Contenidos
Charla «Richard Preston habla sobre los árboles gigantes» de TED2008 en español.
El escritor científico Richard Preston habla acerca de algunos de los seres vivos más grandes del planeta; los árboles gigantes del pacífico noroccidental de EE.UU. Naciendo de una pequeña semilla sustentan vastos ecosistemas y, en gran medida, siguen siendo un misterio.
- Autor/a de la charla: Richard Preston
- Fecha de grabación: 2008-02-02
- Fecha de publicación: 2008-12-02
- Duración de «Richard Preston habla sobre los árboles gigantes»: 1171 segundos
Traducción de «Richard Preston habla sobre los árboles gigantes» en español.
La costa norte de California tiene selvas, selvas templadas, en las que puede llover más de 2,5 metros al año.
Este es el reino de la secuoya roja de California y su nombre de especie es Sequoia sempervirens.
La sequoia sempervirenses es el organismo vivo que crece más alto sobre la Tierra, llegando hasta los 115 metros de alto.
Esos son 38 pisos de altura; hay árboles que sobresaldrían en medio de Manhattan.
Nadie sabe la edad de las secuoyas vivas más antiguas porque nadie nunca ha perforado una de ellas para contar sus anillos de crecimiento anuales; y, de todos modos, los centros de los árboles más antiguos parecen estar huecos.
Sin embargo se cree que las secuoyas más viejas tienen quizá 2.500 años -más o menos la edad del Partenón- aunque también se sospecha que algunos árboles pueden ser aún más antiguos.
Pueden ver donde aún existen secuoyas, aquí en rojo.
Los especímenes más grandes de esta especie, los acorazados de su tipo, viven sólo en la costa norte de California donde la lluvia es verdaderamente intensa.
En épocas recientes, cerca del 96 por ciento del bosque de secuoyas de California fue cortado, en especial en una serie de arranques de intensa explotación forestal, una erradicación que empezó en los 70s y se extendió hasta inicios de los 90s.
Aún así, cerca del 4% del bosque original de secuoya permanece intacto, salvaje y ahora protegido -totalmente protegido- en una cadena de pequeños parques que son como perlas en un collar a lo largo de la costa norte de California, que incluyen el parque nacional Redwood (de la Secuoya).
Curiosamente hasta el día de hoy los bosques de secuoya, o los fragmentos que nos quedan, siguen estando sub-explorados.
Es increíblemente difícil moverse a través de un bosque de secuoyas e incluso hoy se están descubriendo especímenes que no se conocían anteriormente; incluyendo a Hyperion, el árbol más alto del mundo, en el verano del 2006.
Voy a hacer un pequeño experimento mental, les pediré que imaginen a la secuoya como lo que realmente es; un organismo vivo.
Chris,
¿me podrías ayudar aquí?
Tengo una cinta métrica que amablemente me prestaron de TED.
Chris, si pudieras tomar el extremo de la cinta les vamos a mostrar el diámetro, a la altura del pecho, de una secuoya grande.
Desafortunadamente, esta cinta no alcanza pues sólo tiene poco más de 7 metros.
Chris
¿podrías extender tu brazo hacia fuera?
Ahí vamos, bien.
Y más o menos esto, cerca de 9 metros, es el diámetro de una secuoya grande.
Ahora, dejen que su imaginación viaje hacia el espacio y piensen en este árbol creciendo hacia el espacio de la secuoya, a 100 metros, 32 pisos, un organismo vivo que desarrolla su forma verticalmente durante períodos muy largos de tiempo.
La especie de la secuoya parece existir en otra dimensión de tiempo: no en tiempo humano sino en lo que podríamos llamar tiempo de la secuoya, el cual se mueve a un paso más majestuoso que el tiempo humano.
Para nosotros, cuando vemos una secuoya, parece estar quieta y sin embargo las secuoyas están constantemente moviéndose, moviéndose hacia el espacio, ramificándose y llenando el espacio de secuoya en tiempo de secuoya, a través de miles de años.
Planten esta pequeña semilla, esperen 2 mil años y esto es lo que obtienen: el Monarca Perdido, el cual habita en el Bosque de los Titanes de la Costa Norte descubierto en 1998.
Y sin embargo, cuando miran la base de una secuoya no están viendo al organismo.
Eres como un pequeño ratón que mira el pie de un elefante y la mayor parte del organismo está arriba, escondida.
Me interesé muchísimo en esto y escribí acerca de una pareja, Steve Sillett y Marie Antoine, los principales exploradores del techo del bosque de secuoyas; son atletas de clase mundial y también son científicos ecológicos de clase mundial.
Cuando Steve Sillett era un estudiante universitario de 19 años en la universidad Reed College escuchó que el techo del bosque de secuoya se consideraba un «desierto de secuoya».
Es decir, en aquella época se creía que no había nada allá arriba excepto ramas de secuoyas.
Entonces, con un amigo suyo, se atrevió a escalar una secuoya sin cuerdas ni equipo para ver qué había allá arriba.
Escaló un árbol pequeño al lado de esta secuoya gigante y luego saltó hacia el espacio para agarrar una rama con sus manos y terminó colgando como si estuviera atrapando la barra de un trapecio.
Desde ahí, escaló directamente por el tronco hasta que llegó a la cima del árbol.
Su amigo, un tipo de nombre Marwood Harris, lo seguía detrás y ninguno de los dos notó que había un nido de avispas del tamaño de una bola de boliche que colgaba de la rama a la que Steve había saltado.
Y cuando Marwood saltó lo cubrieron las avispas que le picaron la cara y los ojos.
Estuvo a punto de soltarse, de caer a su muerte a 20 metros sobre el suelo.
Pero lograron llegar a la cima y lo que encontraron no fue un desierto de secuoya sino un mundo perdido, una especie de laberinto tridimensional en el aire lleno de vida desconocida.
Ahora bien, yo había estado trabajando en otros temas como la aparición de enfermedades infecciosas que provienen de los ecosistemas naturales de la Tierra, dan un salto desde otra especie y llegan a los humanos y después de tres libros al respecto ya estaba un poco agotado.
Mi esposa y yo adoramos a nuestros hijos y comencé a escalar árboles con mis hijos sólo para hacer algo junto a ellos, usando la llamada técnica de escalamiento del arborista con cuerdas; usas cuerdas para subir a la cima del árbol.
Los niños son increíblemente hábiles para escalar árboles: ese es mi hijo, Oliver; no parecen sufrir el mismo miedo a las alturas que los humanos.
(Risas)
Si la ontogenia recapitula la filogenia, entonces los niños son de cierta manera más cercanos a nuestros orígenes de primates en el bosque arbóreo.
Los humanos parecen ser los únicos primates que yo conozca que le tienen miedo a las alturas; los otros primates, cuando tienen miedo suben corriendo a un árbol que es donde se sienten seguros.
Acampamos durmiendo en hamacas en los árboles.
Esta es mi hija Laura, que ahí tenía 15, mirando desde una hamaca; por cierto, está atada con un cuerda para que no se caiga.
Mirando desde la hamaca en la mañana y escuchando el canto de los pájaros viniendo de todas las direcciones.
En las noches nos visitaban ardillas voladoras que no parecían reconocer que éramos humanos porque nunca antes los habían visto en el techo de los árboles.
Practicamos técnicas avanzadas como caminatas aéreas, en las que te puedes mover de un árbol a otro por el espacio más o menos como el Hombre Araña.
Se convirtió en un proyecto de escritura.
Cuando Steve Sillet se sube a una secuoya grande, tira una flecha amarrada a un hilo de pescar que pasa por una rama del árbol y luego sube una cuerda que ha sido arrastrada al árbol por el hilo.
Se suben 30 pisos.
Hay dos personas escalando este árbol, Gaia, que se cree es una de las secuoyas más viejas.
Allí están.
Sólo han subido la séptima parte del árbol.
Se siente la pequeñez.
Hay una pequeña persona aquí abajo en el piso.
Se siente que se está escalando una pared de madera.
Pero cuando entras al techo de la secuoya es como salir de una capa de nubes y así de repente, pierdes vista del suelo y también pierdes vista del cielo, estás en un laberinto tridimensional en el aire lleno de jardines colgantes de helechos que crecen de la tierra habitada por todo tipo de pequeños organismos; hay epifitas, plantas que crecen en los árboles, hay arbustos de arándano americano, muchas especies de musgos y todo tipo de líquenes que cubren el árbol.
Cuando estás cerca de la cima del árbol, sientes como que no te puedes caer… de hecho es difícil moverse.
Te arrastras para avanzar entre la multitud de ramas con plantas y animales que no se dan a nivel del piso; es como bucear en un arrecife de coral excepto que en lugar de bajar estás subiendo y los árboles tienden a extenderse como en plataformas en la cima.
María está sentada en uno de ellos, estas ramas bien pueden tener de quinientos a seiscientos años.
Las secuoyas crecen muy lentamente en sus cimas.
Tienen además un rasgo particular: matorrales de arándanos americanos que crecen en la cimas de las secuoyas que son técnicamente conocidas como afros de arándanos y te puedes sentar ahí y comer los arándanos mientras descansas.
Las secuoyas tienen una enorme superficie que se extiende hacia el espacio porque son propensos a hacer algo que se llama reiteración.
Una secuoya es un fractal y sus miembros al crecer se desatan en pequeños árboles, en copias de la secuoya.
Ahora, aquí vemos una reiteración en Cronos, una de las secuoyas más antiguas.
En este caso, la reiteración es un enorme contrafuerte aéreo que sale del árbol mismo; este contrafuerte está a menos de la mitad de la altura del árbol y luego este mismo se convierte en un bosque de secuoyas.
En particular, este tronco extra es de un metro en su base y se extiende hacia arriba unos 45 metros.
Es tan grande como cualquiera de los mayores árboles al este del río Mississippi y sin embargo es sólo un rasgo menor en Cronos.
Este mapa tridimensional de la estructura de la corona de la secuoya llamada Iluvatar, hecha por Steve Sillet, Marie Antoine y sus colegas, nos da una idea.
Lo que están viendo aquí es un desarrollo esquemático jerárquico de los troncos de este árbol como si por largo tiempo se auto-fabricara en seis capas de fractales, de troncos que surgen de troncos que surgen de troncos.
Le pedí a Steve que pusiera una persona para tener un sentido de la escala y aquí está la persona, justo aquí, saludándonos.
He querido preguntarle a Craig Venter si sería posible insertar un cromosoma sintético en un ser humano tal que nos pudiéramos reiterar si quisiéramos.
Si pudiéramos hacerlo; los dedos de nuestra mano serían personas como nosotros y ellos tendrían personas en sus manos y así sucesivamente.
Y si tuviéramos una biología como la de las secuoyas tendríamos seis capas de personas en nuestras manos y sería adorable poder saludar a alguien y que todas nuestras reiteraciones saludaran a la vez.
(Risas)
Para ilustrar mejor el punto acerquémonos a Iluvatar.
Estamos viendo este cuadro amarillo y estos dibujos alucinantes les muestran…
todo lo que ven en el dibujo es Iluvatar.
Estas estructuras son milenarias, se cree que hay partes del árbol que tienen más de mil años.
En esta toma hay cuatro personas, una, dos, tres, cuatro y también hay algo que quiero enseñarles: este es un contrafuerte aéreo.
Las secuoyas crecen devuelta sobre sí mismas cuando se expanden al espacio y este contrafuerte aéreo es una rama que sale de un tronco pequeño, que vuelve al tronco principal y se fusiona con él.
Los contrafuertes aéreos, como en las catedrales, ayudan a reforzar la corona del árbol y ayudan a que el árbol viva por un tiempo más extenso.
Los científicos están haciendo todo tipo de experimentos en estos árboles, los conectan como si fueran pacientes en una unidad de cuidados intensivos.
Han encontrado que las secuoyas pueden extraer humedad del aire, meterla en sus troncos y posiblemente llevarla hasta sus sistemas de raíces.
También tienen la habilidad de echar raíces en cualquier lugar del árbol; si una parte de una secuoya se está pudriendo esta secuoya echa raíces en sí misma y extrae los nutrientes que hay en esa parte podrida mientras se desintegra.
Si tuviéramos una biología similar a la de la secuoya y nos diera gangrena en un brazo podríamos simplemente extraer los nutrientes y la humedad del brazo hasta que se desprendiera.
La tierra en los techos de árbol puede tener altura de un metro, estar a cientos de metros arriba del suelo y tener organismos que a la fecha no tienen nombres.
Esta es una especie sin nombre de copépodo, que es un crustáceo; estos copépodos son una pieza vital de los océanos y son parte importante de la dieta de ballenas barbadas.
Qué están haciendo en la tierra del techo del árbol del bosque de la secuoya, cientos de metros arriba del océano, o cómo llegaron hasta ahí se desconoce completamente.
Existen algunas teorías interesantes que, si tuviera tiempo, les contaría.
Pero si observan más de cerca un árbol lo que ven es complejidad creciente.
Estamos viendo la verdadera cima de Gaia, que se cree es la secuoya más antigua.
Gaia debe tener entre 3 mil y 5 mil años de edad, nadie realmente sabe, pero alguna vez su cima se rompió y desde entonces se está descomponiendo.
Esta pequeña creación como de jardín japonés probablemente tomó 700 años para formar la complejidad que vemos ahora.
Mientras miran un árbol, se requiere de una lupa para ver un árbol gigante.
Desafortunadamente tengo que mostrarles algo muy triste para concluir mi charla.
Los abetos del este a menudo han sido descritos como la secuoya del este así que nos estamos dando vuelta completamente.
En los 50s, un pequeño organismo apareció en Richmond, Virginia, llamado adélgido lanudo del abeto.
Hizo un salto trans-especie desde algún otro organismo en Asia donde vivía en abetos asiáticos.
Cuando se mudó a su nuevo anfitrión; el abeto del este, escapó de sus depredadores y este nuevo árbol no tenía resistencia contra él.
El bosque de abetos del este se considera en cierta forma parte de los últimos fragmentos de la selva primitiva del este del río Mississippi.
Ni siquiera sabía que había selva en el este, pero en el parque nacional Great Smoky Mountains puede llover sobre 2,5 metros al año.
En los últimos dos o tres veranos estos organismos invasivos, esta especie de Ébola de los árboles, ha arrasado con el bosque primitivo de abetos del este y lo ha eliminado totalmente.
El pasado verano escalé allí.
Este es el parque nacional Great Smoky Mountains y se pueden ver los abetos muertos hasta donde alcance la vista.
Y lo que estamos viendo no es sólo la potencial muerte de la especie del abeto del este, es decir, la extinción a causa de un parásito invasor, sino también estamos viendo la muerte de un ecosistema increíblemente complejo de la cual estos árboles son meramente el sostén de un laberinto aéreo que existe en sus coronas; ver esto es absolutamente desgarrador.
Una de las cosas que casi es -casi no puedo comprenderlo- es la noción de que los noticieros nacionales no hayan difundido en absoluto esta noticia y se trata de la devastación de uno de los ecosistemas más importantes en Norteamérica.
¿Qué nos pueden decir las secuoyas sobre nosotros?
Bueno, creo que nos pueden decir algo sobre el tiempo humano, de la calidad transitoria y oscilante del tiempo humano y de la brevedad de la vida humana, de nuestra necesidad de amar.
Somos diferentes a los árboles pero por las diferencias que tenemos también nos pueden enseñar algo acerca de nosotros; somos humanos y tenemos la capacidad de amar, tenemos la capacidad de asombro, tenemos una especie de curiosidad infinita e inquieta que nos sienta bien como primates, creo.
Al menos para mí, personalmente, los árboles me han enseñado una forma completamente nueva de amar a mis hijos.
Explorar con ellos el techo del bosque ha sido una de las cosas más hermosas de mi existencia en la Tierra y creo que una de las más felices en el sentido de que he podido presentarles a mis hijos el pequeñisimo círculo de humanos que tenemos la gran suerte o quizá la gran estupidez de escalar árboles.
Muchísimas gracias.
(Aplausos)
Chris Anderson: Creo que en un TED anterior, creo que fue Nathan Myhrvold quien me dijo que se pensaba que dado que estos árboles tienen 2 mil años o más muchos de ellos son ecosistemas con especies que no se encuentran en ningún otro lugar en la Tierra excepto por ese árbol específico
¿es eso cierto?
Richard Preston: Sí, es correcto.
Mencioné Hyperion, el árbol más alto.
Era miembro del equipo que lo escaló por primera vez en 2006 y mientras escalábamos Hyperion, Marie Antoine vio una especie desconocida de hormiga café-oro como a la mitad de la altura del tronco.
Curiosamente no se sabía que hubiera hormigas en las secuoyas y nos preguntamos si esta hormiga, esta especie de hormiga, era endémica sólo a este único árbol o posiblemente a esa arboleda pero en los siguientes ascensos no pudieron encontrar esa hormiga de nuevo, así que nunca se han podido recolectar especímenes.
No sabemos qué es, sólo sabemos que está ahí.
CA: Entonces te debes preguntar cuando, bueno, si alguna otra especie fuera de la nuestra estuviera registrando las historias que importan acerca de la Tierra, nuestras historias acerca de Irak, la guerra, la política, los chismes de las celebridades… Nos acabas de contar una historia diferente, sobre esta trágica carrera de armas que está ocurriendo y quizá de ecosistemas completos que desaparecerán para siempre.
Con esto he tenido una profunda reflexión y un noción de cuán frágil es todo esto.
RP: Es frágil, y sabes, pienso en las enfermedades humanas que están surgiendo, en parásitos que pasan a la especie humana.
Pero eso es sólo una pequeña faceta de los problemas mucho mayores de invasiones de especies en todo el mundo, en todos los ecosistemas, en la Tierra misma… CA: En parte ocasionado sin darnos cuenta por nosotros mismos.
RP: Ocasionado por los humanos, por el movimiento de los humanos.
Puedes imaginar la biósfera de la Tierra como un palacio y los continentes como habitaciones del palacio y las islas como habitaciones más pequeñas.
Pero hace poco, las puertas del palacio se abrieron de golpe y las paredes se están cayendo.
CA: Richard Preston, muchísimas gracias, creo.
RP: Gracias.
https://www.ted.com/talks/richard_preston_the_mysterious_lives_of_giant_trees/