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Nathan Wolfe: ¿Qué queda por explorar? – Charla TED2012

Charla «Nathan Wolfe: ¿Qué queda por explorar?» de TED2012 en español.

Hemos estado en la Luna, hemos cartografiado los continentes, incluso hemos estado en lo más profundo del océano… dos veces. ¿Qué le queda por explorar a la próxima generación? El biólogo y explorador Nathan Wolfe sugiere que la respuesta es «Casi todo». Y podemos empezar, dice, con el mundo de lo invisiblemente diminuto.

  • Autor/a de la charla: Nathan Wolfe
  • Fecha de grabación: 2012-02-27
  • Fecha de publicación: 2012-05-21
  • Duración de «Nathan Wolfe: ¿Qué queda por explorar?»: 430 segundos

 

Traducción de «Nathan Wolfe: ¿Qué queda por explorar?» en español.

Hace poco estuve en Beloit, Wisconsin.

Fui a homenajear a un gran explorador del siglo XX, Roy Chapman Andrews.

Mientras estuvo en el Museo Estadounidense de Historia Natural Andrews condujo expediciones a regiones desconocidas, como ésta, en el desierto de Gobi.

Fue una gran figura.

Se dice que se basaron en él para el personaje de Indiana Jones.

Y cuando estuve en Beloit, Wisconsin, di una conferencia a un grupo de estudiantes de secundaria.

Y estoy aquí para decirles que, si hay algo más intimidante que hablar aquí en TED, es intentar mantener la atención de un grupo de chicos de 12 años durante 45 minutos.

No lo intenten.

Al final de la conferencia me hicieron varias preguntas pero hay una que me quedó grabada desde entonces.

Una jovencita se puso de pie y me hizo esta pregunta: «¿Dónde deberíamos explorar?» Creo que muchos tenemos la sensación que aquella época, de grandes exploraciones en la Tierra, ha terminado; que la próxima generación tendrá que ir al espacio exterior o al océano más profundo para encontrar algo importante que explorar.

Pero, ¿es realmente así? ¿No hay nada importante que podamos explorar aquí en la Tierra? Eso me hizo recordar a uno de mis exploradores favoritos de la historia de la biología: el explorador del mundo invisible, Martinus Beijerinck.

Beijerinck se propuso descubrir la causa de la enfermedad del mosaico del tabaco.

Para esto, agarró el jugo infectado de las plantas de tabaco y lo pasó por filtros cada vez más pequeños hasta que llego al punto en que sintió que allí tenía que haber algo más pequeño que las formas de vida más pequeñas que se conocían…

las bacterias, en ese entonces.

Se le ocurrió un nombre para su agente misterioso.

Lo llamó virus, que en latín significa «veneno».

Y al descubrir los virus Beijerinck en realidad nos abrió un mundo totalmente nuevo.

Hoy sabemos que los virus constituyen la mayoría de la información genética de nuestro planeta; más que la información genética de todas las otras formas de vida juntas.

Y, obviamente, ha tenido una aplicación práctica enorme a nivel mundial…

cosas como la erradicación de la viruela, el advenimiento de la vacuna contra el cáncer cérvico-uterino que ahora sabemos es causado principalmente por el virus del papiloma humano.

Y este descubrimiento de Beijerinck, no es algo que ocurrió hace 500 años.

Fue hace poco más de 100 años que Beijerinck descubrió los virus.

O sea, ya teníamos automóviles pero desconocíamos las formas de vida que componen la mayor parte de la información genética del planeta.

Ahora tenemos estas herramientas increíbles que nos permiten explorar el mundo invisible…

cosas como el secuenciamiento profundo, que nos permite mucho más que rozar la superficie y ver genomas individuales de una especie en particular, sino ver metagenomas enteros, comunidades repletas de microorganismos, dentro y alrededor de nosotros, y documentar toda la información genética en estas especies.

Podemos aplicar estas técnicas a cosas desde el suelo hasta la piel y a todo el espectro intermedio.

En mi empresa usamos esto cotidianamente para identificar qué provoca los brotes que no tienen una causa conocida.

Y sólo para darles una idea de cómo funciona esto, imaginen que tomamos una muestra nasal de cada uno de Uds.

Esto es algo que hacemos comúnmente al buscar virus respiratorios como la influenza.

Lo primero que veríamos sería una cantidad ingente de información genética.

Y si comenzáramos a analizar esa información genética veríamos a gran parte de los sospechosos de siempre…

claro, mucha información genética humana, pero también información bacteriana y viral la mayoría de cosas totalmente inofensivas que hay en la nariz.

Pero veríamos algo muy, muy sorprendente.

A medida que analizáramos esta información veríamos un 20% de información genética en la nariz que no concuerda con nada que hayamos visto antes; ni planta, ni animal, ni hongo, ni virus, ni bacteria.

Básicamente no tenemos idea de qué es esto.

Y del pequeño grupo de nosotros que estudiamos estos datos, algunos hemos empezado a llamar a esta información materia oscura biológica.

Sabemos que no es algo que hayamos visto antes; es como una especie de continente desconocido dentro de nuestra propia información genética.

Y hay mucha de esta materia.

Si lo piensan, el 20% de la información genética en sus narices es mucha materia oscura biológica; si viéramos sus intestinos, el 40% o 50% de esa información sería materia oscura biológica.

E incluso en la sangre relativamente estéril, cerca del 1% o 2% de esta información es materia oscura…

es inclasificable, no se puede tipificar ni catalogar con nada conocido.

Al principio pensamos que tal vez era un error.

Estas herramientas de secuenciamiento profundo son relativamente nuevas.

Pero a medida que se vuelven más precisas, hemos determinado que esta información es una forma de vida o al menos una parte de ella es una forma de vida.

Y si bien las hipótesis para explicar la existencia de materia oscura biológica están todavía en pañales hay una posibilidad muy, muy apasionante: que oculto en esta vida, en su información genética, haya señales de una vida hasta el momento desconocida.

A medida que exploramos estas cadenas Aes, Tes, Ces y Ges podemos descubrir un tipo de vida totalmente nuevo que, como Beijerinck, cambiaría fundamentalmente nuestra manera de abordar la naturaleza de la biología.

Tal vez eso nos permita identificar la causa de un cáncer que nos aqueja o el origen de un brote desconocido o quizá crear una nueva herramienta en biología molecular.

Me complace anunciar que, junto con colegas de Caltech, Stanford y la UCSF, actualmente estamos comenzando una iniciativa para explorar la materia oscura biológica en busca de nuevas formas de vida.

Hace poco más de 100 años la gente desconocía los virus, las formas de vida que constituyen la mayor parte de la información genética en nuestro planeta.

Dentro de 100 años, a la gente quizá le sorprenda el que hoy no conociéramos un nuevo tipo de vida que literalmente estaba bajo nuestras narices.

Es verdad, es posible que hayamos descubierto todos los continentes y todos los mamíferos sobre la faz de la tierra, pero eso no quiere decir que no hay nada más que explorar en la Tierra.

Beijerinck y los de su tipo dan una gran lección a la próxima generación de exploradores…

a personas como esa jovencita de Beloit, Wisconsin.

Y creo que, si tuviéramos que ponerlo en palabras, sería algo así: No supongan que todo lo que vemos es la historia completa.

Busquen la materia oscura en cualquier campo que decidan explorar.

Estamos rodeados de incógnitas que están esperando ser descubiertas.

Gracias.

(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/nathan_wolfe_what_s_left_to_explore/

 

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