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Víctimas de la ciudad – Charla TEDxPortofSpain

Charla «Víctimas de la ciudad» de TEDxPortofSpain en español.

La arquitectura puede unir a las personas, o separarlas. Tomemos como ejemplo el rascacielos: costoso, ineficiente y al servicio de una pequeña parte de la sociedad. En el marco de TEDxPortofSpain, Mark Raymond alienta a los gobiernos de las ciudades a que abandonen sus viejas nociones del éxito y consideren el equilibrio entre el medioambiente, la economía y la sociedad, a fin de diseñar ciudades para el cambio social.

  • Autor/a de la charla: Mark Raymond
  • Fecha de grabación: 2011-11-11
  • Fecha de publicación: 2012-03-18
  • Duración de «Víctimas de la ciudad»: 1191 segundos

 

Traducción de «Víctimas de la ciudad» en español.

Nos han pedido que abordáramos el tema del cambio de paradigmas.

Y creo que, ciertamente, en mi campo de trabajo es un punto muy importante.

Si pienso en los planteos que tenemos hoy en arquitectura y en toda la sociedad, creo que es hora de cambiar nuestra forma de ver las cosas.

Como arquitecto, he participado en proyectos de arquitectura, proyectos de planificación urbana y, últimamente, en proyectos más relacionados con el paisaje.

Veo grandes oportunidades y muchas maneras de contribuir con el diseño para efectuar un cambio social.

Hoy voy a hablarles de eso.

Para empezar, creo que sería útil hablar un poco de arquitectura, porque, para mucha gente, la arquitectura es una actividad que tiene cierta mística.

No mucha gente sabe qué hacen los arquitectos.

Muchas veces no sé si los mismos arquitectos lo saben.

Pero hacemos lo posible, y es importante tratar de interiorizarlo y de entender lo que significa.

Hoy, cuando hablo de arquitectura, no hablo de la profesión.

No hablo de una actividad realizada por un grupo selecto de personas con conocimientos especializados.

Hablo de arquitectura en un sentido amplio: arquitectura en términos de esta sala, arquitectura como actividad extendida, la creación de refugios, la creación de espacios, el diseño y la creación de los espacios entre edificios, el paisaje.

Es nuestra interacción con el paisaje, nuestra relación con el entorno edificado.

A eso me refiero con «arquitectura».

No es algo especializado.

Y, durante los últimos 20 o 30 años, con el predominio de Internet y los maravillosos y emocionantes avances de la tecnología, una de las cosas que han pasado es que hemos empezado a ver el mundo como un producto.

En muchas maneras, nuestra percepción del mundo se ha reducido a dos dimensiones.

Pasamos gran parte de nuestra vida observando el mundo a través de pantallas, ya sea en nuestro portátil, en la TV, en las pantallas de los aeropuertos o en nuestro lugar de trabajo.

Incluso nuestros teléfonos son pantallas ahora.

Todo esto tiene el efecto de reducir nuestra percepción del mundo.

De muchas maneras la amplía, pero también puede reducir a meros íconos ciertos conceptos o ciertas ideas que, de hecho, van mucho más allá de la imagen 2D que proyectan.

Y creo que eso pasa con la arquitectura.

Nos hemos acostumbrado a pensar en la arquitectura de una forma predominantemente bidimensional, una forma plana.

Como si el edificio se tratara de la estética, de su apariencia; como si fuera un producto visual.

Pero es mucho más que eso.

Va más allá de la estética o de una experiencia sensorial.

Son dos cosas muy importantes, pero es mucho más que eso.

Es una operación compleja.

Y una gran parte de la arquitectura y del diseño consiste en entender el contexto donde existe ese diseño, o donde va a existir.

Es tener la imaginación para tratar de predecir o proyectar dónde va a estar ubicado el edificio, o el espacio urbano, o el paisaje, cómo se va a usar, cuáles son las operaciones y actividades que van a tener lugar en ese espacio.

Podría decirse que estos son los aspectos programáticos de la arquitectura o del diseño.

Y creo que, en los últimos tiempos, hemos tendido a anteponer o darle más importancia a la percepción sensorial y al atractivo visual de la arquitectura que a las necesidades programáticas.

Hemos tendido a crear monumentos o símbolos que causan sensación y crean impacto, sin analizar en detalle el valor de la operación y cómo pueden afectar el espacio.

Y es precisamente esto lo que debemos empezar a analizar o a tratar de entender: cómo la arquitectura o el diseño pueden afectar a la sociedad y cómo pueden solucionar algunos de los problemas que estamos teniendo.

La gran palabra de moda en diseño, en mi actividad y quizá en todos los campos, es la idea de la sostenibilidad.

La sostenibilidad es una idea que se basa en tres elementos, tres conceptos muy importantes: el medioambiente, la economía y la sociedad.

En verdad, la economía global parece estar en crisis en este momento.

Hay mucho por hacer allí.

El medioambiente en el que vivimos también enfrenta sus desafíos.

Tenemos el calentamiento global, las mareas crecientes, todo tipo de desastres que ocurren en la actualidad y que ponen en peligro el equilibrio del mundo y del medioambiente.

Y la sociedad también enfrenta desafíos y problemas que la amenazan.

Hoy hemos oído hablar de algunos de esos problemas y de la necesidad de cambiar el paradigma dentro del cual los percibimos.

Es realmente crucial que lo hagamos.

Entonces, ¿qué impacto tiene el diseño? ¿Cómo puedo yo, o cualquier otro diseñador, o un arquitecto, o la sociedad…

cómo puede tener impacto el diseño? ¿De qué modo puede afectar? Hoy voy a hablarles de cómo creo que el diseño puede tener impacto en la sociedad, muy específicamente en la sociedad, y cómo esa idea del diseño puede modificar la idea de la sociedad y trabajar con la sociedad y sus operaciones de forma programática para efectuar el cambio social.

Aquí vemos una calle, «Frederick Street», a principios del siglo pasado.

Me parece una buena imagen por muchos motivos.

Da la impresión de que los tres elementos, el medio ambiente, la economía y la sociedad, están en un estado de equilibrio.

O sea que, por lo visto, en las ciudades podemos ver ese equilibrio.

Las ciudades son como símbolos o códigos que nos permiten entender la confluencia de esos tres factores.

Y ha habido épocas en que las ciudades han logrado esto con mucho éxito.

Hay numerosos ejemplos de ciudades muy buenas que, en un momento dado, lograron ese punto de equilibrio.

Si analizamos a Puerto España como ciudad veremos que, hace mucho tiempo, Puerto España no era más que un pequeño conglomerado, un pueblo de pescadores en la desembocadura del río St.

Ann, que luego creció hasta convertirse en un conglomerado grande y complejo; una gran aglomeración de ideas complejas y numerosas.

El arquitecto italiano Aldo Rossi, un arquitecto que murió a fines del siglo XX, dijo algo muy profundo.

Dijo que la arquitectura es la construcción de la ciudad a lo largo del tiempo.

Creo que es una gran frase porque, por un lado, habla de la producción individual de un objeto, la arquitectura, y habla de la arquitectura como forma de producción cultural, como algo que aborda un problema, aborda ideas que trascienden la suma de las partes de la construcción, y se relaciona con la ciudad.

También sugiere que es un proceso de cambio constante y dinámico.

Es muy importante entender ese concepto, que también es parte del programa.

No tiene que ver con lo visual; tiene que ver con el programa.

Se trata de la evolución.

¿Cuál es la dinámica, cuáles son los componentes, los elementos que contribuyen al desarrollo y la creación de la ciudad? También insinúa que la ciudad es algo que se puede imaginar.

Así como podemos concebir e imaginar un espacio o un edificio, podemos concebir o imaginar una ciudad.

Se refiere también a la idea de lo individual y lo colectivo.

Y esa relación entre lo individual y lo colectivo, la idea de ciudadanía, la idea de sociedad, me parece un axioma muy importante para entender cómo el diseño puede modificar esas estructuras y efectuar un cambio.

Estas imágenes muestran la evolución de Puerto España durante un período relativamente corto de 200 años, a partir de una planificación colonial desarrollada según los lineamientos establecidos por el rey de España en las llamadas «Leyes de Indias».

Muchas ciudades en el Caribe y en Latinoamérica fueron planificadas según esas leyes.

Era un diseño único que satisfacía las necesidades y los requerimientos de quienes fundaban ciudades y nuevas colonias.

Con el tiempo, a medida que el comercio empezó a desarrollarse en Trinidad, la ciudad se expandió, creció y empezó a invadir el paisaje circundante a un ritmo cada vez mayor hasta que alcanzó el tamaño que tiene hoy, o lo que hoy entendemos como la ciudad de Puerto España.

Pero, como todos sabemos, ese proceso de crecimiento se dio también en una macroescala.

Tenemos la evolución y el desarrollo de esta gran aglomeración que se extiende desde Puerto España hacia el oeste y hasta Arouca por el este y parece continuar.

Hemos desarrollado este concepto, esta idea, que va más allá del plan original de las Leyes de Indias.

Y se ha convertido en una matriz compleja de infraestructuras y de cuestiones complejas.

Cuestiones que, en muchos aspectos, han generado una cantidad de problemas.

Han generado muchos problemas de infraestructura.

Y lo mismo sucede en muchas otras ciudades del mundo.

En todo el mundo, las ciudades se están expandiendo cada vez más, están transitando el mismo proceso de desarrollo que tuvimos nosotros, a tal punto que el lugar donde estaba el antiguo centro de Puerto España, lo que era la ciudad, se ha convertido en esta megalópolis, esta expansión tan enorme, que parece difícil de controlar.

Y cuando pensamos en los problemas de infraestructura como el agua, la energía, la congestión de tráfico, el delito, la segregación, la polarización que existe, la situación que recientemente llevó al país a un estado de emergencia…

A veces parece completamente insuperable.

Es como haber llegado a un punto en que ya no podemos controlarlo como controlábamos ese plan original.

Realmente ya no podemos controlarlo.

Es casi como si fuéramos víctimas de la ciudad, en lugar de ser quienes diseñaron la ciudad por voluntad propia, quienes la crearon.

Otro fenómeno que se ha dado, en relación a los problemas de escala de la infraestructura, es el predominio de ciertas «tipologías», por llamarlo de alguna manera, ciertos tipos de desarrollo.

Todos conocemos los edificios altos.

Aquí vemos unos edificios en Hong Kong.

Me refiero a esas estructuras de gran altura, magníficas, que cuestan una fortuna, pero predominan.

Parecería que no se puede concebir una ciudad sin un edificio alto.

Son simbólicos, son como un emblema de la modernidad y el desarrollo.

El centro comercial es otro tipo de construcción predominante que todas las ciudades quieren tener.

La idea de concentrar todas las tiendas y toda la actividad comercial en un lugar creado para que la gente realice ciertas actividades comerciales y compre cosas en un lugar y un momento específicos.

También está la autopista, la idea de atravesar el paisaje para poder aumentar la velocidad de desplazamiento de un punto a otro.

Y, finalmente, el desarrollo suburbano.

Todas estas tipologías son emblemáticas del desarrollo de las ciudades modernas, no solo de Puerto España sino también de otras ciudades del mundo.

Los centros comerciales no son malos, tampoco las autopistas, ni los edificios altos, ni el desarrollo suburbano.

Lo que no está tan bien es que, al parecer, privilegiamos ciertas formas de construir o ideas sobre la construcción por encima de otras formas muy importantes de concebir o imaginar el espacio.

¿Qué hay de las escuelas? ¿Qué hay de los parques? ¿Qué tal si hacemos calles realmente cómodas para caminar, sin estar constantemente expuestos al ruido y la congestión del tráfico? ¿Dónde entra eso en la ecuación? Parece que nos enfocamos en estas tipologías constructivas principalmente porque generan un beneficio económico.

Son parte de una economía de consumo, generan un beneficio y por eso las preferimos, por eso tienen prioridad sobre otros tipos de desarrollo.

Pero las escuelas, los parques, elementos de la ciudad que antes eran muy significativos e importantes, son cada vez más reducidos y marginados como consecuencia del foco puesto en este tipo de desarrollos.

Están comprometiendo la integridad de la ciudad, la capacidad que tiene la ciudad para dar cabida a la interacción social, para darle cabida a todos.

Porque otro problema que tienen esos desarrollos es que son exclusivos.

Para trabajar en una oficina de lujo hay que estar calificado, o tener los recursos necesarios para obtener la formación que nos permita trabajar ahí.

Y el que no la tiene, trabaja en algún sitio en las afueras.

No nos preocupa mucho cómo son esos lugares, simplemente vamos a trabajar.

De la misma manera, esa gente que solía vivir en la ciudad y solía contribuir a la vida de la ciudad, hoy se ve obligada a irse a las afueras, lejos de los edificios de gran altura.

Los terrenos son muy caros en la ciudad y la gente tiene que mudarse más lejos.

Hace falta un auto para llegar a los centros comerciales, porque, por lo general, están en la periferia de la ciudad.

La gente no puede comprar en los centros comerciales porque no disponen de los ingresos necesarios; no gastan su dinero allí.

Si bien esos edificios funcionan para ciertos sectores de la sociedad, no son equitativos; no funcionan para todos.

Sin embargo, el gobierno y la sociedad ponen una atención desproporcionada en asegurarse de que proliferen los edificios de ese tipo, porque son vistos como aspectos positivos de desarrollo, en detrimento de edificios y programas de desarrollo que podrían beneficiar a todos, programas que fomenten la interacción, que fomenten la educación, la convivencia, y favorezcan el espíritu comunitario.

Los desarrollos de este tipo dispersan la sociedad, disgregan y polarizan a la sociedad.

Crean grupos de actividad aislados a los que solo se puede acceder si se tiene dinero en el bolsillo.

Es una influencia polarizadora y negativa.

Lo vemos en esta ciudad, y cada vez más en otras ciudades.

Y lo que termina sucediendo es que tenemos esta especie de pila que es como una bomba de tiempo.

En algún momento el sistema colapsará; es realmente insostenible.

Es como la economía mundial hoy; es un sistema realmente insostenible y debemos encontrar formas de encararlo.

El diseño no puede darnos la solución, pero sí puede mejorar algunas de las condiciones de vida de la gente.

Puede mejorar las circunstancias en que se encuentran algunas personas, algunas de las áreas de la ciudad donde la gente se vio obligada a ir porque vivir en el centro se le hizo muy costoso, y no pueden participar plenamente de este sistema de consumo capitalista.

Debemos pensar en cómo transformar estos espacios, cómo integrar las actividades que se desarrollan en estos espacios con el panorama general, cómo identificar pequeñas acciones o gestos, ya sea a través del diseño, o de iniciativas económicas o sociales, que efectúen el cambio y nos permitan transformar espacios para fomentar y facilitar una mayor participación.

Hay muchas formas de lograrlo.

Y puede parecer complejo si analizamos las ciudades.

Si nos fijamos en todos sus componentes, puede parecer insuperable.

Pero si tratamos de aislar acciones, formas individuales de mirar estas cosas y formulamos un programa, una forma de entender cómo hacerlo, entonces estaremos más cerca de lograr el cambio social.

Hay ejemplos en el mundo donde esto se ha hecho.

Barcelona es un muy buen ejemplo de una ciudad donde la gente se reunió y se puso a pensar de forma activa y conjunta en cómo podían efectuar el cambio, y lo consiguieron con gran éxito.

Y, un poco más cerca, en Bogotá, Enrique Peñalosa, el alcalde de la ciudad, cuando asumió, dijo: «No voy a gastar miles de millones de dólares en más autopistas.

Voy a asignar los fondos que tengo, y voy a crear espacios, parques que todos puedan usar, espacios públicos para la gente».

Y a medida que creaba estos espacios, cada vez acudía más gente.

Y esos espacios fueron efectivos: fomentaron la participación, promovieron un espíritu de comunidad, hicieron que las personas se reunieran y dejaran de lado las pequeñas diferencias para empezar a hacer cosas juntas, a moverse juntas por la ciudad y tratar de empezar a actuar en conjunto.

Es decir que hay maneras, hay modelos.

Volvemos a la idea del programa: ¿cuál es el nuestro? Creo que queremos una sociedad equitativa.

Luego, queremos crear sociedades donde todos participen de forma activa y equitativa y donde podamos romper algunas de esas barreras, donde podamos terminar con el estigma económico, con el estigma asociado a la raza, al lugar donde uno vive, a todos esos factores, y reunir a la gente de manera constructiva y efectiva.

En Trinidad hay muchos ejemplos.

Hay oportunidades por todos lados.

Esto es «City Gate».

Es la entrada a la ciudad para decenas de miles de personas.

Entra y sale gente todos los días.

Sin embargo, el panorama que ven es bastante deprimente, horrible, gris, No es para nada acogedor.

Incluso a veces es inseguro con todo ese tráfico vehicular.

Y todo ese espacio desde «City Gate» hasta «Independence Square» podría ser una experiencia maravillosa, con un diseño cuidado del paisaje, con buena hospitalidad, con las instalaciones y servicios que la gente necesita y disfrutaría.

Podría convertirse en un espacio cívico realmente muy importante.

Este es el Paseo del Prado en La Habana.

Es solo una idea, un ejemplo de cómo podría tratarse ese espacio para que entrar y salir de la ciudad pase a ser una transición importante y estimulante desde el minibús hasta el lugar de trabajo.

En San Fernando tenemos un paseo marítimo, que es una parte muy hermosa del paisaje de este país, pero está completamente descuidado.

Hay algunos ejemplos hermosos de arquitectura del siglo XIX que en sí mismos son espacios bellísimos.

Debemos prestarle atención a esos espacios, darles una función, debemos buscarle usos a esos espacios que propicien todo tipo de actividades: espacios de actuación callejera, espacios de juego para niños para que aprendan que es bueno y divertido estar con otra gente, espacios para que la gente haga actividades que disfrutan, actividades colectivas que beneficien a la sociedad y promuevan la interacción entre personas, más allá de su posición económica y social.

O pueden ser lugares de reflexión, parques, espacios para sentarse y relajarse.

Y hay muchas formas de lograr esto, formas de encarar y analizar cómo romper esas barreras.

Podemos usar el lenguaje arquitectónico.

Podemos estudiar cómo se formulan los espacios para eliminar divisiones y barreras entre el interior y el exterior, entre zonas verdes y superficies duras, y tratar de generar espacios que realmente promuevan la interacción, que impulsen a la gente a hacer cosas en conjunto y que fomenten un sentido de comunidad.

Debemos exigirle al gobierno, debemos demostrar a los constructores y a la gente que los beneficios de estos espacios no se miden por su rentabilidad económica sino en términos del beneficio social, que es inconmensurable a largo plazo.

Y creo que así podemos demostrar, y en el pasado ya hemos demostrado que los diseñadores son capaces de esto, podemos demostrarle a la gente que la sociedad es una comunidad inclusiva, y que si todo el mundo está incluido, y si todos se sienten parte de la sociedad, tenemos más posibilidades de asegurar un futuro sustentable.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/mark_raymond_victims_of_the_city/

 

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