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Las redes tróficas

Las redes tróficas (o cadenas tróficas) muestran de qué se alimentan los organismos dentro de un ecosistema y qué organismos se alimentan de ellos.

Consisten en cadenas alimentarias interconectadas y describen las rutas alternativas que la energía y las moléculas de alimento pueden tomar a través de los organismos de un ecosistema.

La interconexión puede ser complicada y variable, razón por la que se utilizan técnicas especiales para seguir el recorrido de los materiales a través de una comunidad natural. La relación entre la complejidad de las redes tróficas y otras propiedades de un ecosistema no es fácil de predecir.

Cadena trófica

Cadena trófica

Cadenas y redes tróficas

Las cadenas tróficas describen el recorrido que realizan la energía y los materiales al pasar de los organismos productores (principalmente plantas) a través de una serie de consumidores (animales herbívoros y carnívoros) hasta llegar a la comunidad de organismos descomponedores (como determinados hongos y bacterias).

Por ejemplo, una molécula de alimento fabricada por una planta durante la fotosíntesis pasa al nivel trófico del consumidor cuando la planta es ingerida por un animal herbívoro, como un cordero. Si el cordero muere y es atacado por un hongo, la molécula pasará al nivel trófico de los descomponedores.

Las cadenas tróficas son una visión muy simplificada de lo que ocurre en los ecosistemas reales. Por ejemplo, muchos organismos, como la hierba, son comidos por más de un organismo. De forma similar, los herbívoros, como los insectos, sirven de alimento a más de un depredador.

Como resultado de este hecho, la cadena trófica se halla ramificada. Llamamos red trófica al diagrama que describen estas cadenas ramificadas mostrando cómo interaccionan.

Las redes tróficas se complican debido a los omnívoros –organismos que se alimentan tanto de vegetales como de animales y, por lo tanto, no encajan en ningún nivel trófico concreto. Los tordos, por ejemplo, alternan su dieta de bayas en invierno con la de insectos y caracoles en verano.

 

El seguimiento de las redes tróficas

Se utilizan diversas técnicas para ayudar a los científicos a descubrir las relaciones alimentarias entre los organismos de un ecosistema. En los primeros estudios se analizaban muestras extraídas de los aparatos digestivos de los diferentes organismos.

Esta técnica ha sido utilizada, por ejemplo, para investigar las redes tróficas en las pesquerías comerciales del mar del Norte.

Los estudios modernos en ecología se basan en técnicas más rápidas y más fiables.

Por ejemplo, los estudios de radioseguimiento (radiotracer) utilizan el marcaje mediante isótopos radioactivos colocados en el alimento de determinados organismos del ecosistema.

El recorrido del isótopo marcado puede ser seguido a través de los diferentes niveles tróficos por los que pasa. Estos métodos no únicamente arrojan luz sobre el recorrido de las moléculas de alimento, sino que, además, permiten a los científicos determinar la velocidad a la que viajan, incluso en un ecosistema complejo.

Las relaciones alimentarias pueden estudiarse, también, examinando el contenido del estómago de los depredadores.

Las técnicas inmunológicas, que utilizan anticuerpos específicos para determinadas proteínas animales con la finalidad de verificar la presencia de dichas proteínas en los intestinos de los depredadores han resultado especialmente útiles.

 

Redes tróficas y estabilidad de los ecosistemas

Los ecólogos aún no se han puesto de acuerdo sobre de qué forma la organización de las redes tróficas afecta a la estabilidad de un ecosistema.

Muchos conservacionistas consideran que un ecosistema simple (con una red trófica relativamente simple), como una granja en un llano, es de forma inherente menos estable que un robledo maduro, que tiene una red trófica más compleja. Intuitivamente, cabría esperar que los sistemas simples fueran menos estables porque la desaparición de una única fuente de alimento podría afectar a todos los organismos que dependen de ella.

Los modelos matemáticos simples tienden a apoyar esta teoría.

Sin embargo, los ecosistemas complejos también pueden tender hacia la inestabilidad, puesto que pequeños efectos pueden ser amplificados por el laberinto de relaciones alimentarias existentes en él.

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