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Michael Tilson Thomas: La música y las emociones a través del tiempo. – Charla TED2012

Charla «Michael Tilson Thomas: La música y las emociones a través del tiempo.» de TED2012 en español.

En esta formidable reseña, Michael Tilson Thomas analiza paso a paso el desarrollo de la música clásica a través del desarrollo de la anotación musical por escrito, el archivado y la re-mezcla.

  • Autor/a de la charla: Michael Tilson Thomas
  • Fecha de grabación: 2012-03-01
  • Fecha de publicación: 2012-05-07
  • Duración de «Michael Tilson Thomas: La música y las emociones a través del tiempo.»: 1213 segundos

 

Traducción de «Michael Tilson Thomas: La música y las emociones a través del tiempo.» en español.

Cuando me pidieron que diera esta charla TED, me hizo mucha gracia, porque verán, mi padre se llamaba Ted, y gran parte de mi vida, en especial mi vida musical, es realmente una charla que aún tengo con él, o la parte de mí en la que él aún existe.

Ted era neoyorquino, un muchacho del teatro y fue ilustrador y músico autodidacta.

No podía leer una sola nota musical, y padecía una seria incapacidad auditiva.

Aún así, fue mi gran maestro.

Porque aun a través de los chillidos de sus audífonos su conocimiento de la música era profundo.

Para él no se trataba de la forma en la que la música se desarrollara sino de lo que es testigo y a dónde puede transportarnos.

Y creó una pintura de esta experiencia que tituló «En el reino de la música.» Ted entraba en este reino todos los días a través de la improvisación en una especie de estilo Tin Pan Alley como este.

(Música) Pero era exigente cuando se trataba de música.

Decía: «Hay tan sólo dos cosas que son importantes en la música: el Qué y el Cómo.

Y la cuestión acerca de la música clásica, ese Qué y Cómo, es inagotable.» Esa era su pasión por la música.

Mis padres la amaban.

No sabían demasiado al respecto, pero me dieron la oportunidad de descubrirla junto a ellos.

Y creo que inspirado por ese recuerdo, ha sido mi deseo intentar hacerla llegar a la mayor cantidad de gente posible, hacerla llegar a través del medio que sea.

Y cómo es que esta música entra en sus vidas realmente me fascina.

Un día, en las calles de Nueva York vi unos niños jugando béisbol entre escalinatas, coches y bocas de incendios.

Y un niño desgarbado y fuerte se paró a batear, e intentó batear la pelota y realmente se conectó.

Y observó la pelota en el aire por un segundo, y luego dijo: «Dah dadaratatatah.

Brah dada dadadadah.» Y corrió por todas las bases.

Y pensé, fíjate.

¿Cómo es que esta pieza de entretenimiento de la Austria arístocrática del siglo 18 se transformó en el cántico de victoria de este niño neoyorquino? ¿Cómo es que eso se le transmitió? ¿Cómo llegó él a oír a Mozart? Cuando se trata de música clásica, hay muchísima información para transmitir mucho más que solo Mozart, Beethoven o Tchaikovsky.

Porque la música clásica es una tradición viva ininterrumpida que data desde hace más de mil años.

Y cada uno de esos años nos ha dicho algo único y poderoso acerca de qué significa estar vivo.

Ahora la materia prima de esto, por supuesto, es la música cotidiana.

Son todos los himnos y las danzas de moda y las baladas y las marchas.

Pero lo que la música clásica hace es sublimar estos estilos de música, condensarlos hasta su absoluta esencia, y de esa misma escencia, crear un nuevo idioma.

Un idioma que habla afectuosa e intrépidamente acerca de quiénes somos en realidad.

Es un idioma que sigue evolucionando.

A lo largo de los siglos, creció y se convirtió en las grandes piezas en que siempre pensamos, como los conciertos y las sinfonías, pero hasta las obras maestras más ambiciosas pueden tener como misión principal remontarnos a un momento personal y frágil, como este del Concierto para Violín de Beethoven.

(Música) Es tan sencilla, tan nostálgica.

Parece tener tantas emociones alojadas.

Y aún así, como toda la música, en esencia no es acerca de nada.

Es tan solo un diseño de tonos, silencios y tiempos.

Y los tonos, las notas, como saben, son sólo vibraciones.

Son puntos en el espectro del sonido.

Y sea que los llamemos 440 por segundo, La o 3,729, Si bemol, créanme tengo razón, es sólo un fenómeno.

Pero la manera en la que reaccionamos a las diferentes combinaciones de este fenómeno es compleja y emocional, y no se comprende del todo.

Y esta reacción a estos fenómenos ha cambiado radicalmente a lo largo de los siglos, así como también nuestras preferencias por ellos.

Por ejemplo, en el siglo 11, a la gente le gustaban las piezas musicales que terminaban así.

(Música) Y en el siglo 17, preferían algo así.

(Música) Y en el siglo 21…

(Música) En el siglo 21, nuestros oídos están muy a gusto con este último acorde, aunque hace un tiempo, nos hubiese perturbado o molestado o hubiese obligado a alguien a salir de la sala.

Y la razón por la que nos gusta es porque hemos heredado, aunque no lo sepan, siglos de cambios en teoría muscial, práctica y moda.

Y en la música clásica podemos identificar estos cambios con mucha exactitud gracias al compañero silencioso de la música, la manera en la que nos es legada: la notación.

El impulso de anotar, o quizás deba decir, de codificar música ha estado entre nosotros por mucho tiempo.

En el año 200 A.C., un hombre llamado Sekulos escribió esta canción para su difunta esposa y la grabó en su lápida en el sistema griego de anotación.

(Música) Y miles de años después, el impulso de anotar tomó una forma completamente distinta.

Y pueden ver cómo es que esto sucedió en estos fragmentos de la misa de Navidad «Puer Natus est nobis,» «Nació por nosotros.» (Música) En el siglo 10, se usaban garabatos para indicar el formato general de una melodía.

Y en el siglo 12, se dibujó una línea, como una línea horizontal musical, para marcar de manera más precisa la ubicación de un tono.

Y luego, en el siglo 13, aparecieron más líneas y nuevas formas de notas encerradas en el concepto exacto de la melodía, y eso nos llevó a la clase de anotación que tenemos actualmente.

La anotación no fue la única manera de legar música, anotar y codificar música cambió sus prioridades completamente, porque le dio la posibilidad a los músicos de imaginar la música a una escala mucho más amplia.

Ahora, movimientos hijos de la improvisación podían ser documentados, guardados, considerados, priorizados, transformados en diseños complejos.

Y desde ese momento, la música clásica se transformó en lo que esencialmente es, un diálogo entre dos partes poderosas de la naturaleza: el instinto y la inteligencia.

Y en este punto comenzó a haber una diferenciación clara entre el arte de la improvisación y el arte de la composición.

Un improvisador intuye e interpreta el próximo movimiento fresco, pero un compositor, considera todos los movimientos posibles, poniéndolos a prueba, priorizándolos, hasta que ve cómo pueden formar un diseño coherente y potente de una frescura duradera.

Algunos de los grandes compositores, como Bach, eran una combinación de ambas.

Bach era un gran improvisador con la mente de un maestro ajedrecista.

Mozart era igual.

Pero cada músico logra un equilibrio distinto entre la fe y la razón, el instinto y la inteligencia.

Cada era musical tenía prioridades diferentes de estas cuestiones, diferentes cosas para legar, distintos «Qués» y «Cómos».

Durante los primeros ochos siglos de esta tradición el gran «Qué» era alabar a Dios.

Y para el 1400, se escribía música con el propósito de imitar la mente de Dios, como podría apreciarse en el diseño del cielo nocturno.

El «Cómo» era un estilo llamado polifonía, música de muchas voces móviles independientes que sugerían la forma que tienen de moverse los planetas en el universo geocéntrico de Ptolomeo.

Esta era verdaderamente la música de las esferas.

(Música) Este es el tipo de música que conociera Leonardo DaVinci.

Quizás, su perfección inteletectual y serenidad significaban que algo nuevo debía suceder, un nuevo movimiento radical, que finalmente ocurrió en el 1600 (Música) Cantante: ¡Oh! ¡Soplido amargo! ¡Oh, destino perverso, cruel! ¡Oh, estrellas siniestras! ¡Oh, cielo avaro! MTT: Esto, por supuesto, fue el nacimiento de la ópera, y su desarrollo le dio un nuevo encauce radical a la música.

El qué ahora no trataba de imitar la mente de Dios, sino de seguir la turbulencia emocional del hombre.

Y el cómo era la armonía, apilando los tonos para formar acordes.

Y los acordes resultaron ser capaces de representar una variedad increíble de emociones.

Los acordes básicos eran como los que aún tenemos hoy, las tríadas, ya sea una mayor, que nos da la sensación de felicidad, o una menor, que se percibe como triste.

Pero, ¿cuál es la verdadera diferencia entre estos acordes? Son tan solo estas dos notas en el medio.

Puede ser Mi natural, y 659 vibraciones por segundo, o E bemol, a 622.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre la tristeza y la felicidad humana? 37 vibraciones de nada.

Como pueden observar, en un sistema como este había un enorme potencial sutil de representar las emociones humanas.

Y de hecho, como el hombre comenzó a comprender mejor su naturaleza compleja y ambivalente, la armonía se tornaba más compleja para reflejarla.

Y resultó que tenía la capacidad de expresar emociones más allá de las palabras.

Con todas estas posibilidades, la música clásica realmente levantó vuelo.

Fue el momento en que las grandes formas comenzaron a surgir.

Y también se sintieron los efectos de la tecnología, porque la imprenta puso la música, las partituras, los libros de música, en manos de los artistas de todas partes.

E instrumentos nuevos e improvisados hicieron posible la era del virtuosismo.

En ese entonces fue cuando surgieron estas grandes formas: Las sinfonías, las sonatas, los conciertos.

En estas grandes arquitecturas de tiempo, compositores como Beethoven podían compartir el entendimiento de toda una vida.

Una pieza como La Quinta de Beethoven, que básicamente atestigua cómo era posible para él pasar de la tristeza y el enojo, a lo largo de media hora, detalladamente, paso a paso, al momento en cuando pudo llegar a la alegría.

(Música) Y resultó que la sinfonía podía usarse para temas más complejos, como enfatizar aspectos de nuestra propia cultura, como el nacionalismo o la lucha por la libertad, o las fronteras de la sensualidad.

Cualquiera sea la dirección que la música tomara, algo permanecía siempre igual hasta ahora, y era que cuando los músicos dejaban de tocar, la música se detenía.

Y este momento me fascina.

Me resulta un momento muy profundo.

¿Qué sucede cuando la música se detiene? ¿Dónde va? ¿Qué nos deja? ¿Qué le queda a la audiencia al final de una interpretación? ¿Es acaso una melodía o un ritmo o un humor o una actitud? ¿Y cómo puede afectar sus vidas? Para mí, este es el lado íntimo y personal de la música.

Es lo que transmite, es el lado del «por qué.» Yo lo veo como lo fundamentalmente esencial.

En mayor medida ha sido algo a corta distancia, de maestro a alumno, de intérprete a la audiencia, y luego, alrededor de 1880 surgió esta nueva tecnología que, primero de forma mecánica, luego analógica y luego digital, creó esta nueva forma milagrosa de legar música, si bien es una forma impersonal.

Las personas ahora podían oir música en todo momento, aunque no fuese necesario que tocaran un instrumento, leyeran música o siquiera tuvieran que ir a conciertos.

La tecnología democratizó la música haciendo que todo estuviese disponible.

Encabezó una revolución cultural en la que artistas como Caruso y Bessie Smith estaban al mismo nivel.

Y la tecnología incitó a los compositores a alcanzar extremos tremendos, utilizando computadoras y sintetizadores para crear obras de una complejidad intelectual impenetrable más allá de las posibilidades de los intérpretes o la audiencia.

Al mismo tiempo, la tecnología, conquistando el papel que tenía la anotación musical, cambió el equilibrio de la balanza en la música entre el instinto y la inteligencia, hacia el lado instintivo.

La cultura en la que vivimos actualmente está inundada de música de improvisación que ha sido seccionada en rebanadas, cubitos y capas y, por supuesto, distribuida y comercializada.

¿Cuál es el efecto a largo plazo de esto en nosotros o en la música? Nadie lo sabe.

La pregunta persiste: ¿Qué sucede cuando la música se detiene? ¿Qué le queda al público? ¿Ahora que tenemos acceso ilimitado a la música, qué queda con nosotros? Voy a contarles una historia para que entiendan lo que quiero decir con «realmente queda con nosotros.» Había ido a visitar a un primo mío a un asilo de ancianos y divisé a un hombre muy viejito y tembloroso abriéndose paso por la habitación con un andador.

Se acercó al piano que estaba allí, se sentó y comenzó a tocar algo como esto.

(Música) Y dijo algo como, «Yo…

muchacho…

sinfonía…

Beethoven.» Y de pronto comprendí, y le pregunté, «Amigo, ¿es posible que usted esté tratando de tocar esto?» (Música) Y me dijo, «Sí, sí, yo era un muchachito, La sinfonía: Isaac Stern, el concierto, yo lo oí.» Y pensé, Dios mío, ¿qué importancia debe de tener esta música para este hombre, que se levenató de la cama y atravesó la habitación para evocar el recuerdo de esta música que, aunque todo lo demás en su vida se desvanece, todavía significa tanto para él? Bien, es por eso que tomo tan en serio cada interpretación, por qué son tan importantes para mí.

Nunca sé quien puede estar allí, absorbiéndola y qué va a sucederle en sus vidas.

Pero ahora estoy entusiasmado, porque ahora hay muchas más posibilidades que antes de compartir esta música.

Esto es lo que impulsa mi interés en proyectos como el programa de TV «Keeping Score» con La Orquesta Sinfónica de San Francisco que espía tras bambalinas en la música, trabajando con jóvenes músicos en la Orquesta Sinfónica Mundial en proyectos que exploran el potencial de los nuevos centros de artes interpretativas tanto para el entretenimiento como para la educación.

Y por supuesto, La Nueva Orquesta Sinfónica Mundial llevó a la Orquesta Sinfónica de YouTube y proyectos en Internet que llegan a músicos y audiencias alrededor del mundo.

Y lo emocionante es que esto es tan solo un prototipo.

Aquí hay un papel disponible para que ocupen muchos: maestros, padres, artistas, para explorar juntos.

Por supuesto, los grandes eventos son los que llaman mucho la atención, pero lo que realmente importa es lo que pasa cada día.

Necesitamos de su perspectiva, su curiosidad, sus voces.

Y me emociona conocer personas como los alpinistas, los chefs, programadores, taxistas, personas que nunca me habría imaginado que amaran la música y quienes ahora la transmiten.

No es necesario que se preocupen por conocer del tema.

Si son curiosos, si tienen capacidad de asombro, si están vivos, ya saben todo lo que deben saber, Pueden comenzar en cualquier parte.

Divaguen un poco.

Sigan las huellas.

Piérdanse.

Sorpréndanse, diviértanse, inspírense.

Ese «qué», ese «cómo» está ahí afuera esperando a que ustedes descubran su «por qué», que se sumerjan en él y que lo transmitan.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/michael_tilson_thomas_music_and_emotion_through_time/

 

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