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Johanna Blakley: Lecciones de la cultura libre de la moda – Charla TEDxUSC

Charla «Johanna Blakley: Lecciones de la cultura libre de la moda» de TEDxUSC en español.

La atenazante ley de derechos de reproducción en películas, música y software apenas toca la industria de la moda… y la moda resulta beneficiada tanto en innovación como en ventas, dice Johanna Blakley. En TEDxUSC 2010, nos habla de lo que las industrias creativas pueden aprender de la cultura libre de la moda.

  • Autor/a de la charla: Johanna Blakley
  • Fecha de grabación: 2010-04-13
  • Fecha de publicación: 2010-05-25
  • Duración de «Johanna Blakley: Lecciones de la cultura libre de la moda»: 936 segundos

 

Traducción de «Johanna Blakley: Lecciones de la cultura libre de la moda» en español.

Escuché esta fascinante historia de Miucha Prada.

Es una diseñadora de moda italiana.

Va a cierta tienda vintage en París con una amiga.

Está rebuscando.

Encuentra una chaqueta de Balenciaga.

Le encanta.

La vuelve del revés.

Le mira todas las costuras.

Le mira la hechura.

Su amiga le dice, »Cómpratela ya».

Ella contesta, ‘Me la compraré, pero también la voy a copiar».

Los académicos del público pueden pensar, »Eso suena a plagio».

Pero para un fashionista lo que representa es una muestra de la genialidad de Prada, que puede rebuscar en la historia de la moda y escoger la chaqueta que no necesita ni un solo cambio, para ser moderna y actual.

Puede que se estén preguntando si es posible que lo que está haciendo sea ilegal.

Bueno, resulta que en realidad no es ilegal.

En la industria de la moda hay muy poca protección para la propiedad intelectual.

Tienen protección de marcas registradas, pero no derechos de autor, y casi ninguna protección de patentes.

Lo único que tienen es protección de marca registrada.

Lo que significa que cualquiera podría copiar cualquier prenda de cualquier persona en la sala y venderla como diseño propio.

Lo único que no pueden copiar es la etiqueta de la marca registrada en sí que aparece en dicha prenda.

Esa es una razón por la que ven logos salpicados por todos estos productos.

Resulta mucho más dificil para los falsificadores falsificar dichos diseños porque no pueden copiar el logo.

Pero si van a Santee Alley, claro.

Bueno, está claro.

Canal Street, lo sé.

Y a veces es divertido,

¿cierto?

Ahora bien, la razón por la que la industria de la moda carece de protección de los derechos de autor es porque los juzgados decidieron hace mucho que las prendas son demasiado prácticas para ampararse en los derechos de autor.

No querían que un puñado de diseñadores fuesen dueños de las bases fundamentales de nuestra ropa.

Y que los demás tuvieran que pagar licencias por este puño o esta manga porque es propiedad de Juan Nadie.

Pero

¿demasiado práctica?

Quiero decir,

¿es así como ven la moda?

Esto es Vivienne Westwood.

¡No! Creemos que quizás sea un poco tonta, demasiado superflua.

Los que conozcan la lógica que hay detrás de los derechos de autor, que, sin propiedad, no hay incentivo para innovar, se sorprenderán mucho tanto por el éxito de crítica de la industria de la moda como por su éxito económico.

Lo que intento argumentar hoy es que, al no haber protección de los derechos de autor en la industria de la moda, los diseñadores han sido en realidad capaces de elevar el diseño práctico, cosas con las que cubrir nuestros cuerpos desnudos, a algo que consideramos arte.

Al no haber derechos de autor en esta industria, existe una ecología de la creatividad muy abierta y original.

A diferencia de sus hermanos creativos que son escultores o fotógrafos o directores de cine o músicos, los diseñadores de moda pueden tomar muestras de todos los diseños de sus colegas.

Pueden tomar cualquier elemento de cualquier prenda en la historia de la moda e incorporarlo a su propio diseño.

También son bien conocidos por, tomar prestado del zeitgeist.

Y aquí, sospecho, que les influyeron los trajes de Avatar.

Quizás sólo un poco.

Tampoco existen derechos de autor sobre un traje.

Ahora bien, los diseñadores de moda tienen la paleta más amplia imaginable en esta industria creativa.

Este vestido de novia está hecho de tenecucharas.

Y este vestido está hecho de aluminio.

Cuentan que ese vestido suena parecido a un móvil de viento al caminar.

Así que uno de los mágicos efectos secundarios de tener una cultura de la copia, pues de eso se trata realmente, es el establecer tendencias.

A la gente le parece algo mágico.

¿Cómo es que pasa esto?

Bueno, pasa porque es legal copiarse los unos de los otros.

Alguna gente piensa que hay unas cuantas personas en la cima de la cadena de la moda que nos dictan lo que todos nos vamos a poner.

Pero si hablaseis con cualquier diseñador a cualquier nivel, incluyendo a esos diseñadores de lujo, todos siempre dicen que su principal inspiración viene de la calle, donde gente como nosotros combina y conjunta nuestros propios looks, y es ahí donde ellos consiguen mucha de su inspiración creativa.

Es una industria con estrategias de gestión de arriba a abajo y viceversa.

Ahora bien, los gigantes de la moda se han beneficiado más que nadie de la falta de protección de los derechos de autor en esta industria.

Son conocidos por copiar los diseños de alta costura y venderlos a precios muy bajos.

Y se han encontrado con un montón de demandas, pero dichas demandas nunca parten de diseñadores de moda.

Los juzgados lo han dicho una y otra vez, »No necesitan más protección de la propiedad intelectual».

Cuando vemos copias como ésta, uno se pregunta,

¿cómo hacen las marcas de lujo para continuar en el mercado?

Si puedes tenerlo por 200 dólares,

¿por qué pagar mil?

Bien, por eso tuvimos una conferencia aquí en U.S.C.

hace unos años.

Invitamos a Tom Ford a venir.

La conferencia se llamó: »Preparados para compartir: La moda y la propiedad de la creatividad».

Y le preguntamos exactamente eso.

Esto es lo que tenía que decir.

Acababa de salir de un exitoso y largo periodo como diseñador principal de Gucci, por si no lo sabíais.

Tom Ford: Y descubrimos tras mucho investigar que, en realidad la investigación fue poca, bastante sencilla, que el cliente de imitación no era nuestro cliente.

Johanna Blakley: Imagínenselo.

La gente de Santee Alley no son los que compran en Gucci.


(Risas)
La demográfica es muy diferente.

Y, ya saben, una copia nunca es lo mismo que un diseño original de alta costura, al menos en lo referente a materiales, siempre utilizan materiales más baratos.

Incluso, a veces, una versión más barata puede contar con aspectos encantadores, puede revitalizar una tendencia condenada a desaparecer.

Existen muchas virtudes en la imitación.

Una que muchos críticos culturales han señalado es que ahora tenemos una paleta mucho más amplia de opciones de diseño entre las que escoger que antes.

Y esto se debe principalmente a la industria de la moda rápida.

Y eso es bueno.

Necesitamos muchas opciones.

La moda, nos guste o no, nos ayuda a proyectar quienes somos en el mundo.

Gracias a la moda rápida, las tendencias globales se establecen mucho más rapidamente que antes.

Y eso son muy buenas noticias para los marcadores de tendencias.

Quieren que se marquen tendencias para poder mover el producto.

Los fashionistas, quieren ir por delante.

No quieren ponerse lo que el resto de la gente se pone.

Así que quieren moverse hacia la próxima tendencia lo antes posible.

Creedme, no hay descanso para el que quiere ir a la moda.

Cada temporada, estos diseñadores tienen que esforzarse en pensar la nueva, fantástica idea que va a encantar a todos.

Y esto, les digo, es muy bueno para la base de la industria.

Ahora bien, hay una serie de efectos que esta cultura de la imitación tiene sobre el proceso creativo.

Stuart Weitzman es un diseñador de zapatos de mucho éxito.

Se ha quejado mucho de que la gente le copia.

Pero en una entrevista que leí, dijo que eso le ha obligado a superarse.

Tuvo que elaborar nuevas ideas, cosas nuevas que fuesen difíciles de copiar.

Inventó el tacón de cuña Bowden que tiene que estar hecho de acero o titanio.

Si lo haces de un material más barato, se partirá en dos.

Le obligó a ser un poco más innovador.

Y eso me recordó al grande del jazz, Charlie Parker.

No sé si han escuchado esta anécdota, pero yo sí.

Dijo que una de las razones por las que inventó el bebop era porque estaba seguro de que los músicos blancos no serían capaces de reproducir el sonido.

Quiso hacerlo demasiado difícil de copiar.

Y eso es lo que los diseñadores de moda hacen continuamente.

Intentan crear un look propio, una estética, que refleje quienes son.

Cuando la gente les copia, todo el mundo lo sabe porque ellos han puesto ese look en la pasarela, y es una estética coherente.

Me encantan estos Galianos.

Vale, avancemos.

Se parece bastante al mundo de la comedia.

No sé si saben que los chistes tampoco se pueden proteger por los derechos de autor.

Así que cuando los chistes eran muy conocidos, todo el mundo se los robaban unos a otros.

Pero ahora tenemos un tipo distinto de cómico.

Crean un personaje, un estilo personal, muy parecido a los diseñadores de moda.

Y sus bromas, igual que los diseños de un diseñador de moda, sólo tienen gracia dentro de esa estética.

Si alguien roba una broma de Larry David, por ejemplo, no tiene tanta gracia.

La otra cosa que los diseñadores de moda han hecho para sobrevivir en esta cultura de la copia es que han aprendido a copiarse a si mismos.

Se imitan a si mismos.

Llegan a acuerdos con los gigantes de la moda, e inventan una manera de vender su producto a un público totalmente nuevo, el público de Santee Alley.

Ahora bien, algunos diseñadores dirán, »Es sólo en los Estados Unidos donde no se nos respeta.

En otros paises hay protección para nuestros diseños artísticos».

Pero si echan un vistazo a los dos mercados más grandes del mundo, resulta que la protección que ofrecen es, en realidad, inefectiva.

En Japón, por ejemplo, que creo es el tercer mercado más grande, tienen una ley para el diseño, protege la ropa, pero el estándar de novedad es tan alto, que tienes que demostrar que tu prenda no ha existido antes.

Es totalmente única.

Y eso es parecido al estándar de novedad para una patente estadounidense, que los diseñadores de moda nunca obtienen, o raramente obtienen aquí en los Estados Unidos.

En la Unión Europea tomaron la dirección contraria.

Un estándar de novedad muy bajo, cualquiera puede registrar cualquier cosa.

Pero aun siendo el hogar de la industria de la moda rápida y teniendo un montón de diseñadores de lujo allí, estos, por lo general, no registran sus diseños, y apenas hay litigio.

Y eso pasa porque el estándar de novedad es demasiado bajo.

Alguien puede llegar y tomar el vestido de otro, cortar ocho centímetros del bajo, ir a la U.E.

y registrarlo como un diseño nuevo, original.

Así que eso no detiene a los artista de la imitación.

Si miramos el registro, en realidad, muchas cosas registradas son camisetas Nike que son casi idénticas unas a otras.

Pero esto no ha detenido a Diane von Fustenberg.

Ella es la directora del Consejo de Diseñadores de Moda de América, y le ha dicho a sus votantes que va a conseguir protección de los derechos de autor para diseños de moda.

Los minoristas, sin embargo, se han cargado esa idea.

No creo que la legislación vaya a ninguna parte.

Porque se dan cuenta de que es muy difícil difereciar entre un diseño pirateado y algo que es, simplemente, parte de una tendencia global.

¿A quién pertenece un look?

Esa es una pregunta muy difícil de responder.

Se necesitan un montón de abogados y de tiempo en los juzgados.

Y los minoristas decidieron que sería demasiado caro.

Saben, no es sólo la industria de la moda la que carece de derechos de autor.

Existen un montón de otras industrias sin derechos de autor incluida la industria alimentaria.

No se pueden aplicar derechos de autor a una receta porque es un lista de instrucciones, es cierto.

Y tampoco se pueden aplicar a las sensaciones de, incluso, el plato más único.

Lo mismo pasa con los coches.

No importa lo extraño o lo interesante de su apariencia, no se pueden aplicar derechos de autor al diseño escultural.

Es un artículo de utilidad, esa es la razón.

Lo mismo pasa con el mobiliario.

Es demasiado práctico.

Los trucos de magia, creo que son instrucciones, parecido a las recetas.

Sin protección de derechos de autor.

Los peinados, sin derechos de autor.

El software de código abierto, estos tíos decidieron que no querían los derechos de autor.

Pensaron que habría más innovación sin ellos.

Es muy difícil obtener derechos de autor para bases de datos.

Los artistas de tatuajes, no los quieren; no molan.

Comparten sus diseños.

Los chistes, no tienen derechos de autor.

Las exhibiciones de fuegos artificiales.

Las reglas de los juegos.

El olor de los perfumes, no.

Y algunas de estas industrias pueden parecernos casi marginales, pero estas son las ventas brutas para industrias de baja P.I., industrias con escasa protección de los derechos de autor.

Y aquí están las ventas brutas de películas y videos.


(Aplausos)
No pinta bien.


(Aplausos)
Así que hablamos con la gente de la industria de la moda y ellos están como, »¡Shh! No le digáis a nadie que podemos robarnos los diseños unos a otros.

Da vergüenza.» Pero

¿saben qué?

, es revolucionario.

Y es un modelo que muchas otras industrias, como las que hemos visto con las barras minúsculas, deberían de considerar, porque, ahora mismo, esas industrias con tantos derechos de autor están operando en una atmósfera en la que es como si no tuviesen protección alguna.

Y no saben qué hacer.

Cuando descubrí que hay un montón de industrias sin protección de derechos de autor, pensé,

¿cúal es la lógica interna?

Quiero un gráfico, y los abogados no te dan uno.

Así que hice yo uno.

Estas son las dos principales oposiciones binarias dentro de la lógica legal de los derechos de autor.

Es más complejo, pero servirá.

Primero,

¿es un objeto artístico?

Entonces merece protección.

¿Es un objeto útil?

Entonces no, no merece protección.

Es una dicotomía difícil, inestable.

El otro es:

¿es una idea?

¿Es algo que necesita circular libremente en una sociedad libre?

Sin protección.

¿O es la expresión de una idea plasmada físicamente, algo que creó alguien, y de lo que merecen ser propietario durante un tiempo y ganar dinero?

El problema es que la tecnología digital ha trastornado completamente la lógica de dicha expresión plasmada físicamente en oposición al concepto idea.

Hoy en día, no reconocemos un libro como algo aparcado en nuestra estantería o la música como algo que es un objeto físico que podemos tomar.

Es un archivo digital.

Apenas está ligado a ninguna clase de realidad física en nuestra mente.

Y estas cosas, al poderlas copiar y transmitir con tanta facilidad, en realidad circulan dentro de nuestra cultura mucho más como ideas que como objetos ejemplificados físicamente.

Ahora bien, los problemas conceptuales son realmente profundos cuando hablamos de creatividad y propiedad y, permítanme decirles, no queremos dejárselo a que los abogados lo solucionen.

Son listos.

Yo estoy con uno.

Es mi novio.

Está bien.

Es listo.

Es listo.

Pero uno quiere un equipo intedisciplinar de personas discrepando, intentando averiguar cuál es la clase de modelo de propiedad, en un mundo digital, que conducirá a la máxima innovación.

Y mi sugerencia es que la moda puede ser un muy buen sitio donde empezar a buscar un modelo para las industrias creativas del futuro.

Si desean más información acerca de este proyecto de investigación, visiten nuestra web, es ReadyToShare.org Y me gustaría dar las gracias a Veronica Jauriqui por hacer de ésta una presentación muy a la moda.

Muchísimas gracias.

https://www.ted.com/talks/johanna_blakley_lessons_from_fashion_s_free_culture/

 

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