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HENRY DAVID THOREAU: Citas y frases célebres

Recopilación de citas y frases célebres de HENRY DAVID THOREAU

frases célebres de HENRY DAVID THOREAU

Lleva la masa humana una vida de ahogada desesperación. Su incesante ansiar, sus esfuerzos, son poco menos que un genero de incurable dolencia. Falta a los hombres tiempo para todo, salvo para vivir como maquinas. Vida de tontos.

HENRY DAVID THOREAU

El hombre es rico en proporción a la cantidad de cosas de las que puede prescindir

HENRY DAVID THOREAU

Deseo por igual ser un buen vecino y un mal ciudadano

HENRY DAVID THOREAU

La luz que enceguece nuestros ojos es oscuridad para nosotros. Sólo alborea el día para el cual estamos despiertos. Hay aún muchos días para amanecer. El solo no es sino una estrella de la mañana

HENRY DAVID THOREAU

Si una persona pasea por el bosque por placer todos los días, corre el riesgo de que le tomen por un haragán; pero si dedica el día entero a especular cortando árboles y dejando la tierra árida antes de tiempo, se le estima por ser un ciudadano trabajador y emprendedor

HENRY DAVID THOREAU

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprener lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida (…) para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido.

HENRY DAVID THOREAU

De todo corazón acepto el lema de que ‘el mejor gobiernos es el que gobierno menos’, y me gustaría quye fuera honrado con más diligencia y sistema. En la práctica significa, asimismo, lo cual también creo: ‘que el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto’; y cuando los hombres estén preparados para él, ese y no otro será el que tendrán. El Gobierno es, a lo más, una conveniencia; aunque la mayoría de ellos suelen ser inútiles, y alguna vez, todos sin excepción, inconvenientes. Las objeciones puestas al hehco de contar con un ejército regular, que son muchas y de peso, y merecen prevalecer, pueden ser referidas en última instancia a la presencia de un Gobierno igual de establecido. El ejército regular no es sino el brazo armado del Gobierno permanente. Este, a su vez, aunque no representa sino el modo elegido por el pueblo de ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de abuso y perversión antes de que aquél pueda siquiera actuar por su mediación

HENRY DAVID THOREAU (1849)

La ley jamás hizo a los hombres un ápice más justos; y, en razón de su respeto por ellos, incluso los mejor dispuestos se convierten a diario en agentes de la injusticia

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Resultado común y natural de un respeto indebido por la ley es que uno pueda ver, por ejemplo, una columna militar: coronel, capitán, cabo, soldados rasos, artilleros, etc. marchando en admirable orden colina arriba, colina abajo y valle a través en dirección al frente. ¡En contra de su voluntad! ¡Sí! Contra su sentido común y su conciencia, lo que hace del marchar tarea ardua, en verdad, y causa se sobresalto cardíaco. A ninguno de ellos cabe la menor duda de que el asunto que les ocupa es ciertamente condenable; su inclinación auténtica se orienta hacia el hacer pacífico. Y bien ¿cómo los describiríamos? ¿Sin acaso personas? ¿Pequeños objetos, parapetos, pertrechos movibles a voluntad, al servicio de alguien sin escrúpulos que detenta el poder? Visitad un establecimiento naval y contemplad al marino, es decir, a lo que puede hacer de un hombre el gobierno americano o alguien provisto de malas artes (…) una simple sombra, un vestigio de humanidad, un ser vivo y de pie, pero enterrado ya, podría decirse, bajo salvas y demás ceremonias

HENRY DAVID THOREAU (1849)

No es tan importante que muchos sean igual de buenos que tú como el que exista alguna medida de bondad absoluta en algún lugar; pues esto haría fermentar toda la masa. Son miles los que por opinión se oponen a la esclavitud y a la guerra y que, sin embargo, no hacen nada para ponerle fin; que, estimándose hijos de Washignton y de Franklin, siguen sentados con sus manos en los bolsillos y dicen que no saben qué hacer, por lo que no hacen nada; quienes posponen inlcuso la cuestión de la libertad a la del libre comercio, y que tranquilamente se informan de los precios actuales del mercado junto con las últimas noticias de México, después de comer, y hasta que puede que terminen por dormirse en el empeño. ¿Qué precio alcanza hoy un hombre honesto y patriota? Dudan, vacilan, se lamentan, y en ocasiones, piden; pero no hacen nada seriamente y de efecto. Esperarán, con la mejor disposición, a que sean otros quienes remedien la maldad para que ellos no tengan que seguir lamentándose de su existencia. A lo más darán su voto con descuido y una salutación de adiós al justo, cuando éste pase por su lado. Hay novecientos noventa y nueve paladines de la virtud por cada hombre virtuoso; pero es mucho más fácil tratar con el poseedor real de algo que con su guardían temporal

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Toda votación es un juego, como el de damas o el ajedrez, pero con un leve tinte moral, un quehacer festivo con el Bien y el Mal, con resonancias morales; y el envite, naturalmente, es inherente a él. No se apuesta sobre el carácter de los votantes. Yo deposito mi voto, quizá, por lo que estimo correcto; pero no me siento vitalmente interesado en que prevalezca. Estoy dispuesto a dejarlo en manos de la mayoría. Su obligación, por tanto, jamás pasa del grado de lo conveniente. Incluso votar por lo justo es no hacer nada por ello. Apenas significa otra cosa que exponer débilmente a los hombres el deseo de que fuera así. El hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar ni deseará que prevalezca gracias al poder de la mayoría. Poca es la virtud que encierra la masa. Cuando la mayoría vote, por fin, por la abolición de la esclavitud será porque es indiferente a ella o porque queda ya muy poca que abolir mediante su voto. Serán ellos, entonces, los únicos esclavos. Sólo el voto de aquél que afirma con él su propia libertad puede acelerar la abolición de la esclavitud

HENRY DAVID THOREAU (1849)

No es asunto mío el andar con peticiones al Gobernador o a la legislatura, como tampoco de ellos el de mandarme a mí; y si prestaronoídos sordos a mis reclamaciones ¿qué debería hacer yo entonces? Pero ante tal contingencia, el Estado no ha proporcionado consecuencia; es su propia Constitución la que está en falta

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente, el lugar apropiado para el justo es también la prisión. Y hoy, el sitio adecuado, el único que Massachusetts ha proporcionado para sus espíritus más libres y menos desalentables está en sus prisiones, donde han de ser separados y enajenados del Estado, por acción de este, dado que ellos ya lo han hecho por sus principios. Allí es donde debieran dar con ellos el esclavo fugitivo y el prisionero mejicano en libertad condicional, y el indio venido a denunciar las injusticias hechas a su raza; en este terreno de exclusión, pero más libre y honorable, donde el Estado coloca a aquellos que no están con él sino contra él, el único habitat donde, en un Estado esclavizador, el hombre puede vivir con honor

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Si la alternativa es: mantener a los justos en prisión o renunciar a la guerra y a la esclavitud, el Estado no dudará al elegir. Si un millar de personas rehusaran satisfacer sus impuestos este año, la medida no sería ni sangrienta ni violenta, como sí, en cambio, el proceder contrario, que le permitiría al Estado el continuar perpetrando acciones violentas con derramamiento de sangre inocente. Y esa es, de hecho, la definición de la revolución pacífica, si tal es posible. Si el redaudador de impuestos o cualquier otro funcionario público me pregunta, cómo así ha ocurrido ya, ‘ pero ¿qué he de hacer yo?’, mi respuesta es: ‘si en verdad deseas colaborar, renuncia al cargo’. Cuando el súbdito niegue su lealtdad y el funcionario sus oficios, la revolución se habrá conseguido. Suponed, no obstante, que corra la sangre. ¿Acaso no se vierte ésta cuando es herida la conciencia? La auténtica virilidad e inmortalidad del hmbre se pierden por esa herida, y aquél se desangra hasta la muerte eterna. Y yo veo correr ahora esos ríos de sangre

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Me cuesta menos, en todos los sentidos, el incurrir en pena de desobediencia al Estado que el obedecer, en cuyo caso me sentiría mermado en mi propia estimación

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Así pues el Estado no se enfrenta nunca intencionalmente contra el sentido del hombre, intelectual y moral, sino contra su cuerpo, sus sentidos. No s arma de honestidad o de ingenio superior sino de mayor fuerza física. Pero yo no he nacido para ser violentado. Y respiraré a mi aire; veremos quién es el más fuerte. ¿Qué fuerza tiene la multitud? Sólo pueden forzarme a algo que aquellos que obedecen a una ley superior a la mía. Me obligan a ser como ellos. ¿Qué vida sería ésta? Cuando doy con un gobierno que me dice: ‘tu dinero o tu vida’ ¿Por qué he de apresurarme a darle mi dinero?

HENRY DAVID THOREAU (1849)

Declaro llanamente mi guerra al Estado, a mi modo, aunque seguiré haciendo uso y obteniendo cuantas ventajas pueda de él, como es habitual en estos casos

HENRY DAVID THOREAU (1849)

¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un Estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente

HENRY DAVID THOREAU (1849)

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