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INTRODUCCIÓN AL ROCOCO

El rococó es un estilo que se desarrolla principalmente en el sur de Alemania, Austria y Francia entre 1730 y 1780. El nombre proviene de la rocaille francesa (concha), uno de los elementos decorativos más característicos de este estilo. Para muchos teóricos, el rococó no es más que la coronación del barroco. Sin embargo, aunque a primera vista sus formas recuerdan manierismos aún más intrincados que los del período anterior, su filosofía es bastante diferente.

Hay una alegría en la decoración cargada, en la teatralidad, en la refinada artificialidad de los detalles, pero sin el pesado dramatismo y la religiosidad del barroco. Uno trata, por exageración, de celebrar la alegría de vivir, un espíritu que se refleja incluso en las obras sagradas, en las que el amor de Dios por el hombre toma ahora la forma de una infinidad de pequeños ángeles regordetes. Todo es más ligero, como la vida despreocupada en las grandes cortes de París o Viena.

El estilo colorido y galante predomina principalmente en la decoración interior de iglesias, palacios y teatros, pero también produce obras inquietantes en la pintura y la escultura. Por otro lado, el refinado diseño de muebles, lavabos, cristales y todo lo relacionado con el confort doméstico, que en aquel momento comenzó a ser algo común a la burguesía y la nobleza, dio paso al moderno concepto de lo que hoy conocemos como diseño industrial.

Rococo

Rococo

PINTURA ROCOCÓ

La pintura rococó aprovecha los recursos del barroco, liberándolos de su pesada dramatización por medio de la ligereza del trazo y la suavidad del color. El hombre del rococó es un cortesano, amante de la buena vida y la naturaleza. Vive en la pompa del palacio, pasa el día en sus jardines y se retrata tanto lujosamente vestido en los salones de espejos y mármoles como en medio de exquisitos paisajes bucólicos, vestido de pastor.

Los colores preferidos son los claros. El rojo intenso y el turquesa del barroco desaparecen, y el lienzo se llena de azul, amarillo pálido, verde y rosa. Los golpes son rápidos y suaves, de plata movediza. La elegancia se superpone al realismo. Las texturas se perfeccionan, así como los brillos. Hay una obsesión muy particular con las sedas y los encajes que rodean las figuras. Los retratos de Nattier y las escenas galantes de Fragonard son las obras más representativas de este estilo.

El material preferido para el efecto aterciopelado de las sedas y el brocado, la transparencia de las gasas y el ahumado de las pelucas blancas son los tonos pastel. Estos pigmentos de diferentes colores, prensados en forma de pequeños palos, cuando se aplican sobre una superficie rugosa, se deshacen y deben fijarse con un líquido especial. Sin duda, es durante este período que la técnica del pastel alcanza su punto máximo de excelencia.

 

ESCULTURA ROCOCÓ

Los escultores del rococó abandonan totalmente las líneas del barroco. Sus esculturas son más pequeñas en tamaño. Aunque usan el mármol, prefieren el yeso y la madera, que aceptan colores suaves. Los motivos se eligen de acuerdo con la decoración.

En las iglesias de Baviera está el Teatro Sagrado. Los altares con iluminación de fondo, decorados con escenas cargadas de ángeles, hojas y flores, son la referencia ideal para escenas religiosas de un innegable ambiente operístico.

Siempre se busca el efecto de una elegancia discreta, cuando no de una apariencia descabellada, y los temas son a menudo totalmente paganos. Las columnas se retuercen y se afinan, pareciéndose a una guirnalda. Los mármoles ya no se diferencian de la madera, que también está pintada como si fueran calizas. El oro y la plata se funden en los adornos de las hojas y las conchas. Es la exageración de la asimetría en el afán de la ocupación total del espacio.

También hay que señalar que fue en esta época cuando la industria de la escultura de porcelana en Europa, un material traído del Lejano Oriente, surgió con un vigor inusual a raíz del exotismo tan en boga en ese momento. Este delicado material era ideal para la época, y los talleres magistrales de esta técnica aparecieron inmediatamente en ciudades de Italia, Francia, Dinamarca y Alemania.

 

 ARQUITECTURA ROCOCÓ

La arquitectura rococó ha ganado importancia principalmente en el sur de Alemania y Francia. Sus principales características son una exagerada tendencia a la decoración cargada, tanto en las fachadas como en los interiores. Las cúpulas de las iglesias, más pequeñas que las barrocas, se multiplican. Las paredes son más ligeras, con tonos pastel y blancos. Los adornos dorados de las ramas y flores, poblados de pequeños ángeles, perfilan las ventanas ovaladas, sirviendo para romper la rigidez de las paredes.

Lo mismo ocurrió con la arquitectura del palacio. La máxima expresión de esta tendencia son los pequeños pabellones y refugios de caza en los jardines. Construidos para el ocio de los miembros de la corte, estos edificios, decorados con marcos anillados y hojas, transmitían una atmósfera mundial ideal. Para completar esta imagen disfrazada, aparecieron en el techo, imitando el cielo, escenas bucólicas en tonos pastel.

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