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Sordera en el ejército. – Charla TEDxIslay

Charla «Sordera en el ejército.» de TEDxIslay en español.

Keith Nolan siempre quiso unirse al ejército de los Estados Unidos. El desafío: él es sordo, lo que lo descalifica automáticamente de acuerdo con las reglas militares. En esta charla, describe su lucha por su país. (En lengua de signos americana a tiempo real por la intérprete Rita Alexander)

  • Autor/a de la charla: Keith Nolan
  • Fecha de grabación: 2011-04-23
  • Fecha de publicación: 2012-02-12
  • Duración de «Sordera en el ejército.»: 1118 segundos

 

Traducción de «Sordera en el ejército.» en español.

(Voz fuera de pantalla de la intérprete) Hola a todos, mi nombre es Keith Nolan.

Soy cadete.

Mi charla hoy es sobre el tema de las fuerzas armadas.

¿Cuántos de Uds.

pensaron en unirse al ejército? Veo a algunos asintiendo.

Yo pensé lo mismo desde que era joven.

Al crecer, siempre quise entrar al ejército.

Amo la historia militar y he leído un montón sobre el tema.

Además, varios miembros de mi familia, como mi abuelo y mi tío abuelo, lucharon en la II Guerra Mundial.

Y como ellos, yo quería una cosa: servir a mi país.

La cuestión es: ¿Puedo? No, no puedo.

¿Por qué? Simplemente porque soy sordo.

Independientemente de eso, aún quería entrar al ejército.

Por ejemplo, tras graduarme del instituto, tres meses antes del 11S fui a un centro de reclutamiento naval con grandes esperanzas de entrar.

Fui y un marino robusto se levantó y se dirigió hacia mí.

Mientras me hablaba, me fue imposible leer sus labios, así que dije: «Lo siento, soy sordo».

Él arrancó un trozo de papel y escribió tres palabras: «Mal oído.

Descal».

Ni siquiera terminó de deletrear «Descalificado», solo: «Mal oído.

Descal».

Así que seguí mi camino.

Probé en varios sitios, varias veces, tratando de entrar, pero una y otra vez obtenía la misma respuesta: «Lo sentimos, Ud.

es sordo.

No podemos aceptarlo».

Así que cambié de rumbo y decidí volverme profesor.

Completé un máster en educación para sordos y enseñé por casi dos años, hasta la primavera pasada, cuando ocurrieron 3 cosas que cambiaron el rumbo, la primera, mientras enseñaba historia en un instituto.

Había explicado la guerra entre América y México.

La campana había sonado, y estaba en mi escritorio, cuando uno de mis estudiantes, que era sordo, se acercó y dijo que le gustaría entrar al ejército.

Y le dije: «Lo siento, no puedes.

Eres sordo».

Entonces me sorprendí a mí mismo.

Me sorprendió que todo lo que me habían dicho era no, y ahora perpetuaba el mismo mensaje con la siguiente generación, con mi propio estudiante.

Este darme cuenta tuvo un gran impacto, e hizo eco en mí.

Lo segundo que pasó fue que un amigo se acababa de mudar a Israel.

¿Saben que Israel acepta a gente sorda en el ejército? ¿Cómo pueden los sordos estar en el ejército? ¿Podría ser verdad? ¡Por favor! El verano pasado fui a Israel para verlo por mí mismo.

Entrevisté a diez soldados israelíes sordos, y todas las entrevistas en video, las preguntas compiladas, y los descubrimientos, los compartiré luego con Uds.

Tercero, la CSUN, mi alma mater, acaba de empezar el programa ‘Army ROTC’.

ROTC, que significa Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva, permite a los estudiantes universitarios participar simultáneamente en el programa ROTC.

Tras la graduación, los estudiantes del ROTC tienen una carrera militar lista y esperándolos.

Si uno entra al ejército, podría graduarse como subteniente.

Eso es generalmente el programa ROTC aquí en CSUN.

Tras aprender eso, estaba intrigado.

Ya tenía una profesión como profesor, pero seguí adelante y envié un correo electrónico al programa, explicando que era un profesor para sordos, preguntando si podía ir a algunas clases con ellos y quizá compartir sus lecciones con mis estudiantes.

Recibí un correo electrónico de respuesta, y, sorprendentemente, fue la primera vez que no me dijeron: «Lo sentimos, no puede.

Ud.

es sordo».

Decía: «Bien, es interesante.

Creo que podemos intentarlo y puede tomar algunas clases con nosotros».

Esto no tenía precedentes.

Y, naturalmente, estaba en shock.

A pesar de que estaba enseñando, decidí que debía tomar la oportunidad y poner mi pie en la puerta.

En resumen, así fue como sucedió.

Con todas mis experiencias de vida, habiendo hablado con la gente que hablé y con todo lo que había leído, decidí escribir un artículo que llamé «Sordera en el Ejército».

Compartiré con Uds.

lo que implican estas 98 páginas.

Aquí en EE.

UU., hemos tenido soldados sordos en el pasado.

De hecho, durante la Guerra de la Independencia de Texas, hubo una figura clave llamada Smith el Sordo, que hizo una gran contribución en esa guerra.

Sobre la Guerra Civil Americana, la Universidad Gallaudet ha archivado una lista de soldados sordos en la guerra, del Norte y del Sur, mostrando que los soldados sordos incluso lucharon entre ellos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, hay algunos ejemplos de gente sorda que entró en el ejército en ese tiempo y también pudieron servir a su país.

La historia ilustra el hecho de que EE.

UU.

tuvo soldados sordos, en contraste con hoy.

En mi artículo, también hablo sobre los soldados sordos israelíes.

Aprendí que ejercen roles no relacionados con el combate.

Los soldados sordos no se involucran en la línea de fuego, sino más bien detrás de esta línea, ejerciendo roles de apoyo.

Hay una plétora de varios trabajos accesibles a las personas sordas: inteligencia, tecnología informática, dibujo de mapas, suministro, entrenamiento de perros…

la lista continúa.

La comunicación entre los soldados sordos israelíes y otros soldados que oyen se hace del mismo modo en que las personas sordas suelen hacerlo con el público oyente a diario.

Uno usa la voz, la lectura de labios, gestos, a veces otro soldado conoce la lengua de signos y eso puede utilizarse, lápiz y papel, textos, computadoras, correos electrónicos…

en serio, no es necesaria una varita mágica.

Es lo mismo que hacemos todos los días.

Los intérpretes se usan para el campo de entrenamiento.

Para el trabajo normal, no es necesario tener un intérprete al lado.

El ejército israelí se compone de pequeños grupos.

Cada unidad con soldados sordos ha desarrollado su propia forma de comunicación, no hay necesidad de intérpretes.

La foto superior es de un soldado que conocí.

La foto de abajo es el Primer Ministro Begin con un soldado sordo en Israel.

Otra parte de mi trabajo habla de los soldados discapacitados en el ejército.

El trabajo militar puede ser peligroso e involucrar lesiones.

Un ejemplo es el Capitán Luckett.

Él perdió su pierna debido a una explosión.

Se recuperó y ahora lleva una pierna protésica.

Ahora que está fuerte, volvió al combate, y aún está luchando en Afganistán.

Es destacable.

¿Y saben qué? No es el único.

Hay otros 40 soldados como él, amputados que sirven en zonas de combate.

Increíble.

También, aquí tenemos un soldado ciego.

Mientras estaba en Irak, una explosión de coche bomba suicida destrozó su visión.

Se ha recuperado y no ha dejado el ejército.

El ejército lo retuvo en servicio activo, actualmente lleva un hospital para soldados heridos.

También encontré en Internet sobre otro soldado que es sordo de un oído.

Desarrolló programas civiles en Irak, uno de los cuales comenzó una escuela para sordos en Irak.

Todo esto es increíble.

Pero les preguntaré a todos Uds.: Si el ejército de EE.

UU.

puede retener sus soldados discapacitados, ¿por qué no pueden aceptar a ciudadanos discapacitados? El 80 % de los trabajos en el ejército de EE.

UU.

no son posiciones de combate.

Hay muchos trabajos que la comunidad sorda puede hacer.

Si estuviera en el ejército, me gustaría trabajar en Inteligencia.

Pero hay muchas cosas que podemos hacer, como mecánica, finanzas, medicina, etc.

Para resumir, he dado tres premisas para apoyar mi argumento, la primera es que el ejército israelí acepta abiertamente soldados sordos.

Si uno tiene las cualidades y habilidades necesarias, lo tomarán.

Segundo, el ejército estadounidense tiene instalaciones para retener a sus soldados discapacitados.

Y por último, el 80 % de trabajos en el ejército son para no combatientes.

Ahora, ¿podemos servir los estadounidenses sordos a nuestro país? ¡Sí, por supuesto! ¡Sin ninguna duda! Les explicaré un poco sobre mi experiencia dentro del Army ROTC, que comenzó el pasado otoño.

He estado involucrado con esto hasta ahora y todavía continúa.

Necesito introducir esto, diciendo que es la primera vez que mi batallón tiene un cadete sordo.

Nunca han experimentado esto antes.

Por supuesto, se sorprendieron, preguntándose al principio, cómo haría esto, cómo podrían comunicarse conmigo y demás, lo cual es una reacción natural, considerando que muchos de ellos nunca interactuaron con un sordo antes de mí.

Además, me sorprendí por esto: era real, el ejército.

Tuve que aprender sobre algo nuevo, lleno de jerga militar, con su propia cultura y todo.

Empezamos despacio, conociéndonos y aprendiendo cómo trabajar juntos, progresivamente.

Por ejemplo, el primer día de clases, no tenía uniforme.

Aparecí con mi ropa de calle, mientras los otros cadetes iban de uniforme.

Descubrí que cada mañana a las 5:30 había entrenamiento físico, PT.

Los viernes había entrenamiento de campo —laboratorios— fuera del campus, y, a veces, tendríamos entrenamiento en fin de semana en una base militar.

Aparecía, listo, cada mañana a las 5:30, con todos los cadetes de uniforme y yo con mi ropa de civil.

Me dijeron: «Oye, no hace falta que entrenes.

Puedes simplemente ir a clases».

Les dije que quería, igualmente.

Ellos lo aceptaron y continué apareciendo a entrenar cada mañana.

Al llegar el viernes, pedí ir al entrenamiento de campo.

Me dijeron que no, que me quedara en clase.

Yo insistí en que quería probar.

De mala gana, ellos me dejaron asistir al laboratorio, pero solo como observador; solo me permitían sentarme y observar, pero no participar.

Entonces me presenté el viernes, y observé como los cadetes aprendían comandos de marcha, cómo permanecer firmes, cómo saludar apropiadamente, todo lo básico.

Tuve que preguntar de nuevo si podía unirme.

Obtuve el visto bueno.

Y me uní en formación Pensé que era mejor estar en la segunda fila, donde pudiera ver qué hacían los cadetes en la fila de adelante.

Pero el oficial que me abrió las puertas para entrar al programa ROTC me vio atrás y dijo: «¡Oye! No, no.

Te quiero adelante.

¿Quieres ser un soldado? Tienes que aprender las órdenes como el resto de ellos.

No vas a seguir a otros.

¡Aprende por ti mismo!».

Y pensé: «¡Ah! Me ve como a cualquier otro, dándome dignidad por quien soy».

Estaba sorprendido por eso.

Mientras las semanas pasaban, yo aún no tenía un uniforme.

Pregunté si era posible conseguir uno, pero me dijeron que no.

Así que continué de esa manera, hasta un día, fui informado de que tendría un uniforme.

«¡Por favor!», dije, «¿De verdad? ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado?».

Me dijeron: «Vimos tu motivación, te presentaste cada mañana, con dedicación y siempre diste el 110 % de esfuerzo».

Ellos quisieron darme el uniforme.

Eso fue notable.

Fuimos al almacén a conseguir mi uniforme.

Asumí que sería un uniforme y un par de botas, nada más.

Pero llenaron dos bolsas de lona repletas de equipo: casco, chaleco de municiones, pala, saco de dormir, todo lo necesario.

Estaba asombrado.

Y debo decirles, cada mañana que me levanto y me pongo el uniforme, me siento privilegiado.

Es un verdadero honor llevar el uniforme.

Así que, avanzando, cuando llegó la hora de entrenar en el cuartel de base, al principio, me dijeron que no podía ir.

Había preocupación dentro del ROTC de que si el intérprete era herido durante el entrenamiento, sería su responsabilidad.

Por lo que tuvimos que resolver todos estos problemas, pero lo resolvimos y al final, me permitieron ir.

Así es como se desarrollaron los eventos; me permitieron hacer más y más.

Una vez, en la base, durante uno de los días de entrenamiento, un enorme helicóptero Chinook con sus rotores tándem bajó hacia nosotros, girando una fuerza eufórica en el aire.

Se suponía que todos los cadetes subirían a bordo.

Todos estaban preparados y listos.

Sin embargo, el cuadro decidió que no me iba a permitir montar en el Chinook.

Tenían miedo de que si el piloto gritaba órdenes, ¿cómo sería capaz de seguir las instrucciones? Posiblemente causaría un problema.

Así que debí quedarme a un lado, mientras los otros hacían fila hacia el helicóptero.

Pude ver al cuadro apretujado, discutiendo, reflexionando.

En el último minuto, uno de ellos dijo «¡Vamos, sube al helicóptero!».

Corrí hacia allí y entré.

Fue muy emocionante.

Y ese fue el espíritu de aprender y apoyarse los unos en los otros que continuó.

Desde entonces, he estado involucrado en todo lo que hacen sin ninguna separación.

Aquí es donde reside mi pasión.

Los amo.

Les mostraré algunas fotos.

Batallón Bruin, Compañía Bravo, es el nombre del grupo al que pertenezco.

El cuadro son los oficiales y sargentos que supervisan el programa ROTC.

Al principio, se puede ver, fue una fase un poco incómoda.

Pero desde que aprendieron más de mí y lo que era capaz de hacer, ha habido un tremendo apoyo y unidad.

Los cadetes, mis compañeros: cuando entrenas y sudas juntos sientes el lazo de camaradería de inmediato.

Una cohesión de hermano o hermana los hace como una familia.

En el entrenamiento y clases de ciencia militar, aprendemos teorías de guerra, cómo liderar soldados, cómo hacer un reconocimiento, estrategias, cómo destruir un búnker y navegación terrestre, donde uno encuentra su camino en las montañas.

Además de alojamiento, me han proporcionado intérpretes a través del Centro Nacional de Sordera, NCOD, aquí en CSUN.

Y tengo que agradecerles, porque es difícil encontrar intérpretes que estén dispuestos a levantarse a las 4:30, o a veces a las 3:30 de la mañana.

Este es el oficial que me respondió, diciendo: «Puedes tener unas clases con nosotros».

Aquel es el teniente Mendoza.

Ese es mi interprete allí, antes de comenzar la clase.

Esta es una foto del pasado otoño, cuando éramos nuevos entrenando.

Este es el teniente coronel Phelps, este es su nombre en señas.

Él es el comandante de todo el Batallón Bruin.

Cada vez que lo veo pasar, es bastante inspirador.

La forma en que se presenta, se puede ver que es el epítome de un soldado.

Además, él no me ve como una persona sorda.

Al contrario, ve mis habilidades y capacidades.

Él realmente presionó por mí, y lo respeto por todo eso.

Ese soy yo en uno de los ejercicios.

Este es el helicóptero Chinook en el que casi no subí.

Cada cadete tiene un mentor.

Mi mentor es Cinatl.

Es un soldado realmente duro.

Me enseña los puntos más sutiles y cómo ejecutarlos perfectamente.

La foto de arriba es de cuando un grupo fue a Las Vegas para competir en un examen, para ver si podíamos competir con los estándares de entrenamiento alemanes.

Abarcó natación, esprints cronometrados, puntería y eventos de aptitud física.

Los pasé y satisfice los requisitos y recibí la Insignia de oro por la Capacidad de las Fuerzas Armadas Alemanas.

Este es uno de los sargentos, el Sargento Richardson.

Amo a este tipo.

No acepta sandeces de ningún cadete.

Aquí estoy una mañana, cuando caminamos 12 kilómetros con una mochila de unos 18 kg en menos de dos horas.

Aquí hay algunos de mis compañeros cadetes.

He estado con ellos lo suficiente como para elaborar signos para sus nombres.

Aquí a la derecha está Trinidad.

Le di este nombre de signos porque siempre es muy sarcástico.

Es un veterano, ha servido en Irak y Afganistán.

La mujer es Frigo, cuyo apodo es «Refrigerador», de ahí el signo.

De hecho, competimos intelectualmente en clase.

El cadete al fondo es Jarvy.

Es un atleta superior.

Le he dado este signo por la cicatriz que tiene aquí.

¿Saben quién es este? Este es el jefe del Estado Mayor Conjunto.

Es el oficial militar de mayor rango y el principal consejero militar del Presidente Obama y el Secretario de Defensa Gates.

Dio una charla en la UCLA ante un auditorio lleno.

Después, me alineé para estrechar su mano.

Luego lo saludé: «Es un gran placer conocerlo».

Hice señas y mi intérprete lo expresó por mí.

El almirante Muller recurrió al intérprete y dijo: «Encantado», dirigiéndose al intérprete, quien no lo aclaró.

Parecía un poco confuso y simplemente siguió adelante estrechando las manos de los otros soldados.

No estoy seguro de si supo que era sordo o no.

Y el tiempo ha ido pasando, a toda velocidad hasta hace dos semanas, cuando algo ocurrió.

El ROTC tiene cuatro niveles.

Estoy haciendo los dos primeros niveles, que acaban en mayo.

El tercero empieza en otoño.

Pero para avanzar, uno necesita pasar un examen médico.

Soy sordo, así que fallaría el test de audición.

Así que nos sentamos, y me dijeron que si quería continuar hasta el tercer nivel, no podría hacer ninguno de los entrenamientos físicos por la mañana, ni los entrenamientos de campo, ni los entrenamientos en la base.

También tendría que devolver mi uniforme.

Podría ir a clases, asistir como oyente, y eso es todo.

Realmente me dolió, fue un gran golpe.

Muchos de los oficiales y cadetes han empatizado con esta repentina decepción, y se preguntan por qué esto debe ser así.

El Coronel Phelps ha intentado hablar con los superiores en la cadena de mando y explicarles que soy uno de los mejores cadetes, que he pasado todas las pruebas y recibido notas altas en mis exámenes.

Su respuesta es rotunda: la política es la política, y si eres sordo estás descalificado.

Sé que el cuadro ha intentado encontrar varios caminos.

Descubrieron que hay un cadete sordo en The Citadel, un colegio militar de Carolina del Sur.

Este cadete completará su cuarto año allí y se graduará en mayo.

Sin embargo, él está en la misma situación: incapaz de entrar al ejército porque es sordo.

Pero todos mis compañeros cadetes y oficiales me han dicho que no me rinda; la política tiene que cambiar.

Me aconsejaron hablar con mi congresista.

Y he trasladado este problema a Henry Waxman, el congresista de distrito de LA, aquí, para poner en marcha la defensa de mi causa.

Necesito su ayuda y apoyo para ejercer presión.

Todos nosotros, ¿saben? Si recuerdan la historia de los EE.

UU., los afroamericanos no pudieron entrar al ejército, y ahora sirven en él.

Las mujeres tampoco podían, pero ahora pueden.

El ejército ha cambiando y está cambiando.

Hoy es nuestro momento.

Ahora es nuestro turno.

¡Hooah! (Aplausos)

https://www.ted.com/talks/keith_nolan_deaf_in_the_military/

 

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