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Shashi Tharoor: Por qué las naciones deberían tratar de ejercer el poder «blando» – Charla TEDIndia 2009

Charla «Shashi Tharoor: Por qué las naciones deberían tratar de ejercer el poder «blando»» de TEDIndia 2009 en español.

India se está convirtiendo en una superpotencia a toda velocidad, dice Shashi Tharoor; no solo gracias al comercio y la política, sino mediante el poder «blando», la capacidad de compartir su cultura con el mundo a través de la comida, la música, la tecnología, Bollywood. Sostiene que, a la larga, no importa tanto el tamaño del ejército como la capacidad que tiene un país de ejercer influencia en los corazones y las mentes del mundo.

  • Autor/a de la charla: Shashi Tharoor
  • Fecha de grabación: 2009-11-07
  • Fecha de publicación: 2009-11-30
  • Duración de «Shashi Tharoor: Por qué las naciones deberían tratar de ejercer el poder «blando»»: 1073 segundos

 

Traducción de «Shashi Tharoor: Por qué las naciones deberían tratar de ejercer el poder «blando»» en español.

Como indio y ahora como político y ministro del gobierno me preocupa bastante todo el bombo que se le está dando a nuestro país y lo que dicen de India convirtiendose en un líder mundial, incluso en la próxima superpotencia.

De hecho los editores americanos de mi libro «The Elephant, The Tiger and the Cellpone», incluyeron un subtítulo innecesario, que decía: «India: la potencia del próximo siglo XXI».

Y yo no creo que India sea eso, ni que deba serlo.

De hecho, lo que me preocupa es toda esa idea de liderazgo mundial, me parece terriblemente arcaica.

Recuerda a las películas de James Bond y a las baladas de Kipling.

Después de todo,

¿qué te convierte en líder mundial?

Si es la población, vamos camino de ser los primeros.

Superaremos a China en el 2034.

¿Es la fuerza militar?

Vale, pues tenemos el cuarto ejercito más grande del mundo.

¿Es la capacidad nuclear?

Sabemos que la tenemos.

Incluso los americanos lo han reconocido, en un acuerdo.

¿Es la economía?

Bien, pues ahora tenemos la quinta economía más grande del mundo en lo que se refiere a paridad de poder adquisitivo.

Y seguimos creciendo.

Cuando el resto del mundo sufrió una sacudida el año pasado, nosotros crecimos un 6,7%.

No obstante, nada de eso forma parte de lo que creo que India puede aportar al mundo en esta parte del s.

XXI.

Así que me pregunté si podía ser que la India del futuro fuese una combinación de todas estas cosas unidas a algo más, al poder del ejemplo, a la atracción de la cultura de la India, lo que, en otras palabras, la gente denomina «poder blando».

El poder blando es un concepto inventado por un académico de Harvard, Joseph Nye, un amigo mío.

Y, básicamente, y lo resumo mucho porque aquí tenemos un límite de tiempo, se trata de la capacidad que tiene un país de atraer a otros por su cultura, sus valores políticos, su política exterior.

Y, como sabéis, muchos países lo hacen.

En un principio él escribía sobre EEUU, pero sabemos que la Alliance Francais se basa en el poder blando francés, el British Council.

Las Olimpiadas de Beijing fueron todo un ejercicio de poder blando de China.

Los americanos tienen el «Voice of America» y las becas Fullbright.

Pero lo cierto es que probablemente Hollywood, la MTV y McDonalds han contribuído más al poder blando americano alrededor del mundo que cualquier actividad gubernamental específica.

De manera que el poder blando es algo que de verdad emerge en parte por los gobiernos, pero en parte a pesar de ellos.

Y en la era de la información en la que vivimos todos hoy, lo que podríamos llamar la edad TED, diría que a los países son juzgados cada vez más por un público global que ha sido alimentado por un flujo incesante de noticias de Internet, imágenes televisadas, videos del móvil, cotilleos por email, en otras palabras: todo tipo de dispositivos de comunicación nos están contando historias de países quieran o no los países implicados que la gente las oiga.

Ahora, en esta época, una vez más, los países con acceso a múltiples canales de comunicación e información disfrutan de una ventaja especial.

Y por supuesto ejercen mayor influencia, a veces, en la visión que se tiene de ellos.

India tiene más canales de televisión de noticias que cualquier otro país del mundo, de hecho, más que la mayoría de los países de esta parte del mundo juntos.

Pero aun así, no se trata solo de eso.

Para tener poder blando tienes que estar conectado.

Se podría defender que India se ha vuelto un país increíblemente conectado.

Creo que ya habréis oído las estadísticas.

Hemos estado vendiendo 15 millones de teléfonos móviles al mes.

Actualmente hay 509 millones de teléfonos móviles en manos indias, en la India.

Lo que hace que nuestro mercado de teléfonos sea mayor que el de EEUU.

De hecho, esos 15 millones de móviles son más conexiones de las que cualquier país EEUU y China incluidos, ha establecido nunca en la historia de las telecomunicaciones.

Pero aquello de lo que puede que algunos de vosotros no os deis cuenta es de lo que hemos avanzado para llegar aquí.

Sabéis, cuando crecí en la India, los teléfonos eran una rareza.

De hecho, eran tan poco comunes que los miembros elegidos del Parlamento tenían derecho a asignar 15 líneas telefónicas como un favor a aquellos que consideraban que las merecían.

Si tenías la suerte de ser un próspero hombre de negocios o un periodista influyente, o un médico o algo así, quizás tuvieras un teléfono.

Pero algunas veces solo estaba ahí colocado.

Fui al instituto en Calculta.

Y veíamos este instrumento colocado en el recibidor.

Pero la mayoría de las veces lo cogíamos con cara de ilusión y no tenía línea.

Si daba tono y marcabas un número, lo normal era que dos de cada tres veces no conectaras con él.

De hecho las palabras «número equivocado» eran más normales que la palabra «hola».


(Risas)
Si querías conectar con otra ciudad, digamos que querías llamar de Calcuta a Delhi, tenías que reservar una cosa que se llamaba «trunk call» (llamada de larga distancia) y sentarte delante del teléfono todo el día a esperar que llegara.

O podías pagar 8 veces la tarifa del momento por una cosa que se llamaba «lightning call».

(llamada relámpago) Pero los relámpagos iban mas bien despacio por aquel entonces de manera que una llamada relámpago tardaba una media hora en llegar.

De hecho, nuestro servicio telefónico era tan lamentable que un miembro del parlamento se levantó en 1984 y protestó.

Y el por entonces ministro de comunicaciones respondió de manera arrogante que en un país en desarrollo las comunicaciones son un lujo, no un derecho, que el gobierno no estaba obligado a proporcionar un mejor servicio y que si el honorable miembro del parlamento no estaba contento con su teléfono que por favor lo devolviera, ya que había una lista de espera de 8 años para adquirir un teléfono en la India.

Ahora, pasas todo hacia delante rápido y te encuentras con esto, 15 millones de teléfonos móviles al mes.

Pero lo que más impacta es quién lleva estos móviles.

Saben, si van a visitar amistades a los suburbios de Delhi, en las aceras podrán encontrar a un tipo con un carro que parece diseñado en el s.XVI, blandiendo una plancha de vapor a carbón que podría haber sido inventada en el s.

XVIII.

Es un isthri wala.

Pero lleva un instrumento del s.XXI.

LLeva un móvil porque la mayoría de las llamadas entrantes son gratuitas, y así recibe los encargos de los vecinos, para saber dónde recoge la ropa que tiene que planchar.

El otro día estaba en Kerala, mi estado natal en la granja de un amigo a unos 20 kms de cualquier zona que se pueda considerar urbana.

Y era un día caluroso y dijo: «Oye,

¿te apetece agua de coco fresca?

Es lo mejor, más nutritivo y refrescante que se puede beber un día de calor en el trópico, así que dije que sí.

Y de repente sacó su móvil, marcó el número, y una voz dijo: «Estoy aquí arriba».

Y justo en lo alto de la cocotera más cercana con un hacha en una mano y un móvil en la otra había un palemrero local, que procedió a bajarnos cocos para beber.

Los pescadores salen al mar con sus móviles.

Cuando pescan llaman a todos los mercados a lo largo de la costa para averiguar dónde les van a pagar mejor.

Los granjeros solían tener que pasar medio día de duro trabajo para averiguar si el mercado de la ciudad estaba abierto, si el mercado estaba en funcionamiento, si el producto que habían cosechado se podía vender y a qué precio se vendería.

Muchas veces mandaban a un niño de 8 años a darse la caminata hasta el mercado de la ciudad para informarse y volver, y después cargaban el carro.

Hoy en día se ahorran medio día de trabajo con una llamada de dos minutos.

De manera que esta ganancia de poder de las clases desfavorecidas es el resultado real de que la India esté conectada.

Y esa transformación forma parte de la dirección que está tomando la India hoy.

Pero claro, eso no es lo único que se está divulgando de la India.

Tenemos Bollywood.

Como mejor se resume mi actitud hacia Bollywood es con el cuento de las dos cabras en un vertedero de Bollywood — [ininteligible] perdonadme — y están masticando latas de celuloide desechado por un estudio de Bollywood.

Y la primera cabra, masticando, dice: «Sabes, esta película no está mal».

Y la segunda cabra dice: «No, el libro estaba mejor».


(Risas)
Normalmente el libro me suele parecer mejor, pero, una vez dicho esto, el hecho es que Bollywood está ahora llevando cierto aspecto de india-nidad y de cultura india por todo el mundo, no solo en la diáspora india de EE.UU.

y U.K.

sino en las pantallas de árabes y africanos, de senegaleses y de sirios.

He conocido a un joven en Nueva York cuya madre analfabeta en un pueblo de Senegal coge un autobús una vez al mes a la capital, Dakar, sólo para ver una película de Bollywood.

No entiende el diálogo.

Es analfabeta, de manera que no puede leer los subtítulos en francés.

Pero estas películas están hechas para que se entiendan a pesar de handicaps como ese, y ella se lo pasa fenomenal con las canciones y los bailes y la acción, y se va maravillada pensando en la India.

Y esto cada vez pasa más.

Afganistán, ya sabemos el serio problema de seguridad que representa Afganistán para muchos de nosotros en el mundo.

India no tiene un destacamento militar allí.

¿Sabéis cuál ha sido el principal recurso de la India en Afganistán los últimos 7 años?

Un sencillo hecho: no podrías llamar a Afganistán a las 8:30 de la noche.

¿Por qué?

Porque en ese momento el que el culebrón indio, [Hindi], doblado al Dhurrie, se emitía en Todo T.V.

Y fué el programa de televisión más famoso de la historia afgana.

Cada familia afgana quería verlo.

Tenían que suspender funciones a las 20:30h.

Se interrumpían bodas para que los invitados pudieran reunirse frente al televisor y luego volver a poner su atención en la novia y el novio.

La delincuencia se elevaba a las 20:30h.

Leí en una noticia de Reuters — así que no es propaganda india, se trata de una agencia de noticias británica — sobre como los ladrones de la ciudad de Musarri Shariff* le quitaron a un vehículo los parabrisas, los tapacubos, los retrovisores, cualquier parte móvil que pudieron encontrar, a las 20:30h, porque los vigilantes estaban ocupados viendo la tele en vez de cuidando el establecimiento.

Y garabatearon en el parabrisas, aludiendo a la heroína del programa, «Tulsi Zindabad»: «Larga vida a Tulsi».


(Risas)
Eso es poder blando.

Y eso es lo que India está desarrollando mediante la «E» de TED: su propia industria del entretenimiento.

Pasa lo mismo, por supuesto — No tenemos tiempo para muchos ejemplos más— pero pasa con nuestra música, nuestros bailes, nuestro arte, yoga, ayurveda, incluso con la cocina india.

Quiero decir, la proliferación de restaurantes indios desde que viajé al extranjero de estudiante, a mediados de los 70, comparado con lo que veo ahora, imposible ir a una ciudad de mediano tamaño de Europa o Norteamérica y no encontrarte algún restaurante indio.

Puede que no sea muy bueno.

Pero, hoy en día en Gran Bretaña, por ejemplo, los restaurantes indios británicos dan trabajo a más gente que las minas de carbón, los astilleros y la industria del acero juntas.

Así que el imperio puede contraatacar.


(Aplausos)
Pero con esta creciente toma de conciencia sobre la India, con vosotros, conmigo, etcétera, con historias como la de Afganistán, viene algo vital en la era de la información, la sensación de que en el mundo de hoy en día no es el que tiene el ejército más grande el que gana, sino que se impone el país que cuenta la mejor historia.

Y la India es, y debe seguir siendo, desde mi punto de vista, la tierra con la mejor historia.

Los estereotipos están cambiando.

Quiero decir, como he dicho, después de haber ido a EE.UU.

de estudiante a mediados de los años 70, supe cuál era la imagen que daba la India por entonces, si es que tenía imagen alguna.

Hoy en día, la gente de Silicon Valley y de otros lugares hablan de IIT, los Institutos Indios de Tecnología, con el mismo respeto que mostraban al MIT.

A veces esto puede tener consecuencias que no pretendemos.

OK.

Tenía un amigo, especializado en Historia, como yo, que fué abordado en el aeropuerto Schiphol de Amsterdam por un europeo ansioso y sudoroso que le dijo: «Eres indio, ¡eres indio!

¿Me ayudas a arreglar el portátil?

»
(Risas)
Hemos pasado de una imagen de la India de tierra de faquires sobre lechos de clavos, y encantadores de serpientes con el truco de la cuerda, a una imagen de la India basada en una tierra de genios matemáticos, magos de la informática, gurús del software.

Pero eso también está cambiando la historia de la India alrededor del mundo.

No obstante hay algo más esencial.

La historia yace sobre una plataforma fundamental de pluralismo político.

Para empezar, es una historia de la civilización Porque la India lleva milenios siendo una sociedad abierta.

India ofreció refugio a los judíos que huyeron de la destrucción del primer templo por los babilonios, y a partir de entonces por los romanos.

De hecho, la leyenda dice que cuando Tomás el dudoso, el apóstol, Santo Tomás, llegó a las orillas de Kerala, mi estado, en algún momento alrededor del 52 d.C., le dio la bienvenida en la orilla una chica judía que tocaba la flauta.

Y hasta hoy, sigue siendo la única diáspora judia de la historia de los judios que no se ha encontrado nunca con un solo incidente de antisemitismo.

(Aplauso) Esta es la historia de la India.

El islam llego pacíficamente al sur, aunque fue un tema ligeramente más complicado en el norte.

No obstante, todas estas religiones han encontrado un lugar y acogida en la India.

Como sabéis, acabamos de celebrar este año nuestras elecciones generales, el mayor ejercicio de derecho a voto democrático de la historia de la humanidad.

Y el próximo será incluso mayor, gracias a que nuestra población votante sigue aumentando en 20 millones al año.

Pero el hecho es que las últimas elecciones, hace 5 años, dieron lugar al extraordinario fenómeno mundial de que ganara las elecciones un líder político femenino de origen italiano y fe católica romana, Sonia Gandhi, que luego dio paso a que un sij, Mohan Singh, fuera nombrado primer ministro, por un musulmán, el Presidente Abdul Kalam, en un país en el que el 81% son hindúes.

(Aplauso) Esto es India, y por supuesto, impacta más porque fue cuatro años después cuando todos aplaudimos a EE.UU., la democracia más antigua del mundo moderno, con más de 220 años de elecciones libres y justas, que hasta el año pasado no había elegido ningún presidente o vicepresidente que no fuera blanco, hombre y cristiano.

Así que, quizás,—ay, lo siento, es cristiano, perdonen— y es hombre, pero no es blanco.

Todos los demás eran las tres cosas.


(Risas)
Todos sus predecesores eran las tres cosas, a eso era a lo que me refería.


(Risas)
Pero la cuestión es que cuando pongo ese ejemplo, no se trata de que esté hablando de la India, no es propaganda.

Porque al final, ese resultado electoral no tiene nada que ver con el resto del mundo.

Fundamentalmente era la India siendo ella misma.

Y al final, me da la sensación de que siempre funciona mejor que la propaganda.

Los gobiernos no son muy buenos contando historias.

Pero la gente aprecia a una sociedad por lo que és y eso, a mí me parece que, en última instancia, marcará la diferencia en la presente era de la información, en la presente era TED.

Así que la India ya no es el nacionalismo de la etnia o del idioma o la religión, porque tenemos toda etnia conocida por la humanidad, prácticamente, toda religión conocida por la humanidad, con la posible excepción del sintoísmo.

Aunque tiene algunos elementos hindúes en algún lado.

Tenemos 23 idiomas oficiales reconocidos en nuestra constitución.

Y aquellos de vosotros que hayáis cambiado aquí vuestro dinero os habréis quedado sorprendidos de la cantidad de escrituras que hay en el billete de la rupia con las denominaciones.

Los tenemos todos.

Ni siquiera tenemos una geografía que nos una.

Porque la geografía natural del subcontinente enmarcado por las montañas y el mar, la rompió la partición con Pakistán en 1947.

De hecho, no se puede pasar por alto el nombre del país.

Porque el nombre «India» viene del río Indo, que pasa por Pakistán.

Pero lo importante es que India es el nacionalismo de una idea.

Es la idea de una tierra eterna, surgida de una civilización antigua, unida por una historia común, pero mantenida, sobre todo, por una democracia pluralista.

Es tanto una historia del s.XXI como una antigua.

Y es el nacionalismo de una idea que dice fundamentalmente que se pueden soportar diferencias de casta, de credo, de color, de cultura, de cocina, de costumbre, de una manera harmónica, y lo que es más, aun así llegar a un consenso.

Y el consenso se basa en un principio muy simple, que en una democracia plural diversa como India en realidad no hay que estar siempre de acuerdo en todo, siempre que se esté de acuerdo en las reglas básicas sobre cómo discrepar.

El gran éxito de la historia de la India, un país que tantos estudiosos y periodistas dieron por hecho que se desintegraría, en los años 50 y 60, es que se las arregló para mantener un consenso sobre cómo sobrevivir sin consenso.

Ahora, esa es la India que está surgiendo en el s.XXI.

Y quiero decir que si hay algo que merezca celebrar de la India, no es el poder militar, el poder económico.

Todo eso es necesario, pero todavía tenemos una enorme cantidad de problemas que superar.

Alguien dijo que éramos súper pobres, y también somos súper poderosos.

En realidad no podemos ser las dos cosas.

Tenemos que solucionar nuestra pobreza.

Tenemos que encargarnos del hardware del desarrollo: los puertos, las carreteras, los aeropuertos, todas las infraestructuras que tenemos que hacer, y del software del desarrollo: el capital humano, la necesidad de que una persona normal en India pueda tomar un par de comidas decentes al día, que pueda mandar a sus hijos a un colegio decente, y que pueda aspirar a tener un trabajo que le proporcione oportunidades en su vida que le transformen.

Pero todo esto está pasando, esta gran aventura de cumplir esos retos, esos retos reales cuya existencia ninguno de nosotros puede ignorar.

Pero está ocurriendo en una sociedad abierta, en una civilización rica, diversa y plural, en una que está decidida a liberar y satisfacer la energía creativa de su gente.

Por eso la India está en TED, y por eso TED está en la India.

Muchas gracias.

(Aplauso)

https://www.ted.com/talks/shashi_tharoor_why_nations_should_pursue_soft_power/

 

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