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La Odisea de Homero: Resumen, historia y opiniones

En la actualidad, la palabra «odisea» se emplea para designar un viaje largo, abundante en aventuras favorables y desfavorables para el viajero. «Ha sido una verdadera odisea!», exclaman algunas personas, tras un viaje accidentado.

Pero ¿sabéis que esta palabra tiene su origen en el azaroso viaje que tuvo que realizar Ulises, llamado en griego Odisea, antes de regresar a su hogar?

Aquél sí fue un viaje lleno de aventuras…

 

Imaginaos que sirvió nada menos que de argumento para un gran poema épico, La Odisea.

¿Conocéis algunas de las desventuras que tuvo que superar Ulises durante su fantástico viaje?

¿Sabéis, por ejemplo, que estuvo entre los lotófagos, o comedores de loto?
¿Sabéis que tuvo que luchar contra Polifemo, el terrible cíclope; visitar a la hechicera Circe, capaz de transformar a los hombres en cerdos, y luchar contra un lestrigón caníbal?

Pero
¿y su encuentro con Eolo, el dios de los vientos?
¿Y su navegación junto a la isla de las Sirenas, que seducían a los marinos con sus dulcísimos cantos y los arrastraban a la muerte?
¿Y su intento de llevarse de Trinacria el ganado del mismísimo Helios?
¿Y su naufragio en la isla de Ogigia, donde quedó prisionero de Calipso?

Tras su estancia en la Esqueria feacia a cuyas costas lo arrojó una furiosa tempestad provocada por el dios Poseidón, Ulises parte en el barco que le ha proporcionado el rey Alcinoo con rumbo a Ítaca donde le aguarda su amante espesa.

La Odisea de Homero

La Odisea de Homero

 

Penetra en su casa disfrazado de mendigo, pero descubre su verdadera identidad a su hijo Telémaco.

Éste, siguiendo las sugerencias de su padre, convence a Penélope para que acceda a casarse con el pretendiente que sea capaz de tensar el arco de Ulises. Todos fracasan, excepto el propio Ulises, que toma en sus manos la poderosa arma y mata a todos los traidores vasallos que cortejaban a su esposa.
En los dos últimos capítulos del poema, Ulises convence a Penélope de que no es un impostor; visita la casa de Laertes, su padre, y gracias a la intervención de Atenea, «la diosa de los ojos claros», consigue dominar una insurrección provocada por los familiares de los pretendientes muertos.

 

He aquí un fragmento de La Odisea, en el que la maga Circe anuncia a Ulises algunos de los trabajos que todavía le aguardan:

-Encontrarás primero a las sirenas, que encantan a todos los hombres que se les aproximan; pero está perdido aquel que, imprudentemente, escucha su canto, y jamás su mujer ni sus hijos volverán a verle en su morada ni a regocijarse con su vuelta.
Las sirenas lo hechizan con su canto armonioso, reclinadas en una pradera al lado de un enorme montón de osamentas de hombres y de pieles en putrefacción.
Navega rápidamente al otro lado y tapa las orejas de tus compañeros con cera blanda, para evitar que alguno las oiga.

En cuanto a ti, escúchalas, si te place; pero que tus compañeros te aten, con ayuda de cuerdas, en la ligera nave a lo largo del mástil por los pies y por las manos antes de que escuches con profunda delicia la voz de las sirenas.
Y si suplicas, si ordenas a tus compañeros que te desaten, que todavía redoblen las ligaduras. Después de que hayáis navegado lejos de allí, no puedo indicarte cuál de los dos caminos que hallarás te conviene seguir; tú lo decidirás en tu corazón.
Te los describiré, sin embargo. Allá se alzan dos altas rocas y contra ellas resuenan las grandes olas de Anfitrite, la de los ojos azules. Los dioses venturosos las llaman las Erran esta profunda caverna. Es la que habita Scila, que lanza rugidos, y cuya voz es tan fuerte como la de un joven león.
Es un monstruo extraordinario, y nadie se alegra de haberla visto, ni siquiera un dios.
Tiene doce pies deformes y seis cuellos largos salen de su tronco, y a cada cuello va unida una cabeza horrible, y en cada boca, llena de la negra muerte, hay una triple fila de dientes numerosos y apretados.

Está sumergida en la abierta caverna hasta los riñones; pero saca hacia afuera las cabezas, y mirando alrededor del escollo, caza delfines, perros marinos y cuantos horribles monstruos quiere coger de los que cría la gimiente Anfitrite.

Jamás pudieron los marinos gloriarse de haber pasado junto a ella sanos e indemnes a bordo de sus naves, pues cada cabeza arrebata un hombre y lo saca fuera del bajel de azulada proa.

El otro cercano escollo que has de ver, Odisea, es menos alto y llegarías a su tes. Y jamás los pájaros vuelan más allá, ni aun las tímidas palomas que llevan la ambrosía al padre Zeus.

A menudo, una de ellas cae sobre la roca, pero el padre crea otra, con el fin de que el número quede completo.

Ninguna de las naves que se aproximó a estas rocas pudo escapar; y las olas del mar y la tempestad llena de resplandores se llevan los bancos de los remeros y los cuerpos de los hombres. Y una sola nave, surcando la mar, ha llegado más allá: Argos, grata a todos los dioses, y que volvía de la tierra de Etes.
Y también hubiera sido arrojada contra las enormes rocas; pero Here la hizo pasar de uno a otro lado porque Jasón le era grato. Éstos son los dos escollos. Uno escala el alto Urano con su agudo pico y una nube azul lo envuelve de continuo. Y jamás la claridad baña su cumbre ni en estío ni en otoño, y nunca hombre alguno pudo subir a él ni bajar de él, aun cuando tuviera veinte brazos; tan alta y tan pulida es esta roca. En medio del escollo hay una negra caverna cuya entrada mira al Erebo; y a esta caverna, ilustre Odisea, debes acercar tu abierta nave.
Un hombre con toda la fuerza de la juventud no podría desde su nave lanzar una flecha hasta el fondo de cumbre con un dardo.
Crece en él una enorme higuera silvestre cargada de hojas, y bajo esta higuera, la divina Caribdis arroja agua negra.
Tres veces cada día la devuelve y otras tres veces torna a sorberla horriblemente.

Y si llegas cuando la sorbe, ni aquel que sacude la tierra podría salvarte aunque quisiera. Empujar rápidamente tu nave lejos de Scila, pues mejor es perder seis de tus compañeros que perderlos todos …

¿No os parece que el viaje de Ulises fue, efectivamente, una gran Odisea?
La Odisea es el segundo de los grandes poemas épicos escritos por Homero.

El primero fue La Ilíada. Más que un poema épico, constituye una fantástica novela de aventuras en la que se canta, sobre todo, la astucia de Ulises, siempre ingenioso en hábiles recursos.

La inspiración -más que en el entusiasmo guerrero, como ocurre en La Iliada encuentra su fuerza en la fantasía.

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