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Pinocho de Carlo Collodi

Pinocho de Carlo Collodi es una obra inmortal de la literatura infantil.

-Érase una vez …
-¡Un rey! -dirán en seguida mis pe­queños lectores.
-No, niños, os equivocáis. Érase una vez un pedazo de madera …

 

Pinocho

Pinocho

Resumen del cuento original de Pinocho de Carlo Collodi

Pinocho nace de un pedazo de madera, de un leño de esos que se echan al fuego en invierno.

El anciano escultor Geppetto lo talla cuidadosamente y le da la forma de títere. Sólo la nariz del muñeco se resiste a sus hábiles manos: es muy larga, y de nada sirve intentar recortarla, pues vuelve a crecer inmediatamente.

Apenas nacido, Pinocho comienza a ha­cer travesuras. Y declara que no tiene in­tención de estudiar ni de trabajar, como los demás niños.

De todos los oficios del mundo, sólo hay uno que me guste: el de comer, beber, dormir, divertirme y vivir, de la mañana a la noche, la vida del vagabundo.

Le censura su conducta un nuevo per­sonaje que acaba de aparecer: el grillo, que se cruzará repetidamente en su camino para darle buenos consejos. Pepito Grillo -como se le llama en la traducción cas­tellana del cuento- representa la concien­cia del pequeño protagonista.

El buen Geppetto, que quiere a Pinocho como a un hijo, vende su vieja casaca para comprarle un abecedario y mandarle a la escuela. Pero Pinocho cambia el libro por una entrada para un función de títeres.

Arlequín y Polichinela, al verle, lo acogen como a un hermano y los tres arman un gran revuelo en el teatro.

Pinocho decide no regresar a su casa.

Tras varias aventuras, se ve perseguido por un gato y una zorra que quieren robar­le. Una muchacha de cabellos azules, que resulta ser un hada, lo acoge y lo ayuda.
Él le cuenta sus peripecias, pero, en un momento dado, falta a la verdad, y le suce­de como cada vez que dice una mentira: su nariz se alarga desmesuradamente, hasta llegar al suelo.

Arrepentido, decide volver con su padre Geppetto y enmendar su conducta. Pero de nuevo cae en la ten­tación de correr aventuras, de todas las cuales sale malparado.

Un día, una paloma le hace saber que su padre, después de buscarlo inútilmente durante meses, se propone atravesar el Atlántico en una barca que él mismo ha construido para tratar de encontrarlo.

Pino­cho llora amargamente y ruega a la palo­ma que lo lleve sobre su espalda a reunirse con Geppetto.
Pero éste se ha embarcado ya, ha naufragado y es devorado por un tiburón gigante, ante los ojos de Pinocho, que no puede hacer nada para salvarlo.

Tras nuevas correrías, se encuentra de nuevo con el hada, a la que expresa su de­seo de convertirse en un niño de verdad, pues está cansado de ser títere.
Ella le dice que tal cosa sólo será posible si se vuelve bueno y obediente.

Pinocho va a la escuela, estudia con afán, y, al finalizar el curso, el hada le promete que al día siguiente será un niño de carne y hueso. Pero aquella misma no­che, un compañero de escuela lo convence para marchar con él al País de los Vagos, donde no existen escuelas.
Aquel pals no se parecía a ningún otro en el mundo.

Su población estaba com­puesta exclusivamente por niños. los ma­yores tenlan catorce años; los más peque­ños contaban apenas ocho. Había en las calles una gran alegria y animación, y un griterlo ensordecedor. Había grupos de muchachos por todas partes.

Unos juga­ban a las canicas; otros, a los bolos; otros, a la pelota; unos iban en bicicleta, otros montaban en caballitos de madera.

Otros jugaban a la gallina ciega o al escondite; otros, vestidos de payaso, echaban llamas por la boca; otros recitaban, cantaban, haclan saltos mortales, andaban cabeza abajo, corrían tras el aro o se paseaban disfrazados de general, con un casco de papel y un sable de cartón… Y por todas las paredes de las casas se leían, escritas con carboncillo, cosas tan bonitas como éstas: «Biban los bagos» (en lugar de Vi­van los vagos»), «Abajo la haritmetica» (en lugar de «aritmética»), y otras flores por el estilo.

Pinocho y su amigo viven felices unos meses. Pero un día, repentinamente, se convierten en asnos.

Entonces se dan cuenta de que todo ha sido un engaño del hombre que los condujo allí, que convierte a los niños en asnos para venderlos des­pués. Pinocho y su compañero corren esta misma suerte.

Pinocho trabaja primero en un circo y después es comprado por un hombre que sólo lo quiere para hacer un tambor con su piel. Pero el hada viene en su ayuda y lo convierte de nuevo en títere.

Se lanza al mar para huir de su dueño y es tragado por un enorme tiburón.
Pinocho recorre el inmenso vientre del animal en busca de alguna esperanza de salvación y se encuentra con su anciano padre. Se abrazan con alegría y deciden huir los dos a nado.

Con la ayuda de un atún, que los lleva en su lomo, consiguen llegar a la playa.
Pinocho trabaja ahora duramente para mantener a su anciano padre y para soco­rrer al hada, que ha caído enferma.

Apren­de a leer y a escribir y obedece en todo a sus mayores. En recompensa, se convierte por fin en un niño de carne y hueso.

 

Pinocho

Pinocho

 
El creador de Pinocho, Cario Collodi,  se propone decir a sus pequeños lectores lo que han de ha­cer y lo que han de evitar, poniéndoles como ejemplo las aventuras de su perso­naje y los castigos que sufre. Pero, como sucede en tantas narraciones imaginarias, los personajes y situaciones están muy alejados de la vida real.

Pinocho es un mu­ñeco y vive en un cuento; para los niños de verdad, todo es más difícil.

El autor, Cario Lorenzini, cuyo seudónimo era Cario Collodi, nació y murió en Florencia (1826 – 1890).

Escribió artículos satíricos novelas y obras teatrales. De su fama a las obras dedicadas los niños: Giannetino y Pinocho (1880).

También tradujo al italiano los cuentos de Perrault.

 

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