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Pam Warhurst: ¿Cómo podemos comer nuestros paisajes? – Charla TEDSalon London Spring 2012

Charla «Pam Warhurst: ¿Cómo podemos comer nuestros paisajes?» de TEDSalon London Spring 2012 en español.

¿Qué debe hacer una comunidad con la tierra que no usa? Plantar alimentos, por supuesto. Con energía y humor, Pam Warhurst cuenta en el TEDSalon la historia de cómo ella y un grupo creciente de voluntarios se unieron para convertir las parcelas de tierras no usadas en huertos comunales y así cambiar la narrativa de los alimentos en su comunidad.

  • Autor/a de la charla: Pam Warhurst
  • Fecha de grabación: 2012-05-10
  • Fecha de publicación: 2012-08-09
  • Duración de «Pam Warhurst: ¿Cómo podemos comer nuestros paisajes?»: 801 segundos

 

Traducción de «Pam Warhurst: ¿Cómo podemos comer nuestros paisajes?» en español.

La voluntad de vivir la vida de manera diferente puede empezar en algunos de los lugares más inusuales.

Yo vengo de Todmorden.

Es un pueblo comercial del norte de Inglaterra de 15 000 habitantes, entre Leeds y Manchester, un pueblo bastante normal.

Solía verse así y ahora tiene este aspecto; con una irrupción de frutas, vegetales e hierbas en todos lados.

Lo llamamos jardinería de propaganda.


(Risas)
La esquina del ferrocarril, un estacionamiento, frente del centro médico, jardines privados e incluso frente a la policía.


(Risas)
Tenemos caminos de sirga comestibles y cementerios que germinan.

El suelo es muy bueno allí.


(Risas)
Incluso hemos inventado una nueva forma de turismo.

Se llama turismo vegetal y, créase o no, viene gente de todo el mundo a ver nuestros canteros, incluso si no crecen mucho.


(Risas)
Pero genera conversación.


(Risas)
Y no lo hacemos porque estamos aburridos.


(Risas)
Lo hacemos porque queremos empezar una revolución.

Tratamos de responder esta simple pregunta:

¿Puede encontrarse un lenguaje unificado que trascienda la edad, el ingreso, la cultura, que ayude a las personas a encontrar un nuevo modo de vida, ver los espacios circundantes de modo diferente, pensar de otra forma los recursos que usamos, e interactuar en forma diferente?

¿Podemos encontrar ese lenguaje?

Luego,

¿podemos replicar esas acciones?

Y la respuesta parece ser que sí, y el lenguaje parecen ser los alimentos.

Así, hace tres años y medio algunos de nosotros reunidos en torno a una mesa de cocina inventamos toda esta cuestión.


(Risas)

(Aplausos)
Pensamos un plan de juego muy simple que propusimos en un encuentro público.

No pedimos consejos.

No hicimos un informe.

Basta de todo eso.


(Risas)
En ese encuentro público en Todmorden dijimos miren, imaginemos que el pueblo se centra en torno a tres platos: un plato comunitario, el modo de vivir todos los días; un plato educativo, lo que enseñamos a los niños en la escuela y qué capacidades compartimos entre nosotros; y un plato comercial, qué hacemos con el dinero que tenemos en el bolsillo y qué negocios decidimos apoyar.

Imaginemos esos platos agitados con acciones comunitarias en torno a la comida.

Si empezamos a hacer girar esos platos comunitarios es fantástico, eso empieza a darle poder a las personas pero si luego podemos mezclar ese plato comunitario con el plato educativo y luego con el plato comercial, es un verdadero espectáculo, hay acción verdadera.

Empezamos a crear resiliencia propia.

Empezamos a reinventarnos la comunidad y lo hicimos sin un documento estratégico de rotación.


(Aplausos)
Y esta es la cuestión también.

No le pedimos permiso a nadie para hacerlo, lo hacemos y basta.


(Risas)
Y por supuesto no esperamos que caiga ese cheque en el buzón antes de empezar.

Y lo más importante de todo, no nos amilanamos por discusiones sofisticadas que dicen: «estas pequeñas acciones son insignificantes frente a los problemas del mañana», porque he visto el poder de las pequeñas acciones y es fantástico.

Así que volviendo al encuentro público.


(Risas)
Hicimos la propuesta en el encuentro, dos segundos, y luego la sala explotó.

Nunca antes en mi vida había vivido algo así.

Ha ocurrido lo mismo en cada sala, en cada pueblo en el que contamos la historia.

Las personas están listas y responden a la historia de la comida.

Quieren acciones positivas en las que ocuparse y dentro de sí saben que ahora es el momento de asumir la responsabilidad personal e invertir en más amabilidad mutua y con el ambiente.

Y desde que tuvimos ese encuentro hace tres años y medio todo ha sido una montaña rusa.

Empezamos con un intercambio de semillas, algo muy simple, luego tomamos un pedazo de tierra, una franja del borde de nuestra calle principal, que básicamente tenía heces de perros y lo convertimos en un jardín de hierbas realmente encantador.

Tomamos la esquina de la estación, que allí ven, e hicimos canteros para compartir, de los que todos pueden servirse.

Fuimos a los médicos.

Acababan de construir un centro de 6 millones de libras en Todmorden, y por alguna razón que no puedo entender, fue rodeado con plantas espinosas.


(Risas)
Le preguntamos a los médicos: «

¿Les molestaría si nos ocupamos nosotros?

» Dijeron: «Perfecto, si tienen la licencia urbanística y lo hacen en latín por triplicado»; lo hicimos
(Risas)
y ahora hay árboles frutales, arbustos, hierbas y verduras alrededor del centro médico.

Y ha habido muchos otros ejemplos, como el maíz que estaba en frente de la estación de policía y el hogar de ancianos que hemos plantado con alimentos que ellos pueden tomar y cultivar.

Pero no se trata sólo de cultivar porque todos somos parte de este rompecabezas.

Se trata de pedirle a las personas artísticas de la comunidad que hagan diseños fabulosos en esos canteros para explicarle a la gente lo que allí se cultiva porque hay mucha gente que realmente no reconoce un vegetal a menos que esté en un plástico con instrucciones en la parte superior.


(Risas)
Por eso tenemos gente que diseña estas cosas: «Si se parece a esto, por favor, no recogerlo pero si se parece a esto otro sírvase nomás».

Tiene que ver con compartir e invertir en amabilidad.

Y para quienes no quieren hacer ni una cosa ni la otra, quizá puedan cocinar; así que los recogemos en temporada y luego salimos a la calle, o al pub, o a al templo, o donde sea que las personas vivan sus vidas.

Se trata de ir hasta la gente y decirles: «Todos somos parte del rompecabezas alimenticio, todos somos parte de la solución».

Y luego, como sabemos que tenemos turistas de vegetales y nos encanta verlos porque son absolutamente fantásticos, pensamos,

¿qué podemos hacer para que tengan una mejor experiencia?

Por eso inventamos, sin preguntar por supuesto, la Increíble Vía Verde Comestible.

Esta es una ruta de los jardines de exposición, de caminos de sirga comestibles, de sitios amigables para abejas y polinizadores y es una ruta que diseñamos que lleva a la gente por todo el pueblo, pasa por los cafés, los pequeños negocios, por el mercado, no solo de un lado a otro del supermercado, y esperamos que al cambiar el rumor de los pasos de la gente por el pueblo, cambie también su comportamiento.

Y luego viene el segundo plato, el educativo.

Bueno, colaboramos con una escuela secundaria.

Hemos creado una empresa.

Estamos diseñando y construyendo una unidad de acuaponia en una tierra sin usar del fondo de la escuela, como hacen Uds., y ahora criaremos peces y cultivaremos verduras en un huerto con abejas y los niños nos están ayudando a construirlo, los niños se sumaron, y dado que la comunidad realmente se interesó en trabajar con la escuela secundaria, la escuela ahora está enseñando agricultura, y dado que se está enseñando agricultura, empezamos a pensar:

¿cómo podremos llegar a esos niños que nunca se capacitaron antes en sus vidas, pero que están muy entusiasmados con el cultivo, cómo podemos darles más experiencia?

Un centro de jardinería local nos donó un terreno.

Estaba cubierto de lodo, pero de manera increíble, en forma totalmente voluntaria, lo convertimos en un centro comercial de formación en jardines, y allí hay politúneles, canteros y todas las cosas necesarias para meter las manos en la tierra y pensar que quizá ese pueda ser un trabajo para mí en el futuro.

Y dado que hacíamos eso, algunos académicos locales dijeron: «Saben, podemos ayudarles a diseñar un curso de horticultura comercial.

No conocemos ninguno».

Así que lo están haciendo y lo lanzaremos a fin de año; es todo un experimento y todo es voluntario.

Y después está el tercer plato, porque si uno camina por un paisaje comestible, y si aprende nuevas habilidades, y si uno empieza a interesarse en los cultivos de temporada, es posible que uno quiera gastar más dinero propio para ayudar a productores locales no solo de verduras sino de carne, quesos, cerveza y lo que sea.

Pero solo somos un grupo comunitario.

Somos todos voluntarios.

¿Qué podíamos hacer realmente?

Hicimos cosas muy simples.

Recaudamos fondos, compramos algunas pizarras, pusimos arriba «Comestible Increíble»; se lo entregamos a cada comerciante que vendiera localmente y ellos garabateaban algo que vendieran en la semana.

Realmente popular.

Las personas se congregaron alrededor.

Aumentaron las ventas.

Luego tuvimos una charla con los granjeros y dijimos: «Lo tomamos con seriedad», pero no nos creyeron, así que pensamos bueno,

¿qué hacemos?

Ya sé.

Si podemos crear una campaña en torno a un producto y mostrarles que hay fidelidad local para ese producto quizá cambiarán de idea y verán que somos serios.

Así que lanzamos una campaña -porque me divierte- llamada Cada Huevo Cuenta.


(Risas)
Y pusimos a la gente en nuestro plano de huevos.

Es un mapa estilizado de Togmorden.

Cada uno vende los huevos que le sobran en la puerta de su jardín, perfectamente legal, a sus vecinos los pegamos allí.

Empezamos con cuatro y ahora tenemos 64 y el resultado fue que las personas fueron a las tiendas a pedir huevos locales de Todmorden y como resultado algunos granjeros aumentaron la cantidad de aves de cría y luego siguieron con la carne de aves y aunque estos son pasos muy, muy pequeños, ese aumento de la confianza en la economía local está empezando a jugar de varias maneras y ahora tenemos granjeros que hacen quesos y aumentaron los rebaños de ovejas y cerdos poco comunes, que están haciendo pastelería y cosas que nunca antes habían hecho.

Tenemos cada vez más puestos en el mercado local de alimentos, y en una encuesta de los estudiantes locales, el 49 % de los comerciantes del pueblo dijeron que se ha incrementado el comercio debido a lo que estamos haciendo.

Y solo somos voluntarios que hacen un experimento.


(Risas)
Pero nada de esto es muy complicado.

Ciertamente, no es inteligente, ni es original.

Pero sí nos une y es inclusivo.

Este no es un movimiento para esas personas que de todos modos encontrarán una solución.

Este es un movimiento para todos.

Tenemos un lema: si comes, perteneces.


(Risas)

(Aplausos)
Atraviesa edades, ingresos y culturas.

La experiencia ha sido una verdadera montaña rusa pero volviendo a esa primera pregunta que nos hicimos:

¿Es replicable?

Sí.

Sin dudas es replicable.

Más de 30 ciudades de Inglaterra ya tienen platos Comestibles Increíbles.

Como sea que deseen hacerlo, por su propia voluntad, están tratando de hacer sus vidas de modo diferente y tenemos comunidades en todo el mundo: en América y Japón, es increíble,

¿no?

Digo, América, Japón y Nueva Zelanda.

Nos visitó la gente después del terremoto de Nueva Zelanda para incorporar parte de esta iniciativa pública en cultivos locales en el corazón de Christchurch.

Y nada de esto requiere dinero adicional ni tampoco burocracia, pero sí pensar de manera diferente y estar preparado para duplicar presupuestos y programas de trabajo para crear ese marco de apoyo que las comunidades pueden compartir.

Y ya hay algunas ideas geniales en nuestro terreno.

Las autoridades locales decidieron llevar a todos lados Comestible Increíble y para apoyarlo han decidido hacer dos cosas.

En primer lugar, van a crear un registro de tierras libres que ellos tienen y ponerlas en un banco alimenticio para que las comunidades puedan usarlas dondequiera que vivan y van a sostenerlo con una licencia.

Y le pidieron a todos y cada uno de sus trabajadores que, si pueden, ayuden a esas comunidades y ayuden a mantener sus espacios.

De repente, estamos viendo acciones en el terreno del gobierno local.

Se está popularizando.

Al fin estamos respondiendo de manera creativa al pedido de Río y hay mucho más por hacer.

Digo, por citar algunas cosas, por favor dejen de poner plantas espinosas alrededor de los edificios públicos.

Es un desperdicio de espacio.


(Risas)
Segundo, por favor creen…

por favor, creen paisajes comestibles para que nuestros hijos empiecen a caminar y ver su comida en el día a día por nuestras calles en los parques, donde sea.

Inspiren a los planificadores locales para que pongan sitios de comida en el centro del pueblo y en el plan urbano, que no los releguen a zonas marginales que nadie puede ver.

Alienten a las escuelas a que lo tomen en serio.

Esto no es un ejercicio de segundo grado.

Si queremos inspirar a los granjeros del mañana entonces por favor digámosle a cada escuela que cree un sentido de propósito en torno a la importancia del ambiente, de la comida local y de los suelos.

Pongan eso en el corazón de la cultura escolar y crearán una generación diferente.

Hay tantas cosas que pueden hacerse pero, en última instancia, se trata de algo muy simple.

Mediante un proceso orgánico, con un creciente reconocimiento del poder de las pequeñas acciones, estamos empezando, al fin, a creer en nosotros mismos otra vez y a creer en nuestra capacidad, todos y cada uno de nosotros, para construir un futuro diferente, más amable, y en mi libro, eso es increíble.

Gracias.


(Aplausos)

(Aplausos)
Muchas gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/pam_warhurst_how_we_can_eat_our_landscapes/

 

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