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Noreena Hertz: cómo emplear expertos y cuándo no. – Charla TEDSalon London 2010

Charla «Noreena Hertz: cómo emplear expertos y cuándo no.» de TEDSalon London 2010 en español.

Tomamos decisiones importantes todos los días y a menudo confiamos en la opinión de los expertos a la hora de decidir. Pero la economista Noreena Hertz dice que confiar demasiado en los expertos puede ser una limitante e incluso algo peligroso. Ella nos insta a la democratización de la experiencia; a escuchar no sólo a «los cirujanos y directores generales sino también al personal de la tienda».

  • Autor/a de la charla: Noreena Hertz
  • Fecha de grabación: 2010-11-04
  • Fecha de publicación: 2011-02-21
  • Duración de «Noreena Hertz: cómo emplear expertos y cuándo no.»: 1098 segundos

 

Traducción de «Noreena Hertz: cómo emplear expertos y cuándo no.» en español.

Es lunes por la mañana.

En Washington el presidente de los Estados Unidos está sentado en el despacho oval evaluando si ataca o no a Al Qaeda en Yemen.

En el número 10 de Downing Street David Cameron está tratando de decidir si recorta más empleos en el sector público para evitar una fuerte recaída en la recesión.

En Madrid, María González está parada en la puerta escuchando como su bebé llora sin parar tratando de decidir si dejarlo llorar hasta que se duerma o alzarlo en brazos.

Estoy sentada junto al lecho de mi padre en el hospital tratando de decidir si debo dejarle beber la botella de un litro y medio de agua luego de que su doctor viniera y dijese: «Debes hacer que beba hoy» — mi padre no había ingerido nada en una semana — o si, por darle esta botella, podría matarlo.

Enfrentamos decisiones trascendentales con consecuencias importantes a lo largo de la vida.

Y seguimos estrategias para hacer frente a estas decisiones.

Hablamos de las cosas con los amigos, buscamos en Internet, buscamos en los libros.

Pero aún incluso en esta era de Google, TripAdvisor y recomendaciones de Amazon sigue habiendo expertos en los que confiamos más sobre todo cuando hay mucho en juego y la decisión es muy importante.

Porque en el mundo de aluvión de información y la complejidad extrema creemos que los expertos son más capaces que nosotros para procesar información; que ellos pueden arribar a mejores conclusiones que nosotros por nuestros medios.

Y en una época que en ocasiones ahora resulta aterradora o confusa nos sentimos tranquilos por la autoridad casi paternalista de los expertos que nos dicen claramente qué sí, qué podemos hacer y qué no.

Pero creo que este es un gran problema un problema de consecuencias potencialmente peligrosas para nosotros como sociedad, como cultura, y como individuos.

No es que los expertos no hayan contribuido en enorme medida al mundo claro que lo han hecho; el problema está en nosotros, nos hemos vuelto adictos a los expertos.

Nos hemos vuelto adictos a sus certezas, a su aplomo, a su carácter resuelto, y en el proceso, hemos cedido nuestra responsabilidad, reemplazado nuestro intelecto y nuestra inteligencia por esos supuestos consejos sabios.

Hemos entregado nuestro poder, condescendido nuestra incomodidad con la incerteza por la ilusión de certeza que ellos nos proveen.

Esto no es una exageración.

En un experimento reciente, a un grupo de adultos les realizaron escáneres cerebrales con un tomógrafo mientras escuchaban el discurso de expertos.

Los resultados fueron bastante extraordinarios.

Cuando escuchaban la voces de los expertos las partes del cerebro en la toma de decisiones independientes se apagaban.

Literalmente una línea plana.

Escuchaban lo que decían los expertos y seguían su consejo fuese correcto o incorrecto.

Pero los expertos se llegan a equivocar.

¿Sabían que hay estudios que muestran que los médicos diagnostican mal cuatro de cada 10 veces? ¿Sabían que si Uds.

mismos presentan su declaración de ingresos estadísticamente es más probable que hagan una presentación correcta que si le piden a un asesor fiscal que lo haga por Uds.? Y luego, claro, está el ejemplo que todos conocemos: los expertos financieros se equivocaron tanto que ahora estamos viviendo la peor recesión desde 1930.

Por el bien de nuestra salud, de nuestra riqueza, de nuestra seguridad colectiva es imperativo que mantengamos encendidas las partes del cerebro que toman decisiones independientes.

Y digo esto como una economista que en los últimos años ha centrado su investigación en qué es lo que pensamos, en quién confiamos y por qué.

Pero también — y estoy consciente de la ironía — yo misma como experta, como profesora, como alguien que asesora a primeros ministros, jefes de grandes empresas, organizaciones internacionales, pero una experta que cree que el papel de los expertos tiene que cambiar; que tenemos que ser más abiertos de mente, más democráticos y más abiertos con las personas que se rebelan contra nuestros puntos de vista.

Por eso para ayudarles a entender de dónde vengo déjenme que les muestre mi mundo, el mundo de los expertos.

Hay excepciones, por supuesto; excepciones maravillosas que enaltecen la civilización.

Pero mi investigación ha mostrado que los expertos tienden en general a formar campos muy rígidos y que dentro de estos campos surge una perspectiva dominante que a menudo silencia a la oposición; que los expertos se mueven para donde va el viento; a menudo rinden culto a sus propios gurús.

Por ej., las proclamas de Alan Greenspan de que los años de crecimiento económico continuarían y continuarían sin ser impugnadas por sus pares hasta después de la crisis, por supuesto.

Ya ven también aprendimos que los expertos están acotados, se rigen por las normas socioculturales de su época, ya sean los médicos de la Inglaterra victoriana que mandaban a las mujeres al manicomio por expresar deseo sexual, o los psiquiatras de Estados Unidos que hasta 1973 todavía clasificaban a la homosexualidad como enfermedad mental.

Esto muestra que lleva mucho tiempo cambiar los paradigmas; que se ignoran la complejidad y los matices y también que el dinero dicta porque todos hemos visto la evidencia de empresas farmacéuticas financiando estudios de medicamentos que dejan completamente de lado sus peores efectos secundarios, o estudios de empresas de alimentos sobre sus nuevos productos que exageran enormemente los beneficios en la salud de los productos que están por poner en el mercado.

Los estudios muestran que las empresas de alimentos exageran por lo general siete veces más que un estudio independiente.

Y también tenemos que ser conscientes de que los expertos, por supuesto, también se equivocan.

Cometen errores todos los días…

errores producto del descuido.

Un estudio reciente de la revista Archives of Surgery informó de cirujanos que eliminaron ovarios sanos, que operaron el lado equivocado del cerebro, que realizaron intervenciones en la mano equivocada, codo, ojos, pies, y también errores producto de pensamientos equivocados Un pensamiento erróneo común es que los radiólogos, por ejemplo cuando analizan las tomografías, están excesivamente influenciados por lo que les dijo el médico de referencia sobre lo que sospecha que el paciente pueda tener.

Así, si el radiólogo está analizando la tomografía de un paciente con sospecha de neumonía, digamos, lo que sucede es que ve más evidencia de neumonía en la tomografía — literalmente deja de buscar — omitiendo así notar el tumor que está 8 cm abajo en los pulmones del paciente.

Hasta el momento he compartido con Uds.

algunas ideas sobre el mundo de los expertos.

Por supuesto que no son las únicas ideas que podría compartir pero espero al menos que les dé una perspectiva clara del porqué tenemos que dejar de reverenciarlos del porqué tenemos que rebelarnos, del porqué tenemos que encender nuestra capacidad de toma de decisiones independientes.

¿Pero cómo hacerlo? Bien, por cuestiones de tiempo quiero centrarme sólo en tres estrategias.

Primero, tenemos que estar listos y dispuestos a dejar de considerar a los expertos como apóstoles modernos.

Esto no significa tener que hacer un doctorado en todas las áreas; quédense tranquilos por eso.

Pero significa ser persistentes de cara a la molestia inevitable cuando, por ejemplo, queremos que nos expliquen algo en un lenguaje que podamos entender.

¿Por qué, por ejemplo, cuando tuve una operación mi doctor me dijo «Cuidado, Sra.

Hertz, con la hipertermia», cuando podía simplemente haber dicho cuidado con la fiebre alta? Estar listos para tomar experiencia de los expertos es también estar dispuestos a indagar en sus gráficos en sus ecuaciones, en sus pronósticos, en sus profecías, y estar provistos de las preguntas para lograrlo; preguntas como: ¿Cuáles son las hipótesis que sustentan esto? ¿En qué evidencia se basa? ¿En qué centró su investigación? ¿Qué cosa ha ignorado? Hace poco salió publicado que los expertos que prueban medicamentos antes de su salida al mercado por lo general prueban primero en animales machos y luego principalmente en hombres.

Parece que han pasado por alto el hecho de que más de la mitad de la población mundial son mujeres.

A las mujeres les tocó la peor parte porque ahora resulta que muchos de los medicamentos no funcionan tan bien en las mujeres como en los hombres y que los que funcionan bien lo hacen tan bien que su ingesta es muy perjudicial para las mujeres.

Ser rebelde es reconocer que los supuestos de los expertos y sus metodologías pueden fácilmente tener fallas.

Segundo, tenemos que crear el espacio para lo que llamo disenso controlado.

Si vamos a cambiar de paradigmas, si vamos a lograr avances, si vamos a derribar mitos, tenemos que crear un entorno en el que se pueda discutir las ideas de los expertos, en el cual se aporte miradas nuevas, diversas, discordantes, heréticas a la discusión, sin miedo, sabiendo que el progreso se produce no sólo creando ideas sino también destruyéndolas y también sabiendo que rodeándonos de puntos de vistas divergentes, discordantes, heréticos, toda la investigación nos muestra que eso nos hace más inteligentes.

Fomentar el disenso es una noción rebelde porque va en contra de nuestros propios instintos que nos llevan a rodearnos de opiniones y consejos en los que ya creemos o que queremos que sean verdad.

Y es por eso que hablo de la necesidad de controlar de manera activa el disenso.

El CEO de Google, Eric Schmidt, es un practicante de esta filosofía.

En las reuniones se fija en las personas de la sala de brazos cruzados que se ven un poco abstraídos y los conduce a participar en la discusión tratando de ver si efectivamente alguien opina diferente de modo que haya disenso dentro de la sala.

La gestión del disenso es reconocer el valor del desacuerdo, de la discordia, y la diferencia.

Pero hay que ir más allá.

Tenemos que redefinir radicalmente quiénes son los expertos.

La noción convencional dice que los expertos son personas con educación avanzada, con títulos y diplomas llamativos, con libros más vendidos, personas de alto estatus.

Pero imaginen si elimináramos esta noción de expertos como una especie de cuadro de elite y en vez de eso abrazáramos la idea de la experiencia democratizada en donde la experiencia no fuera sólo el coto de cirujanos y CEOs sino también del personal de la tienda.

Best Buy, la empresa de artículos electrónicos, pone a todos sus empleados — de limpieza, asistentes de la tienda, el personal de la oficina, y no sólo al equipo de pronósticos — a hacer apuestas, sí apuestas, sobre cosas como si un producto se va a vender bien o no antes de Navidad o si la empresa deberían adoptar nuevas ideas de los clientes o si un proyecto se entregará a tiempo.

Apalancando y abrazando la experiencia dentro de la empresa, Best Buy pudo descubrir, por ejemplo, que la tienda que estaba por abrir en China — su enorme tienda — no iba a poder abrir a tiempo.

Porque cuando se le pidió al personal, a todo el personal que hiciera sus apuestas de si iban a poder abrir a tiempo la tienda o no un grupo del departamento financiero puso todas sus fichas a que no iba a suceder.

Resultó que ellos estaban al tanto — y eran los únicos en la empresa que lo sabían — de un bache tecnológico que ni los expertos en pronósticos, ni los expertos en el terreno en China, siquiera habían notado.

Las estrategias que he presentado esta tarde: abrazar el disenso, tomar experiencia de expertos, democratizar la experiencia; las estrategias rebeldes son estrategias que creo nos van a ser de mucha utilidad para tratar de sortear los desafíos de estos tiempos tan confusos complejos y difíciles.

Porque si seguimos con la parte de toma de decisiones independientes de nuestro cerebro encendida, si desafiamos a los expertos, si somos escépticos, si [no] delegamos autoridad, si somos rebeldes pero también si nos sentimos mucho más cómodos con los matices la incertidumbre y la duda y si les permitimos a nuestros expertos que se expresen también en esos términos, nos vamos a preparar mucho mejor para los desafíos del siglo XXI.

Ahora, más que nunca, no es tiempo de seguir a ciegas, de aceptar a ciegas, de confiar a ciegas.

Es momento de enfrentar el mundo con ojos bien abiertos sí, empleando expertos que nos ayuden a desentrañar cosas, claro, no quiero hacer yo todo el trabajo pero sí ser conscientes de sus limitaciones y, por supuesto, también de las nuestras.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/noreena_hertz_how_to_use_experts_and_when_not_to/

 

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