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Elizabeth Gilbert sobre darle alas a la creatividad – Charla TED2009

Charla «Elizabeth Gilbert sobre darle alas a la creatividad» de TED2009 en español.

Elizabeth Gilbert reflexiona sobre las cosas imposibles que esperamos de artistas y genios — y comparte la radical idea de que, en vez de que una persona «sea» un genio, todos «tenemos» un genio. Una charla divertida, personal y sorprendentemente conmovedora.

  • Autor/a de la charla: Elizabeth Gilbert
  • Fecha de grabación: 2009-02-05
  • Fecha de publicación: 2009-02-09
  • Duración de «Elizabeth Gilbert sobre darle alas a la creatividad»: 1149 segundos

 

Traducción de «Elizabeth Gilbert sobre darle alas a la creatividad» en español.

Soy escritora.

Escribir libros es mi profesión; pero es más que eso, por supuesto.

Es también el gran amor y pasión de mi vida.

Y espero que eso no cambie nunca.

Pero, dicho esto, recientemente ha ocurrido algo poco peculiar en mi vida y mi carrera, lo que ha supuesto redefinir completamente mi relación con este trabajo.

Y lo peculiar es que recientemente escribí este libro, esta novela llamada «Come, Reza, Ama» que, decididamente a diferencia de mis libros anteriores, salió al mundo por alguna razón, y se convirtió en un enorme, mega-sensacional e internacionalmente éxito literario.

El resultado de esto es que a donde quiera que vaya, la gente me trata como si estuviera desahuciada.

De verdad, ¡desahuciada, desahuciada! Por ejemplo, se acercan a mí, muy preocupados y dicen, «

¿No tienes miedo de que no puedas nunca superar este éxito?

¿No tienes miedo de que vayas a continuar escribiendo toda tu vida y nunca más vayas a crear un libro que le importe a alguien en el mundo, nunca jamás?

» Así que eso es tranquilizante, saben.

Pero sería peor, excepto que recuerdo que hace más de 20 años, cuando empecé a decir — cuando era una adolescente — que quería ser una escritora, me topé con este mismo tipo de reacción basada en miedo.

Y la gente preguntaba, «

¿No tienes miedo de que nunca vayas a tener éxito?

¿No tienes miedo de que la humillación del rechazo te mate?

¿No tienes miedo de trabajar toda tu vida en este arte y de que nada vaya a salir de eso y de que morirás sobre una pila de sueños rotos con tu boca llena de la amarga ceniza del fracaso?

»
(Risas)
Algo así, saben.

La respuesta – la respuesta corta a todas ésas preguntas es, «Sí.» Sí, tengo miedo de todas esas cosas.

Y siempre lo he tenido.

Y tengo miedo de muchas, muchas otras cosas que la gente ni siquiera puede adivinar.

Como las algas, y otras cosas que dan miedo.

Pero, cuando se trata de escribir, en lo que he estado pensando últimamente, y que me he estado preguntando, es

¿por qué?

Ya saben,

¿es racional?

¿Es acaso lógico que se espere que uno tenga miedo del trabajo para el que siente que fue puesto en la Tierra?

Ya saben, y que es eso que específicamente tienen las carreras creativos que aparentemente nos pone realmente nerviosos sobre la salud mental de los demás de una manera que otras carreras no lo hacen,

¿saben?

Como mi papá, por ejemplo, que era un ingeniero químico y no recuerdo ni una vez en sus 40 años de ingeniería química que alguien le preguntara si tenía miedo de ser un ingeniero químico,

¿saben?

No sucedía — el ingeniero químico ese, John,

¿como va?

Simplemente no pasaba,

¿saben?

Pero para ser justos, los ingenieros químicos como grupo no se han ganado una reputación a lo largo de los siglos de ser alcohólicos maníaco-depresivos.


(Risas)
Nosotros los escritores, tenemos esa reputación, y no solo escritores, sino la gente creativa de todo tipo, parece tener esta reputación de ser enormemente inestable mentalmente.

Y todo lo que tienes que hacer es ver esta sombría lista de muertes sólo en el siglo XX, de mentes creativas magníficas que murieron jóvenes y a menudo por su propia mano,

¿saben?

E incluso los que no se suicidaron parecen destruidos por sus dones,

¿saben?

Norman Mailer, justo antes de morir, su última entrevista, dijo «Cada uno de mis libros me ha matado un poco más.» Una declaración extraordinaria acerca del trabajo de tu vida,

¿saben?

Pero ni siquiera pestañeamos cuando oímos a alguien decir esto porque hemos oído cosas como ésta por tanto tiempo y de alguna manera hemos interiorizado y aceptado colectivamente esta idea de que la creatividad y el sufrimiento están inherentemente ligados y que el arte, al final, siempre llevará a la angustia.

Y la pregunta que quiero hacerles a todos hoy es

¿están todos ustedes a gusto con esa idea?

¿Se sienten cómodos con ella — porque la ven aunque sea a sólo una pulgada de distancia y, saben — yo no me siento cómoda con esa suposición.

Creo que es odiosa.

Y también creo que es peligrosa, y no quiero verla perpetuada en el próximo siglo.

Creo que es mejor si alentamos a nuestras grandes mentes creativas a vivir.

Y definitivamente creo que, en mi caso — en mi situación — sería muy peligroso para mí empezar a fugarme por ese camino oscuro de suposición, particularmente dada la circunstancia en la que estoy justo en este punto de mi carrera.

La cual es — ustedes saben, bueno, soy bastante joven, sólo tengo alrededor de 40 años.

Tal vez tengo todavía otras cuatro décadas de trabajo en mí.

Y es extremadamente posible que cualquier cosa que escriba de ahora en adelante sea juzgada por el mundo como el trabajo que vino después del extraño éxito de mi libro pasado,

¿verdad?

Debería decirlo sin rodeos, porque somos todos como amigos aquí — es extremadamente probable que mi mayor éxito ya haya pasado.

¡Oh, Jesús, qué idea! Saben que es el tipo de pensamiento que guía a una persona a beber ginebra a las nueve de la mañana y no quiero hacer eso.


(Risas)
Preferiría continuar haciendo este trabajo que amo.

Así que, la pregunta se vuelve

¿cómo?

Y a mí me parece, después de mucha reflexión, que la forma en la que tengo que trabajar ahora, para seguir escribiendo, es que tengo que crear algún tipo de constructo psicológico de protección,

¿verdad?

Tengo que encontrar algún modo de tener una distancia segura entre mí, mientras escribo, y mi ansiedad natural sobre lo que será la reacción a lo que escriba, de ahora en adelante.

Y, mientras estuve buscando durante el año pasado modelos de cómo hacer eso he estado mirando a través del tiempo, y he intentado encontrar otras sociedades para ver si podrían tener ideas mejores y más lúcidas que las que tenemos acerca de cómo ayudar a la gente creativa, a administrar los inherentes riesgos emocionales de la creatividad.

Y esa búsqueda me ha llevado a la antigua Grecia y a la antigua Roma.

Así que manténganse conmigo, porque esto da la vuelta completa.

Pero, en la Grecia y Roma antiguas — la gente no creía que la creatividad venía de los seres humanos,

¿OK?

La gente creía que la creatividad era este espíritu asistente divino que venía a los humanos de una fuente distante y desconocida, por razones distantes y desconocidas.

Los griegos llamaron a estos espíritus divinos asistentes de la creatividad, «daimones.» Sócrates, popularmente se creía que tenía un daimon que le hablaba con sabiduría desde lejos.

Los Romanos tenían la misma idea, pero llamaban a este espíritu creativo incorpóreo un genio.

Lo que es genial, porque los Romanos no creían que un genio era un individuo particularmente inteligente.

Ellos creían que un genio era este tipo de entidad mágica y divina, que se creía, vivía, literalmente, en las paredes del estudio de un artista, algo así como Dobby el elfo domestico, y que salía y asistía invisiblemente al artista con su trabajo y daba forma al resultado de ese trabajo.

Tan brillante — ahí está, justo ahí esa distancia de la que estoy hablando — ese constructo psicológico para protegerse de los resultados de tu trabajo.

Y todos sabían que así es como funcionaba,

¿verdad?

Así el artista antiguo estaba protegido de ciertas cosas, como, por ejemplo, demasiado narcisismo,

¿verdad?

Si tu trabajo era brillante no te podías atribuir todo el mérito por él, todos sabían que tuviste este genio incorpóreo que te había ayudado.

Si tu trabajo fracasaba, no era totalmente tu culpa,

¿saben?

Todos sabían que tu genio era algo débil.

Y eso es lo que la gente pensaba sobre la creatividad en Occidente por mucho tiempo.

Y entonces llegó el Renacimiento y todo cambió, y tuvimos esta gran idea, y la gran idea fue vamos a poner al ser humano individual en el centro del universo sobre todos los dioses y misterios, y no hay más espacio para criaturas místicas que toman dictado de lo divino.

Y es el principio del humanismo racional, y la gente empezó a creer que la creatividad venía completamente del individuo mismo.

Y por primera vez en la historia, empiezas a escuchar a gente referirse a este o aquel artista como si fuera un genio en vez de tener un genio.

Y debo decirles, creo que eso fue un gran error.

Saben, creo que permitir a alguien, una simple persona creer que él o ella es como, el contenedor, como la fuente, la esencia y el origen de todo misterio divino, creativo, desconocido es quizá demasiada responsabilidad para una frágil psique humana.

Es como pedirle a alguien que se trague el sol.

Deforma y distorsiona egos, y crea todas estas expectativas inmanejables sobre el rendimiento.

Y creo que la presión de eso ha estado matando a nuestros artistas los últimos 500 años.

Y, si esto es verdad, y yo creo que es verdad, la pregunta se vuelve,

¿ahora qué?

¿Podemos hacer esto de una manera diferente?

Tal vez regresar a una comprensión más antigua sobre la relación entre humanos y el misterio creativo.

Tal vez no.

Tal vez no podemos simplemente borrar 500 años de pensamiento humanístico racional en un discurso de 18 minutos.

Y probablemente hay gente en esta audiencia que puede tener legítimas sospechas científicas sobre la noción de hadas, básicamente, que siguen a la gente frotando zumo de hada en sus proyectos y cosas así.

No voy a conseguir que todos estén de acuerdo conmigo.

Pero la pregunta que quiero presentar es —

¿Por qué no?

¿Por qué no pensar de esta manera?

Porque tiene tanto sentido como cualquier otra cosa que yo haya escuchado en términos de explicar la enloquecedora arbitrariedad absoluta del proceso creativo.

Un proceso que, como cualquiera que alguna vez haya intentado hacer algo conoce — lo que es decir, básicamente todos los presentes — no siempre se comporta racionalmente.

Y, de hecho, a veces puede sentirse definitivamente paranormal.

Hace poco me encontré con la extraordinaria poetisa norteamericana Ruth Stone, que está ya en sus 90 años, pero ha sido una poetisa toda su vida y me dijo que cuando crecía en su Virginia rural, ella estaría trabajando en el campo, y dijo que iba a sentir y oír un poema que venia hacia ella desde el paisaje.

Y dijo que era como un atronador tren de aire.

Y vendría hacia ella descontroladamente sobre el paisaje.

Y lo sentía venir, porque hacía que la tierra temblara bajo sus pies.

Ella sabía que solo tenía una cosa que hacer en ese momento, y era, en sus palabras, «correr como una endemoniada.» Y corría como una endemoniada a la casa y era perseguida por este poema, y lo que debía hacer era que tenía que conseguir un pedazo de papel y un lápiz lo suficientemente rápido para que cuando tronara a través de ella, lo pudiera recoger y atraparlo en la página.

Y a veces no era lo suficientemente rápida, así que ella estaría corriendo y corriendo, y no llegaría a la casa y el poema la atropellaría y ella lo perdía y ella dijo que seguiría avanzando sobre el paisaje, buscando, como ella dijo, «a otro poeta.» Y a veces existían estas ocasiones — esta es la parte que nunca olvidé — dijo que existían momentos en los que ella casi lo perdía,

¿verdad?

Así que, está corriendo a la casa y buscando el papel y el poema la pasaba de largo, y ella agarraba el lápiz justo mientras pasaba por ella, y entonces ella dijo, era como si lo hubiera alcanzado con su otra mano y lo hubiera atrapado.

Atrapaba el poema por la cola, y lo tiraba hacia atrás dentro de su cuerpo mientras lo transcribía en la página.

Y en estas ocasiones, el poema aparecía en la página perfecto e intacto pero al revés, de la última palabra a la primera.


(Risas)
Así que cuando lo escuché pensé — que extraño, así es exactamente mi proceso creativo.


(Risas)
Eso no es todo mi proceso creativo — ¡No soy la tubería! Soy una mula, y la manera que tengo de trabajar es que me tengo que levantar a la misma hora todos los días, y sudar y trabajar y pasar por todo eso torpemente.

Pero aún yo, en mi mulismo, aún yo me he rozado contra esa cosa, a veces.

Y me imagino que muchos de ustedes también.

Saben, incluso he tenido trabajo o ideas que vienen a mí desde una fuente que honestamente no puedo identificar .

¿Y qué es esa cosa?

¿Y cómo podemos relacionarnos con ella sin que nos haga perder el juicio, pero, de hecho, nos mantenga cuerdos?

Y para mí, el mejor ejemplo contemporáneo que tengo de cómo hacerlo es el músico Tom Waits, a quien entrevisté hace algunos años para una revista.

Y estábamos hablando acerca de esto, y ya saben, Tom, por la mayor parte de su vida ha sido el ejemplo del atormentado artista moderno contemporáneo, intentando controlar y manejar y dominar estos impulsos creativos incontrolables que están totalmente interiorizados.

Pero entonces se volvió más viejo, más tranquilo, y un día estaba conduciendo en la autopista en Los Ángeles me dijo, y fue entonces cuando todo cambió para él.

Está conduciendo, y de repente escucha este pequeño fragmento de melodía, que viene a su cabeza como llega la inspiración a menudo, evasiva y sugerente, y la quiere, ustedes saben, es hermosa, y la añora, pero no tiene manera de conseguirla.

No tiene un pedazo de papel, no tiene un lápiz, no tiene una grabadora.

Así que empieza a sentir esa vieja ansiedad crecer en él así como, «Voy a perder esta cosa, y entonces esta canción me va a atormentar para siempre.

No soy lo suficientemente bueno, no puedo hacerlo.» Y en vez de caer en el pánico, se detuvo.

Detuvo el proceso mental completo e hizo algo completamente novedoso.

Simplemente miró al cielo, y dijo, «Disculpa,

¿no ves que estoy conduciendo?

»
(Risas)
«

¿Te parece que puedo escribir una canción ahora?

Si realmente quieres existir, regresa en un momento más oportuno cuando me pueda encargar de ti.

Sino, ve a molestar a alguien más.

Ve a molestar a Leonard Cohen.» Y su proceso de trabajo cambió por completo después de eso.

No el trabajo, el trabajo aún era a menudo tan oscuro como siempre.

Sino el proceso, y la pesada ansiedad a su alrededor fue liberada cuando tomo al genio, y lo saco de su interior donde solo causaba problemas, y lo liberó de vuelta al lugar del que vino, y se dio cuenta que no tenía que ser una cosa interiorizada, atormentadora.

Podía ser esta colaboración peculiar, magnífica, extraordinaria tipo de conversación entre Tom y la extraña cosa externa que no era precisamente Tom.

Así que cuando oí esa historia, empezó a cambiar un poco la manera en que yo trabajaba, y ya me salvó una vez.

Esta idea me salvó cuando estaba escribiendo «Eat, Pray, Love,» y caí en uno de esos pozos de desesperación en el que todos caemos cuando trabajamos en algo y no está funcionando y empiezas a pensar que va a ser un desastre, que va a ser el peor libro jamás escrito.

No solo malo, sino el peor libro jamás escrito.

Y empecé a pensar que debería de dejar el proyecto.

Pero me acordé de Tom hablandole al aire y lo intenté.

Así que levante mi cara del manuscrito y dirigí mis comentarios a una esquina vacía del cuarto.

Y dije en voz alta: «Escucha tú, cosa, ambos sabemos que si este libro no es brillante no es enteramente mi culpa,

¿verdad?

Porque puedes ver que estoy poniendo todo lo que tengo en esto, no tengo nada más.

Así que si quieres que sea mejor, tienes que aparecer y cumplir con tu parte del trato.

OK.

Pero si no lo haces, sabes, al diablo con esto.

Voy a seguir escribiendo porque es mi trabajo.

Y quisiera que quede reflejado hoy que yo estuve aquí para hacer mi parte del trabajo.»
(Risas)
Porque —
(Aplausos)
al final es algo así, OK — hace siglos en los desiertos de África del Norte, la gente se juntaba en bailes sagrados con música a la luz de la luna que continuaban durante horas y horas hasta el amanecer.

Y siempre eran magníficos, porque los bailarines eran profesionales y eran geniales,

¿verdad?

Pero de vez en cuando, muy raramente, algo pasaba, y uno de estos interpretes se volvería trascendente.

Y yo sé que ustedes saben de lo que estoy hablando, porque sé que todos han visto, en algún momento, una ejecución así.

Era como si el tiempo se detuviera, y el bailarín pasaba por un tipo de portal y no estaba haciendo nada diferente de lo que había hecho las mil noches anteriores, pero todo se alineaba.

Y de repente, no parecía ser un simple humano.

Estaba iluminado internamente y desde abajo y todo iluminado con divinidad.

Y cuando esto pasaba, en esos tiempos, la gente sabía lo que era, saben, y lo llamaban por su nombre.

Juntaban sus manos y empezaban a cantar, «Allah, Allah, Allah, Dios, Dios, Dios.» Eso es Dios,

¿saben?

Una curiosa nota histórica — Cuando los moros invadieron el sur de España, llevaron esta costumbre con ellos y la pronunciación cambió con los siglos de «Allah, Allah, Allah» a «Olé, olé, olé,» Que aún se escucha en plazas de toros y bailes flamencos.

En España, cuando alguien ha hecho algo imposible y mágico, «Allah, olé, olé, Allah, magnífico, bravo,» incomprensible, ahí está — una visión de Dios.

Lo que es grandioso, porque lo necesitamos.

Pero, la parte difícil viene a la mañana siguiente, para el mismo bailarín, cuando se despierta y descubre que es martes a las 11 a.m., y él ya no es una visión de Dios.

Es solamente un mortal con malas rodillas, y tal vez jamás logrará ascender a esas alturas de nuevo.

Y tal vez nadie más cantará el nombre de Dios mientras da vueltas,

¿Y qué va a hacer con el resto de su vida entonces?

Esto es difícil.

Es una de las reconciliaciones más dolorosas en la vida creativa.

Pero tal vez no debe estar lleno de angustia si ustedes no creyeran, en primer lugar, que los aspectos más extraordinarios de su ser vinieron de ustedes.

Pero tal vez si simplemente se creyeran que era un préstamo de alguna fuente inimaginable por una exquisita porción de su vida para entregar a alguien más cuando hubieran terminado.

Y saben, si pensamos de esta manera, empieza a cambiar todo.

Así es como he empezado a pensar, y es definitivamente como he pensado en los últimos meses mientras he trabajado en el libro que pronto será publicado, como la peligrosa, atemorizante sobreanticipada secuela de mi extraño éxito.

Y lo que tengo que seguir diciéndome cuando realmente me pongo nerviosa es, no tengas miedo.

No te abrumes.

Solo haz tu trabajo.

Continúa presentándote para hacer tu parte, sea cual sea.

Si tu trabajo es bailar, haz tu baile.

Si el divino, absurdo genio asignado a tu caso decide dejar que se vislumbre algún tipo de maravilla, aunque sea por un momento a través de tus esfuerzos, entonces «¡Olé!» Y si no, haz tu baile de todas formas.

Y «¡Olé!» para ti, de todas formas.

Creo en esto y siento que debemos enseñarlo.

«¡Olé!» a ti, de todas formas, solamente por tener el amor y la tenacidad humana de continuar intentándolo.

Gracias.


(Aplausos)
Gracias.


(Aplausos)
June Cohen: ¡Olé!
(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/elizabeth_gilbert_your_elusive_creative_genius/

 

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