Saltar al contenido
Deberes escolares » Charlas educativas » Philippe Petit: El viaje a través de la cuerda floja – Charla TED2012

Philippe Petit: El viaje a través de la cuerda floja – Charla TED2012

Charla «Philippe Petit: El viaje a través de la cuerda floja» de TED2012 en español.

El mago que desafía a la muerte también tiene que empezar por algún lado. El artista de la cuerda floja Philippe Petit te lleva a través de un viaje íntimo desde su primer truco de cartas a los 6 años, hasta su paso en la cuerda floja entre las Torres Gemelas.

  • Autor/a de la charla: Philippe Petit
  • Fecha de grabación: 2012-03-01
  • Fecha de publicación: 2012-05-23
  • Duración de «Philippe Petit: El viaje a través de la cuerda floja»: 1147 segundos

 

Traducción de «Philippe Petit: El viaje a través de la cuerda floja» en español.

Este sonido, este olor, esta visión, me recuerdan a las hogueras de mi infancia, cuando cualquiera podía convertirse en cuentacuentos frente a las llamas danzantes.

Acababa de una forma maravillosa: la gente y el fuego se dormían casi al unísono.

Era la hora de soñar.

Mi historia tiene mucho que ver con soñar, aunque se me conoce por hacer realidad mis sueños.

El año pasado creé un espectáculo personal.

Durante una hora y media compartía con la audiencia toda una vida de creatividad, cómo persigo la perfección, cómo engaño a lo imposible.

Y entonces TED me desafió: «

¿Philippe, puedes comprimir esta vida a 18 minutos?

»
(Risas)
18 minutos, claramente imposible.

Pero aquí estoy.

Una solución era ensayar una forma de hablar como si fuera una ametralladora en la que cada sílaba, cada segundo, tendría su importancia y rogar a Dios que la audiencia fuera capaz de seguirme.

No, no, no.

No, la mejor manera de empezar es presentar mis respetos a los dioses de la creatividad.

Así que, por favor, únanse a mí en un minuto de silencio.

Vale, he hecho trampas, fueron escasos 20 segundos.

Pero eh, estamos en el tiempo de TED.

Cuando tenía 6 años, me enamoré de la magia.

Para Navidad me regalaron una caja de magia, y un libro muy viejo sobre manipulación de cartas.

De alguna forma, estaba más interesado en la manipulación pura que en los estúpidos truquitos de la caja.

Así que busqué en el libro el movimiento más difícil y era este.

Se supone que no debería contárselos, pero tengo que enseñarles que la carta está oculta detrás de mi mano.

Esta manipulación se dividía en siete movimientos descritos en siete páginas.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete.

Les mostraré otra cosa.

Las cartas eran más grandes que mis manos.

Dos meses después, con seis años, soy capaz de hacer uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete.

Y me voy a ver a un famoso mago y le pregunto con orgullo: «Bueno,

¿qué te parece?

» Seis años.

El mago me miró y me dijo: «Esto es un desastre.

No puedes hacer eso en dos segundos y que se vea una parte minúscula de la carta.

Para que el movimiento sea profesional, tiene que ser en menos de un segundo, y tiene que ser perfecto».

Dos años después, uno…

¡zum! Y no hago trampas.

Está detrás.

Es perfecto.

La pasión es el lema de todas mis acciones.

Mientras estudio magia, mencionan una y otra vez el malabarismo como una buena forma de adquirir destreza y coordinación.

Yo siempre había admirado la rapidez y fluidez de los malabaristas al hacer volar los objetos.

Así que eso era.

Tengo catorce años: voy a ser malabarista.

Me hago amigo de un joven malabarista de una banda, que accede a venderme tres clavas.

Las clavas son unos palos, pero nada que ver con el golf.

Son esos bellos objetos oblongos, difíciles de fabricar.

Tienen que ser torneados con precisión.

Cuando estaba comprando los palos, de alguna manera, el joven malabarista se escondía de los demás.

No le di mucha importancia en ese momento.

Así que aquí estaba yo progresando con mis nuevos palos.

Pero no lo entendía.

Era muy rápido, pero no hacía un movimiento fluido, para nada.

Los palos se me escapaban cada vez que los tiraba.

Y constantemente los intentaba atraer hacia mí.

Hasta que un día practiqué frente a Francis Brunn, el mejor malabarista del mundo.

Y estaba frunciendo el ceño.

Y finalmente dijo: «

¿Puedo verlos?

» Así que le enseñé mis palos con orgullo.

Dijo: «Philippe, te han tomado el pelo.

Son defectuosos.

Están completamente desalineados.

No se puede hacer malabarismos con ellos».

Con tenacidad he hecho frente a todas las adversidades.

Así que fui al circo a ver a más magos, más malabaristas, y vi…

no, no, no, no vi.

Fue más interesante: oí.

Oí hablar de esos fascinantes hombres y mujeres que andan sobre el aire…

los que andan sobre cuerda floja.

Yo había estado jugando con cuerdas y trepando a los árboles toda mi infancia, así que eso era.

Tengo dieciséis años: voy a caminar sobre la cuerda floja.

Encontré dos árboles…

pero no cualquier tipo de árboles.

Árboles con carácter.

Y luego una cuerda muy larga.

Y con la cuerda los rodeé una vez y otra y otra y otra y otra hasta que no tenía más cuerda.

Tengo todas esas cuerdas paralelas así.

Consigo un par de láminas y algunas perchas, y junto todo en una especie de camino de cuerda.

Así que acabo de crear la cuerda floja más ancha del mundo.

¿Qué más necesitaba?

Necesitaba los zapatos más anchos del mundo.

Así que encontré unas botas de esquiar enormes, ridículas, gigantes, y luego temblando, temblando, me subo a las cuerdas.

En unos días soy capaz de cruzar una vez.

Así que quito una cuerda.

Y el siguiente día otra cuerda.

Y unos días más tarde, estaba practicando en una sola cuerda.

Pueden imaginar que para entonces había tenido que cambiar las ridículas botas por unas zapatillas.

Así que aquí está el cómo, en caso de que haya gente aquí en el público que quiera intentarlo, así es cómo no se aprende a andar por la cuerda floja.


(Risas)
La intuición es una herramienta esencial en mi vida.

Mientras tanto, me han echado de cinco colegios diferentes porque en vez de escuchar a los profesores, soy mi propio profesor, progresando en mi nuevo arte y convirtiéndome en un malabarista callejero.

En la cuerda floja, en unos meses, soy capaz de dominar todos los trucos que hacen en el circo, pero no estoy satisfecho.

Estaba empezando a inventar mis propios movimientos y perfeccionarlos.

Pero nadie quería contratarme.

Así que empecé a disponer cuerdas en secreto y a actuar sin permiso.

Notre Dame, el puente de la bahía de Sidney, el World Trade Center.

Y desarrollé una certeza, una fe que me convencía de que iba a llegar a salvo al otro lado.

Si no, nunca daba ese primer paso.

Bueno, aun así, en la cima del World Trade Center, mi primer paso fue terrorífico.

De repente, la densidad del aire no es la misma.

Manhattan ya no se extiende en su infinidad.

El murmullo de la ciudad se disuelve en una ráfaga cuyo espeluznante poder ya no puedo sentir.

Levanto el palo de equilibrio.

Me acerco al borde.

Paso por encima de la barra.

Pongo el pie izquierdo en la cuerda, el peso de mi cuerpo alzado en mi pierna derecha, anclada en el borde del edificio.

¿Debo cambiar mi peso poco a poco a la izquierda?

Mi pierna derecha se descargaría, mi pie derecho podría encontrar libremente el cable.

A un lado, la masa de una montaña, una vida que conozco.

Al otro, el universo de las nubes, tan lleno de cosas desconocidas que pensamos que está vacío.

A mis pies, el camino a la torre norte: 55 metros de cable.

Es una línea recta, que se comba, que oscila, que vibra, que se enrolla en sí misma, que es hielo, que es tres toneladas tensa, lista para estallar, lista para tragarme.

Un aullido interior me asedia, lo salvaje intentando escapar.

Pero es demasiado tarde.

El cable está listo.

Decisivamente, mi pie se coloca solo en la cuerda.

La fe es lo que reemplaza a la duda en mi diccionario.

Así que, tras el paso, la gente me pregunta: «

¿Cómo puedes superar eso?

» Bueno, yo no tenía ese problema.

No estaba interesado en ganarme lo gigantesco, en batir récords.

De hecho, cruzar el World Trade Center lo pongo al mismo nivel artístico que algunos de mis pasos más pequeños…

o de un tipo de actuación completamente diferente.

Veamos, como mi malabarismo callejero, por ejemplo.

Así que cada vez dibujo un círculo con tiza en el pavimento y entro como el improvisado personaje cómico, silencioso, que creé hace 45 años.

Soy tan feliz como cuando estoy en las nubes.

Pero esto, aquí, esto no es la calle.

Así que entenderán que aquí no puedo hacer malabarismo callejero.

Así que no quieren que haga malabarismo callejero,

¿no?

Lo saben,

¿verdad?

No quieren que haga malabarismos,

¿no?


(Aplausos)
(Música)
(Aplausos)
Gracias.

Gracias.

Cada vez que hago malabarismo callejero uso la improvisación.

La improvisación te da poder porque proviene de lo desconocido.

Y como lo imposible es siempre desconocido, me permite creer que puedo engañar a lo imposible.

He hecho lo imposible no una, sino varias veces.

Así que,

¿qué debería contarles?

Oh, ya lo sé.

Israel.

Hace algunos años me invitaron a abrir el Festival de Israel con un paso por la cuerda floja.

Y elegí poner mi cable entre los barrios árabes y el barrio judío de Jerusalén, sobre el valle Ben Hinnom.

Y pensé que sería increíble si a la mitad del cable paraba y, como un mago, sacaba una paloma y la enviaba al cielo como un símbolo vivo de paz.

Bueno, debo decir que fue un poco difícil encontrar una paloma en Israel, pero me hice con una.

Y en mi habitación de hotel, cada vez que practicaba haciendo que apareciera y lanzándola al aire, ella rozaba la pared y terminaba en la cama.

Así que dije, bueno, es normal.

La habitación es demasiado pequeña.

Quiero decir, un pájaro necesita espacio para volar.

Irá perfectamente el día del paso.

Ahora, llega el día del paso.

Ochenta mil personas se dispersan por todo el valle.

El alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek, viene a desearme lo mejor.

Pero parecía nervioso.

Había tensión en mi cable, pero también podía sentir tensión en la tierra.

Porque todas esa masa de gente estaba formada por personas que, en su mayor parte, consideraban enemigas a las otras.

Así que empecé el paso.

Todo va bien.

Me paro en el medio.

Hago aparecer la paloma.

La gente aplaude maravillada.

Y entonces, con el gesto más esplendoroso, envío el pájaro de la paz al azul celeste.

Pero el pájaro, en vez de irse volando, hace flop, flop, flop y se deja caer en mi cabeza.


(Risas)
Y la gente grita.

Así que agarro a la paloma, y por segunda vez la envío al aire.

Pero la paloma, que obviamente no había ido a la escuela de volar, hace flop, flop, flop y termina en el extremo de mi palo de equilibrio.


(Risas)
Provoca risa.

Pero oigan.

Me siento inmediatamente.

Es un reflejo de los que caminamos por la cuerda.

Mientras tanto, la audiencia se vuelve loca.

Deben de pensar, este tipo, con la paloma, debe de haber pasado años ensayando con ella.

Qué genio, qué profesional.


(Risas)
Así que hago una reverencia.

Saludo con la mano.

Y al final golpeo el palo con mi mano para que el pájaro se mueva.

Pero la paloma, que, ahora lo saben, obviamente no sabe volar, hace por tercera vez flop, flop, flop y termina en el cable detrás de mí.

Y el valle entero se vuelve loco.

Pero esperen, no he terminado.

Así que ahora estoy a 45 metros de mi destino y estoy exhausto, así que mis pasos son lentos.

Y algo ocurrió.

Alguien, en alguna parte, un grupo de gente, empieza a dar palmas al ritmo de mis pasos.

Y en cuestión de segundos el valle entero está aplaudiendo en unísono con cada uno de mis pasos.

Pero no un aplauso de delicia como antes, un aplauso de coraje.

Por un momento, toda la muchedumbre había olvidado sus diferencias.

Se habían convertido en uno, empujándome al triunfo.

Quiero que por un segundo experimenten esta espeluznante sinfonía humana.

Así que digamos que estoy aquí y que la silla es mi destino.

Así que camino, Uds.

aplauden, todos al unísono.

(Palmas)
(Aplausos)
Así que después del paso, Teddy y yo nos hacemos amigos.

Y me cuente que tiene en su escritorio una foto de mí en medio del cable con la paloma en la cabeza.

No sabía la verdadera historia.

Y siempre que una situación imposible de solucionar le amilane en esta ciudad tan difícil de gobernar, en vez de rendirse, mira a la foto y dice: «Si Philippe puede hacer eso, yo puedo hacer esto», y vuelve a su trabajo.

Inspiración.

Al inspirarnos nosotros, inspiramos a otros.

Nunca olvidaré esta música, y espero que ahora tampoco Uds.

Por favor, llévense esta música a casa con Uds., y empiecen a pegar plumas a vuestros brazos y despeguen y vuelen, y miren al mundo desde una perspectiva diferente.

Y cuando vean montañas, recuerden que las montañas se pueden mover.


(Aplausos)
Gracias.

Gracias.

Gracias.


(Aplausos)

https://www.ted.com/talks/philippe_petit_the_journey_across_the_high_wire/

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *