mundo, está signada por su sentido de la civilización, por su existencia como estado-civilización más que como estado-nación.

Y hay algo más para agregar a esto, y es que: por supuesto, sabemos que China es enorme, demográfica y geográficamente: con una población de 1.300 millones.

Lo que a menudo no tenemos en cuenta es el hecho de que China es extremadamente diversa y muy plural, y en muchos aspectos muy descentralizada.

No se puede gobernar un lugar de estas dimensiones sólo desde Beijing, aún cuando pensemos que este es el caso.

Nunca ha sido así.

Entonces, esto es China, un estado-civilización, en lugar de un estado-nación.

¿Y eso qué quiere decir?

Bien, creo que tiene consecuencias profundas.

Rápidamente mencionaré dos.

La primera es que el valor político más importante para los chinos es la unidad, es el mantenimiento de la civilización china.

Ya saben, hace 2.000 años, Europa: la ruptura, la fragmentación del Sacro Imperio Romano.

Se divide y queda dividido desde entonces.

China, en el mismo período, fue exactamente en la dirección opuesta, manteniendo a duras penas esta civilización enorme, uniendo al estado-civilización.

La segunda quizá sea más terrenal y es Hong Kong.

¿Se acuerdan del traspaso de Hong Kong de Gran Bretaña a China en 1997?

Recordarán cuál fue la propuesta constitucional china: un país, dos sistemas.

Hice una apuesta de que casi nadie en Occidente les creería.

«Papel pintado.

Cuando Hong Kong esté en manos de China, eso no va a ser así».

13 años después, el sistema político y legal de Hong Kong es tan diferente como lo era en 1997.

Nos equivocamos.

Pero,

¿por qué?

Nos equivocamos porque pensamos, como es natural, como estado-nación.

Piensen en la unificación alemana de 1990.

¿Qué sucedió?

Bueno, básicamente la parte occidental tragó a la oriental.

Una nación, un sistema.

Esa es la mentalidad estado-nación.

Pero no se puede gobernar un país como China, un estado-civilización, con la premisa «una civilización, un sistema».

No funciona.

Así que en realidad la respuesta de China a la cuestión de Hong Kong -y será igual en la cuestión de Taiwán- fue una respuesta natural: una civilización, muchos sistemas.

Ahora les voy a dar otro elemento para tratar de entender a China, y quizá no sea tan agradable.

Los chinos tienen una muy, muy diferente concepción de la raza a casi el resto de los países.

¿Saben que de los 1.300 millones de chinos más del 90% de ellos cree que pertenece a la misma raza, los ‘han’?

Esto es completamente diferente de los otros países más poblados del planeta.

India, Estados Unidos, Indonesia, Brasil, todos son multirraciales.

Los chinos no se sienten así.

China sólo es multirracial en los márgenes.

Y la pregunta es,

¿por qué?

Bueno, la razón, creo, en esencia remite, otra vez, al estado-civilización.

Una historia de al menos 2.000 años, una historia de conquista, ocupación, absorción, asimilación, etc, condujo a un proceso por el cual con el tiempo surgió la noción de ‘Han’ alimentada, por supuesto, por un sentido cada vez mayor y muy potente de identidad cultural.

Ahora, la gran ventaja de esta experiencia histórica ha sido que, sin los ‘Han’, China nunca habría podido mantenerse unida.

La identidad ‘Han’ ha sido el cemento que ha mantenido unido a este país.

La gran desventaja de eso es que los ‘Han’ tienen una concepción muy débil de la diferencia cultural.

Ellos creen realmente en su propia superioridad, y son irrespetuosos con quienes no lo son.

De ahí su actitud, por ejemplo, hacia los uigures y los tibetanos.

O dejénme darles mi tercer pilar: el Estado chino.

La relación entre estado y sociedad en China es muy diferente a la occidental.

En Occidente la abrumadora mayoría parece pensar, en estos días al menos, que la autoridad y la legitimidad del Estado es una función de la democracia.

El problema con esta afirmación es que el Estado chino goza de mayor legitimidad y más autoridad entre los chinos que lo que sucede en cualquier país de Occidente.

Y la razón de esto se debe…

bueno, creo que obedece a dos razones.

Obviamente no tiene nada que ver con la democracia, porque desde nuestra perspectiva los chinos claramente no tienen una democracia.

Y la razón de ser de esto es, primero, porque al Estado en China se le otorga una muy especial…

goza de una trascendencia muy especial como representante, portador y guardián, de la civilización china, del estado-civilización.

Esto es lo que más cerca está China de cumplir una suerte de rol espiritual.

Y la segunda razón es que, mientras en Europa y América del Norte se desafía continuamente al poder del Estado -quiero decir, en la tradición europea, históricamente contra la Iglesia, contra otros sectores de la aristocracia, contra los comerciantes, etc- durante 1.000 años el poder del Estado chino no ha sido desafiado.

No ha tenido grandes rivales.

Como pueden ver la construcción de poder en China ha sido muy diferente a lo que hemos experimentado en la historia de Occidente.

El resultado, por cierto, es que los chinos tienen una visión muy diferente del Estado.

Mientras que nosotros tendemos a verlo como un intruso, un extraño, sin duda como un órgano cuyos poderes tienen que recortarse o definirse y limitarse, los chinos no ven al Estado de ese modo, en absoluto.

Los chinos ven al Estado como a un miembro -tan íntimo en realidad, como a un miembro de la familia- de hecho no sólo como a un miembro de la familia sino como a la cabeza de la familia; es el patriarca de la familia.

Así ven los chinos al Estado – muy, muy diferente a nosotros.

Está incrustado en la sociedad de manera muy diferente a lo que sucede en Occidente.

Y me permito sugerirles que en realidad lo que estamos viendo aquí, en el contexto chino, es un nuevo tipo de paradigma, diferente a todo lo que hayamos pensado en el pasado.

Sepan que China cree en el mercado y el Estado.

Digo, Adam Smith, dejó escrito ya en el siglo XVIII: «El mercado chino es más grande, más desarrollado, y más sofisticado que cualquiera de Europa».

Y, salvo en la época de Mao, eso se ha mantenido más o menos así desde entonces.

Pero esto se combina con un estado extremadamente fuerte y omnipresente.

El Estado está en todas partes en China.

Quiero decir, es líder empresarial, muchas empresas son de propiedad pública.

Las empresas privadas, grandes como son -como Lenovo-, dependen mucho del patrocinio del Estado.

Objetivos económicos y demás son establecidos por el estado.

Y el Estado, claro, ejerce autoridad en muchas otras áreas como ya sabemos, en cuestiones como la planificación un-hijo-por-familia.

Más aun, ésta es una tradición estatal muy antigua, una tradición muy antigua del arte de gobernar.

Digo, si quieren un ejemplo de esto, tienen la Gran Muralla.

Pero este es otro ejemplo: el Gran Canal, que comenzó a construirse en el siglo V A.C.

y se terminó finalmente en el siglo VII D.C.

Recorre 1800 Km, conectando Beijing con Hangzhou y Shanghai.

Así que hay una larga historia de proyectos de infraestructura estatales extraordinarios en China, que supongo nos ayudan a explicar lo que vemos hoy, algo así como la Represa de las Tres Gargantas y muchas otras expresiones de competencia estatal dentro de China.

Así que allí tenemos tres pilares para tratar de entender la diferencia que es China: el «estado-civilización», la noción de raza y la naturaleza del Estado y su relación con la sociedad.

Y todavía seguimos insistiendo, en general, en la idea de que podemos entender a China basándonos en la experiencia occidental, con una mirada occidental, con conceptos occidentales.

Si quieren saber por qué indefectiblemente entendemos mal a China, por qué son incorrectas nuestras predicciones de lo que va a suceder en China, ésta es la razón.

Creo que, lamentablemente, tengo que decir que me parece que la actitud respecto de China tiene un tinte ligeramente occidental.

Es un poco arrogante.

Arrogante en el sentido de que pensamos que somos mejores, y por ende tenemos el patrón universal de medida.

Y, segundo, es ignorante.

Nos negamos a abordar realmente la cuestión de la diferencia.

Hay un fragmento muy interesante en un libro de Paul Cohen -historiador estadounidense.

Paul Cohen sostiene que Occidente se ve a sí mismo tal vez como la más cosmopolita de las culturas.

Pero no lo es.

En muchos sentidos, es la de miras más estrechas porque durante 200 años, Occidente ha sido tan dominante en el mundo que no hizo falta en realidad entender a las otras culturas, a otras civilizaciones.

Porque, en última instancia, de ser necesario podía salirse con las suyas.

Mientras que esas culturas -prácticamente el resto del mundo, de hecho- que han estado en una posición mucho más débil, frente a Occidente, han tenido que entender a Occidente obligadamente debido a la presencia de Occidente en esas sociedades.

Y, por lo tanto, son en consecuencia más cosmopolitas en muchos sentidos que Occidente.

Digo, tomemos el caso de Asia Oriental.

Asia Oriental: Japón, Corea, China, etc.

Allí vive un tercio de la población mundial, hoy, la mayor región económica del mundo.

Y les digo algo: que los asiáticos orientales, saben mucho más de Occidente de lo que Occidente sabe de Asia Oriental.

Me temo que este punto es muy germano, hasta el presente.

Porque,

¿qué está sucediendo?

Volvamos al gráfico del principio.

El gráfico de Goldman Sachs.

Lo que está sucediendo es que, muy rápidamente en términos históricos, el mundo está siendo conducido y modelado, no por los viejos paísese desarrollados, sino por el mundo en desarrollo.

Hemos visto esto en términos del G-20 usurpando muy rápidamente el lugar del G-7, o del G-8.

Y de esto se desprenden dos consecuencias.

Primero, Occidente está perdiendo rápidamente su influencia mundial.

Hubo un ejemplo dramático de esto hace un año – Copenhague, la conferencia sobre el cambio climático.

Europa no estuvo en la mesa final de negociaciones.

¿En qué momento sucedió?

Apuesto a que fue probablemente hace unos 200 años.

Y eso es lo que va a pasar en el futuro.

Y la segunda consecuencia es que el mundo, inevitablemente, como consecuencia se nos volverá cada vez menos familiar, porque va a ser modelado por culturas, experiencias e historias con las que no estamos familiarizados, o en conversación.

Y por último, me temo -tomemos Europa, EE.UU.

es levemente diferente- que los europeos en general, tengo que decirlo, ignoran, no son conscientes de la forma en la que el mundo está cambiando.

Algunas personas, tengo un amigo inglés en China y me dijo: «El continente camina sonámbulo hacia el olvido».

Bueno, tal vez sea verdad, o tal vez una exageración.

Pero esto trae aparejado otro problema: que Europa está cada vez más alejada del mundo y eso es una especie de pérdida del sentido de futuro.

Digo, por supuesto, Europa una vez tuvo el dominio del futuro en sí misma.

Tomemos el siglo XIX por ejemplo.

Pero esto, desgraciadamente, ya no es así.

Si quieren sentir el futuro, si quieren probar el futuro, vayan a China; ahí tienen al viejo Confucio.

Esta es una estación de trenes de las que nunca han visto en su vida.

Ni siquiera parece una estación de trenes.

Es la nueva estación de trenes de Guangzhou para los trenes de alta velocidad.

China ya cuenta con una red más grande que cualquier otro país del mundo y pronto van a tener una más grande que la del resto del mundo junto.

O tomen esto: ahora, esto es una idea pero pronto será una realidad en un suburbio de Beijing.

Este es un megabus; en el piso superior lleva a unas 2.000 personas.

Va sobre rieles por una calle suburbana, y los coches pasan por debajo.

Y alcanza velocidades de hasta 160 kilómetros por hora.

Ahora, ésta es la dirección en que las cosas van a moverse porque China tiene un problema muy específico, diferente a Europa y distinto a los Estados Unidos.

China tiene un gran número de personas y no tiene espacio.

Y ésta es una solución a una situación en donde China va a tener muchas, muchas, muchas ciudades de más de 20 millones de habitantes.

Muy bien,

¿cómo me gustaría terminar?

Bueno,

¿cuál debería ser nuestra actitud hacia este mundo que vemos que se desarrolla muy rápidamente ante nosotros?

Creo que habrá cosas buenas y cosas malas.

Pero quiero plantear, sobre todo, un panorama positivo para este mundo.

Durante 200 años el mundo estuvo gobernado esencialmente por un fragmento de la población humana.

Eso es lo que representa Europa y América del Norte.

La llegada de países como China e India -entre ambas el 38% de la población mundial- y otros países como Indonesia, Brasil, etc, representa el acto más importante de democratización de los últimos 200 años.

Civilizaciones y culturas, que habían sido ignoradas, que no tenían voz, que no fueron escuchadas, de las que no se hablaba, van a tener un tipo diferente de representación en el mundo.

Como humanistas, debemos sin duda, recibir bien esta transformación.

Y vamos a tener que aprender sobre estas civilizaciones.

Esta gran embarcación fue la empleada por Zheng He a principios del siglo XV en sus grandes viajes por el Mar de China Meridional, por el Mar de China Oriental, y por todo el Océano Índico hasta África Oriental.

El botecito de enfrente fue el que, 80 años después, usó Cristóbal Colón para cruzar el Atlántico.


(Risas)
O, miren atentamente en este rollo de seda hecho en Zhuzhou en 1368.

Me parece que están jugando al golf.

¡Dios, los chinos también inventaron el golf! Bienvenidos al futuro.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/martin_jacques_understanding_the_rise_of_china/

 

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