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La lucha de Sunitha krishnan contra la esclavitud sexual – Charla TEDIndia 2009

Charla «La lucha de Sunitha krishnan contra la esclavitud sexual» de TEDIndia 2009 en español.

Sunitha Krishnan ha dedicado su vida a rescatar mujeres y niños de la esclavitud sexual, un mercado global multimillonario. En esta valiente charla, nos cuenta tres historias impactantes, incluida la suya propia, y hace un llamado en favor de un acercamiento más humano para ayudar a estas jóvenes víctimas a rehacer sus vidas.

  • Autor/a de la charla: Sunitha Krishnan
  • Fecha de grabación: 2009-11-05
  • Fecha de publicación: 2009-12-07
  • Duración de «La lucha de Sunitha krishnan contra la esclavitud sexual»: 762 segundos

 

Traducción de «La lucha de Sunitha krishnan contra la esclavitud sexual» en español.

Les voy a hablar sobre la peor forma de violación a los derechos humanos, el tercer mayor crimen organizado, una industria de 10 mil millones de dólares.

Les voy a hablar de la esclavitud moderna.

Me gustaría contarles la historia de estas tres niñas, Pranitha, Shaheen y Anjali.

La madre de Pranitha fue una mujer que estuvo en la prostitución, una prostituta.

Se infectó con el HIV, y al final de su vida, cuando estaba en la fase final del SIDA, no podía prostituirse, entonces vendió a Pranitha, de 4 años, a un traficante.

Para cuando recibimos la información, y llegamos allí, Pranitha ya había sido violada por tres hombres.

La procedencia de Shaheen ni siquiera la conozco.

La encontramos en las vías del ferrocarril, violada por muchos, muchos hombres, no sé cuantos.

Pero la señal que indicaba eso en su cuerpo era que se le había salido el intestino.

Y cuando la llevamos al hospital necesitó 32 puntos para colocar de nuevo su intestino en su cuerpo.

Todavía no sabemos quiénes son sus padres, ni quién es ella.

Todo lo que sabemos es que cientos de hombres abusaron de ella brutalmente.

El padre de Anjali, un borracho, vendió a su niña para pornografía.

Aquí ven imágenes de niños de tres, cuatro y cinco años.

con quienes han traficado para explotarlos en el comercio sexual.

En este país, y en todo el mundo, cientos y miles de niños, desde los tres y cuatro años, son vendidos para la esclavitud sexual.

Pero no es el único motivo por el que se venden seres humanos.

Se venden en nombre de la adopción.

Se venden en nombre del comercio de órganos.

Se venden en nombre de la explotación laboral, como corredores de camellos, cualquier cosa, de todo.

Trabajo en el tema de explotación sexual comercial.

Y les cuento historias desde ahí.

Mi propio recorrido hasta trabajar con estos niños comenzó cuando era adolescente.

Yo tenía 15 años cuando una banda de 8 hombres me violó.

No recuerdo tanto la violación en sí misma como la ira.

Sí, eran 8 hombres que me profanaron, me violaron, pero no tomé consciencia de eso.

Nunca me sentí como una víctima, ni entonces ni ahora.

Pero lo que perduró desde entonces hasta ahora, hoy cumplo 40, es esta enorme ira indignante.

Dos años, fui excluida, estigmatizada, aislada, porque era una víctima.

Y eso es lo que hacemos con todos los sobrevivientes del tráfico.

Nosotros, como sociedad, nos hemos doctorado en victimizar a las víctimas.

Desde los 15 años, cuando comencé a mirar a mi alrededor, empecé a ver cientos y miles de mujeres y niños que son abandonados en el ejercicio de la esclavitud sexual, sin respiro, sin tregua, porque no les permitimos entrar.

¿Dónde comienza su viaje? La mayoría de ellos vienen de familias muy «opcionalistas», no solamente pobres.

A veces incluso se trafica con gente de clase media.

Tuve a esta hija de un agente de la S.I., que tiene 14 años, está estudiando noveno, que fue violada hablando con un individuo, y huyó de casa porque queria convertirse en una heroína, y fue víctima del tráfico.

Tengo cientos y miles de historias de muy, muy prósperas familias, y niños de prósperas familias, que están siendo víctimas del tráfico.

Estas personas son engañadas, forzadas.

El 99.9 por ciento de ellas se resisten a ser inducidas a la prostitución.

Y algunas pagan el precio por esto.

Son asesinadas; ni siquiera sabemos de ellas.

No tienen voz, [poco claro], no tienen nombre.

Pero el resto, que sucumbe a esto, soporta torturas cada día.

Porque los hombres que se acercan a ellas, no son hombres que te quieren como novia, o que quieren formar una familia contigo.

Son hombres que te compran por una hora, por un día, te usan y te tiran.

Cada una de las chicas que he rescatado…

he rescatado más de 3.200 chicas…

cada una de ellas me cuenta una historia en común…

(Aplausos) la historia de un hombre, por lo menos, que puso pimienta chile en su vagina, un hombre que toma un cigarrillo y la quema, un hombre que la golpea.

Vivimos en medio de esos hombres: ellos son nuestros hermanos, padres, tíos, primos, todos en nuesto entorno.

Y guardamos silencio sobre ellos.

Pensamos que lo hacen por el dinero fácil.

Pensamos que es un atajo.

Pensamos que a ella le gusta hacer lo que hace.

Pero la gratificación que ella obtiene son varias infecciones, infecciones de transmisión sexual, HIV, SIDA, sífilis, gonorrea, lo que sea, abuso de sustancias, drogas, todo lo habido y por haber.

Y un día, ella pierde la esperanza en ustedes y en mí, porque no tenemos alternativas para ella.

Y por lo tanto comienza a normalizar esta explotación.

Cree, «sí, es así, es mi destino».

Y esto es normal, ser violada por 100 hombres al día.

Y es anormal vivir en un refugio.

Es anormal ser rehabilitada.

Es en ese contexto en el que trabajo.

Es en ese contexto en el que rescato niños.

He rescatado niños de tan sólo tres años, y he rescatado mujeres de hasta 40 años.

Cuando las rescataba, uno de los mayores desafios que tenía era por dónde comenzar.

Porque tenía a muchas de ellas que ya estaban infectadas de HIV.

Un tercio de las personas que rescato son HIV positivo.

Y por lo tanto mi desafío fue entender cómo puedo obtener poder de este dolor.

Y para mí, yo fui mi mayor experiencia.

Entendiéndome a mí misma, entendiendo mi propio dolor, mi propio aislamiento, fue mi mayor maestro.

Porque lo que hice con estas chicas es entender su potencial.

Ven aquí a una chica que se forma como soldadora.

Trabaja para una compañia muy importante, un taller en Hyderabad, haciendo muebles.

Gana alrededor de 12 mil rupias.

Es analfabeta, formada y capacitada como soldadora.

¿Por qué solduras y no computación? Creímos que una de las cosas que tenían estas chicas es un inmenso coraje.

No tenían ningunos pardas dentro de sus cuerpos, ningunos hiyabs por dentro, ellas han traspasado esa barrera.

Y por lo tanto podían luchar en un mundo patriarcal, con facilidad y sin asustarse por eso.

Hemos formado a mujeres como carpinteras, como albañiles, como guardias de seguridad, como taxistas.

Y cada una de ellas sobresale en el campo que eligió, ganando confianza, recuperando la dignidad, y las esperanzas en sus propias vidas.

Estas chicas también trabajan en grandes constructoras como Ram-Ki, como albañiles a tiempo completo.

¿Cuál ha sido mi desafío? Mi desafío no han sido los traficantes que me agredieron.

Me han agredido más de 14 veces en mi vida.

He perdido la audición de mi oído derecho.

He perdido a una de mis empleadas que fue asesinada mientras estaba en un rescate.

Mi mayor desafío es la sociedad.

Son ustedes y yo.

Mi mayor desafío es la negación de ustedes a aceptar estas víctimas como propias.

Una amiga mía que me ayudó mucho, que me apoyó mucho, solía darme cada mes 2 mil rupias para vegetales.

Cuando su madre enfermó, me dijo, «Sunitha, tú que tienes tantos contactos.

¿Podrías encontrar alguien para que trabaje en mi casa, y pueda cuidar de mi madre?» Y hubo una larga pausa.

Y luego agregó: «No una de tus chicas».

Está muy de moda hablar del tráfico de personas, en esta fantástica sala A-C.

Está muy bien para la discusión, el discurso, para hacer películas y todo eso.

Pero no está tan bien traerlas a nuestra casa.

No está tan bien darles trabajo en nuestras fábricas, nuestras empresas.

No está tan bien que nuestros hijos estudien con sus hijos.

Ahí termina.

Ése es mi mayor desafío.

Si estoy aquí hoy, no estoy sólo como Sunitha Krishnan.

Estoy aquí como una voz de las victimas y sobrevivientes del tráfico de personas.

Ellas necesitan su compasión.

Su empatía.

Necesitan, mucho más que cualquier otra cosa, su aceptación.

Muchas veces cuando hablo con la gente, les repito una cosa: no me digas cientos de formas en las que no puedes reaccionar ante este problema.

¿Podrías girar tu mente hacia esa única forma en que sí puedes reaccionar ante el problema? Y es por eso que estoy aquí, pidiéndoles su apoyo, exigiéndoles su apoyo, solicitándoles su apoyo.

¿Pueden romper con su cultura del silencio? ¿Pueden hablar sobre esta historia con al menos dos personas? Contarles esta historia.

Convencerles de contar la historia a otras dos personas.

No les pido que se conviertan en Mahatma Gandhis, o Martin Luther Kings, o Medha Patkars, o alguien así.

Les pido, en su reducido mundo, ¿pueden abrir sus mentes? ¿Pueden abrir sus corazones? ¿Pueden abarcar a estas personas también? Porque ellas también son parte de nosotros.

También son parte de este mundo.

Les pido, por estas niñas, cuyas caras ven, y que ya no están.

Murieron de SIDA el año pasado.

Les pido que las ayuden, que las acepten como seres humanos, no como filantropía, no como caridad, sino como seres humanos que merecen todo nuestro apoyo.

Se lo pido porque ningún niño, ningún ser humano, se merece lo que estas niñas tuvieron que pasar.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/sunitha_krishnan_the_fight_against_sex_slavery/

 

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