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Courtney Martin: Reinventando el feminismo – Charla TEDWomen 2010

Charla «Courtney Martin: Reinventando el feminismo» de TEDWomen 2010 en español.

La periodista Courtney Martin examina el perennemente cargado concepto de «feminismo» en su charla personal y emotiva. Habla a través de tres paradojas escenciales que, para su generación, determinaron la búsqueda de su propia identidad.

  • Autor/a de la charla: Courtney E. Martin
  • Fecha de grabación: 2010-12-10
  • Fecha de publicación: 2011-03-08
  • Duración de «Courtney Martin: Reinventando el feminismo»: 686 segundos

 

Traducción de «Courtney Martin: Reinventando el feminismo» en español.

Yo nací en el último día del último año de los setentas.

Crecí con la idea de «La libertad de ser uno mismo»— (Ovación) hip hop — parece que no les gusta tanto el hip hop.

Gracias.

Gracias por el hip hop – y Anita Hill.

(Ovación) Mis padres eran radicales –
(Risas)
que se convirtieron, bueno digamos que crecieron.

Mi papá dice burlonamente, «Queríamos salvar al mundo, y en lugar de eso nos hicimos ricos.» En realidad solo somos una familia de clase media en Colorado Springs, Colorado, pero ustedes captan la idea.

Fui educada con un fuerte sentido de legado incompleto.

Con la madurez de mis 30 años, he estado pensando en lo que significa crecer en esta época horrible y hermosa.

Y decidí que, para mí, ha sido una verdadera aventura y una paradoja.

La primer paradoja es que crecer se trata de rechazar el pasado y subitamente asumirlo como propio.

Yo crecí en las aguas del feminismo.

Cuando era sólo una niña, mi mamá fundó lo que ahora es el festival femenino que más ha durado en el mundo.

Así que mientras otros niños estaban viendo caricaturas y comedias, yo estaba viendo documentales muy esotéricos hechos por y sobre las mujeres.

Se pueden dar cuenta de como esto tuvo una influencia.

Pero mi mamá no era la única feminista en la casa.

Mi papá de hecho renunció a ser miembro del club de hombres de negocios de la ciudad porque decía que nunca formaría parte de una organización que algún día daría la bienvenida a su hijo, pero no a su hija.


(Aplausos)
De hecho él esta aquí hoy.


(Aplausos)
Lo divertido es que mi hermano se convirtió en poeta experimental, y no en hombre de negocios, pero la intención es lo que cuenta.


(Risas)
En todo caso, yo no me llamaba a mi misma feminista, aún cuando estaba en todo lo que me rodeaba, porque lo asociaba a los grupos feministas de mi mamá, sus faldas de olanes y hombreras, nada relacionado con la moda de los pasillos de la Escuela Secundaria Palmer donde yo quería ser popular.

Pero sospechaba que había algo realmente importante acerca de todo esto del feminismo, así que empecé a hurgar en los estantes de mi mamá tomando algunos libros y leyéndolos, aunque sin admitir que lo estaba haciendo.

De hecho nunca me puse la etiqueta de feminista hasta que fui a la Universidad Barnard y escuché por primera vez una charla de Amy Richards y Jennifer Baumgardner.

Ellas son las autoras de un libro llamado «Manifiesta.» Podrían preguntarse entonces

¿qué profunda epifanía fue responsable de mi momento de iluminación feminista?

Fueron las medias.

Jennifer Baumgardner estaba usándolas.

Yo pensaba que se veian muy bien.

Y entonces decidí que estaba bien.

Podia llamarme feminista.

Les digo esto— con el riesgo de avergonzarme ante ustedes, porque creo que parte del trabajo del feminismo es admitir que la estética, la belleza, la diversión, si importan.

Hay cientos de movimientos políticos modernos que han crecido en una buena medida porque se adaptan a la moda cultural.

Por ejemplo

¿han escuchado de estos dos hombres?

Así que debo gran parte de mi feminismo a mi madre, pero el mío es algo diferente.

Mi mamá dice: «Patriarcado.» Yo digo, «no discriminación.» La raza, la clase, el género, la habilidad, todas se integran en nuestra experiencia de lo que significa ser mujer.

¿Igualdad de salarios?

Claro, es un tema totalmente feminista.

Pero para mí la inmigración también lo es.

Gracias.

Mi mamá dice, «Marchas de protesta.» Y yo digo, «Organización en linea.» Soy co-editora, junto con un colectivo de mujeres inteligentes y sorprendentes, de un portal llamado Feministing.com.

Somos la publicación más leída sobre feminismo.

Y dejenme decirles esto porque creo que es realmente importante darse cuenta que hay un continuo.

Los blogs feministas son fundamentalmente la nueva versión de crear conciencia.

Pero también tenemos un gran impacto político.

Feministing ha logrado quitar mercancías ofensivas de los anaqueles de Walmart.

Logramos que despidieran a un funcionario que nos mandaba correos intimidantes de una universidad prestigiosa.

Y uno de nuestros más grandes éxitos es que recibimos mensajes de niñas adolescentes en el centro de Iowa que dicen, «Buscaba a Jessica Simpson y llegué a su página.

Y me di cuenta que el feminismo no es acerca de odiar a los hombres.» Así que hemos sido capaces de halar a la siguiente generación de una forma totalmente nueva.

Mi mamá dice, «Gloria Steinem.» Yo digo, «Samhita Mukhopadhyay, Miriam Pérez, Ann Friedman, Jessica Valenti, Vanessa Valenti, y así cientos de mujeres.» No queremos una sola heroína No queremos un sólo ícono.

No queremos un solo rostro.

Somos miles de mujeres y hombres en todo el país que escribimos en linea y organizmos comunidades, cambiamos instituciones de dentro hacia afuera, y todo esto es la extensión del increíble trabajo que nuestras madres y abuelas iniciaron.

Gracias.


(Aplausos)
Lo que me lleva a la segunda paradoja: adquirir una verdadera perspectiva sobre nuestra pequeñez y mantener la fé en nuestra grandeza, todo al mismo tiempo.

Muchas personas de mi generación, gracias a padres bien intencionados y a nuestra educación en autoestima— fuimos educados para creer que eramos unos especiales copos de nieve,
(Risas)
que iban a salir y «salvar el mundo».

Estas son tres palabras con las que muchos de nosotros fuimos educados.

Pasamos por la etapa de graduación, con unas altas expectativas del futuro, y cuando volvemos a poner los pies en el suelo, nos damos cuenta que no sabemos que significa eso de «salvar el mundo».

Los medios de comunicacion frecuentemente catalogan mi generación como apática.

Y yo creo que es mucho más preciso decir que estamos profundamente agobiados.

Y para ser justos, hay muchas razones para sentirse agobiados— una crisis ambiental, la inequidad de las riquezas en este país como no hemos visto desde 1928, también en el mundo, existe una inequidad inmoral y continua de las riquezas.

La xenofobia está en aumento, el tráfico de mujeres y niñas.

Todo eso es suficiente para sentirse agobiado.

Yo experimenté esta sensación de primera mano cuando me gradué de la Universidad Barnard en el 2002.

Estaba entusiasmada y lista para hacer la diferencia.

Salí y entré a trabajar en una asociación sin fines de lucro, hice una maestría, estuve en servicio a clientes, protesté, fui voluntaria, y nada de eso parecía importar.

Y una noche particularmente oscura de diciembre del 2004, me senté con mi familia, y les dije que estaba muy desilusionada.

Les confesé que había tenido una fantasía, algo como un sueño oscuro, de escribir una carta acerca de todo lo que estaba mal en el mundo y después prenderme fuego en las escaleras de la Casa Blanca.

Mi mamá tomó un sorbo de su tradicional bebida, sus ojos se llenaron de lágrimas, y se volteó a verme y me dijo, «No voy a tolerar tu desesperación.» Me dijo, «Eres más lista, más creativa, y más resistente que eso.» Lo que me lleva a mi tercera paradoja.

Crecer se trata de buscar un éxito brillante y sentirse satisfecho cuando fracasas rotundamente.


(Risas)

(Aplausos)
Hay un escritor que ha tenido gran influencia en mí, Parker Palmer, el escribe que nosotros muchas veces oscilamos «entre una sobre estimación arrogante de nosotros mismos y el menosprecio servil de nosotros mismos.» Deberán saber a estas alturas, que no me prendí fuego.

Hice lo que sé hacer en la desperacién, escribir.

Escribí el libro que necesitaba leer.

Escríbí un libro acerca de ocho personas increíbles a lo largo de este país que hacen trabajo social.

Escribí sobre Nia Martin-Robinson, la hija de Detroit y dos activistas de los derechos civiles, que dedica su vida a la justicia ambiental.

Escribí acerca de Emily Apt que comenzó llevando casos para el sistema de apoyo social porque pensó que era lo más noble que podía hacer, pero pronto aprendió, no solo que no le gustaba el trabajo, sino que tampoco era buena haciéndolo.

En lugar de eso, lo que ella realmente quería hacer era filmar películas.

Así que hizo una película del sistema de apoyo social y tuvo un gran impacto.

Escribí acerca de Maricela Guzmán, la hija de inmigrantes mexicanos, que se unió al ejercito para poder pagar la universidad.

Pero fue violada en el campamento de inducción y comenzó un grupo de apoyo llamado «Red de Acción de Mujeres en Servicio.» Lo que aprendí de estas personas y de otras es que no podía juzgarlas basándome en su fracaso de alcanzar sus ambiciosas metas.

Muchas de ellas están trabajando en sistemas profundamente complejos, el ejército, el congreso, el sistema educativo, etc.

Pero lo que han conseguido hacer dentro de esos sistemas es convertirse en una fuerza humanizadora.

Y a fin de cuentas, que podría ser mas importante que eso.

Cornel West decía, «Por supuesto que es un fracaso.

Pero

¿Qué tan buen fracaso es?

» Esto no significa que olvidemos nuestros sueños más grandes y ambiciosos.

Quiere decir que funcionamos en dos niveles.

En uno, tratamos de arreglar estos sistemas de los que formamos parte.

Pero en el otro, tenemos las raíces de nuestra autoestima en las acciones diarias de intentar hacer la vida de alguien más amable, más justa, etc.

Cuando era niña, tenía un par de hábitos extraños.

Uno de ellos era que me tiraba en el piso de la cocina de la casa, y me succionaba el pulgar de mi mano izquierda y agarraba los frios dedos de los pies de mi mamá con la derecha.


(Risas)
Escuchaba a mi mámá hablar por teléfono, lo cual hacía con frecuencia.

Hablaba acerca de juntas de consejo, estaba fundando organizaciones pacifistas, coordinaba rondas en auto, consolaba amigos— todos esos actos de cuidado y creatividad.

Y por supuesto que a los tres o cuatro años de edad, estaba escuchando el suave sonido de su voz.

Pero pienso que también estaba tomando mi primera lección como activista.

Los activistas que entrevisté literalmente no tenían nada en común, excepto una cosa, todos nombraron a sus madres como la más poderosa e importante influencia en su activismo.

Con frecuencia, particularmente en edades tempranas, miramos a lo lejos para encontrar ejemplos que den significado a nuestras vidas, y muchas veces estan en nuestra propia cocina, hablando por teléfono, haciendonos la cena, haciendo todas las cosas que mantienen al mundo vivo.

Mi madre y muchas mujeres como ella me enseñaron que la vida no se trata de gloria, certeza o seguridad.

Se trata de asumir la paradoja.

De actuar a pesar de estar agobiados.

Y amar a los demás de verdad.

Y a fin de cuentas, estas pequeñas cosas construyen una vida de retos y recompensas.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/courtney_e_martin_this_isn_t_her_mother_s_feminism/

 

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